Recuerdo/Memoria – amnesia y olvido

Elizabeth Lomelí Espinosa

El verdadero mundo es música
La música es lo estremecedor (lo dionisíaco).
Si uno la escucha se abriga en el ser. Así lo experimentó Nietzsche
para quien la música lo era todo.

Rudriguer Safranski

¿Cómo trabajar las huellas del borrado?

Apelando al atrevimiento y juego sintáctico, pretendo extrapolar el concepto deconstruccióni de Jacques Derrida unido al concepto de violencia: de una violencia performativa de Género, mediante una reconfiguración conceptual que se ejemplifica como uno de los orígenes provocadores del denominado Mal de archivo, ii como es el caso de algunos sujetos que en la historiografía oficial pasaron inadvertidos, innombrados, excluidos, violentados, por pertenecer a identidades de género diversas. Con esto quiero decir, que la teoría de género que instituye la existencia de lo femenino y masculino con su correspondencia biológica ha ignorado otras existencias, mucho tiempo enmudecidas por lo que tiene que reestructurarse.

La deconstrucción de la teoría de género implica la deconstrucción del pensamiento binario.

Las identidades de género no son inmutables y los roles han sufrido grandes diversificaciones, flexibilizándose en todas las tareas tradicionales, siendo muy complejas y diversas las clasificaciones.

Dentro del cuerpo de este trabajo, integraré el concepto de pulsión de destrucción de Jaques Derrida que se integra a la pulsión de muerte freudiana para dar cuenta del necesario (intento de) fallecimiento subjetivo que opera en los sujetos reasignados y a la pulsión de destrucción también presente en nuestro vínculo entre dos mujeres (trans y heteronormativa), pues considero que estos conceptos iluminan y enriquecen el entendimiento de este encuentro y de mi relación epistolar con Ela, representante de mi trabajo de investigación doctoral que se nutre de los diálogos productores de acontecimientos que dislocan pensamientos y lugares comunes.

En el presente ensayo pretendo partir de lo no dicho de manera explícita también en nuestros conversatorios y que se enfrentan a instantes paralizantes que culminan en mis viajes y delirios. Igualmente recurriré a categorías como “lo apolíneo y dionisiaco”iii en Nietzsche, otra herencia indisociable, para iluminar nuestros conversatorios y en particular el desarrollo de la obra artística de Tábata, (también llamada Ela) tanto en sus creaciones pictóricas como escultóricas, en los períodos previos y durante su transición, que dan cuenta de los atravesamientos intempestivos que operaron como resistencia.iv

I

De la misma manera que en la naturaleza existe un ciclo de creación y destrucción (erupciones, terremotos, unos animales se alimentan de otros, etc.) con una fuerza ciega que carece de sentido y de finalidad y que nunca se detiene, -sin destrucción no hay creatividad, engendra y devora,- las civilizaciones antiguas eran plenamente conscientes del carácter cíclico de la vida y de la muerte, quedando representado en los mitos para educar en el entendimiento tanto de lo efímero de la existencia humana como de la fuerza de su destino, los cuáles ni el pensamiento o el desarrollo de la razón tanto en la filosofía, como en la ciencia (con sus leyes y controles) ni en la religión (proyectando una imagen de confianza, seguridad y sus recompensas) en el mundo occidental han logrado sostener en tanto pretensión de logro de un sentido y un orden de la vida.

Imagen esperanzadora que es totalmente falsa para Nietzsche, siendo la filosofía la que atenderá la develación de lo falso para evitar dejarse engañar. Filosofía que concomitantemente seguirá interrogándose sobre el sentido, aunque dicha búsqueda no se logre en la vida.

Vivir para él es vivir peligrosamente, puesto que la fuerza que mueve toda la realidad, a la que llamará: voluntad de poderv, es una fuerza ciega que mueve todo lo existente y que se manifiesta en los humanos, a través de sus impulsos: “lo dionisíaco”, que provoca sentimientos de euforia y de unión, pero que para lograr que los instintos no se exacerben, surgen la religión, el arte, la cultura, el pensamiento, como canales de transitoriedad que limitan tales intensidades, o sea, “ lo apolíneo”, las reglas, los principios.

