Cuando la distancia deja de ser un fin, caminar se convierte en un aprendizaje. Andar una ciudad es desandarla, deconstruirla y mirarla hasta que ceda sus misterios. El tiempo se percibe en ella visualmente. De calle en calle, de torre en campanario, o según los conjuntos que, en cuanto a una arquitectura, se vayan formando al paso. / Todo espacio posee, al menos un tiempo – espacio abierto y rural que se le opone. Toda ciudad es, a su vez, un espacio natural delimitado, donde el verde se agota y el azul queda reducido al pedazo de mas que recorta un arco al final de una calle. / Es, entonces, cuando descubrir lo vital que circula entre rocas y muros se convierte en necesidad del espíritu. Y de tanto buscarlo se logra aislar, definir, y finalmente, amar. El amor puede ser, de hecho, el vínculo entre un hombre y un espacio.
Alejo Carpentier
TERCERUNQUINTO es un colectivo regiomontano que se constituye hacia 1998 por Julio Castro, Gabriel Cázares y Rolando Flores. Las acciones, gestos performativos o de intervención arquitectónica; inciden en el espacio público – privado, mediante la cita al poder oculto de lo institucional, el absurdo, el despropósito, la paradoja e incluso el chiste a manera de desconcierto como elementos frecuentes en su obra.
Bf15*+ PARED ó de cómo irrumpir el tránsito.
En un gesto inicial – de relación con el espacio privado que invade el público -, se generan piezas como Bf15 + Pared[1] . La pieza genera la obstrucción del tránsito en una calle, donde el muro -de un espacio privado- se extiende hasta la banqueta para irrumpir los flujos peatonales, desarticulando la relación función – utilidad, espacio privado – público. En apariencia parece un despropósito ampliar un muro que termina por invadir e inutilizar la banqueta, sin una utilidad práctica más allá de estorbar, interrumpir, desviar. El muro como acento arquitectónico que hace estridente el recorrido y el diseño urbano, evidenciando lo ineficiente de algunas prácticas espaciales vinculadas al espacio público, experiencia espacial, arquitectónica y la forma en la que afecta las relaciones de poder, lo humano y social.
La simulación de espacios de tránsito, la generación de falsos recorridos, entradas, salidas en espacios públicos, oficinas y museos; determinan las formas de interacción. Tercerunquinto acentúa las paradojas espaciales que no resuelven nada, no funcionan y -más bien- generan incomodidad, confusión e irritabilidad, ante la orden o mandato dispuesto en anuncios y señalética que indican entradas, direcciones, etcétera. La violencia de lo arquitectónico.
La interrupción del espacio habitual de tránsito, apuesta por la caminata sin propósito productivo. El andar la ciudad, caminarla, más allá de los trayectos que obedecen a flujos capitalistas de la masa arrastrada por los horarios de producción, donde la calle opera como un mero lugar de tránsito y no de experiencia. El recorrido como algo que debe concretarse en el menor tiempo posible y donde la idea de la caminata como desperdicio que debe acortarse, buscarse rutas, atajos, estrategias para caminar del punto A al B sin que -lo que ocurra en el medio-, irrumpa la finalidad de la relación entre los dos puntos. Entonces aparece un muro, algo que no cuida nada, no protege, solamente estorba, desvía, retarda.
El muro en este sentido es inútil y eso siempre será peligroso en una sociedad donde se pondera la utilidad y el sentido como producción. Lo peligroso como aquello que convoca al desconcierto, la irregularidad, lo insólito e inesperado que cuestiona lo “inútil”, que en su aparente “despropósito” abre a la pregunta más que a la respuesta.
La utopía de lo urbano y urbanístico es abordado por Michel de Certeau en su ensayo “Andares de la ciudad. Mirones o caminantes”,[2] donde distingue tres operaciones:
1.- La producción de un espacio propio: la organización racional debe por tanto rechazar todas las contaminaciones físicas, mentales o políticas que pudieran comprometerla.
2.- La sustitución de las resistencias inasequibles y pertinaces de las tradiciones, con un no tiempo, o sistema sincrónico: estrategias científicas unívocas, que son posibles mediante la descarga de todos los datos, deben reemplazar las tácticas de los usuarios que se las ingenian con las “ocasiones” y que, por estos acontecimientos – trampa, lapsus de la visibilidad, reintroducen en todas partes las opacidades de la historia.
3.- En fin, la creación de un sujeto universal y anónimo que es la ciudad misma: como en su modelo político – el Estado de Hobbes_ es posible atribuirle poco a poco todas las funciones y predicados, hasta ahí diseminados y asignados entre múltiples sujetos reales, grupos, asociaciones, individuos,. “La ciudad”, como nombre propio, ofrece de este modo la capacidad de concebir y construir el espacio a partir de número de finito de propiedades estables, aislables y articuladas unas sobre otras.[3]
La ciudad como el espacio de “operaciones especulativas y clasificadoras”[4] que administra una serie de flujos de personas y subjetividades. La irrupciones, trastocamientos, acumulaciones e irrupciones, participan como posibilidades que ponen en crisis ó al menos acontecen como irregularidades en la estructura de control que sugieren las ciudades modernas, ordenadas y “funcionales” que administran los trayectos, la rutas, los horarios de flujo humano, etcétera. En este escenario conceptos como “gasto”, favorece discursos de “racionalización” de la ciudad, donde:
…la racionalización de la ciudad entraña su mitificación en los discursos estratégicos [..] la organización funcionalista, al privilegiar el progreso (el tiempo), hace olvidar su condición de posibilidad, el espacio mismo, que se vuelve lo impensado de una tecnología científica y política. Así funciona la Ciudad-concepto, lugar de transformaciones y de apropiaciones, objeto de intervenciones pero sujeto sin cesar enriquecido con nuevos atributos: es al mismo tiempo la maquinaria y el héroe de la modernidad.[5]
La ciudad como ese lugar de contradicciones, espacio del tránsito controlado, degradado, sin posibilidad de preguntarse por la historia de los lugares y sus transformaciones. De Certeau considera que:
…la historia comienza al ras del suelo, con los pasos. Son el número, pero un número que no forma una serie […] Su hormigueo es un innumerable conjunto de singularidades […] Las variedades se pasos son hechuras de espacios. Tejen los lugares […] las motricidades peatonales forman uno de estos <<sistemas reales cuya existencia hace efectivamente la ciudad>> […] No se localizan se espacializan.[6]
¿Qué nueva trama ó estrategia del paso se inscribe con la irrupción al transeúnte con el muro que desplaza Tercerunquinto? ¿qué posibilidades de repensar la ruta trazada cotidianamente se ve alterada? ¿qué afectos se ponen en juego con la irrupción de la constante de un paso que ya no hace historia, sino más bien está inserto en la pura repetición? ¿qué de esta “discontinuidad” permite la reconsideración del espacio desde otro afecto y experiencia?
