La superviviencia ya no significa la muerte y el retorno al espectro,
sino el sobrevivir de un exceso de vida que resiste al aniquilamiento…
J. Derrida
Este trabajo pretende bordar una reflexión frente al desamparo radical en el que se encontraban los prisioneros en los campos de concentración y como aún en esas circunstancias el encuentro podría ser un soplo de vitalidad que permitiera resistir el aniquilamiento.
Los campos, eran máquinas experimentales donde la crueldad buscó hacer desaparecer la psique del sujeto y desintegrar el vínculo social dice Didi Huberman (2004, p.39). A pesar de este objetivo siniestro se descubrió la fuerza del vínculo, puesto que inclusive en esa máquina devastadora del otro, hubo quienes gracias al lazo, lograron hacer circular sueños, apalabrar algo de aquello que circulaba como un sinsentido. Ahí donde se pretendía borrar la inscripción, la marca, existió la posibilidad gracias al encuentro con el otro, que ciertas imágenes y huellas resistieran, que se abriera una posibilidad de un por-venir.
A partir de lo anterior mi intención es reflexionar como inclusive en esos estados de violencia extrema el ser humano es capaz no solamente de destruirse uno al otro sino también de buscar lazos que le permitan sostenerse con un sentido de sobrevivencia, con una posibilidad de futuro.
El trabajo pretende exponer como el ser humano a partir de lo que Freud expone con el “Complejo del Prójimo” es capaz tanto de destruirse mutuamente, así como a través del lazo con el otro de construir vida, un porvenir, ahí donde parecería haber desolación, el lazo permite una esperanza, una luz que da la posibilidad de ligarse a la vida, de obtener la fuerza para sobrevivir.
Expondré primero la destructividad frente al otro para terminar en la posibilidad de lazo.
La violencia entraña un ataque al otro, por lo tanto, un desconocimiento o desmentida de alteridad. Provoca efectos, a veces catastróficos, en la subjetividad. En este sentido, el concepto de trauma psíquico y la angustia desbordante aparecen como efectos que, a la vez, son causas que actúan sobre la subjetividad.
Es decir el no reconocimiento del otro siempre está presente en la violencia y esto implica que está en juego la problemática del narcisismo. El rostro del otro, según Levinas (1947), como expresión de la alteridad en su sentido más extremo, es rechazado. Así el sujeto acepta únicamente la mismidad, el efecto especular y el goce mimético provocando una constante violencia.
Podemos afirmar que existe una intrincación compleja entre la cuestión del otro y la aceptación de la diferencia, con la configuración de una ética de la responsabilidad.
Quizás una posibilidad de esperanza es como dice Freud (1930) cuando el otro en vez de ser el enemigo o el rival es un socio, un amigo. Es sentir un soplo de reconocimiento. Es cuando la diferencia enriquece y no hay una sensación de invasión y arrasamiento del yo. Es la posibilidad de establecer un lazo, una escucha frente a la diferencia. Es en el entre dos que algo se puede transformar. Es cuando el rostro del otro puede ser el espejo de encuentro y no de devastación.
Las conclusiones a las que llega Freud en el Malestar en la Cultura (1930) dan cuenta del precio que pagamos por la pacificación de nuestros apetitos para poder sostener de alguna forma el vínculo social. Para Freud la constante violencia hacia el semejante que se sigue de la entrada en funcionamiento del superyó no debe ser interpretada como un triunfo del avance civilizatorio sobre la brutalidad de la naturaleza; la incómoda constatación de Freud es que el desarrollo de la cultura es correlativo al incremento de una violencia autoimpuesta bajo la forma de los ideales. Así mientras más avanza el refinamiento moral, más aumenta la crueldad de las demandas del ideal del yo, fenómeno que hace manifiesta la vigencia de la violencia a la que se pretendía poner límite.