Las disyunciones constantes entre nosotras, apalabradas por Tábata, como el “muertito”, las he considerado con un valor conceptual auto performativo, que me llevan a poner pausas en los momentos más temidos de nuestros conversatorios y que nos han dejado enmudecidas, corriendo el riesgo irremediable de repetir ausencias provocadoras de mal de archivo. Me refiero a las huellas de los acontecimientos que son borrados, destruidos y manipulados en nombre de un poder que los deniega.

Por otro lado, intentaré mostrar de manera breve algunos de los archiveros sociales, huellas y herencias de las que ambas nos hemos apropiado como la antesala de lo femenino y del surgimiento de nuestras propias violencias que han requerido cierta tramitación, aunque hayan operado de manera distinta en ambas, viéndome interpelada a desarrollar también cierta creatividad plástica a partir de nuestro encuentro como intento de sostenimiento.

Primera Entrevista: “..Sí hablaremos pues sé que conoces y admiras mi trabajo, algunas veces me referiré “al muertito”, para mencionar lo acontecido en el pasado”.

La escritura está atravesada por la muerte y por la ausencia.vi La memoria no puede identificarse de manera simple, sino con la muerte, el porvenir, las huellas y el borrado.vii

Derrida retoma de Freud el concepto de Pulsión de muerte, de la pulsión de agresión, de destrucción y por lo tanto pulsión de pérdida en la parte maldita del aparato psíquico, ya no biológica sino llevada a lo cultural.

A pesar de las propias resistencias de Derrida y que el mismo Freud las menciona: es una pulsión muda pero que destruye todo archivo por adelantado como si fuera esta misma su movimiento más propio, con el fin de borrar sus propias huellas que no pueden llamarse propias. Las destruye por adelantado sin antes siquiera haberlas producido, mostrado al exterior.

Amenaza toda principalidad, no tiene primacía arcóntica, no tiene deseo de archivo, esto es lo que llamaremos Mal de Archivo.

Es destructora, salvo excepción, dice Freud si se pinta o se maquilla de algún color que dibuja una mascarara en propia piel, no deja ningún monumento que le sea propio, no deja herencia salvo su seudónimo en pintura, bellas impresiones, es lo que se llama, dice Derrida, ” la belleza de lo bello” como memorias de la muerte.

La pulsión de muerte es destrucción, impulsa al olvido, a la amnesia, manda así mismo la borradura radical, el archivo, la consignación, como representante mnemotécnico, no verá jamás la memoria ni la anamnesis en su experiencia espontánea, viva en el interior. El archivo tiene lugar en el desvanecimiento original de dicha memoria. El archivo es hipo mnémico. La lógica de la repetición incluso la compulsión a la repetición sigue siendo según Freud indisociable de la pulsión de muerte. El archivo trabaja siempre contra sí mismo, salvo que se le disfrace.

Un archivo que lo arruina todo. La destrucción natural puede ser re investida en otra lógica diferente, como un archivo que lo capitaliza todo, incluso lo que lo arruina.

El modelo técnico de la máquina, que está destinada a representar afuera la memoria como archivación interna a la que se refiere Freud, a saber, La pizarra mágica, viii en cuanto representación dejada a su suerte, depende aun del espacio y del mecanismo cartesiano (será natural exterioridad del memorándum). Dicha máquina, que no es mera ausencia de espontaneidad, tiene semejanza con el aparato psíquico, su existencia y su necesidad dan testimonio de su finitud así suplida de la espontaneidad mnémica, la máquina, y por tanto la representación, es la muerte y la finitud en lo psíquico.

Máquina que se le asemeja a la memoria cada vez más y de manera más compleja todavía que la pizarra mágica. El Modelo de esta Máquina que incorpora la pulsión de conservación así como la de destrucción, que podría denominarse pulsión de archivo o Mal de Archivo. Unidad de la vida y de la muerte.