David Le Breton plantea que “el caminante es el que se toma su tiempo y no deja que el tiempo lo tomé a él.”[7] Es apertura al mundo, afirma, que pone en juego su sensorialidad mediante la relación directa con el espacio, el recorrido, donde el cuerpo se vive de otra forma, desde otro lugar, por más que caigamos en la tentación de acortar la caminata, tomar rutas, donde lo mas importante es que “El caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo”[8]
La relación del caminante con el espacio, también, construye mundo, signa espacios. El cuerpo se hace en el andar, traza rutas, las modifica, se pierde, se encuentra, somos los herederos de la movilidad, hoy violentamente representada en la figura del migrante. La caminata como resistencia y desobediencia en un contexto donde la ciudad -que se camina- está desapareciendo, donde el peatón siempre está en riesgo, su paso lento, gradualmente desplazado por la figura del sujeto en bicicleta ó en automóvil, que acortan la permanencia con uno mismo y aquello que surge como pregunta en los momentos de silencio. Pensar.
De Certeau acerca el acto de hablar con el del caminar, donde el peatón se hace de los recorridos como experiencia propia y escrituración, realización espacial de lugar donde “el andar parece pues encontrar una primera definición como espacio de enunciación”[9]
¿Qué enunciación puede acontecer en los recorridos que nos pertenecen cada vez menos como experiencia? Si la caminata reorganiza nuestra relación con lo espacial ¿qué se renuncia cuando no se irrumpen nuestro recorridos cotidianos? ¿como caminantes cuánto hemos perdido al renunciar nuestra posibilidad del extravío y el vagabundeo, para solamente caminar del punto A al B? Roland Barthes aclara que la caminata, también, es la posibilidad de generar una nueva relación con la ciudad, que se actualiza, a manera de fragmentos de enunciados que habitan en el secreto, llenas de las retóricas y vueltas que genera el vagabundeo, la renuncia al atajo y perderse como posibilidad para colocarse desde otro lugar. La renuncia a una ruta única y definitiva, la apuesta por la errancia.
El vagabundeo multiplica y reúne la ciudad hace de ella una inmensa experiencia social dela privación de lugar; una experiencia, es cierto, pulverizada en desviaciones innumerables e ínfimas [desplazamientos y andares], compensada por las relaciones y los cruzamientos de estos éxodos que forman entrelazamientos, al crear un tejido urbano, y colocada bajo el signo de lo que debería ser, en fin, el lugar, pero que apenas es un nombre, la Ciudad. La identidad provista por este lugar es simbólica [nombrada] más aún cuando, pese a la desigualdad de títulos y beneficios entre citadinos, hay allí solo una pululación, un pisoteo a través de las apariencias de lo propio, un universo de sitios obsesionados por un no lugar o por lugares soñados.[10]
Andar, caminar, migrar, recorrer, implican un desplazamiento, no siempre igual, ni dirigido o motivado por los mismos fines; ante todo es la posibilidad, del peatón, de apropiarse de un espacio topográfico. Michel de Certeau, menciona: “El andar parece pues encontrar una primera definición como espacio de enunciación”[11] Pero este “andar”, también responderá a un orden espacial, conjunto de posibilidades y prohibiciones . La habilidad de caminante, en este sentido, es su capacidad de actualizar el orden espacial, inventando otras rutas, atajos, etc. En palabras de Certeau “El usuario de la ciudad toma fragmentos del enunciado para actualizarlos en secreto”[12]
El caminante, el que anda la ciudad, esa ciudad vigilada – vigilante, la que se signan y significan con los transeúntes, esa que Pierre Mac Orlan decía “La ciudad futura no será entonces más que el agradamiento solemne de una cámara de tortura”[13] La ciudad de Virilio “es la forma política más importante de la Historia, la ciudad – mundo, contemporánea de la era de la globalización planetaria, está acorralada contra una pared, una <<pared de tiempo>>”[14] donde las ciudades, encerradas en sí mismas, son más que fronteras territoriales, son la encarnación misma del límite y la exclusión, reproduciendo a una escala más pequeña, por ello más violenta y peligrosa, la idea de “cuidad privada”, limitada por cercos, accesos controlados, cámaras de vigilancia, etc. En este orden de ideas, propone Virilio “lo GLOBAL es el interior de un mundo finito y lo LOCAL, es el exterior, la periferia […] lo GLOBAL es el interior del mundo finito y lo exterior, lo LOCAL”[15]. Y eso incluye a las personas que no pertenezcan a esa lógica dentro – fuera, local – global.
¿Qué hacer entonces con una ciudad que no permite el “vagabundeo” como esta posibilidad de desarticular el espacio? Posiblemente, apegarse a la propuesta que Certeau recupera de Kandinsky cuando refiere: “una gran ciudad construida según todas las reglas de la arquitectura y de pronto sacudida por una fuerza que desafía los cálculos”[16] Partiendo de esta idea, transformar, irrumpir con un muro la calle, es más que un simple acento, es la posibilidad de una pregunta por el espacio, su relación con la arquitectura, nuestra relación con los espacios de tránsito y – sin duda alguna- plantear la obra de arte como problema.
Escultura pública en la periferia urbana de Monterrey.