Según Girard(1986) expone que el chivo expiatorio es la figura de la violencia colectiva dando cuenta de la centralidad de la lógica sacrificial tanto en el origen como en la continuidad de la comunidad humana. Considera que el acto fundacional del sacrificio estructura a la comunidad y le permite salir de la crisis mimética. La violencia colectiva de “todos contra uno” busca restaurar el orden social que la misma violencia genera. El asesinato del chivo expiatorio busca restaurar la calma social. En la vida moderna ha perdido efectividad y no logra restaurar la calma social. El chivo expiatorio es una victima inocente asesinada por la masa que le atribuye la culpabilidad en una determinada crisis. La víctima presenta ciertos estereotipos que la distinguen- anormalidad, mounstrosidad, extranjería,etc. Lo que Girard llama “signos de selección victimaria”. La selección es completamente arbitraria.
En cambio, Agamben centra su análisis en la figura del homo sacer, como paradigma de la vida desnuda. El homo sacer es a quien cualquiera puede darle muerte, pero sin cometer homicidio ni celebrar sacrificios. La vida insacrificable y a la que sin embargo, puede darse muerte, es la vida sagrada (Agamben 2003). Lo que Agamben señala es la relación entre vida y política a través del estado de excepción (Es decir el campo de concentración nazi en donde confluyen estado de excepción y biopolítica, encarnados en la vida desnuda).
Lo que queremos destacar es la función social entre chivo expiatorio y la vinculación con el homo sacer. Los paradigmas muestran la estrecha relación entre vida y violencia. El Homo sacer articula violencia y derecho, y el chivo expiatorio violencia y sacrificio. Las dos figuras encierran la contradicción de ser a la vez sagrado y maldito. No obstante, la distinción radical es que el homo sacer no cumple la función restauradora del chivo expiatorio, no restituye el orden social.
Agamben destaca que el Homo Sacer es una vida a la que cualquiera puede darle muerte sin cometer por ello homicidio, ya se trata de una vida que se encuentra abandonada, sin embargo, no es vida sacrificable. También el chivo expiatorio cualquiera puede darle muerte y se encuentra fuera de la comunidad, pero su asesinato restaura el orden. Por ello podemos decir que el chivo expiatorio es una vida sacrificable que cumple una función positiva dentro de la comunidad, mientras el homo sacer no.
A través de los dos paradigmas podemos concluir que la violencia no cesa al contrario se repite compulsivamente. Girard(1986) nos recuerda que : La violencia no es solamente originaria, sino que es el centro de las sociedades y se solapa con el orden jurídico político. La comunidad trata de excluir la violencia, pero se trata de una exclusión incluyente en tanto la mantiene en el seno de su sistema.
En la actualidad la violencia ha adoptado formas especiales que tuvieron su acmé, durante el nazismo. Avanzaron con otros genocidios que marcaron nuestra época, y que no cesan de producir efectos y de generar interrogantes. Es en éste tipo de violencia donde Agamben postula la figura del Homo Sacer y considera que es producida en los estados de excepción. Nos dice hoy el paradigma de la sociedad contemporánea ya no es la ciudad sino el estado de excepción por excelencia que es el campo de concentración.
En éste sentido hubo hechos paradigmáticos durante la Shoá que marcaron sin retorno cualquier análisis sobre la violencia y sus derivados.
Las espirales de éste tipo de violencia se intrincan con fenómenos autodestructivos, individuales y colectivos. Es imprescindible analizar las diversas formas en que se transforma a los cuerpos en superfluos( Homo sacer), en como las subjetividades son anuladas y las personas, consideradas prescindibles.
Agamben dice que el sistema funciona como una maquinaria que se desarrolla en un “espacio de excepción”, en una zona vacía, donde lo que produce no es una vida ni humana, ni animal sino una vida desnuda. La vida desnuda es producto de la máquina biopolítica, esto se significa que no se trata de un dato natural, sino de la producción específica del poder. Así el poder soberano decide que hacer con la vida desnuda apareciendo los otros como cosas, como materia prima de la maquinaria de producción.
