“Nuestro mundo se transforma en una máquina”.
Lo decisivo es lo expansivo y conquistado
de toda la máquina moderna .
Es el mundo del totalitarismo técnico.
Gilles Deleuze
En la modernidad el individuo queda atrapado en una maquinaria despótica.
Dice Deleuze que lo monstruoso de esa maquinaria, es la naturaleza técnica temporal de nuestro mundo tecnológico. En ese sistema solo existimos como piezas mecánicas de la maquinaria. Los que ofrezcan resistencia a su co-maquinación serán eliminados, exactamente como sucedió en la Shoah.
Esta clara complicidad de la modernidad con el Nazismo, me lleva a pensar sobre lo sucedido, con la intención de hacer una autocrítica que nos invite a cuestionarnos la “normalidad” en la que vivimos hoy.
En este trabajo quiero reflexionar sobre la maquinaria despótica a través de la maquinaria de rostridad. Tomando como ejemplos a dos personalidades paradigmáticas producidos por el sistema:
1) Eichmann Criminal atravesado por la banalidad del Mal, sometido al discurso capitalista, producido por la maquinaria despótica nazi.
2) Eartherly Piloto de Hiroshima que Lanza la bomba y se hace responsable de sus actos. El Estado lo excluye como El “Piloto Loco” por haber sido subversivo, resistente al sistema despótico. Es encerrado en un Hospital Psiquiátrico.
A partir de estos ejemplos observamos que tanto el país que ocasionó la guerra Alemania como uno de los países que ganaron la guerra E.U.A. tienen sistemas autoritarios y despóticos. Eichmann se somete y esclaviza en el discurso de la maquinaria nazi mientras Eartherly es excluido de la comunidad al intentar cuestionar el discurso de Estado frente a la bomba nuclear.
Ambos víctimas de la maquinaria despótica.
Con la intención de reflexionar sobre estos paradigmas me parece fundamental pensar en que es la maquinaria de rostridad; Delezue dice que es la producción social del rostro. Pared blanca- agujero negro. Es una superficie agujerada. Es la relación del rostro con la maquinaria abstracta. El rostro en este sentido es política. Dice Delezue aparece en su forma más pura en Auschwitz rostro deshumanizado, frío,neutro de un hombre máquina que es absorbido por el agujero negro donde lo que aparecen son ojos muertos..
En el sistema concentracionario se desinviste al objeto y aparece la indiferencia; el otro es transformado en objeto inanimado.
Dicen también Winnicott y Lacan que sobre el espejo se provee la matriz simbolizante donde se produce un pilar de humanización: la identificación de lo humano a través del rostro acogedor del progenitor sosteniendo la fragilidad de la indefensión originaria. Es el fundamento que se derrumba en la experiencia del campo de concentración, donde el otro pierde su condición de semejante. (Viñar 2005).
Dice Green (1990) en los campos de concentración aparece “La Destructividad o El mal radical” nos explica que es “el asesinato sin pasión”, es el crimen en frío, donde el criminal mata a sus víctimas sin tocarlas, como si se tratara de privarlas hasta del goce masoquista que pudieran extraer de sus heridas.
Green (1990) nos sigue explicando que la aniquilación por nadización, con indiferencia, consiste en la desinvestidura brutal -a menudo inconsciente- de aquel que ayer era todavía alguien a quien se estaba ligado por el amor y/o por el odio, y que de la noche a la mañana se cosifica por efecto de una función desobjetalizante. Esto quiere decir que la pulsión de muerte obra cada vez que los objetos de la psique pierden singularidad, para ir siendo progresivamente reducidos a un estatuto
anónimo y en última instancia, no humano. Eso hicieron los nazis. Primero le llamaron a los judíos sub-humanos (Untermenschen) y luego, fueron mirados como “mercadería” que había que procesar y vender en las mejores condiciones de rendimiento y de ganancia. El Mal es insensible al dolor del otro, por eso es el Mal. O más aún: prefiere ignorarlo. En esta forma de acción del mal, se piensa que una vez vencido y exterminado éste, reinarán sin rival la felicidad y el Bien. Así la culpa desaparece, porque las acciones más destructoras son acciones purificadoras. Amar el mal sin remordimiento se funda en la certidumbre de asegurar el triunfo definitivo del bien.
Esa es la destructividad desplegada en el nazismo. “El horror de la Shoa reside en reconocer que los crímenes fueron cometidos por nuestros dobles, y que las monstruosidades se llevaron a cabo por hombres ordinarios en nombre de la Kultur, seres humanosdentro de los cualesconvivían armónicamente dos facetas: El eficiente ejecutor de la “Solución Final”, que al mismo tiempo es un padre amoroso para con sus hijos y se conmueve hasta las lágrimas escuchando a Mozart (Kijak 2005).
