Participantes
-Médico adscrito a un hospital de seguridad social, durante 30 años y profesor asociado en la facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
-Psicoanalista: Sigmund Freud (1856- 1939) Neurólogo austriaco, fundador del psicoanálisis.
– Filósofos:
Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844 – 1900) Filósofo alemán, nacionalizado suizo.
Martin Heidegger: (1889 – 1976) Filósofo alemán, su pensamiento ha tenido influencia en la filosofía francesa (Jacques Derrida, Emmanuel Lévinas, Paul Ricoeur)
Moderador: María de los Ángeles Loera González, médico y psicoanalista.
Introducción
Así, el más terrorífico de los males, la muerte, no es nada en relación a nosotros, porque, cuando nosotros somos, la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente, nosotros no somos más. Ella no está, pues, en relación ni con los vivos ni con los muertos, porque para unos no es, y los otros ya no son.[1]
Filosofar no es otra cosa que disponerse a la muerte. Toda la sabiduría y razonamientos del mundo se concentran en un punto: el de enseñarnos a no tener miedo de morir.[2]
Hay que estar vuelto a la muerte: Todos los días los días están vueltos a la muerte; el último la alcanza”[3]
La relación médico enfermo es el eje del trabajo médico, un comparecencia bilateral de cuerpos, un acuerdo, entre médico y enfermo, en el que ambos unen sus fuerzas para combatir el dolor, la enfermedad y la muerte. La relación médico-enfermo, es un lazo social que se teje entre un médico y un enfermo, un encuentro entre dos singularidades. Una relación intersubjetiva entre un sujeto que acude con un padecimiento a otro sujeto al que le supone un saber sobre su sufrimiento es decir, el médico.
¿Qué representa para el médico la muerte?
La muerte es la pérdida de la vida, ocurre cuando se presentan la muerte encefálica o el paro cardíaco irreversible.[4] La muerte encefálica se determina cuando se verifican los siguientes signos: ausencia completa y permanente de conciencia; ausencia permanente de respiración espontánea y ausencia de los reflejos del tallo cerebral, manifestado por arreflexia pupilar, ausencia de movimientos oculares en pruebas vestibulares y ausencia de respuesta a estímulos nocioceptivos.[5]
Una vez que certifico la defunción, elaboro el certificado correspondiente, la notifico a la dirección médica y comunico a los familiares el deceso del paciente. Notifico a la subdirección de atención hospitalaria sobre la disponibilidad de la cama. Canalizo a los familiares a trabajo social para que reciban orientación acerca de los trámites. Se prepara el cadáver para su egreso y se actualiza la agenda de camas disponibles. El familiar recibe el cadáver y los documentos pertinentes. Termina el procedimiento.[6]
Moderador: Hemos escuchado la respuesta del médico, que sustenta el acontecimiento de la muerte en estados anátomo-fisiológicos. Lleva a cabo estadísticas de mortalidad que indican el número de defunciones por lugar, intervalo de tiempo y causa. Los datos de mortalidad de la OMS reflejan las defunciones recogidas en los sistemas nacionales de registro civil, con las causas básicas de defunción codificadas por las autoridades nacionales.[7]
Heidegger, al médico
Usted nos habla de las investigaciones fisiológicas y biológicas sobre la muerte mediante procedimientos estadísticos, con los que pueden investigarse las “formas” de la muerte, sus causas, “dispositivos” y “modos”. Debe “ser” grande la ambición del médico que hasta de la muerte quiere “saber”. Usted habla de la muerte desde la estructura científica.
Moderador: Generalmente se anhela algo que de sentido a nuestras interrogantes sobre el mundo que nos encierra. El médico no tiene otra manera de responderse, lo hace desde su saber técnico. […..]“Un día tendremos que reflexionar si la meditación sobre la mensurabilidad y el medir solamente es un asunto aburrido que no nos sirve a la profesión médica”.[8]
Médico: Siendo estudiante de medicina aprendí que el cuerpo humano es una máquina de una complejidad infinita que acaba descomponiéndose con el tiempo. “Desde el inicio de la carrera nos educaron a convivir con cadáveres, a veces creo que somos igual de fríos que ellos”.[9] Se nos enseña que la muerte es una complicación técnica.
