Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado,siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida.
Es un proceso, es decir un paso de Vida que atraviesa lo vivible y lo vivido. La escritura es inseparable del devenir; escribiendo, se deviene-mujer, se deviene-animal o vegetal, se deviene – molécula hasta devenir-imperceptible.
Gilles Deleuze
En abril de 2017, la SEMEFO de Guerrero alertó sobre un problema de salud pública, la imposibilidad de dar cabida al gran número de cuerpos que llegaban a dicha instancia, la acumulación se debía a la falta de equipo y personal para identificarlos1 con el fin de entregarlos a sus familiares, un año después, en Abril de 2018 el Subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, Rafael Adrián Avante Juárez anunció que en México existen 35,000 muertos sin identificar, los cuales se encontrarían en fosas comunes, panteones ministeriales y servicios forenses2; para Septiembre del mismo año se hizo público un hecho escalofriante, el hallazgo de camiones de refrigeración que contenían cadáveres y deambulaban por la zona metropolitana de Guadalajara, los cuales tenían un alto nivel de descomposición3, lo que dificultaba darles identidad, nombre y rostro en caso de tener los recursos materiales y de personal para ello.
El 19 de septiembre de 2014, la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH), la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) y la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos (CCDH) presentaron ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) un informe sobre torturas, graves privaciones a la libertad y desaparición forzada cometidas en Baja California entre los años 2006 y 2012 por las fuerzas armadas y de seguridad del Estado. La comunicación fundamenta el carácter sistemático y generalizado de estos crímenes, que respondían a una política gubernamental, implementada por las autoridades militares, principalmente, y de cuerpos policiales a través del ataque a civiles, con el objetivo de presentar “avances y logros” en la lucha contra el crimen organizado. La información presentada revela que las autoridades, principalmente militares, cometían estos hechos4.Tan solo 7 días después, la noche del 26 de septiembre de 2014, 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa son desaparecidos en Iguala, Guerrero. Las investigaciones han señalado la participación de policías municipales, el Ejército y células del crimen organizado; los estudiantes fueron inculpados de ser parte de la organización delictiva “Guerreros Unidos”, así mismo se presume que los testimonios de las personas detenidas fueron obtenidos mediante tortura5, dichos testimonios llevarían a la PGR a encontrar cenizas como evidencia de la quema de los cuerpos en el basurero de Cocula, Guerrero creando así la “verdad histórica”.
Hay un contexto de advertencia, se advierte la presencia de lo que podríamos vislumbrar como colosal, las cifras cambian, aumentan, cada vez hay más cadáveres, algunos en institución en tanto se pueda, otros rondando, algunos en fosas comunes o clandestinas, no se detiene, y de ello resulta de imposibilidad de aprehender tal circunstancia.
La advertencia parece ser inocua y probablemente no haya más que advertir, se sabe, la barbarie nos rodea, México, el país de las fosas, de los desaparecidos, de sus Antígonas rescatando restos, procurándoles ritos funerarios, esperanzados en encontrar a los suyos, a los del compañero.
Gilou García Reinoso manifestó en los estados generales del psicoanálisis, llevados a cabo en el año 2000, haciendo referencia a la dictadura argentina:
“La desaparición no fue solamente maniobra represiva, ni fue dirigida fundamentalmente a los militantes ´subversivos´. Más allá de esto, sirvió para sembrar el terror y producir el silencio. Videla, decía en un discurso ´No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos´. Pero el procedimiento se extiende a toda la ciudadanía. Apuntó a matar la muerte. Hizo desaparecer no sólo vidas, los cuerpos, sino también la muerte; la muerte en cuanto núcleo simbólico constituyente. Apunta a la muerte subjetiva y se dirige a la población entera”6
En México no hay establecimiento de una dictadura, ni una declaratoria de guerra, sin embargo el número de muertos derivados de la violencia en el país corresponderían a dichos estatutos, lo anterior coloca a la población en desestimación ante tal problemática, rompiendo relación con tal fragmento de realidad, debido al carácter traumático que conlleva la vulnerabilidad psíquica de saberse en una especie de ruleta, donde, como mencionó Gilou, no es necesario llevar a cabo un acto de subversión, sino únicamente estar vivo para entrar en la posibilidad de desaparición, mujeres y hombres de cualquier rango de edad nos encontramos en la ruleta. El acto de denegación resulta necesario ya que a partir de este se encuentra la posibilidad de seguir viviendo, de la misma forma desestimamos la muerte, la cual desde Freud resulta inconcebible:
“Hemos intentado matarla con el silencio […] en el fondo nadie cree en su propia muerte, en el inconsciente cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad”7. Y sin embargo, la muerte del otro nos recuerda, que ahora no, pero algún día, “se dice: ciertamente la muerte vendrá, pero por el momento todavía no”8 la presencia de los cadáveres, la ausencia de ellos, la búsqueda de otros, crean una relación con la muerte desde el plano consciente no tan lejana, no tan improbable.