Así en los estados de excepción los seres humanos pueden ser convertidos en objetos de desecho y los fenómenos de desubjetivación pasan a formar parte de una violencia que no puede ser simbolizada. Como sucedió en los campos de concentración en donde lo que hubo es una crueldad vinculada a un “más allá” al que podríamos pensar como una desinvestidura de la relación con el objeto: deja de haber relación de objeto amigo- enemigo, amor-odio, se vuelve vida desnuda (ni animal, ni humano). Lo que sucede es la experiencia del terror que es el colapso yóico cuando el otro desaparece, se desinviste al objeto y aparece la indiferencia; el otro es transformado en objeto inanimado, en cosa, en objeto superfluo, en homo sacer.
Dicen Winnicott y Lacan que sobre el espejo se provee la matriz simbolizante donde se produce un pilar de humanización: la identificación de lo humano a través del rostro acogedor del progenitor sosteniendo la fragilidad de la indefensión originaria. Es éste el pilar fundacional que se resquebraja o se derrumba en la experiencia del campo de concentración, donde el otro pierde su condición de semejante (Viñar 2005).
Auschwitz dice Reyes Mate(2002) “marca algo particular, puesto que ahí no sólo se atentó contra la especie humana al eliminar parte de sí misma, se exterminó la humanidad del hombre”. El proyecto de Auschwitz no solo buscó asesinar parte de la humanidad, sino que más aún buscó asesinar lo simbólico mismo, lo más humano del hombre (Reyes Mate 2002). Es aquí donde debemos detenernos a pensar como dice Derrida (1995) estamos frente a un Archivo del Mal el cual busca hacer trazo pero a la vez se destruye a sí mismo a través de lo innombrable, frente a los abismos del silencio como lo llamó Jean Luck Nancy en La Representación Prohibida (2006).
Nancy en ese escrito describe que tanto la suprarepresentación como la no representación son representaciones en negativo, de tal manera que la Suprarepresentación (que corresponde al Nazi, SS) es una representación aplastada, cerrada en sí misma, petrificada, dice que es donde no hay mirada más que de él a él mismo, es un ojo aplastado y vuelto contra sí como en una órbita vacía, es decir no hay mirada para el otro. Es una representación ahuecada. Tanto como lo es la No Representación que corresponde al Musulmán es decir al (prisionero judío, gitano,homosexual, etc. que se convierte en un muerto-vivo)que es dice Nancy el representante de sí mismo; expone su muerte en su vida extenuada. Esta presencia es tal porque no hay mirada es transparente. Es una representación también cerrada, vacía, ahuecada, sin mirada más allá de sí mismo. Es decir tanto la Suprarrepresentación que corresponde al victimario como la No Representación que corresponde a la víctima ejerce una destrucción en ambos casos de la inscripción psíquica, así lo que queda es apenas un soplo, una palabra entrecortada, una representación en negativo, es decir trazas de memoria sin palabras. Dice Nancy lo que queda de la representación, es una inscripción, que es apenas un soplo y con ese apenas movimiento no debemos suspender la reflexión sobre lo innombrable. El soplo no es casi nada pero es capaz de mover mundos (Didi Huberman).
Por eso, a pesar de la dificultad de pensar en aquello irrepresentable, tenemos la responsabilidad de hacer un esfuerzo.
El musulman, representa esta desintegración tras un desamparo radical como representante último de la maquinaria de la muerte. El musulman esta con una mirada perdida, sin ser reconocida por el otro, sin hacer lazo.
La batalla en el campo no solo era contra la borradura de las huellas de lo acontecido sino contra la posibilidad de no perder el sentido,el halo de vida y el lazo con el otro. Luchar para no convertirse en un musulman.
En esas condiciones extremas nos dice un testigo, Wladyzlaw Karszkiewisz. “Sólo los amigos podían salvarlo a uno de volverse un musulman (Jan Ryn y Klodzinski 2014:73). Este soplo de humanidad no logró parar la maquinaria de destrucción,`pero logró hacer la diferencia en algunos(Araiza 2016). Sabemos que es el lazo con el otro el que liga la posibilidad de vida. Es quizás el lazo una de las formas de resistir a la aniquilación, a la crueldad, a la maquinaria de muerte.
Quienes respondieron en acto al otro, al lazo y la responsabilidad, fueron los que lograron sostener el sentido, las huellas para sostenerse en la vida y buscar un porvenir.
Lazo con el otro.