Moderador: La tecnificación de la práctica médica ha automatizado la muerte, nos habla de la donación de cuerpos inertes. La Facultad de Medicina de la UNAM presentó un avanzado e inédito programa de donación de cuerpos, es el primer programa en su tipo y el tercero en Latinoamérica. Con el se asegura la disponibilidad de órganos para la docencia e investigación y nuevos tratamientos, técnicas quirúrgicas, dispositivos biomédicos, además de perfeccionar las prácticas médicas y forenses en beneficio de la población mexicana.
Mejora destrezas y habilidades clínicas, la calidad de la atención médica y la seguridad del paciente. Nos dice: “Sin duda, es un acto solidario, un gesto noble, humanitario y compasivo; puede “ser” el último regalo que un “ser” humano da a la sociedad”.[10]
Un cuerpo. Un cuerpo inerte semejante a la pieza de carne de la que nos habla Gilles Deleuze en su libro Francis Bacon: Lógica de la sensación. El cuerpo es el material de la figura, no es estructura, no es rostro, el rostro es una estructura que cubre la cabeza, Bacon es pintor de cabezas, los remates del cuerpo. “La cabeza es un espíritu que es cuerpo, soplo corporal y vital, un espíritu animal del hombre”, deshace el rostro para develar la cabeza. Su pintura establece una zona de indiscernibilidad, de indecibilidad, entre el hombre y el animal, un hecho común el hombre acoplado a su animal latente. El cuerpo tiene carne y huesos, que solo se revela cuando deja de estar sostenido por los huesos, estructura material del cuerpo, la carne como material corpóreo.[11]Para Deleuze los huesos aparecen en el rostro, no en la cabeza. No hay cabeza de muerto, la cabeza está desosada antes que huesuda. La cabeza es de la carne, y la máscara misma no es mortuoria, es un bloque de carne firme que se separa de los huesos. La cabeza personal de Bacon es una carne encantada por una muy bella mirada sin órbita. [12]
Moderador: El estudiante de medicina realiza la disección de la cabeza, lo que estudia son las estructuras interrelacionadas de diferentes sistemas; osteoarticular (cráneo) musculoesquelético (musculo facial), sistema vascular, sistema nervioso (encéfalo) y órganos de los sentidos. [13] El estudiante de medicina desconoce que la cabeza es un espíritu que es cuerpo, soplo corporal y vital, un espíritu animal del hombre.
La carne animal no es una carne muerta, guarda todos los sufrimientos y toma sobre si todos los colores de la carne viva. Tanto de dolor convulsivo y de vulnerabilidad, pero también de invención encantadora, de color y de acrobacia. Bacon no dice “piedad por las bestias”, sino más bien todo hombre que sufre lo es de la carne animal. La carne animal es la zona común del hombre y de la bestia, su zona de indescirnibilidad, es ese “hecho”, ese estado en que la pintura se identifica con los objetos de su horror o de su compasión.[14]
Hemos escuchado que la práctica médica ha automatizado la muerte, nos habla de la donación de cadáveres, no de cuerpos que fueron habitados, que tuvieron una historia, una novela familiar, un entorno social y laboral, capacidades de creación, de pensamiento, constitutivamente sociales e interdependientes.
Heidegger al médico
El cadáver sigue siendo, es una cosa material sin vida, comparece un no viviente que ha perdido la vida. [15]Si bien el difunto ha abandonado nuestro mundo, desde éste los que quedan pueden estar todavía con él.[16] La muerte la experimentan los que se quedan.