Jaques Derrida nos señala al respecto:
“la muerte del otro, no únicamente, pero sí principalmente si se le ama, nos anuncia una ausencia, una desaparición, el final de tal o cual vida, es decir, de la posibilidad que tiene un mundo (siempre único) de aparecer a tal vivo. La muerte proclama cada vez el final del mundo, en su totalidad, el final de todo mundo posible, y cada vez el final del mundo como totalidad única, por lo tanto irremplazable y por lo tanto finita”9
¿Qué implica entonces el estado de no muerte de los desaparecidos? Sin posibilidad de asumir el fin del mundo propio ante la ausencia del otro, esperando encontrar algo de él, un resto, una huella que incluso rectifique que es real la búsqueda, pienso en los buscadores tratando de crear cada día el recuerdo de ese mundo perdido, para cumplir con la promesa de no olvidar, dando cuerpo a aquel que buscan llevando su rostro en el pecho, de buscar hasta que su propio mundo se extinga.
El duelo es impedido por la esperanza de encontrarlos, sin embargo día a día se ha de vivir el duelo por saberlos lejanos, “tener un amigo -hija, hijo, padre, madre, hermano, sobrino-: conservarlo. Seguirle con la mirada -la real, la internalizada e imaginaria-. Cuando él ya no está aquí, seguir viéndole y esforzarse en buscarle, escucharle o leerle, cuando uno sabe que no le verá más, eso es llorar”10
Aquí una dificultad más, Mario Vergara es un buscador, busca a su hermano Tomas desde el 5 de julio de 2012, secuestrado en Huitzuco, Guerrero, ante la desconfianza al gobierno comenzó a buscar en los cerros fosas clandestinas, dónde comenta “huele a muerte” él es parte del grupo “Los otros desaparecidos” que han encontrado 200 cuerpos y miles de restos óseos desde Noviembre de 2014, Mario relata que el primer hueso que hallaron fue en el paraje La Laguna, ellos sabían que buscaban restos pero no estaban preparados para ello “nos derrumbamos”11 para él en México hay tres opciones al salir de casa: regresar a ella, morir y que tu cuerpo quede expuesto o desaparecer. Así, la dificultad resulta de hablar de la muerte, sin que se haya hecho presente, aunque huela, sin las pruebas necesarias para clamar “te encontré”, condenados entonces al fantasma de la muerte sin la resignación de su certeza. Para Derrida, el duelo que sigue a la muerte se prepara y se anticipa mucho antes de la muerte…12
«Salen, locos de contentos
con sus cargamentos
para ir a buscar, para ir a buscar.
Llevan en su cargamento
palas y varillas para escarbar, para escarbar.
Piensan un huesito encontrar
para que una familia entera pueda descansar.
Y alegres los brigadistas van
buscando aquí, buscando allá, por los caminos»13
El Estado no ha podido dar cabida no solo al cadáver sino a una solución de esta problemática que además de implicar un tema de salud pública en tanto descomposición de cuerpos apuntala a la descomposición del pacto social, prevaleciendo la desconfianza a las instituciones encargadas de brindar protección, lo cual se observa en los bajos índices de denuncia, incluso hay dificultad en saber cuántos casos de desaparición forzada o circunstancial existen en el país, habiendo diferentes registros y con ello cifras, la cifra como dato que desubjetiva a la persona que representa, desplazándola al estatuto de cosa, Esposito señala que “el lenguaje causa despojamiento al nombrar la cosa, al transformarla en palabra, el lenguaje la vacía de realidad y la convierte en signo”14 así al nombrar: cadáver, este se volvería un “significante general”15, el cadáver como deshecho, como resto no asimilable.
Cifra, cadáver, desaparecido, persona… son conceptos que nos atrapan en un juego donde creemos saber sobre aquello de lo que hablamos, al nombrarlos pareciera podemos manipularlos y definirlos ¿esto será cierto? Nietzsche nos hace pensar en la formación de los conceptos:
“Toda palabra se convierte de manera inmediata en concepto en tanto que justamente no ha de servir para la experiencia singular […] Todo concepto se forma por equiparación de casos no iguales… abandonando así de manera arbitraria las diferencias individuales, las notas distintivas”16
Lo anterior me lleva a plantear una dificultad más en relación a la escritura sobre desaparición forzada, la imposibilidad de rescatar la individualidad de las víctimas y sus familiares, el que las desapariciones en nuestro país sean tan constantes vuelca la problemática en un saber común que desborra lo singular y coloca al que no está no solo en un estado de indeterminación sino en una generalidad de la que hablamos y escribimos bajo un supuesto saber y entender.