II

La pizarra mágica, “metáfora de la escritura”

A partir de que se conoce el artefacto, fabricado en Gran Bretaña, Freud lo piensa como aquel mecanismo que ayude a los neuróticos, recurriendo al lenguaje escrito que ya no es la hoja de papel pues resulta de espacio insuficiente, ni el pizarrón común que para seguir escribiendo debe borrar lo antes escrito y no se puede acceder a la huella de lo escrito. Sin embargo, decía Freud nuestro aparato psíquico no tiene tales limitaciones y entonces la pizarra mágica le dio la respuesta. La analogía del aparato psíquico con dicha pizarra cumpliría con las funciones de percepción y de memoria.

Freud hace una analogía entre el aparato psíquico y cierta máquina de la escritura para pensar la psique como un texto, quedando el sujeto en un entre: entre la herencia y lo por venir. Este entre devela una temporalidad donde se mezclan los tiempos presente pasado y futuro.

Para que un Archivo, (escritura o memoria) que es siempre habitado por la pulsión de muerte, se preserve tendrá que pasar por el trabajo de la deconstrucción que realiza el archivo sobre sí mismo, para paradójicamente, preservarse.

La escritura es una marca material que existe independientemente del autor, de su momento de inscripción y de su momento de producción y que tiene la propiedad de repetirse en la alteridad. La escritura se activa como iterabilidad.ix

Herencias. “El desmantelamiento de la seguridad”

Derrida menciona que, para serles fiel a los amigos, hay que interrogarlos. Hay que reconocer su herencia, afirmarla y después deconstruirla, deshilvanarla. La deconstrucción implica desmarcarse de esa herencia involuntaria, puesto que ha sido ella la que nos ha elegido inevitable y violentamente.

Los pensamientos heredados y elegidos por Derrida, como los de Levi-Strauss, Foucault, Althusser, Lacan, luego deconstruidos, son pretexto para el inicio de una polémica Derrida-Roudinesco, en cuyo texto se otorga un justo reconocimiento a filósofos de enorme importancia como Husserl, Heidegger, Levinas, quienes dieron nutrimento a ese famoso verbo que hoy me convoca “deconstrucción”: Repito– la mejor manera de serle fiel a una herencia es serle infiel, no recibirla como totalidad sin pescarla en falta, captar su “momento dogmático”x .

Miriam Jerade, respecto del pensamiento del Archivo Nación de Derrida se cuestiona sobre un pasado inmemorial o de origen homogéneo.xi

Es a partir de la teoría de Saussure que se reitera la no existencia natural del signo: la relación significante/significado es arbitraria, antinatural. A partir de esa arbitrariedad se entiende que una identidad se construye en relación con la alteridad y que aquello externo o extranjero se comporta como suplemento del origen, que no está menos sometido a la violencia para ser denegado o excluido. Existe una contaminación en los principios comunes como lengua, raza, territorio, religión, cultura, que se integran conceptualmente, existiendo una violencia invertida en el ocultamiento de aquello contaminado, aunque el concepto Nación, dice Jerade, en cuya construcción interviene el régimen de poder, no es del todo falso pero sí parcial.xii

El archivo (de una Nación) o de cualquier lugar, dice Derrida, está configurado e institucionalizado. Existe una paradoja constituyente en el Mal de Archivo: al mismo tiempo que hay pasión por conservarlo todo, no puede haber deseo de archivo sin la finitud radical de la posibilidad de un olvido, sin la amenaza de una pulsión de muerte, de agresión y de destrucción. Archivo habitado desde su interior por esa pulsión de muerte pensada por el psicoanálisis freudiano que al mismo tiempo es la pulsión mas conservadora: el archivo se da muerte para conservarse.xiii

La construcción social del género es ejemplo de ese mismo lugar arbitrario selectivo, parcial, acomodaticio, etc.

¿Pasado como condena?