Moderador: Los cadáveres que llegan a la facultad de medicina, no han sido identificados, no tienen a alguien que quede en este mundo, que pueda estar con ellos, cuya vida sea llorada. Son cuerpos inertes sin valor, el valor de la vida aparece cuando la vida se pierde, cuando la muerte es llorada, sólo, la vida que habrá sido vivida, es digna de “ser” llorada. Si una vida no es llorada cuando se pierde, es una vida que nunca habrá sido vivida. [17]
Fueron vidas precarias, condicionadas, por el entorno, con una precariedad compartida, cada cuerpo estuvo potencialmente amenazado por otros que son por definición, igualmente precarios, de vidas que no son del todo vidas, que están modeladas como destructibles y no merecedoras de “ser” lloradas. [18]
Podríamos decir que los cadáveres que son remitidos al anfiteatro de las facultades de medicina son de seres humanos que no han sido reconocibles y menos aún reconocidos como sujetos por los marcos de control, las normas existentes que determinan el reconocimiento de un sujeto, y su reconocibilidad. Marcos de control supeditados a fuerzas sociales y políticas, así como al lenguaje, el trabajo y el deseo, con los que se pretende igualar a los sujetos.[19] “Ser un cuerpo” es estar expuesto a un tallado y escritura de carácter social, lo que Judith Butler llama “Una red social de manos. [20]
Maestro Freud para usted ¿qué es la muerte?
Freud: La muerte es el desenlace necesario de toda vida, cada uno de nosotros debe a la naturaleza una muerte y tiene que estar preparado para saldar esa deuda; la muerte es algo natural, invencible e inevitable. Sin embargo el ser humano tiende a eliminar la muerte propia de la vida. En 1915, en De guerra y muerte, mencioné: “La muerte propia no se puede concebir; tan pronto intentamos hacerlo podemos notar que en verdad sobrevivimos como observadores. Así pudo aventurarse en la escuela psicoanalítica esta tesis: en el fondo, nadie cree en su propia muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconsciente cada uno de nosotros está convencido de su inmortalidad.”[21] La muerte es irrepresentable no hay representaciones que la sustenten, de la misma manera que la inmortalidad. No hay representación inconsciente de la muerte. Lo inconsciente dentro de nuestra vida anímica frente al problema de la muerte se comporta de manera semejante al hombre primordial, al hombre de la prehistoria que sobrevive inmutable en nuestro inconsciente. Aceptamos la muerte de extraños y enemigos, y los aniquilamos de manera semejante al hombre primordial. Nuestro inconsciente no cree en la muerte propia, se conduce como si fuera inmortal, lo conlleva a ejecutar actos heroicos en los que pone en peligro su vida, con la creencia de que es inmortal. La angustia de muerte, es secundaria y generalmente proviene de la conciencia de culpa.
Nuestro inconsciente no ejecuta el asesinato, lo piensa y lo desea, eliminamos cotidianamente a todos los que nos han afectado, mata por nimiedades, es ambivalente hacia la persona amada como el hombre de los tiempos primordiales.
¿No sería mejor dejar a la muerte, en la realidad y en nuestros pensamientos, el lugar que por derecho le corresponde, y sacar a relucir un poco más nuestra actitud inconsciente hacia ella, que hasta el presente hemos sofocado con tanto cuidado? No parece esto una gran conquista; más bien sería un retroceso en muchos aspectos, una regresión, pero tiene la ventaja de dejar más espacio a la veracidad y hacer que de nuevo la vida nos resulte más soportable. Y soportar la vida sigue siendo el primer deber de todo ser vivo.[22]
En 1920, en mi escrito Más allá del principio del placer, consideré que en la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer.[23]El principio del placer administra, desde el punto de vista económico el funcionamiento del aparato psíquico, en el placer hay reducción de la cantidad de excitación, evita el displacer, en el sentido de un incremento de la cantidad de excitación, derivada generalmente de percepciones internas en caso de las pulsiones insatisfechas o de percepciones externas como el peligro.[24] En las neurosis traumáticas y de guerra el yo se defiende de un peligro que amenaza de afuera, el yo teme el daño. El principio del placer se confronta con el principio de realidad, que es quien lo regula, hace un largo rodeo para alcanzar la satisfacción. Así mismo está el principio de constancia, cuya función es mantener una cantidad constante de excitación para conservar la vida, sería el cimiento desde el punto de vista económico del principio del placer, evitar la descarga absoluta. Lo que es displacer, para una instancia del aparato psíquico, es placer para otra. Por otra parte está el principio de Nirvana, que expresa la tendencia de la pulsión de muerte, reducir a cero la cantidad de excitación en el aparato psíquico ya sea de origen interno o externo.