¿Qué pasa con el hombre que ha llegado a la capacidad masiva de ver al otro no como enemigo sino como no humano?
En éste mismo sentido Deleuze considera que en el racismo no hay exterior, no hay personas afuera, sino únicamente personas que deberían de ser como nosotros y cuyo crimen es no serlo. El racista deja de mirar al otro, solamente queda una mirada más que de él a él mismo, es un ojo vuelto contra sí como en una órbita vacía.
¿El rostro en la actualidad tiene que ver con esta herencia?
El rostro es un verdadero porta –voz de la época que lo produce. Es decir, es el sistema el que va modelando el rostro que espera se genere en sus individuos y no al revés. El individuo busca agenciarse de un rostro como lo que exige el poder.
Son agenciamientos despóticos y autoritarios de la búsqueda del poder. Estos agenciamientos proporcionan la nueva semiótica de los medios para ejercer el imperialismo, así como para defenderse de los demás y defenderse de cualquier amenaza del exterior. Se producirá una máquina abstracta que debe garantizar la omnipotencia del significante como autómata del sujeto.
Eso es la máquina de la rostridad, es la producción social del rostro.
Dos ejemplos opuestos y paradigmáticos de la época de la segunda guerra mundial son: 1) Adolf Eichmann teniente coronel de la SS (organizó la logística de los trenes que transportaban a los campos de concentración).
2) El mayor de la fuerza aérea norteamericana Claude Robert Eartherly
(Piloto que lanzó la bomba de Hiroshima).
Uno de los rostros paradigmáticos de la época actual es Eichmann un ser con un rostro frío, neutro, deshumanizado, sin particularidades, un rostro de cualquiera, hombre máquina que solamente cumple órdenes es (uno de los principales colaboradores en las deportaciones de los campos de concentración nazis) perpetró en nombre de sus “deberes”, de su obediencia pasiva. Eichmann decía: “Pero yo sólo fui una pieza de aquella máquina, por lo tanto, no soy culpable”. Andres (importante filósofo polaco) en la carta que le escribe al hijo de Eichmann sostenía que : “Nosotros, somos ahora “Hijos del mundo de Eichmann” puesto que todos sin saberlo, cual piezas de una máquina, podríamos vernos implicados en acciones cuyos efectos seríamos incapaces de preverlos. La burocratización y la técnica traen consigo la posibilidad de ser inocentemente culpables”. Así podríamos vernos en acciones tan destructivas como las que perpetró Eichmann.
Eichmann fue un criminal en la línea de lo que Arendt conceptualizó como la banalidad el mal, esto es lo que ella describió como la personalidad de los burócratas: seres ordinarios que solo cumplen órdenes. Eichmann tendía a hablar con clichés. Eso significaba una falta de habilidad lingüística, refiere a una inhabilidad en el pensamiento, a una inhabilidad de pensar desde el punto de vista del otro. No tenía imaginación. No podía sentir empatía por el diferente, solamente podía repetir clichés nazis que había escuchado. Fuera de la ideología nazi, para él, el mundo carecía de sentido. El totalitarismo había hecho su parte en él. Era producto de la irreflexión, superficialidad y aislamiento produciendo banalidad. Eichmann era un alienado al poder y lo único que le importaba era la carrera burguesa que lo llevaría al éxito, no importando a costa de que.
Hoy en día el individuo “normal” es como era Eichmann, es decir “Es estar en el orden; es pertenecer a la masa sin cuestionarse nada” es tener rostros fríos, neutros, deshumanizados, hombres máquina. Estos sujetos podrían recordarnos lo que Arendt (1999) dijo que era la personalidad de los burócratas: seres ordinarios que sólo cumplen órdenes.
Esto tiene que ver con lo que Arendt (1999) postula como la banalidad del mal (que es un estilo de ejercer el mal radical): los individuos que cometen actos monstruosos no necesariamente tienen motivos malignos. Son individuos movidos por el deseo de complacer a sus jefes, pueden cometer los actos más horrendos. Lo aterrador de las condiciones burocráticas de la modernidad es que éstas incrementan este tipo de mal, siendo una posibilidad activa aun después de la desaparición de los regímenes totalitarios. Recordemos que lo totalitario en nuestra época es la “Tecnificación de la existencia” maquinaria capitalista que ejerce su poder despótico hasta el día de hoy. Desde este entendimiento del mal, podríamos pensar que los verdaderos hombres peligrosos son los hombres comunes. Así como Eichmann era aterradoramente normal, era producto de un sistema perverso que había logrado la inversión de la ley que había hecho del crimen una norma. Arendt decía que hubiera sido reconfortante pensar que Eichmann era un monstruo y no un hombre común que comete el crimen en nombre de una norma racionalizadora. Hombre robot, automatizado como pieza del sistema, rostro sin afecto y de una inteligencia normal. La adhesión absoluta al Amo, a la línea molecular produce la negación del crimen, son seres alienados a un sistema burocrático que concuerda con la racionalidad banal, anónima y ciega de las instituciones modernas.