Tomo prestado el concepto deconstrucción para entender que no solo se revive a los muertos, sino que se pueden destejer, deshilvanar aquellos pensamientos que, por su fuerza, han quedado como herenciaxiv, pero que pueden reposicionarse, sin eliminarse, ni destruirse. Tal es el caso de la teoría de género binario y heteronormativo que merece su actualización por lo que extrapolo dicho concepto para ser integrado en nuestro conversatorio.

Premisa primera: El pensamiento hegemónico heteronormativo clausura, obturando otras posibilidades de dar cuenta de una realidad inmersa en algunos sujetos que sufren de una “equivocación”. Esto es parte de nuestra herencia que, en el caso de Tabata, la llevó a reprimir durante más de 40 años, la posibilidad de “darse cuenta” para después “asumirse” fuera del ámbito de lo normativo, en un contexto citadino de clase media educada, en cuyo seno existía como arconte la figura de un padre médico.

Tomo la invitación nietzscheanaxv de recuperar lo trágico como aquello que está en el “entre” de lo apolíneo y dionisiaco para acercarme a cierto entendimiento de Ela en esa travesía embriagada de potencia creadora que fue capaz de desorientar a más de “uno” que miró con obscenidad, aquellas figuras grotescas de cuerpos exuberantes montadas en las avenidas que miran hacia los montes y que ni tal acontecimiento creativo que se halló ahí representado, pudo ser apalabrado y sostenido. “eso que fui y ya no seré trae cargando esto que no sé dónde colocar” y que se refiere entre otras cosas a la obra escultórica de los últimos años previos a su reasignación, pero eso es tema aparte, merecedor de un capítulo particular para la posteridad de esta investigación.

¿Cómo entender tal acontecimiento que ni siquiera la desclasificación de la figura homosexual ni la reclasificación de la figura trans en el Manual de Enfermedades Mentales han logrado apaciguar?

¿Cómo se vive -vivió-vivirá un sujeto siendo calificado como “desquiciado” y repudiado por su pueblo, sociedad, comunidad? Presente pasado y futuro siempre enlazados.

III

Antecedente de contexto: los comienzos de un lugar político

En la generación de los años sesenta del siglo pasado, se comenzaba a abordar la política en términos de culturas y de identidades, de significaciones sociales, de luchas simbólicas, de representaciones, y de diferencias de raza, de género, de orígenes étnicos o de sexualidades. Se habían comprometido en la política cuestiones tales como el aborto, el sida, la representación de las mujeres y de las minorías en la cultura popular.

Estando fuertemente influenciados por el estructuralismo, la semiótica, la deconstrucción, el psicoanálisis, el análisis de los discursos; para esa generación, no eran los sujetos individuales los que producen el sentido sino las estructuras sociales y los sistemas de significaciones, puesto que la política no englobaba solamente el Estado y las clases sociales, sino también la familia, las relaciones sociales de sexo, las reglas del discurso que gobiernan la representación del otro y de sí mismo, las jerarquías raciales y étnicas y los campos ya constituidos del saber: la política, la medicina, el derecho, la cultura y el sistema universitario y escolar.xvi

A propósito del entrecruzamiento del lenguaje y la política, Derrida propone una teoría de los actos del habla que nos lleva a pensar la agencia del lenguaje que lleva implícita violencia.

IV

Lo Performativo en los violentos marcadores del habla

La adquisición del lenguaje reorganiza y obscurece al mismo tiempo. Venimos de una escena en la que no estuvimos. El hombre es aquel al que le falta una imagenxvii

Es una mirada deseante que busca otra imagen detrás de todo lo que ve.

Cuando entro en sintonía ya no necesito tiempo.

Tiempo y habla es igual a la relación de poder.

La capacidad que tienen algunas expresiones de convertirse en acciones y transformar la realidad o el entorno es una definición de performatividad.xviii

Derrida entiende la violencia del lenguaje de dos maneras: a partir de la nominación como clasificación de una singularidad y a partir de la performatividad o de la agencia del lenguaje.