Las primeras obras de Tercerunquinto apostaban por desmontar los usos tradicionales arquitectónicos, mediante la intervención sutil – y contradictoria – de los usos y funciones del espacio, recorridos, considera Taiyana Pimentel:
El trabajo del colectivo se expande del museo al urbanismo, de la macroarquitectura a los más simples elementos constructivos y, paradójicamente, sus construcciones no corresponden a ejercicios totalitarios, sino que se detienen ante el fragmento, buscando en aquellas estructuras <<suaves>> el resquicio que hace posible una intervención imperceptible a primera vista. Se trata de utilizar un método basado en contraposiciones; es decir, obstruir frente a la libre posibilidad de circulación o desmantelar estructuras que ocultan u obstaculizan las prácticas ideológicas de las instituciones.[17]
La arquitectura como algo que estorba, poco amable, violenta, invasora que se aleja del ideal de su relación positiva con la vida del hombre. La ciudad como representante de la modernidad y el desarrollo, en México, es el síntoma de una modernidad inconclusa, fallida, diferencial y violenta.
El fracaso del proceso y promesa de la urbe como el ejemplo emblemático del “bienestar”, las ciudades industriales en el siglo XIX, promesa de una mejor vida, terminaron siendo la “ciudades de carbón” que Dickens describe ó en la visión de pronta decadencia que anuncia Baudelaire.
Era una ciudad de ladrillos colorados, o más bien de ladrillos que habrían sido colorados, si el humo y las cenizas lo hubiesen permitido; pero tal como estaba, era una ciudad de un rojo y de un negro poco natural, como el pintado rostro de un salvaje. Era una ciudad de máquinas y de altas chimeneas, de donde salían sin descanso interminables serpientes de humareda, que se deslizaban por la atmósfera sin desenroscarse nunca del todo. Tenían un canal obscuro y un arroyo que llevaba un agua enturbiada por un jugo fétido, y existían vastas construcciones, agujereadas por ventanas, que resonaban y retumbaban todo el santo día, mientras el pistón de las máquinas de vapor subía y bajaba monótonamente, como la cabeza de un elefante enfermo de melancolía. Contaba la ciudad de varias calles grandes, que se parecían entre sí, y de infinitas callejuelas aún más parecidas unas a otras, habitadas por gentes que se parecían igualmente, que entraban y salían a las mismas horas, que pisaban de igual modo, que iban a hacer el mismo trabajo, y para quienes cada día era idéntico al anterior y al de después, y cada año el vivo reflejo del que le había precedido y del que iba a seguirle.[18]
La ciudad como un espacio donde se habita, también deja ver las practicas culturales, formas de convivencia, distribución territorial, económicas y políticas de sus habitantes. El centro vs la periferia, esta última, espacio de exclusión, donde las unidades habitacionales y los asentamientos humanos irregulares, constituyen un complejo entramado arquitectónico y social, que será tema de abordaje por parte de Tercerunquinto.
Escultura pública en la periferia urbana de Monterrey[19] ) consiste en una plancha de concreto (50 m2), localizada en la periferia de la ciudad, en una zona conocida por sus asentamientos irregulares. La estrategia consistió en dejar “expuesta” la plancha para la libre intervención, ocupación, apropiación, transformación -que gradualmente se fue suscitando-, por los habitantes de la zona.
Los aspectos de legalidad – ilegalidad, ocupación – intervención; son interesantes de pensar en este gesto escultórico. El espacio constantemente se transformaba, sin que los ocupantes supieran que indirectamente participaban de la trasformación y actualización de una obra de arte. La apuesta estaba más allá de esto, me parece, se orientaba por explorar los límites de la propiedad privada frente a la intervención del espacio público. Lo territorial, el arte como objeto “contemplativo”, aislado, reservado al espacio museístico vs el objeto como lugar de acción, afectos, utilidad, de lo cercano, político y cotidiano.
La comunidad que se configura en la idea del “barrio”, resulta interesante para pensar la escultura de Tercerunquinto. Para Michel De Certeau el barrio puede ser pensado desde la propuesta de Henri Lefebvre como: “una puerta de entrada y salida entre los espacios calificados y el espacio cuantificado.”[20]
El barrio como el lugar de intercambio y dominio, donde el espacio privado y el público se define – en parte- por las relaciones sociales, comerciales y políticas que incluyen ó excluyen. La comunidad que define a los participantes de ese “común” y el barrio como una posibilidad territorial de generar límites, donde algunos formarán parte del adentro y los más como un afuera radical. La vivienda formará parte de ese horizonte en el que se reconoce los límites del barrio.
La ciudad abarrotada de edificios se enfrenta a la “ciudad perdida”, espacio que parece que anuncia su fracaso, su exclusión. Los asentamientos irregulares, ilegales, cuya distribución territorial no corresponde a una traza común y que se ha ido transformando con el surgimiento de organizaciones como el Frente Popular Francisco Villa que nace en 1989 resultado de la crisis de vivienda que dejó el temblor de 1985. Entre sus objetivos, se busca dar respuesta a la demanda por espacios habitacionales enfocándose a los grupos que consideran “vulnerable”.[21] Las acciones de este grupo, así como sus prácticas de obtención de terrenos, han sido ampliamente cuestionadas, pero me quiero enfocar en su demanda central: la vivienda.
La relación vivienda – política – economía, también forman parte de la compleja red de vínculos que delimitan a un espacio como barrio. La caminata del barrio, el domicilio, la identificación del vecino, las rutas, el entorno; elementos que configuran los lindes, incluso, donde en apariencia no existen.
Foucault plantea el problema del sitio o del emplazamiento y del espacios durante una conferencia titulada “Los espacios otros”[22] Y cita:
La gran obsesión que tuvo el siglo XIX fue, como se sabe, la historia: temas del desarrollo y de la interrupción, temas de la crisis y del ciclo, temas de la acumulación del pasado, gran sobrecarga de los muertos, enfriamiento amenazante del mundo. En el segundo principio de la termodinámica el siglo XIX encontró lo esencial de sus recursos mitológicos. La época actual quizá sea sobre todo la época del espacio.[23]
La producción, organización y control del espacio público y privado, son temas abordados, donde “Estamos en una época en que el espacio se nos da bajo la forma de relaciones de emplazamientos.”[24] Dichos emplazamientos son: diversos, cambiantes y complejos. ¿Cómo son las relaciones de los espacios que recorremos, habitamos, vivimos, etcétera? La acumulación, saturación, distribución irregular, políticas de ciudadanía, practicas urbanas, desarrollos de nuevos paradigmas urbanísticos, formas de organización del las relaciones de poder, control y movilidad poblacional; mediante los proyectos arquitectónicos y –específicamente- de vivienda.