Freud (1933) dice que una de las posibilidades para intentar hacer algo con la violencia son los lazos con el otro. Eso no parece sencillo sabemos que nada más peligroso que el semejante, el igual a mí, de quien debo diferenciarme estableciendo cualquier pequeña diferencia que sirva de base para la afirmación de mí en oposición al otro.
Hay un lugar entre el tú y el yo donde, aparece una ajenidad, un silencio, un vacío, algo extraño, algo perdido.
El encuentro con lo extraño es en realidad el encuentro terrorífico del sujeto, remite a lo más desconocido y a la vez extrañamente a lo más familiar de cada quien.
Para poder entender mejor la complejidad de los procesos inconscientes frente al otro me parece fundamental recordar como Freud expone la constitución del sujeto en el Proyecto (1878) “El Complejo del Prójimo”, en donde dice que el otro, el prójimo, es a la vez el primer objeto satisfactor,la única fuerza auxiliar junto con ser el primero hostil. Freud marca la única posibilidad de vida para el nuevo sujeto a partir de otro anterior y externo a él. Esta necesidad del otro para la vida y constitución de cada sujeto crea el amor y el odio. El amor aparece a partir de la huella que deja el objeto satisfactor y será transcrito en la psique en representaciones que tendrán el sentido del conocido, el amigo, el socio, el protector. En cambio, el odio aparecerá a partir de la huella que deja el objeto hostil, esa parte de cada uno de nosotros que siente un perjuicio original en donde el objeto nos ha dañado en su ausencia, en su frustración. Esa huella se transforma en representaciones como el extraño, el enemigo, el hostil, el extranjero. Es esa parte desconocida de cada uno de nosotros que se proyecta en el otro; ella representa la parte peligrosa que nos persigue y que expulsamos afuera, colocándola en el otro. Encontrar un ser semejante a nosotros pero a la vez diferente, nos genera el sentimiento de lo extraño, del caos de lo incomprensible.
En el trabajo sobre “Lo ominoso”, Freud (1919) dice: “Lo rechazado en el otro corresponde a algo propio no admitido como tal por el sujeto. Así, lo conocido, íntimo (Heimlich), se transforma en lo desconocido y extraño (Unheimlich). En la inquietante extrañeza, lo que retorna es algo familiar desde siempre, devenido extraño por el proceso represivo, así lo siniestro, lo desconocido y extraño habitan dentro de nosotros mismos.
En la obra freudiana, desde su temprano enunciado sobre el Complejo del Prójimo hasta la afirmación de que no hay psicología individual -la tesis de que toda psicología es social-, el otro aparece siempre como modelo rival, socio o adversario. En sus prolongadas deliberaciones sobre libido objetal y narcisista y sobre los patrones de elección de objeto amoroso, siempre permanece el entramado de un fino análisis cualitativo que hace elocuente el problema de la complejidad de la frontera entre el sí mismo y el otro.
Esta complejidad se establece mediante; el dilema del espejo, de los dobles, de las zonas indiscriminadas donde no se sabe si te veo o me veo, si te odio o me odio, puede convertirse en una alternativa sin salida, o en una paradoja insoluble (Viñar, 2003)
¿Quién soy yo y quién es el otro? Es este el juego complejo de alteridad en donde el otro,oscila entre el amigo o el enemigo. La inversión de la repulsión y la atracción está en el movimiento del Philein[amor] Derrida(1994). Es decir el otro, el diferente se volverá, por un lado, aquel que me cuestione, que me amenace por su posible invasión, persecusión o que, por el contrario, me enriquezca y me nutra en su diferencia.
Así que volvamos al tema ¿Qué hacer frente a la crueldad?
Quizás una posibilidad de esperanza es el soplo de establecer un lazo con otro, ahí donde la destructividad pretende borrar la huella y el lazo social, que exista la posibilidad de una escucha. Es sentir un soplo de reconocimiento. Es salvar al sujeto de una deshumanización invasora.
Es cuando la diferencia puede llegar a enriquecer. Es la posibilidad de establecer un lazo. Es en el entre dos que algo se puede llegar a transformar.