El principio del placer está directamente al servicio de la pulsión de muerte, la muerte es un estado antiguo, lo inorgánico, la meta de la pulsión de muerte es regresar a ese estado a lo inanimado. Todas las pulsiones quieren reproducir algo anterior.Las pulsiones orgánicas conservadoras han recogido cada una de estas variaciones impuestas a su curso vital, preservándolas en la repetición; por ello esas fuerzas no pueden sino despertar la engañosa impresión de que aspiran al cambio y al progreso, cuando en verdad se empeñaban meramente por alcanzar una vieja meta a través de viejos y nuevos caminos. La muerte.
La meta final de todo luchar orgánico es alcanzar un estado antiguo, inicial, que lo vivo abandonó una vez y al que aspira a regresar por todos los rodeos de la evolución.
Todo lo vivo muere, regresa a lo inorgánico, por razones internas, no podemos decir otra cosa que esto: La meta de toda vida es la muerte; y, retrospectivamente: Lo inanimado estuvo ahí antes que lo vivo. En algún momento, por una intervención de fuerzas que todavía nos resulta enteramente inimaginable, se suscitaron en la materia inanimada las propiedades de la vida.[25]
Moderador: La vida, es sólo un largo rodeo hacia la muerte, como si se tuviera que vivir para morir, regresar a la madre tierra. Teóricamente nacemos con la pulsión de muerte que se liga a la pulsión de vida. ¿Qué nos dice Heidegger en relación a la muerte?
Heidegger: Mi pensamiento gira alrededor de la existencia del Dasein, que es el ser del hombre, (ser-ahí) expresa literalmente el “ahí”, (da), en el que se manifiesta el ser (Sein).[26] El Dasein, es el ente que se pregunta, por su “ser”. Está arrojado en el mundo; arrojado a sus posibilidades, es siempre inacabado e incompleto, pero precisamente por ello es posibilidad, apertura y proyecto, es devenir. El “ser” es el “ser-en-el-mundo”, sumergido en el mundo, en medio de entes hablantes, que comparecen unos con otros. El hablar es el modo fundamental del ser ahí del mundo, solo desde el mundo, se da la relación del sentido del “ser”, no soy yo mismo, mi “ser ahí”, sino que soy un “ser” con otros, yo soy con los otros.[27]Podríamos decir que el Dasein va creando su mundo y el mundo lo va forjando a él.
He mencionado que el Dasein antes que realidad es posibilidad, la posibilidad extrema, el final de la existencia, es la certeza sobre su propia muerte.[28] La muerte es una posibilidad del ser de la que el Dasein mismo tiene que hacerse cargo, es su poder ser más propio, inminente para sí. Es la posibilidad inherente de su estar existiendo en el mundo, es la posibilidad de no poder existir más. La posibilidad más propia irrespectiva e insuperable. Si el Dasein existe, ya está arrojado también a esta posibilidad.[29] La muerte forma parte del estar en el mundo, entregado a su muerte. “La condición de arrojado en la muerte se le hace patente en la forma más originaria y penetrante en la disposición afectiva de angustia. El Dasein que está vuelto hacia su muerte, se revela en el modo cotidiano de hablar de la muerte “uno se muere”, en este sentido la muerte es algo indeterminado que va a llegar alguna vez de alguna parte, pero “no está todavía ahí” para uno mismo, está para los otros.
