Una idea tan nociva como generalizada de nuestra época es la que insiste en que el pensamiento posee un fin así como un final, y éste ha llegado a concluirse. Todo un mundo se planea y se diseña a partir de los escombros de esa supuesta superación, de aquel triste fin. Los textos correspondientes a este número nos recuerdan que el pensamiento, sobre todo, no es un solo ejercicio reflexivo-introspectivo sino una multiplicidad de fuerzas que se levantan, conspiran, se organizan y entablan una suerte de guerra de guerrillas contra aquello que se establece como definitivo, a veces en un adentro, a veces en un afuera; contra aquello que quiere ser Todo y hacer de la vida un monocultivo dispuesto a la vileza del poder. Buscamos, en este sentido, un espacio para intentar devolver el carácter agresivo y elemental del pensamiento, descubrirlo en su inmanencia con lo vivo que resiste: aquello que nos hermana con la cifra de la existencia.
Dedicamos este número a Octavio P. y a Jorge T., profesores de un enorme seminario hambriento a la creación y a la lucha, a cierto arte del pensamiento.