Un ejemplo sorprendente de aquello es lo que encontré en una investigación sobre los sueños en Auschwitz-Birkenau, (realizada con los archivos de la biblioteca del Memorial y Museo de Auschwitz- Birkenau) ellos hablan de una figura que era parte del campo pero poco conocida por los investigadores, eran los narradores de destino(fortune tellers) eran aquellos que se ofrecían a interpretar los sueños, a leer el futuro, prever el mañana y revelar el fin de la desgracia.
Klodzinski (1918-1990), exprisionero de Auschwitz que era Médico. Después de su liberación se volvió conocido por haber creado el Auschwitz Journal of Medicine en1961.
En 1971, le pidió al Staff del Museo Auschwitz- Birkenau que el enviara a los sobrevivientes un cuestionario sobre sus sueños en el campo. Una de las preguntas del cuestionario era sobre que podrían decir en la vida del campo sobre los narradores de destino. La gran mayoría de ellos mostraron interés en los fortune tellers y se observó la importancia que los presos le daban a esos “servicios” del campo, relatan que enseguida después de despertarse salían a la carrera para escuchar que significaban sus sueños y escuchar predicciones sobre su futuro, sus seres queridos y el fin de la guerra.
Hablar con los narradores generalmente costaba un pedazo de pan para los presos, pan que les aplacaría el hambre inmediatamente, además de ser prácticamente su alimento del día o también aceptaban algo de ropa que protegería su cuerpo de las inclemencias, todo esto para obtener de vuelta la posibilidad de imaginarse un tiempo futuro más allá del tiempo presente, tratando de resistir a la aniquiliación, al cautivero, a las necesidades inmediatas, buscando imaginarse más allá de la muerte, del exterminio, tratando de buscar un movimiento en el aparato psíquico que generalmente es arrasado e inmovilizada frente a la traumatización extrema.
Para muchos sujetos ir con los fortune tellers funcionó como una manera de mantener la esperanza, de sostener el proyecto identificatorio (Aulagnier 1986) pensando que había forma de tener un futuro. Sostener la sensación que valía la pena aguantar, esperar porque se construía la posibilidad de un sentido.
¿Me pregunto cómo imaginar, soñar en medio de lo ininmaginable, del dolor absoluto que desborda, que destruye todas las conexiones con el mundo y los objetos? ¿Cómo crear un tiempo en medio de la muerte cotidiana? Quizás la función de fantasía sature el vacío con alguna representación. Parecería que el tiempo futuro que no existe en el estado de excepción, puede intentar ser representando a través de fantasear con otro, de ser escuchado, de sentir un lazo que permita una mirada de sostén humano en medio de la cotidiana deshumanización. Aparece el otro como posibilidad de futuro.
Parecería que el fortune teller permite el tiempo del Quizá descrito por Derrida(1994), el cual inaugura “ Más allá del bien y del Mal” la palabra porvenir. La experiencia inaudita, lo nuevo del quizá… Una verdad que permanece en suspenso. Quizá el porvenir que permita soportar lo intolerable, lo indecible y lo terrorífico.
A continuación, cito uno de los testimonios:
Cuando estuve en cuarentena en Birkenau, tuve un sueño que recuerdo bien, en el que yo tenía que conducir un carrito chicoteando a mi caballo por un camino en la floresta. El tiempo estaba caluroso y soleado. De repente, un silbido alto me despertó. Cuando me levanté le conté a mi vecino. Me llevó rápidamente con el narrador de destino (Fortune Teller).
Luego de oír el sueño, me preguntó mi fecha de nacimiento y estudió la palma de mi mano.
Me dijo: “Hace muy poco tiempo, usted casi perdió la vida en dos oportunidades. Pero, eso ya pasó, usted sobrevivirá el campo y se irá inmediatamente de viaje, pero mientras esté en el campo, será como una rueda chirriante de un carrito. Es decir, como una rueda chirriante, significa que sufrirá constantemente dentro del campo pero regresará a su casa donde una persona estará ausente. Usted cambiará de profesión y vivirá una larga vida”. Pero entonces el silbido alto nos mandó a entrar al control de presencia frente a nuestro bloque.