El Dasein deja de vivir en la medida en que muere”. Muere en cada instante ante el abismo de su inminente fin. Entonces la vida se nos presenta como la conciencia de la posibilidad más real, la muerte en el sentido ontológico, sin ningún horizonte.[30] El Dasein existe mientras está siendo, hasta su fin es inacabado, sólo alcanza la integridad en la muerte, lo que implica la pérdida del ser del ahí, el no estar más en el mundo. Tenemos la certeza de que el “ser humano” es finito y temporal. No hablo del tiempo considerado como cíclico, primordial, y sagrado..[31]Tampoco se trata del tiempo cronológico, que determina el orden temporal de los acontecimientos históricos, el tiempo profano, desacralizado, el tiempo lineal.[32] No son estos conceptos del tiempo a los que me refiero. El Dasein es el tiempo, el “sentido de ser” está intrínsecamente subordinado al tiempo, el tiempo es constitutivo de la existencia humana, existir no es estar dado; es un realizarse, es decir gestarse histórico, que te abre al horizonte de la temporalidad.[33]La temporalidad del ser ahí es su haber sido su propio tiempo. El Dasein no es él tiempo, es la temporalidad.[34]
Moderador: Para Freud, la angustia de muerte, es secundaria y generalmente proviene de la conciencia de culpa. Heidegger mencionó que la condición de ser arrojado en la muerte induce angustia. ¿Podrían ustedes ampliar sus puntos de vista?
Escuchemos a Freud:
En mí escrito El yo y el ello (1923) mencioné las diferentes clases de angustia: la angustia de muerte, la angustia de objeto (realista) y la angustia libidinal neurótica. No toda angustia es en verdad angustia ante la muerte. La angustia de muerte plantea un serio problema al psicoanálisis, pues “muerte” es un concepto abstracto de contenido negativo para el cual no se descubre ningún correlato inconsciente. El único mecanismo posible de la angustia de muerte sería que el yo diera de baja en gran medida a su investidura libidinal narcisista, y por tanto se resignase a sí mismo tal como suele hacerlo, en caso de angustia, con otro objeto.
Opino que la angustia de muerte se juega entre el yo y el superyó. La angustia de muerte sobreviene bajo dos condiciones, totalmente análogas, por lo demás, a las del desarrollo ordinario de angustia: como reacción frente a un peligro exterior y como proceso interno, por ejemplo en la melancolía.
La angustia de muerte de la melancolía en la que el yo se resigna a sí mismo porque se siente odiado y perseguido por el superyó, en vez de sentirse amado. El superyó subroga la misma función protectora y salvadora que inicialmente recayó sobre el padre, y después sobre la Providencia o el Destino. Ahora bien, el yo no puede menos que extraer la misma conclusión cuando se encuentra en un peligro objetivo desmedidamente grande, que no cree poder vencer con sus propias fuerzas. Se ve abandonado por todos los poderes protectores y se deja morir. Por lo demás, esta situación sigue siendo la misma que estuvo en la base del primer gran estado de angustia del nacimiento y de la angustia infantil de añoranza: la separación de la madre protectora. La angustia de muerte al igual que la angustia de la conciencia moral, es un subrogado de la angustia de castración. [35]
Como en su momento señalé en lo inconsciente no hay nada que pueda dar contenido a nuestro concepto de la aniquilación de la vida. La castración se vuelve por así decir representable por medio de la experiencia cotidiana de la separación respecto del contenido de los intestinos y la pérdida del pecho materno vivenciada a raíz del destete; pero nunca se ha experimentado nada semejante a la muerte, no ha dejado tras sí ninguna huella registrable.
Por eso considero que la angustia de muerte debe concebirse como un análogo de la angustia de castración, y que la situación frente a la cual el yo reacciona es la de ser abandonado por el superyó protector —los poderes del destino—, con lo que expiraría ese su seguro para todos los peligros.[36]
Heidegger: La angustia ante la muerte es angustia “ante “el más propio, irrespectivo e insuperable poder-ser. El “ante qué” de esta angustia es estar en el mundo mismo”. El “por qué” de esta angustia es el poder-ser radical del Dasein”.[37] La angustia es una disposición afectiva fundamental del Dasein.