En México los programas de vivienda estatal se sustenta en modelos de crédito bancario y de acuerdos con empresas inmobiliarias – desarrolladoras de fraccionamientos ó inmensas unidades habitaciones. La mayoría de estas viviendas “a crédito” se edifican en zonas cuya factibilidad en el cambio de uso de suelo en inviable para la construcción de zonas habitacionales, y cuyo uso original, en la mayoría de los casos, es principalmente agrícola. Además de generar beneficios millonarios para los sistemas crediticios de los bancos en franca desventaja para los compradores de dichas viviendas. A este respecto Arturo Ortiz Struck cita:
El sistema lo que produce y vende son créditos; la gente compra casas. En realidad, se trata de un sistema de relaciones , desde mi punto de vista, profundamente violentas, establecidas por el Estado y dirigidas a una sociedad que, si bien no pierde sus derechos, tampoco los puede ejercer plenamente. La calidad de vida y el acceso a los derechos de la población que habita estos conjuntos son sacrificados con el fin de mantener una estabilidad económica.[25]
La relación espacio – producción, genera una serie de escenarios de violencias que inician con el costo de la vivienda, la ubicación en las periferias de la ciudades, el espacio reducido, la pésima calidad de los materiales de construcción, la carencia de los servicios elementales de alcantarillado, luz pública, agua, etcétera.
Los diferentes conjuntos ofrecen viviendas caracterizadas por la mala calidad de su construcción, infraestructura y localización. En estos conjuntos el espacio público es considerado principalmente como zonas de circulación vehicular ; al no haber otros usos del suelo, los habitantes no tienen acceso al núcleo interno de la ciudad. Salvo viviendas, no se consideran en los proyectos tiendas, talleres, oficinas, restaurantes o bares, por lo que al no haber actividad en la calle el espacio público queda cancelado.[26]
La figura de los asentamiento irregulares como resultado de la distribución violenta y diferencial de las oportunidades de habitar en la zona conurbada y más cercana al centro de la Ciudad de México, ha generado la distribución obligada, violenta y forzada de núcleos poblacionales al margen no solamente de la ciudad, sino también de la ley, generando lo que Ortiz Struck llama “producción de periferias”. En donde la red de relaciones, ponen de manifiesto la incapacidad – o desinterés – del Estado en dar respuesta a la necesidad de las personas que no pueden acceder a prestamos bancarios ó que trabajan en opciones temporales y sin prestaciones laborales.
…Los asentamientos irregulares aparecen por todo el país y son agente importante de las transformaciones del territorio con una implantación muy similar. Surgen mediante procesos que funcionan como un entramado entre actores y sucesos tan diversos que más que una <<red>> parece tratarse de una <<telaraña> de relaciones; sin embargo, tiene una eficacia particular en la producción del suelo urbano: no sólo tiene la capacidad de urbanizar cientos de hectáreas anualmente, sino que resuelve la producción de la propiedad privada para las familias que no tiene acceso a los sistemas financieros, y atiende a los sectores más pobres de la sociedad.[27]
En la “Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad”[28] queda de manifiesto la incapacidad de la ciudades en la actualidad para ofrecer condiciones de habitación y convivencia social para sus habitantes.
Las ciudades están lejos de ofrecer condiciones y oportunidades equitativas a sus habitantes. La población urbana, en su mayoría, está privada o limitada -en virtud de sus características económicas, sociales, culturales, étnicas, de género y edad- para satisfacer sus más elementales necesidades y derechos. Contribuyen a ello las políticas públicas, que al desconocer los aportes de los procesos de poblamiento popular a la construcción de ciudad y de ciudadanía, violentan la vida urbana. Graves consecuencias de esto son los desalojos masivos, la segregación y el consecuente deterioro de la convivencia social.[29]
La periferia opera como una suerte de exclusión y marginación territorial. ¿Cómo responden sus habitantes? Su afirmación es desde la disidencia, la desobediencia, la irrupción violenta de lotes en apariencia abandonados ó en conflicto legal. Las rutas de camiones abren rutas para este nuevos asentamientos, los comercios clandestinos surgen, los primeros indicios de electrificación, la entrada de partidos políticos que se presentan para hacerse de votantes mediante programas de asesoría legal y algunos servicios básicos de salud.
Es interesante los diversos usos que tuvo la plancha – escultura pública de Tercerunquinto, algunos registrados de forma clandestina por el colectivo. La plataforma se usó para fiestas infantiles, quince años, cumpleaños, actividades escolares, bailes, juntas informativas, reuniones de partido, hasta que finalmente una persona terminó construyendo su casa en ese espacio, cerrando la posibilidad a la comunidad y reafirmando el carácter irruptivo de la obra y de la ocupación de los asentamientos irregulares.