El otro rostro paradigmático es el piloto de Hiroshima “El Piloto Loco” que según Andres (2003), parecería haber devenido lo contrario al rostro y a los actos de Eichmann. Este podría ser considerado el otro rostro paradigmático de la época actual, según Andres (2001). El piloto Claude Eartherly tenía una conciencia y un rostro atormentado, sus muecas, sus gestos son las de un rostro angustiado, desesperado, en ocasiones quebrado psíquicamente (es el piloto del avión que lanzó la bomba de Hiroshima), quien dijo: “Sí podemos volvernos culpables actuando como piezas de una máquina, entonces debemos negarnos a ser piezas de esa máquina”. Dice Andres (2003) que él fue la figura opuesta a Eichmann la única figura que puede consolarnos de aquel horror. Le dice en una carta a Earthely “Hiciste lo que se te encargo, no sabías lo que hacías. Pero cuando te diste cuenta de lo que hacías, dijiste No. Tú no has intentado disculparte diciendo: Yo sólo fui pieza de aquella máquina, por lo tanto, no soy culpable” sino que, al contrario, afirmaste “Si podemos volvernos inmensamente culpables actuando como piezas de una máquina, entonces debemos negarnos a seguir siendo piezas de esa máquina”.
Eichmann y tu son las dos figuras paradigm-aticas de nuestra época. Y si no te tuviesemos a ti como contraposición a él, en esta época de Eichmann solo cabría la desesperación. (Andres 2001)
Eichmann es el rostro del poder político, Eartherly el rostro subversivo, el que tiene quiebres psicóticos, momentos esquizos, aquel que traspasó la pared blanca, se salió del agujero, ésta es otra forma de hacer política. Es una posibilidad de la resistencia a la dominación. Si el rostro es una política, deshacerse del rostro es otra política que provoca todo un devenir de lo clandestino a mostrarlo a los otros. Ir “Más allá de la Censura” mostrar lo silenciado.
Eartherly, era uno de los miembros que participó en el primer bombardeo atómico. El 6 de agosto de 1945 salió un grupo 3 aviones B-29, él iba en el primer avion. Tenía la responsabilidad de calcular el blanco para que la bomba cayera en forma de T en un puente sobre el río que cruzaba la ciudad. Después de haber visto y tomado conciencia de la magnitud de los efectos de la explosión militar; comenzó a pasar noches en vela y a sufrir pesadillas con la explosión. Se sintió responsable de la muerte de miles, la bomba había arrasado tres cuartas partes de la ciudad y mató a más de 80 mil personas. Cuando llega a E.U.A. es el único del grupo que decide no ir a recibir la medalla de héroe de guerra. Dice “Yo no soy ningún héroe soy un asesino”. Fue internado varias veces en el Hospital Militar de Waco. Diagnosticado como “Complejo de Culpa” desproporcionada en opinión de los psiquiatras: ¿En que cabeza cabía sentirse arrepentido por participar en el lanzamiento de la Bomba atómica? Permaneció por más de 5 años con varias internaciones, la última ocasión en 1959 cuando Günther Andres al enterarse por una revista del intento de suicidio de Eartherly y de su internamiento en el Hospital Waco decide escribirle y así comenzó una relación epistolar por casi dos años (Las cartas fueron publicadas en 1961). Günther Andres y Eartherly querían organizar un movimiento civil antinuclear. Cuando el Estado ve que una figura internacional se cartea con él y quiere publicar las cartas, además que muchos medios de comunicación internacionales empiezan a buscar entrevistarlo y hacer una película de su historia, el estado no le permite la salida del Hospital psiquíatrico, todo lo contrario, lo recluyen en el pabellón de la gente más deteriorada, manteniéndolo recluido en el hospital, de tal forma que finalmente la única forma de salir de ahí fue huyendo. Su enfermedad, sus declaraciones y escritos fueron ocultados por la Fuerza Aérea como si fueran secreto de guerra. El gobierno norteamericano no quería que se publicitara que un héroe de guerra hubiera perdido la razón, se hubiera querido suicidar varias veces y sobretodo que cuestionara la ética del uso de armamento nuclear.