Discutiendo con Levinas sobre Violencia y Metafísica argumenta que: Un ser sin violencia sería un ser que se produciría fuera del ente: nada; no historia: no producción; no fenomenalidadxix. Por su parte Levinas parece proponer una ética del rostro anterior al momento del concepto o de la frase como articulación; no obstante, señala Derrida, que es también palabra y la negación de ella, daría pie a la peor de las violencias: la del silencio y la de la noche que precede o reprime el discurso.

Derrida mantiene la noción de una violencia intrínseca al lenguaje como fuerza diferencial, aunque toma otra dimensión a partir de la teoría de los actos del habla de John L. Austin, abandonando el valor de verdad, intercambiándolo por el valor de fuerza, sosteniendo que la subjetividad se construye de manera performativa y lo performativo compromete a la subjetividad. xx

Diálogos intertextuales: “Las múltiples voces”

En aquellas noches que hablo con Ela de esas cosas que me enmudecen y que son necesidad de nombrar iluminando al “muertito” y que brotan cuasi automáticas, no me queda más remedio que ajustarme a esta visión de estar presente en cuerpo, ojos y oídos, y tocar esta voz que se juega en el recordar para olvidar:

Memoria y olvido de una filosofía post metafísica nietzscheana que alude a un mundo sensible como condición para que emerjan otros mundos posibles, que están aquí y ahora sin devenir hacia ningún futuro mejor, para que el hombre pueda depender de su capacidad de amor y de olvido del resentimiento y le apueste a una recreación.

Así las cosas, me veo involucrada en este juego con los dos personajes que Ela me presenta en pasado y devenir y que no están ante mis ojos, tan solo en mi imaginación, lugar de los dos caminos (pasado y futuro) que se entrecruzan, en este estoy siendo de forma dionisiaca, como el amor libre dando rienda suelta a los deseos y precisamente por ello deja salir al pasado como condición de devenir. Lo apolíneo y lo dionisiaco como instintos presentes en toda creación artística; impulsos que atraviesan al artista: precisamente lo apolíneo que es relacionado con las artes plásticas y es referencia ineludible del personaje con el que me encuentro en estas noches des-veladas.

Nietzsche intentando salirse de la visión escatológica del tiempo, que no es flecha con principio y fin, sino considerando la eternidad en este momento presente, retoma la idea platónica de eternidad con una mirada vitalista del tiempo, en tanto amor a la vida mediante el aferramiento y que no tiene visión hacia el futuro. Se refiere al Eterno Retorno, reconsiderando la visión griega de circularidad del tiempo como concepto filosófico que postula que todos los acontecimientos del mundo sean situaciones pasadas presentes o futuras se repetirán eternamente. Tiempo y repetición del mundo en el que una vez que se extingue el acontecimiento, éste volverá a crearse y en esta recreación, los acontecimientos pasados serán irrecuperables. Nada más parecido a lo que tengo de transformación frente a mis ojos.xxi

Oñate, T (2010) hace referencia tanto a la Ontología estética, como a la ontología política, capaz de dar lugar a un porvenir que no sea la repetición de la guerra, de la indiferencia y del capital como crisis que es el motor de un capitalismo nihilista que termina por anular toda diferencia de lugar y toda diferencia temporal. De ahí que se abre la posibilidad de crear una comunidad de artistas de creadores que no sigan una fe, una iglesia, una nación, un colectivo predeterminado que les absorba que los anule como individuos pero que al mismo tiempo formen una comunidad que transforme la realidad establecida.

Me asalta entonces la voz de la comunidad LGTB+ y los subgrupos tan disímbolos que allí aparecen, que se integran, que se diluyen. ¿Será inútil mi esfuerzo por entender a este sujeto en particular?

¿Cómo construir nuestra historia necesariamente recortada, no sin intentar dejar espacios para que surjan otras respuestas, como hizo John Cage al componer el silencio 11:33, silencios con muecas que están a la espera? Ignorando generalizaciones y valores absolutos.