La falta de condiciones, planes de distribución territorial y vivienda ha llevado al usufructo y especulación por parte de las empresas inmobiliarias, elemento que observa la Carta Mundial por el Derecho la Ciudad en el siguiente apartado:
Las ciudades deben inhibir la especulación inmobiliaria mediante la adopción de normas urbanas para una justa distribución de las cargas y los beneficios generados por el proceso de urbanización y la adecuación de los instrumentos de política económica, tributaria y financiera y de los gastos públicos a los objetivos del desarrollo urbano, equitativo y sustentable. Las rentas extraordinarias (plusvalías) generadas por la inversión pública, – actualmente capturadas por empresas inmobiliarias y particulares -, deben gestionarse en favor de programas sociales que garanticen el derecho a la vivienda y a una vida digna a los sectores que habitan en condiciones precarias y en situación de riesgo.[30]
¿Pero entonces qué es la ciudad? En esta Carta Mundial por el Derecho de la Ciudad también se define el concepto de ciudad, quedando de la siguiente forma:
A los efectos de esta Carta, el concepto de ciudad tiene dos acepciones. Por su carácter físico, la ciudad es toda metrópoli, urbe, villa o poblado que esté organizado institucionalmente como unidad local de gobierno de carácter municipal o metropolitano. Incluye tanto el espacio urbano como el entorno rural o semirural que forma parte de su territorio. Como espacio político, la ciudad es el conjunto de instituciones y actores que intervienen en su gestión, como las autoridades gubernamentales, los cuerpos legislativo y judicial, las instancias de participación social institucionalizada, los movimientos y organizaciones sociales y la comunidad en general.[31]
La ciudad como espacio de orden económico y social, en contraste con la periferia, genera un referente del “afuera” ó lugar de exclusión, donde el espacio de representación -para la intervención artística de Tercerunquinto-, acontece en un campo de contradicciones. La ciudad “perdida” ó asentamiento irregular, da condiciones de posibilidad para pensar lo político y la complejidad de las relaciones existentes, quedando de manifiesto el sistema de tensiones, entre el espacio público y el privado; donde la propuesta de apropiación y redistribución del espacio, bien podría coincidir con uno de los apartados de la carta:
Los espacios y bienes públicos y privados de la ciudad y de los(as) ciudadanos(as) deben ser utilizados priorizando el interés social, cultural y ambiental. Todos los(as) ciudadanos(as) tienen derecho a participar en la propiedad del territorio urbano dentro de parámetros democráticos, de justicia social y de condiciones ambientales sustentables. En la formulación e implementación de las políticas urbanas se debe promover el uso socialmente justo y ambientalmente equilibrado del espacio y el suelo urbano, en condiciones seguras y con equidad entre los géneros[32]
En el artículo IX de la “Carta” menciona la importancia – como derecho- del “Derecho de asociación, reunión, manifestación y uso democrático del espacios público urbano” donde “Todas las personas tienen derecho de asociación, reunión y manifestación. Las ciudades deben disponer y garantizar espacios públicos para ese efecto.”[33]
En el caso de las ciudades y especificamente en el tema de la infraestrctutura de la vivienda, la falta de alternativas reales para poder coseguir casa, aunado a la complicidad del Estado con los desarrolladores de conjuntos habitacionales, generan espacios casi inhabitables, caros, inseguros, muchos en terrenos inundables, sin infraestructura de: escuelas, mercados, jardines públicos, transporte público, hospitales, servicios de emergencia, etcétera. Al respecto Ortiz Struck menciona:
Las decisiones económicas sobre la vivienda en México parten de las abstracciones que le quitan la responsabilidad a los gobernantes de tratar con seres humanos; en todo caso, las sociedades son percibidas por los estados como grupos de individuos sin subjetividad.[34]
En el artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala “Toda familia tiene derecho a disfrutar de vivienda digna y decorosa. La Ley establecerá los instrumentos y apoyos necesarios a fin de alcanzar tal objetivo”[35] ¿pero cómo se refleja esto en la practica cotidiana.
El problema de la vivienda también ha sido abordado por la artista Minerva Cuevas en su proyecto INEGI[36]. )Para este proyecto, se solicitó información poblacional. La respuesta fue contundente:
En atención a su petición le comento que sólo disponemos de estadísticas de niños de la calle. En cuanto a indigentes debido a la dificultad de cubrirlos estadísticamente no existen datos. En el censo sólo se encuestan a personas en viviendas fijas (que puede ser hasta una cabaña, un jacal o una casa de cartón) pero no a personas que hoy duermen en un jardín, mañana en una esquina, pasado en otro crucero, etc. Es prácticamente imposible de ubicar una persona con esas características. También es posible censar a personas indigentes que pernoctan en albergues, pero como le dije es muy difícil con personas que no tienen residencia fija.[37]
La respuesta aumenta el interés de Minerva Cuevas que en un segundo correo, refuerza su idea inicial de preguntar por los que “no tienen domicilio fijo”; es decir, indigentes, los que no constan en el registro predial, migrantes, etcétera. Las preguntas se enfocan a preguntar por el sistema de obtención de los datos para las estadísticas, apuntando a: ciudades perdidas, albergues, construcciones bajo los puentes, construcciones de lámina y cartón, asentamientos irregulares en las periferias, en los basureros, etcétera. La pregunta final es: “¿Podrían proporcionarnos una cifra concreta por parte del INEGI de menores viviendo en la calle y el porcentaje de error de esta cifra?”[38]
Después de este segundo correo con preguntas concretas, no recibieron respuesta alguna. Y como contra respuesta al silencio del INEGI se expone en la Av. Reforma, frente al Museo Rufino Tamayo, un espectacular con la siguiente leyenda “Si tienes casa para el INEGI cuentas. Los indigentes no”[39] La violencia por exclusión a la que se enfrenta la población flotante, los excluidos laborales, los que no tiene historial crediticio, los del afuera económico y laboral. Los que NO cuentan ni son contados por no contar con una vivienda.
En este tenor es oportuno preguntarse ¿es mejor la condición de los que sí cuentan con viviendas? ¿la propuesta arquitectónicas de las inmobiliarias acreditadas por el Estado genera las condiciones óptimas de vivienda? ¿responden al modelo de vivienda digna? Partiendo de algunas de estas consideraciones el arquitecto Arturo Ortiz Struck, la artista Lorena Wolffer y el fotógrafo Federico Gama proponen el proyecto La ropa sucia se lava en casa.[40]
Al igual que Minerva Cuevas, en esta ocasión, se consulta información estadística que arroja el siguiente diagnóstico:
Partiendo de información estadística que revela que el estrato socioeconómico medio-bajo en las áreas urbanas de México presenta el mayor índice de violencia intrafamiliar y que es precisamente a ese sector al que están dirigidas las viviendas de interés social, decidimos realizar un proyecto conjunto para poner en evidencia que la calidad de vida generada en este tipo de fraccionamientos produce un incremento en la violencia de género.[41] e intrafamiliar, detrás de la construcción publicitaria de un imaginario de vida “perfecta”
Los índices que marcan el creciente aumento de los casos de violencia intrafamiliar registrados en las denuncias oficiales y algunos registro médicos, son detonadores para repensar la planeación arquitectónica de esos espacios habitacionales como generadores de violencias. Durante la investigación, revisaron las preguntas generadas en la “Encuesta de Violencia intrafamiliar” del año 1999. En este documento se indaga una pregunta a la población y es si consideran que “la ropa sucia se lava en casa”; en donde:
Se trata de un cuestionamiento que apunta al espacio privado como un sitio en el que la legalidad pública se cancela y que se rige bajo normas independientes, en las que la violencia es un comportamiento común y en ocasiones tolerado. Por tanto, este planteamiento y la preferencia por resolver los problemas familiares de forma privada y fuera de la esfera pública podría representar uno de los orígenes de la violencia intrafamiliar.[42]
La pregunta arroja un índice devastador del 88% de la población de confirmaban que “la ropa sucia se lava en casa” . La estrategia artística y critica apuntalaría esta idea, utilizando la misma estrategia publicitaria que emplean los desarrolladores inmobiliarios. La casa como el “ideal” de prosperidad, felicidad, pero con una ventana rota, a manera de señal de la falsedad de la metáfora arquitectónica como bienestar. En donde el objetivo de la pieza era “despertar una reflexión pública sobre las políticas económicas, de desarrollo social y urbano que generan las condiciones para reproducir la violencia de género e intrafamiliar, mediante un ideal inalcanzable e irreal de casa y vida”[43].