La apertura al hecho de que el Dasein existe como un arrojado estar vuelto hacia su fin. Con esto se aclara el concepto existencial del morir como un arrojado estar vuelto hacia el más propio, irrespectivo e insuperable poder-ser. La diferencia entre un puro desaparecer, como también frente a un puro fenecer y, finalmente, frente a una vivencia del dejar de vivir, se hace más tajante.[38]
En la angustia ante la muerte el Dasein es llevado ante sí mismo como estando entregado a la posibilidad insuperable. El uno procura convertir esta angustia en miedo ante la llegada del acontecimiento, convierte la angustia en miedo para sustraerla.
El proyecto existencial de un modo propio vuelto hacia la muerte deberá destacar, por consiguiente, aquellos momentos de semejante estar que lo constituyen como un comprender de la muerte, en el sentido de un estar vuelto no rehuyente, ni encubridor hacia la posibilidad ya caracterizada.[39]
El estar vuelto hacia la muerte hace renunciar al Dasein a sí mismo, lo pone en libertad para ello, podríamos decir que la muerte es un acto de libertad.
Escuchemos a Nietzsche
En mi libro Así habló Zaratustra, hablo de la muerte libre, menciono que muchos mueren demasiado tarde, y algunos mueren demasiado pronto. Todavía suena extraña esta doctrina: “Muere a tiempo”. [40]
Hablo de la muerte consumadora, que es para los vivos un aguijón y una promesa. La muerte libre, que viene a mí porque yo quiero, irse a tiempo. Hay que poner fin al dejarse comer en el momento en que mejor sabemos.
¡Ojalá viniesen predicadores de la muerte rápida¡ ¡Estos serían para mí las oportunas tempestades que sacudirían los árboles de la vida¡ Pero yo oigo predicar tan solo la muerte lenta y paciencia con todo lo terreno.
Libre para la muerte y libre en la muerte, un santo que dice no cuando ya no es tiempo de decir sí: así es como se entiende de vida y de muerte. [41]
Moderador
La muerte de un hombre es siempre una muerte humana, es un acontecimiento, no es nada más una etapa de la vida que se reduce a la dimensión orgánica, los médicos debemos estudiar la muerte desde otros saberes. La muerte es el centro de la condición humana, la angustia, de la que habla Freud, de la que hablan los filósofos que hemos escuchado, es ante todo anticipación de muerte.
La existencia requiere “Tomar a la muerte dentro de la propia vida. El estar al tanto que vas a morir es lo que hace que tu vida sea única e irrepetible. La inminencia de la muerte es absoluta, es inaplazable, desde el nacimiento, por otra parte se muere antes de tiempo, la vida no te alcanza, siempre es insuficiente. Nos dice Derrida citando a Heidegger: “El Dasein no tiene necesidad de llegar a la madurez cuando sobreviene la muerte. Por eso la vida habrá sido tan corta”. [42]
El médico se halla atravesado por su saber técnico, es eventualmente enfermo, e innegablemente mortal. Si bien en la Facultad de Medicina, se nos educa sobre la metodología que se debe seguir para diagnosticar y curar una enfermedad, no se nos enseña a afrontar la muerte del enfermo que se encuentra a nuestro cuidado. Los estudiantes de medicina no reciben ninguna información sobre el acontecimiento de la muerte como problema médico, tampoco el tema se aborda en congresos o seminarios médicos.[43]
Podríamos decir que la medicina moderna deniega la muerte, a pesar de que el médico está en contacto permanente con su devenir. Para muchos médicos, la muerte es un enemigo, que continuamente pone en entredicho tanto sus conocimientos como su poderío para rescatar al paciente de su adversario. Así se explicaría que muchos médicos se apartan del silencio de la muerte, del fin de la palabra. ¿Es el médico el único que tiende a hacer a un lado la muerte, a eliminarla de la vida? “Hemos intentado matarla con el silencio”.[44]
Se abren una serie de interrogantes sobre el quehacer del médico frente a la muerte del enfermo.