Nos quedamos uno del lado del otro y yo esperaba que pudiera terminar la adivinación, cuando fuera la oportunidad.
Cuando comentó las dos situaciones de riesgo de mi vida me interesé más. De hecho, luego de uno de los exámenes de la Gestapo llegué a mi límite. Decidí acabar con mi vida. Yo estaba en el ático, en un cuarto piso, cercado de mis torturadores, y salté por una pequeña ventana, pero antes que todo mi cuerpo estuviera afuera, me tomaron de las manos y de los pies y me arrastraron hacia adentro. Luego me esposaron y me dejaron en una pequeña celda obscura. Allí me corté las venas con una lámina de afeitar que encontré. Sangré mucho, pero no morí porque ellos fueron rápidos y llamaron a un médico para que me ayudara.
Cuando escuché que el adivinador hablaba sobre cosas que solo yo sabía, me interesé por sus vaticinios y comencé a prestarle atención a sus palabras.
Me detuve frente a la fila de control, estaban controlando el número de prisioneros designados para el transporte y entre los demás oí mi número en la lista.
Cuando salí de la fila, el adivino me llamó: Recuerde, cuando usted es un prisionero, el transporte es un viaje. Una cosa se hizo realidad, y así será con la otra, acuérdese de esto. Tenía razón: fui transportado, me sentí como una rueda chirriante, sobreviví al campo y volví a mi casa.” (Q1/M6. Las letras Q, M corresponden a Questionaire [cuestionario] y Male[masculino]. El número se refiere al orden en el que aparecen en los archivos de sueños).
Después de analizar este testimonio podríamos pensar que quizá el estar con otro que escucha permita un tiempo que creativamente construya una representación. En el entre dos podría darse la posibilidad de ligar a través de fragmentos un mundo devastado, destruido, podría aparecer la esperanza de escuchar un breve soplo de otro que nos habla de un futuro y de soportar el presente , el fortune teller le dice al preso a través de sus interpretaciones : “No desista ahora, aguante firme, más adelante están la libertad , la vida , el amor, alcanza a verlo?” El que esté otro con quien compartir escuchar- ser escuchado permite la posibilidad de no perder el sentido. De seguir construyendo como decía Piera Aulagnier un proyecto identificatorio que sostenga al sujeto. De apalabrar aquello que aparece entrecortado, como un gesto o un soplo. La posibilidad gracias al lazo, al encuentro con otro de un porvenir.
Un sobreviviente dice: “Deberíamos estar agradecidos a los fortune tellers.
Eran (adivinos), lectores de sueños, profetas y poetas porque encendían destellos de esperanza en el desesperado desierto espiritual, en nuestros corazones agonizantes. Ellos nos hicieron creer que el bien puede prevalecer sobre el mal, la justicia sobre la ilegalidad y la violencia.” (Q2/M76.)
Al tener a otro que escucha, nos hace una resonancia del objeto interno el cual dice “Todo va a pasar, todo va a pasar” como decía la madre en la infancia frente al dolor del niño.
El narrador de destino interpela la experiencia del dolor que no cesa y se vuelve un aval del tiempo futuro, se vuelve quien garantiza que otro tiempo sin dolor existe y es posible. El preso busca el sentido para permanecer vivo en el presente.
Constriur entre dos permite entrar al tiempo de la fantasía que es el tiempo del anhelo, de la posibilidad de crear,de transformar de desear.
Cuando en situaciones extremas se encuentra a alguien que escuche una fantasía producida en medio de los límites del deseo de no desear, surge la posibilidad que el deseo se movilice, deje de estar paralizado, que se comparta entre dos la posibilidad de desear, de continuidad, de encontrar un futuro posible, de sobrevivir.
Darle sentido al sufrimiento junto a un otro, quizás… permita transformar el terror
en una voz vital; la posibilidad de subjetivización creativa.
Miriam Grynberg
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Psicoanalista titular en funciones didácticas de la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México (SFCM) Miembro del International Psychoanalytical Association (IPA) Maestría en Psicología por la Universidad Iberoamericana (UIA)