Cuevas, Wolffer, Struck y Gama se interesan por las relaciones que se teje desde lo humano a lo social en y desde el espacio arquitectónico, al igual que el colectivo de Tercerunquinto. El interés por lo urbano, los desplazamientos humanos, las identidades urbanas, los ejercicios de movilidad apropiación y su redistribución en los distintos sectores poblacionales, son ejes de investigación para su propuesta.
La pregunta por las derivas de los recorridos urbanos, las políticas de gentrificación, su implementación como estrategia de control del espacio público mediante el privado (habitacional). La posibilidad de desmontar el dispositivo arquitectónico, fisurarlo para ver sus faltas, sus carencia y por sobre todo, su violencia.
La relación con el entorno del que participamos, también define nuestra identidad, vínculos afectivos, lazos sociales y participación política. El cuerpo establece una relación con el tiempo, el espacio pero también con los otros con los que convive y comparte sus devenir cotidiano. En este tenor, apuntar a lo arquitectónico, no es solamente hablar de estructuras, es más allá, es intervenir y potenciar la en una noción de espacio, del emplazamiento y del espaciamiento del que participamos con y desde el cuerpo, como experiencia sensorial, estética, política y como afecto.
Transitar la ciudad también como experiencia afectiva, práctica y social. El espacio urbano como algo que se transforma constantemente, siempre mutando, condicionando nuestros recorridos, rutas, ritmos. En este tenor, toda intervención del espacio público es una intervención en nuestra experiencia del recorrido, nuestra forma de percibir el tiempo, el espacio. Las derivas de los recorridos urbanos, los cambios de la traza, aperturas de plazas, andadores, también deben ser pensadas como estrategias prácticas de “hacer eficiente” el tránsito, la vivienda, los espacios de diversión, los íntimos. Pero también, es la forma de domesticar la ciudad y a sus habitantes.
El espacio, su organización vinculado al control y a la idea del desarrollo, so algunos de los elementos que abordaré. La preocupación por el espacio, también tiene que ver con la variación de nuestros sistemas de comprensión, donde, “el espacio que hoy aparece al horizonte de nuestros cuidados, de nuestra teoría, de nuestros sistemas no es una innovación; el espacio mismo, en la experiencia occidental, tiene una historia, y no es posible desconocer aquel fatal entrecruzamiento del tiempo con el espacio.”[44]
Pensar el espacio como esa relación con el tiempo, pero también con nuestra obsesión por el control. Los cambios, la transformación constante, donde como cita Foucault, lo simultáneo, lo próximo, lo lejano, lo disperso, representan la yuxtaposición que posibilita estructura la compleja red de relación, contradicción y encuentros y emplazamientos.
El espacio en el que vivimos, que nos atrae hacia fuera de nosotros mismos, en el que se desarrolla precisamente la erosión de nuestra vida, de nuestro tiempo y de nuestra historia, este espacio que nos carcome y nos agrieta es en sí mismo también un espacio heterogéneo. Dicho de otra manera, no vivimos en una especie de vacío, en el interior del cual podrían situarse individuos y cosas. No vivimos en un vacío diversamente tornasolado, vivimos en un conjunto de relaciones que definen emplazamientos irreductibles los unos a los otros y que no deben superponerse.[45]
Los conjuntos de relaciones mediante los que se pretende definir ó aproximarse a la comprensión de las relaciones de tiempo, espacio y afecto. La apropiación del espacio público por la publicidad, los anuncios de carácter políticos como constantes recordatorios, dispositivos que moldean y determinan nuestras forma de pensar y vivenciar los recorridos.
La calle y el anuncio publicitario, puede pensarse desde la propuesta de Minerva Cueva explorando los recursos de la publicidad, que ha transformado la ciudad en su escaparate y sus habitantes en potenciales consumidores. Esto lo entendió demasiado pronto la publicidad y la política, usando el espacio público como la extensión de los medios de comunicación masiva, a favor de la difusión de sus contenidos.
La ciudad latinoamericana no es silente, sino todo lo contrario, es ruidosa, saturada, mixturada, saturada visualmente, en mayor cantidad, por la publicidad como bien apunta Jorge Torres Sénz “la textualidad publicitaria la que desplaza esa promesa hacia el ejercicio continuado e improrrogable del gasto, como urgencia inaplazable de la felicidad que demanda nuestra cultura consumista”[46]
El espacio público como el lugar del desplazamientos de los contenidos publicitarios que invitan al consumo, no a la reflexión, en donde “el objeto, como mercancía a consumir, promete traer consigo una signatura fantasmática: la promesa de una vida que valga más”[47]
La propuesta de Minerva Cuevas del espectacular, así como la de Wolffer, Struck, Gama con la recuperación de la imagen publicitaria y Tercerunquinto con el proyecto Restauración de una pintura mural[48], donde los espectros se apuntalan pero también, la promesa de un mejor “vivir”, pero siempre irrealizable, donde “el espectacular no muestra ya nada reconocible, o quizá sí: ventanas vacías, o un conjunto de monturas sosteniendo religiosamente sudarios vaciados ya de todo: de historia, de nombre y de rostro”[49]
El espectacular en la ciudad funciona como ese “hueco”, suerte de “espaciamiento” que no apertura nada, más bien, funciona como un embudo que nos sustrae del caos y nos inserta en un campo visual cuya apariencia engañosa parece regresarnos algo de claridad, con goce entremezclado, y una suerte de esperanza que nos indica: eres, tienes, perteneces, no estás solo, vales por que tienes, mejor aún, eres lo que consumes.