¿Debe el médico decir al enfermo que su enfermedad es irremediable? ¿Que su fin es inaplazable y cercano? ¿Debe el médico esperar la muerte natural, es decir el fallecimiento natural de un enfermo en situación terminal? El enfermo en situación terminal es la persona que tiene una enfermedad incurable e irreversible y que tiene un pronóstico malo para la vida a corto plazo, seis meses.
Cito a Michel Montaigne: “¿Quién ha fijado el término de tu vida? ¿Acaso te fundas para creer que sea larga, en el dictamen de los médicos? Cayo Julio, médico, dando una untura en los ojos de un enfermo vio cerrarse los suyos”.[45] El médico olvida que la única certeza de esta vida es la muerte.
¿El médico debe de prescindir de la obstinación terapéutica, es decir de la adopción de medidas desproporcionadas o inútiles con el objeto de alargar la vida en situación de agonía? “¿Es razonable siquiera poner tiempo tan dilatado en cosa de tan corta duración?”.[46] El ser humano tiene derecho a una muerte digna o más bien a una vida digna hasta el último minuto. ¿La muerte es un derecho que debe ser adquirido, como la libertad de procreación? ¿Podría la muerte asistida llegar a ser racional, escoger el momento de morir ante una enfermedad incurable? ¿Los familiares del enfermo en situación terminal tendrían la obligación de respetar la decisión que de manera voluntaria tome el enfermo? ¿Es un atentado a la libertad del enfermo que desea morir cuando el médico lo salva de la muerte? ¿Debería el médico, facilitar el tránsito del mal vivir al no vivir, es decir practicar la eutanasia, entendida como homicidio por piedad así como el suicidio asistido, por decisión propia o cuando el enfermo en fase terminal o sus familiares lo solicite?
¿Es la voluntad anticipada un espacio de libertad del modo y momento de morir? La voluntad anticipada involucra los valores de la persona, su entorno cultural y sus creencias religiosas.
Es inaplazable la comparecencia de médicos pensantes que estén dispuestos a escuchar otros saberes en el espacio de la relación médico paciente.[47]
En el médico, según el ideal hipocrático, se tendría que encarnar la clásica sentencia de Terencio: “Soy humano, y nada de lo humano me es ajeno”. Ser solidario en el dolor y el sufrimiento del enfermo, proteger sus derechos en la vida, en la enfermedad y en la muerte.
Bibliografía
[1] Carta de Epicuro a Meneceo, (s. IV a.C.), parágrafo 125. Recuperado de internet https://sociedadepicuro.wordpress.com/2015/04/24/epistola-de-epicuro-a-meneceo/
[2] Michel Montaigne. Ensayos. Barcelona, Acantilado, p.83.
[3] Ibíd., Seneca, cartas a Lucilio,117.23.
[4] DOF Art. 344. en Ley General de Salud. Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 7 de febrero de 1984. Texto vigente. Últimas reformas publicadas 07-06-2012.
[5] Op.cit., 07-06-2012.
[6] SSA: Subdirección de Atención al Usuario Procedimiento de alta por defunción, re http://www.crae.gob.mx/archivos/conocenos.
[7] Organización Mundial de la Salud (OMS).Recuperado de http://www.who.int/es/.
[8] Martin Heidegger. Seminarios de Zollikon. México, Ed. Herder S.de.RL.de CV. p.168.
[9] Adelina, estudiante de tercer año. Lo que hacen los estudiantes de medicina con los muertos. Las cosas que ocurren en un laboratorio de anatomía. Recuperado de https://www.vice.com/es/article/4wen7m/hablamos-de-la-muerte-con-unos-estudiantes-de-medicina.
[10] UNAM. Facultad de Medicina. Recuperado de http://www.gaceta.unam.mx/20161114/presenta la-facultad-de-medicina-programa-para-donar-cuerpos.