“En circonfession, Derrida sueña con poder escribir un día con una aguja en vez de con una pluma; entonces sólo se trataría de encontrar la vena adecuada y dejar que la escritura fluyera, una escritura que ya no habría que elegir, inscribir o calcular, que se elaboraría sin ningún esfuerzo, ninguna responsabilidad, ningún riesgo de mal gusto o de violencia”17
La escritura en relación a personas desaparecidas, sobre quienes los buscan y el contexto en el que esto sucede, es creación de bordes ante la apertura a fantasías oscuras, probablemente aquellas que aproximan al desamparo original ya que la proximidad a la muerte expone a una especie de agujero, continuando con la fantasía ante la problemática que se expone en este texto imagino un hoyo negro que atrae hipnotizando, la muerte resulta fascinante y obliga a poner un límite, si estoy aquí escribiendo sobre esto es porque estoy aquí, porque puedo verlo y controlarlo, me causa gracia y miedo, cierta risa angustiante por lo soberbio y narcisista que se leerá, Octavio Chamizo mencionó en su seminario “no hay miedo sin narcisismo, el miedo tiene que ver con la vivencia de desaparición, dejar de ser visible para otros genera miedo ya que este se encuentra en relación a la autoconservación”18 el miedo funge entonces como límite aunado a la escritura y la fantasía de creer que el escribir resuelve algo.
Pienso en la pulsión de saber, esa de la que no habló Freud y que Piera Aulagnier nos dibujó como el espacio que se crea ante la renuncia de la madre de interpretar al hijo, el retraimiento que da lugar a diferenciación y posibilita que el sujeto sea capaz de tomar algo del mundo e intentar hacerlo propio, lo cual genera un monto considerable de placer ¿Qué es lo que quiero saber?19 Tal pregunta ronda en mí desde hace un par de años y comencé a escribir sobre ello, aquí mi borde ante la violencia y crueldad que aparece en lo cotidiano de la desaparición forzada y circunstancial, y entonces reacomodo el enunciado propio de una fantasía: si escribo sobre esto, puedo verlo, entonces estoy viva, no he desaparecido.
2 Disponible en: http://diario.mx/Nacional/2018-04-06_78242325/hay-35-mil-muertos-no-identificados-segob/
3 Disponible en: https://www.sinembargo.mx/25-09-2018/3476025
5 Disponible en: https://www.animalpolitico.com/2018/06/ayotzinapa-claves-verdad-historica/
6 Gilou García, Relaciones del psicoanálisis con lo social y lo político. En Major, R. (dir.) Estados Generales del Psicoanálisis. Perspectivas para el tercer milenio. México: Siglo veintiuno editores, 2005, p. 135.
7 Sigmund Freud, De guerra y muerte. Temas de actualidad. En J.L. Etcheverry (Traduc.). Obras completas: Sigmund Freud (Vol. 14). Buenos Aires: Amorrortu (Trabajo original publicado en 1915), p. 290.
8 Martin Heidegger, Ser y tiempo. Madrid: Trotta, 2016, p. 274.
9 Jaques Derrida, Cada vez única, el fin del mundo. Valencia: Pre-Textos, 2005, p. 11.
10 Ibid p. 121
11 Disponible en: https://aristeguinoticias.com/1203/mexico/mario-vergara-un-sabueso-que-busca-muertos-propios-y-ajenos-buscadores-video-parte-i/
12 Jaques Derrida, Cada vez única… p. 49
13 Rosa Neris, una mujer que tiene a dos hermanos y a un cuñado desaparecidos, canta una canción para dar ánimo a sus compañeras. (Fragmento)
14 Roberto Esposito, Personas, cosas, cuerpos. Madrid: Trotta, 2017, p. 29.
15 Idem.
16 Friedrich Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral y otros fragmentos de filosofía del conocimiento. Madrid: Tecnos, 2012, p. 27.
17 Jaques Derrida, Cada vez única… p. 27.
18 Seminario “El acto político. La democracia entre la razón, la ética y la locura” impartido en el Colegio de Saberes, Otoño 2018, sesión 11, 9 octubre 2018.
19 Nietzsche en Verdad y Mentira señala “¡Ay de la funesta curiosidad que pudiese mirar fuera a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el hombre descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia […] En un estado natural de las cosas, el individuo, en la medida en que se quiere mantener frente a los demás individuos, utiliza el intelecto y la mayor de las veces sólo para fingir, pero, puesto que el hombre, tanto por la necesidad como por el hastío, desea existir en sociedad y gregariamente precisa un tratado de paz y, de acuerdo con este, procura que, al menos, desaparezca de su mundo el más grande bellum omniun contra omnes…” p. 24.
Jimena García es psicoanalista especialista en adolescentes, licenciada en Psicología por el Instituto Politécnico Nacional, Maestra en psicología por la Universidad Nacionla Autónoma de México y actualmente cursa el doctorado en Saberes sobre subjetividad y violencia. Su trabajo de investigación gira en relación a los desaparecidos del país, feminicidios y el trauma derivado de ello en el ámbito de lo oscila.