La urbe -y su infraestrutcura- nos hace elevar la mirada a la parte alta de los edificios y flujos viales, donde se ubican hacia los anuncios llenos de luz, movimiento, promesas falsas de felicidad, prosperidad, algo religioso opera en esa acción de levantar la cabeza hacia el cielo, buscando un mensaje que, casualmente, “llega”. En las zonas rurales la mirada aún se mantiene en un plano horizontal, el lugar del espectacular le corresponde al muro, la fachada de las casa, tiendas, escuelas, plazas públicas, etcétera.
Restauración de pintura mural
En el proyecto “Restauración de pintura mural.”[50] proponen la recuperación de una “pinta callejera” con enfoque político, ubicado en San Andrés de Cacaloapan perteneciente el municipio de Tepanco de López, Puebla,
El colectivo parte de la revisión del ideario político y social generado por el conocido “Muralismo Mexicano”, mediante la restauración profesional de un rótulo, a favor, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) con su candidato Labastida. Es importante apuntar que en el 2000, por primera vez después de más de 70 años, el partido oficial (PRI) perdería las elecciones. Presidenciales, subiendo el Partido Acción Nacional (PAN).
Tercerunquinto recupera y resignifica la frase: “Nadie resiste un cañonazo de cincuenta mil pesos”, pero generando una nueva propuesta: “No hay muro que aguante un cañonazo político”. La pregunta ahora se extiende a cuestionar el dispositivo para plantear la restauración del muro como una suerte de metáfora crítica por el “retorno” espectral y amenazante del PRI.
Es interesante este proyecto por sus matices políticos, simbólicos e incluso de factura final, ya que como apunta Eduardo Abaroa, a manera de registro.
El <<mural>> se Tercerunquinto se reduce a la repetición de un diseño relativamente sencillo y su reubicación en una nueva situación histórica. Para mayor ambigüedad y una dosis de extra misterio, el proyecto nunca se llevó a cabo. El boceto para realizarlo, sin embargo, está tan bien hecho que parece el registro de algo que sucedió en la realidad.[51]
Algo tan irrealizable como la misma idea de cambio que prometía la entrada de un nuevo partido político en el imaginario nacional. La reconsideración de intervenir desde el discurso artístico elementos políticos desde el espacio público, donde repensarlo plantea problemáticas a considerar. Al respecto José Luis Barrios hace hincapié en “la contradicción existente entre el discurso político, aún concebido a partir de nociones cerradas de territorio, raza y lengua, y la falacia de la comunidad global de consumo. Deberá pensarse la problemática del sentido de la comunidad como proceso e inestabilidad y no como identidad.”[52]
Las condiciones de redistribución territorial entre la urbe y las periferias, sigue rearticulándose constantemente. Los contenidos de propaganda política, se instalan en los circuitos de circulación más fluidos y perecen ahí, borrándose con el sol y el tiempo, la erosión, metáfora clara de su temporalidad pero también del olvido, de los procesos de utilidad, función y memoria. ¿qué finalidad cumple entonces la restauración fallida de un mural? ¿qué se inscribe más allá de la acción? ¿qué estrategia topológica, histórica y arqueológica se despliega con la búsqueda por lo que ha quedado borrado, sepultado, olvidado?.
Lo que se observa es la ruina, el resto, residuo de un proceso fallido, tan inconcluso como el proceso mismo. El registro de lo que se ha perdido y la recuperación de lo que apenas es visible, opera para el colectivo en términos de archivos, capas de información que, posteriormente, sería llevada a los muros de la SAPS, donde un grupo de rotulistas pintaban la propaganda de un partido para luego borrarla y pintar encima otro y así, uno tras otro. La dinámica sería:
El lunes se pintaba un muro y el miércoles otro. Al final fue muy interesante porque la SAPS se convirtió en una especie de taller —de producción, pero también en otros sentidos. Por ejemplo, desarrollamos talleres para adultos mayores y niños. En éstos se planteaba la pregunta: “¿Qué es lo político?” Los adultos hacían una especie de reflexión, un ejercicio de memoria; los niños, en cambio, apenas están construyendo cierto carácter en términos de lo social, eso se notaba en los trabajos que hacían.
La suplantación, impostura y acumulación con el trabajo de acumulación de capas, una censurando, borrando, ocultando la anterior. La memoria entra en acto mediante una serie de operaciones que ponen de manifiesto los soportes de inscripción, textualidad, tachadura y borramiento. ¿Qué se enuncia? ¿qué se oculta? ¿qué discursos se preservan? ¿quién es el arconte de estas inscripciones de la calle, del muro? ¿quién da cuenta de ello? La historia de las ciudades, la formas de andarlas, representarlas, intervenirlas y desarticularlas, dice mucho de quiénes las habitan. ¿qué dirán nuestras calles, espacios habitacionales, muros, avenidas de nosotros?, ¿qué dejamos de pensar desde el espacio público y desde el discurso político?. Si bien Tercerunquinto incide en algunas de estas preguntas, queda una deuda grande en su exploración, acaso sea esta nuestra labor.
REFERENCIAS CONSULTADAS
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* Egresada de la Universidad Iberoamericana (UIA) de la Lic. de Historia del arte y de la Lic. en Arqueología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Maestra en “Saberes sobre Subjetividad y Violencia” por el Colegio de Saberes. Ha trabajado como investigadora para el INAH, INBA, UNAM. Docente en el departamento de Educación Continua de la Academia de San Carlos (UNAM), Instituto Cultural Helénico y para el Sistema Nacional de Capacitación y Profesionalización para Promotores y Gestores Culturales de la Secretaría del Cultura. Jurado FONCA (2013 – actualidad) en la categoría de Artes Visuales para estudios de Maestría y Doctorado en el Extranjero. Ha publicado artículos, reseñas, guiones curatoriales, ensayos para diversos medios de investigación y difusión del arte y la cultura. En la actualidad es alumna del doctorado en Saberes sobre Subjetividad y Violencia por el Colegio de Saberes.
[1] TERCERUNQUINTO. Pared. México, 1998.
[2] DE CERTEAU, Michel. “Andares de la ciudad. Mirones o caminantes” en: La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. México: UIA, 2010 (Departamento de Historia. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) Pág. 103 a 108
[3] Ibíd.,pág. 106
[4] Ídem.