[11] Deleuze, Gilles,Francis Bacon Lógica de la sensación. España, Ed. Arena libros p.32.
[12] Ibíd,. p.33.
[13] UNAM. Facultad de Medicina. Recuperado de http://tecnicasdiseccion.yolasite.com/cerebro
[14] Op.cit, Deleuze, p.32.
[15] Martin Heidegger, El “ser” y el tiempo. Santiago de Chile, Ed. Universitaria,parágrafo 47, p.259.
[16] Ibíd., p.260.
[17] Judith Butler J. Marcos de guerra. México, Paidos, p.44.
[18] Ibíd,. p.53.
[19] Ibíd, .p.13.
[20] Ibíd.. p.31.
[21] Sigmund Freud, De guerra y muerte. Temas de actualidad (1915). Argentina, Amorrortu, vol. 14, p. 290.
[22] Ibíd,.p. 301.
[23] Sigmund Freud, Más allá del principio del placer (1920), Argentina, Amorrortu, vol. XVIII, p. 7.
[24] Ibíd, p.11.
[25] Ibíd, .p.38.
[26] Martin Heidegger El concepto de tiempo (1924). Madrid, Ed. Trotta S.A., p.26.
[27] Ibíd, .p.38.
[28] Ibíd, .p.43.
[29] Martin Heidegger, “Ser” y tiempo. Santiago de Chile, Ed. Universitaria S.A., p.267.
[30] Ibíd, p.267.
[31] Jacques Le Goff, El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Barcelona, Paidós, p.136
[32] Jacques Le Goff, Pensar la historia. Recuperado de http://www.academia.edu/25121784/Le Goff.
[33] Martin Heidegger El concepto de tiempo. (1924). Madrid, Ed. Trotta S.A., p.12.
[34] Ibíd, .p.58.
[35] Sigmund Freud, El yo y el ello (1923). Argentina, Ed. Amorrortu, vol. XIX, pp.58-59.
[36] Sigmund Freud, Inhibición síntoma y angustia (1926 [1925]), Argentina, Ed. Amorrortu, vol. XX, p.123.
[37] Op.cit.,Martin Heidegger Ser y tiempo. p.268.
[38] Ibíd,.p.268
[39] Ibíd,.p 277.
[40] Nietzsche, Así habló Zaratustra. Madrid, Alianza Editorial, p.136.
[41] Ibíd.,pp136 -139
[42] Jacques Derrida, Aporías, morir-esperarse (en) los límites de la verdad (1920-1922). Barcelona, Paidós, p.52.
[43] Juan Ramón De la Fuente, El médico frente a la muerte del enfermo. Nexos, 2015. Recuperado de: https://www.nexos.com.mx/
[44] Op.cit., Sigmund Freud, De guerra y de muerte, p. 290.
[45] Michel Montaigne, Ensayos. Barcelona, Ed Acantilado, p.89.
[46] Ibíd., p.20.
[47] Op.,cit., Martin Heidegger. Seminarios de Zollikon.p.169
Médico especialista en Medicina del Trabajo. Médico especialista en audiología, foniatría y trastornos del lenguaje y el aprendizaje. Certificada por ambos Consejos, Certificada como conservacionista de la audición por Council for accreditation in occupatinal hearing conservation. Maestría en Teoría Psicoanalítica, CIEP. Centro de investigaciones y estudios psicoanalíticos Maestría en Saberes sobre subjetividad y violencia. Colegio de Saberes Experiencia profesional: 20 años como Médico especialista en el Instituto Mexicano del Seguro Social. 10 años Audiologo laboral en la Coordinación de Salud en el Trabajo, Centro Médico Nacional IMSS Profesor asociado en la Maestría y el Diplomado de Salud el Trabajo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Psicoanalista 17 años Estudiante del tercer semestre del doctorado en Saberes sobre Subjetividad y Violencia. Colegio de Saberes