Andres veía una gran capacidad de sentido en las cartas del piloto, él pensaba que Eartherly no había “perdido la cabeza” sino que era “otra víctima de Hiroshima”. Eartherly sufría por la culpa de haber participado en el asesinato de miles de personas en un acto de guerra que sus conciudadanos alababan como un acto patriótico. Esta conciencia lo impulsaba a organizar un movimiento civil antinuclear ¿No lo consiguió nunca o no lo dejaron? Andres creía que Eartherly había logrado conservar la ética del significado del bombardeo atómico, mientras que la sociedad norteamericana era ciega ante el suceso. Eartherly buscaba no esconderse en ser una pieza más de la maquinaria, buscaba enfrentar su responsabilidad, resistirse al sistema y es entonces cuando el sistema lo excluye.
Él resuelve enfrentar su responsabilidad hasta perder la cordura declarándose culpable ante toda la comunidad que lo consideraba un héroe, aunque le costara ser internado como demente y estar encerrado varios años en el Hospital.
Dentro del Hospital se carteaba con Günter Andres. Escribió cartas muy interesantes, donde narraba sus experiencias, sus reflexiones frente a lo vivido de una manera inteligente, sensible y con responsabilidad ética. Éstas cartas fueron publicadas años más tarde.
Tanto Deleuze como Arendt consideran que la narratividad es una forma de resistirse al totalitarismo y a la banalidad del mal, así como a dar sentido a la capacidad singular de pensamiento que el sistema trata de asfixiar. Narrar dice Delezue busca realizar un juicio reflexivo enfocando la historia en su singularidad. Permitir que la singularidad pueda manifestar sus potencias y atreverse a seguir líneas de fuga que le permitan ejercer su libertad y manifestar su espontaneidad. Narrar permite evitar una nueva tragedia.
Un escritor no es un enfermo, pues la enfermedad es un dique de circulación del flujo, mientras que es más bien un temerario que se enfrenta con la enfermedad y el caos.
Es una posibilidad del lado de asumir lo traumático, a través de la narratividad en el devenir de construirse y deconstruirse. Es intentar trabajar con la pulsión de muerte como plus de goce del mal, intentando nombrar e historizar, los huecos de memoria que deja la pulsión, esto podría permitir una metabolización que llevara a actos y narraciones con responsabilidad ética.
La pulsión de muerte- en forma de plus de goce del mal, sólo podría encontrar sus límites mediante la sublimación, la ética y la responsabilidad.
Lo que queda cuando la pulsión de muerte hace su aparición en forma de destructividad, es nombrar lo impensable para bordearlo y darle un sentido, narrar, escribir, crear, dar testimonio frente a lo oculto y silenciado para buscar la esperanza de que el sujeto no se destruya, ni destruya al otro. Es buscar ligar, construir, apalabrar para apostar por eros, por lo vital.
Negar la historia es borrar la memoria. Por eso, a pesar de la dificultad de pensar y nombrar lo oculto es importante hacer el esfuerzo de ligarlo e intentar elaborarlo. A pesar de saber que siempre quedará un resto no representado del silencio cuando la destructividad hace su aparición, es imprescindible tratar de darle ligadura a través de la palabra, el arte o la cultura.
Es escuchar más allá de la censura, permitiendo un nuevo sentido en el que estén incluidas la pluralidad de las voces silenciadas, los murmullos de lo que se obligó a callar. Eartherly es el discurso de la posibilidad de un nuevo devenir.
Subjetividades como Eartherly buscan un devenir que abra agujeros, alguna línea de fuga. Sin embargo, las ideas de quienes se salen del sistema son un peligro para la masa y esto tiende a alienarlos. Ya Freud (1921) nos decía en Psicología de las masas que la racionalidad del individuo a solas se disuelve en la hipnosis de la multitud: la verdad masiva asesina la verdad singular. La masa rechaza la capacidad del hombre de tener una palabra propia y creativa. Por eso, frente a la masificación de la barbarie debemos luchar por rescatar el carácter central de la singularidad.
Eichmann es el rostro que sirve según Andres para esbozar el mal radical- la destructividad que caracteriza a la Shoa. Es un fantasma que recorre la modernidad tardía. El mundo tecnológico que hemos fabricado nos rebasa a tal grado que no somos capaces de imaginar siquiera los efectos de nuestras acciones cotidianas, hemos perdido la conciencia y la libertad ante el enorme aparato maquinal del mundo de hoy. Esta incapacidad de reflexión colectiva provoca que el ser humano de hoy conviva indiferente frente al horror, la violencia, el respeto y la responsabilidad.