[5] Ibíd., pág. 107
[6] DE CERTEAU, Michel. “Hablar de los pasos perdidos” en: La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. México: UIA, 2010 (Departamento de Historia. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) Pág. 109
[7] LE BRETON, David. Elogio del caminar. SIRUELA Ed, 2017. 4ta. Edición Col. La Biblioteca Azul (Serie mínima. Núm.58) Trad. Hugo Castignani.
[8] Ibíd., pág. 15
[9] DE CERTEAU. “Hablar …”, Op. Cit. pág. 110
[10] Ídem.
[11] CERTEAU, Michel. “Hablar de los pasos perdidos” en: La invención de lo cotidiano. I Artes de hacer. México: UIA / Instituto Superior de Estudios de Occidente , 1997. Trad. Alejandro Pescador. Departamento de Historia (UIA) Pág. 110
[12] Ibíd., Pág. 111
[13] VIRILIO, Paul. Ciudad Pánico. El afuera comienza aquí. Argentina: Capital Intelectual Ed. 2011.Pág 86
[14] Ibíd., Pág. 66
[15] Ibíd., Pág. 69 y 71
[16] DE CERTEAU. “Infancias y metáforas de lugares” en: La invención de lo cotidiano. 1 Artes de hacer. México: UIA, 2010 (Departamento de Historia. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) pág. 122
[17]PIMENTEL, Taiyana. “Sobre el derrumbe de protocolos institucionales” en: Investiduras institucionales. México: Ediciones Corunda, 2008. Pág.4 (Sección de Textos)
[18] DICKENS, Charles. Tiempos difíciles. Alianza Ed. Libro I. Capítulo V
[19] TERCERUNQUINTO. Escultura Pública en la periferia urbana de Monterrey. México, 2003 – 2006.
[20] LEFEBVRE, Henri citado por: DE CERTEAU, Michel. “El barrio” en: La invención de lo cotidiano. 2 Habitar, cocinar. México: UIA, 2010 (Departamento de Historia. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente) Pág. 09
[21] Para mayor información del Frente Popular Francisco Villa. Véase: http://www.frentepopularfranciscovilla-mexicosxxi.org/home [Consultado 20/01/2017]
[22] FOUCAULT, Michel. De los espacios otros. “Des espaces autres”, Conferencia dicada en el Cercle des études architecturals, 14 de marzo de 1967, publicada en Architecture, Mouvement, Continuité, n 5, octubre de 1984. Traducida por Pablo Blitstein y Tadeo Lima. Fuente: http://yoochel.org/wp-content/uploads/2011/03/foucalt_de-los-espacios-otros.pdf [Consultado el 03/04/2017]
[23] Ibíd., Pág.01 (El texto original no tiene numeración)
[24] Ibíd., Pág. 02
[25] ORTIZ STRUCK, Arturo. “La expansión territorial como expresión de los servicios financieros” en: TORRES, Isaac. SIETE PROYECTOS SOBRE LA CIUDAD DE MÉXICO. México: LIKE Ed; 1era. Edición, 2014. Pág. 75
[26] Ídem.
[27] Ibíd.; Pág. 59
[28] ET. AL “Preámbulo” en: Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad.Tomada de: Revista paz y conflictos. Núm. 05, 2012. Pág. 184
[29] Ídem.
[30] Ibíd.; Pág. 187
[31] Ibíd.; pág. 186
[32] Ibíd., pág., 187
[33] Ibíd.,; Pág. 190
[34] ORTIZ STRUCK, Op. Cit., Pág. 62
[35] Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Fuente digital: http://www.ordenjuridico.gob.mx/Constitucion/articulos/4.pdf [Consultado el 23/04/2017]
[36] CUEVAS, Minerva. INEGI. México: 2000
[37] Fragmento del correo electrónico que forma parte del proyecto INEGI de la artista Minerva Cueva. México, 2000. Véase: http://www.irational.org/mvc/inegi.html [Consultado 26/04/2017]
[38] Ibíd., pág. 2
[39] CUEVAS, Minerva. INEGI. México: 2000
[40] Proyecto autoría de Lorena Wolffer, Arturo Ortiz Struck y Federico Gama. México: 2009
[41] WOLFFER, Lorena. La ropa sucia se lava en casa. México: 2009. En colaboración con Arturo Ortiz Struck y Federico Gama. Véase: http://www.lorenawolffer.net/01obra/25lrs/lrs_frames.html [Consultado 01/01/2017]
[42] Ídem.
[43] Ídem.
[44] FOUCAULT, Op. Cit., pág. 01
[45] Ibíd., pág. 02
[46] TORRES SÁENZ, Jorge. “Ventanas blancas nichos vacíos: una geometría del silencio” en: Violencia y cultura en México. México: CONACULTA, 2012. Coord. Covarrubias Valderrama Gerardo. Col. Intersecciones, Núm. 28. Pág. 137
[47] Ibíd., pág. 138
[48] TERCERUNQUINTO. Restauración de una pintura mural. (Proyecto inconcluso), México, 2004
[49] TORRES SÁENZ, Op. Cit., pág. 139
[50] TERCERUNQUINTO. Restauración de pintura mural, proyecto inconcluso, México, 2004. Véase: Sala de Arte Público Siqueiros. http://www.saps-latallera.org/saps/restauracion-de-una-pinta-mural-tercerunquinto/ [Consultado 23/03/2017]
[51] ABAROA, Eduardo. “Disfunción logística” en: Investiduras institucionales. México: Ediciones Corunda, 2008. Pág.23 (Sección de Textos)
[52] BARRIOS, José Luis. “Introducción” en: Arte y Ciudad. Estéticas urbanas. Espacios públicos. ¿Políticas para el arte público?. México: SITAC, 2003. Segundo Simposio Internacional de Teoría sobre Arte Contemporáneo. Pág. 79
Historiadora del Arte y Arqueóloga. Investigadora y docente. Ha trabajado para el INAH, Secretaría de Cultura, CENART, INBAL, FONCA y para diversas instancias educativas. Interesada en los saberes diversos, las derivas creativas y las indisciplinas del pensar. Ha enfocado su práctica al estudio del cuerpo y el arte contemporáneo, desde la escritura y la gestión de proyectos creativos. Actualmente realiza una investigación de doctorado en el Colegio de Saberes sobre la poética del andar, el cuerpo, territorio y afectos, desde diversos poetas, filósofos y artistas.