Referencias

i El término Deconstrucción utilizado por Jacques Derrida en 1967 en “De la Gramatología” (México:S.XXI) tomado de la Arquitectura significa descomposición de una estructura. En su definición derridiana remite a un trabajo de pensamiento inconsciente (eso se deconstruye) que consiste en deshacer sin destruir un sistema de pensamiento hegemónico o dominante. Es resistir a la tiranía del Uno, del Logos, de la metafísica occidental. La deconstrucción es lo que ocurre, aquello de lo que no se sabe si llega a destino.

ii Mal de Archivo implica que no hay deseo de archivo sin la posibilidad de olvido, sin a amenaza de la pulsión de muerte. La condición de posibilidad del archivo es la sustraerse para preservarse. Nava, Ricardo, 2012.

iii Introducido por Nietzsche en el nacimiento de la tragedia, lo apolíneo que representaría el ideal de belleza y de las formas acabadas y lo dionisiaco que representa lo otro, lo desconocido, lo salvaje, lo inexplorado. Lo apolíneo representa lo objetivo y lo dionisiaco lo subjetivo, presente en las manifestaciones artísticas.

iv En El Fuego y el Relato, Agamben, siguiendo a Deleuze, advierte que un acto de creación equivaldría a un acto de resistencia, como opuesto a la acción o pensamiento. Dicho acto de creación, engendrado de potencia liberadora, se encuentra imposibilitado a actuar siendo el artista quién al reunir potencia e impotencia, crea una obra de arte.

v Nietzsche, en torno a la Voluntad de poder.

vi Derrida, Mal de Archivo.

vii Ibidem.

viii Ibidem.

ix Nava Murcia, Ricardo, El mal de archivo en la escritura de la historia p.100.

x Entrevista a Derridá en “Y Mañana Qué”, p. 8, 1983.

xi Jerade, M., Violencia. Una lectura desde la deconstrucción de Derrida, 2018.

xii Las negritas son mías.

xiii Derrida, Jacques, Mal de Archivo, Una impresión freudiana, p. 27.

xiv Herencia que se aparece de vez en vez cuando en su novela Las Malas de Camila Sosa hace referencia a la biología que reaparece cuando menos se la espera.

xv El Nacimiento de la Tragedia.

xvi Halperin,D., San Foucault: Para una hagiografía Gay.citado en More,C., La Inscripción de los Colosos: Una lectura sobre Clamor de Jacques Derrida.

xvii Pascal Quignard.op.cit.p.9.

xviii Austin,J.1955.

xix Derrida, Jacques, La escritura y la diferencia, pp.200-201.

xx Jerade,Miriam, Violencia: una lectura desde Derrida, 2008.

xxi Camila Sosa. Op. Cit. La biología nos juega trampitas de vez en vez.


Bibliografía

Derrida, Jacques, Mal de archivo. Una impresión freudiana, Trota.

Roudinesco, Elisabeth, Y mañana qué, F.C.E., 2009.

Freud, Sigmund, Nota sobre la “pizarra mágica”, Amorrortu, 1992.

Freud, Sigmund, El yo y el ello y otras obras: Vol. XIX, Amorrortu, 1923-1925.

Jerade, Miriam, Violencia. Una lectura desde la desconstrucción de Jacques Derrida, Ediciones Metales Pesados, 2008.

Le Poulichet, Sylvie, La obra del tiempo en psicoanálisis, Amorrortu.

López, J., Jacques Derrida: La deconstrucción de lo femenino, Tesis para obtener el Grado de Doctora en Filosofía y Educación. UNED. Madrid, España, 2015.

Nava, Ricardo, El mal de archivo en la escritura de la historia, Universidad Iberoamericana. México.

Nietzsche, Fredrich, La genealogía de la moral, Alianza Editorial.

Ons, Silvia, Violencias, Paidós.

Quignard, Pascal, El sexo y el espanto, Litoral.

Elizabeth Lomelí Espinosa

Actualmente cursa estudios de doctorado en el Colegio de Saberes