La singularidad es una de las posibilidades de buscar desrostrificar el rostro Eichmanniano actual. No olvidemos que la singularidad es un proceso del devenir, una instancia de creación de nuevas formas de vidas, en donde tienen lugar mezclas, transformaciones, deformaciones en el umbral de los confines de lo dado, lo relevante es el pasaje, el movimiento. Uno siempre es multiplicidad, donde posee singularidades, que son acontecimientos una sonrisa, un gesto, una mueca. Donde la singularización se presenta como un puro flujo de conciencia a-subjetiva, conciencia pre-reflexiva impersonal, duración de la conciencia sin yo. El piloto lleno de angustia por la desesperación de no ser escuchado. Cuestiona el orden del estado, que no le permite tener una voz propia. Lo aliena y lejos de escucharlo busca destruirlo como sujeto, volverlo un monstruo, silenciarlo.
Las técnicas de individuación modernas ordenan las normalidades, constituyen a los sujetos- con su única sustancia de expresión el rostro humano- y lo distribuyen en el mapa de lo normal y lo anormal, intentan rostrificar las desviaciones y así establecer el racismo. Los cuerpos- rostros que no importan. No tenemos un rostro sino que somos introducidos en él, y esa máquina juzga que pasa y qué no pasa la prueba de la normalidad.
Los excluidos de la sociedad capitalista contemporánea sufren de estigma y vergüenza frente a la mirada de la social. Se los identifica con la monstruosidad y la animalidad y esto habilita el encierro, la exclusión o el exterminio. La resistencia a las formas de dominación de las sociedades de control exige una radicalización de declarar su existencia y su capacidad de transformarse. Él, el monstruo, es una trama de existencia.
La pregunta es: ¿Quién es el monstruo los Eichmann hombres aterradoramente comunes?
O
¿Los hombres atormentados que los lleva incluso a la caída en los momentos de quiebre?
No debemos olvidar que tanto Eichmann Criminal atravesado por la banalidad del Mal y como Eartherly El “Piloto Loco” por haber resistido al sistema, ambos fueron víctimas de la maquinaria despótica.
Recordemos que en esta maquinaria “Se abolirá premeditadamente el cuerpo-rostro. Se disciplinarán los cuerpos, se deshará la corporiedad, se eliminarán los devenires animales (naturales, pulsionales, singulares) se llevará a la desterritoralización. Se producirá una sola sustancia de expresión. Se desencadenará una máquina abstracta que debe garantizar la omnipotencia del significante como autoritario del sujeto”. (Deleuze 1980)
Sigue diciendo Deleuze (1980) que el mundo se ha transformado en una máquina y que ésta reorganizó al mundo.
El mundo tecnológico moderno se ha convertido en una máquina total y despótica, es la concentración del poder y la búsqueda del mayor rendimiento. Es el mundo del totalitarismo técnico.
¿Qué hará cada uno de nosotros frente al sistema?
Explotaremos la palabra y crearemos mundos artificiales, con rostros máquina o trataremos de resistirnos al sistema a través de la narrativa, la ciencia o el arte y ¿lo lograremos o terminaremos atravesados por la máquina? Sabemos que “Buscar deshacer el rostro no es sencillo, se puede caer en la locura” (Deleuze 1980), como en un sentido le va pasando a Eartherly, provocado directamente por el estado. Hay dudas si finalmente se suicidó.
“A partir de la maquinaria despótica, existimos como piezas de una máquina o como materiales requeridos por la máquina, en tanto seres humanos seremos eliminados.
Por lo que respecta al destino de aquellos que ofrezcan resistencia a su co- maquinación serán eliminados.” (Deleuze1980).
Lacan decía “lo inconciente es la política” es el plus de goce es decir parte de la política es jugada desde la pulsión desde lo irracional. En la modernidad el capitalismo se instaura como el sistema donde Lacan dice que se establece el discurso capitalista, el individuo queda atrapado en una maquinaria despótica en donde él mismo ser humano pueda ser fuerza de trabajo o incluso el objeto mercancía y si ofrece resistencia puede ser eliminado.
Termino puntualizando después de este recorrido que es claro que el malo no es solo el otro; concientizándonos en como la crueldad habita dentro de cada uno de nosotros. Siendo todos parte de la maquinaria despótica que ingresa silenciosamente dentro de cada uno de nosotros, con sus líneas, posiciones y consecuencias.
¿Qué hará cada uno frente a la maquinaria despótica?
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Psicoanalista titular en funciones didácticas de la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México (SFCM) Miembro del International Psychoanalytical Association (IPA) Maestría en Psicología por la Universidad Iberoamericana (UIA)