En el presente ensayo pretendo establecer un diálogo entre lo sublime kantiano y la transgresión batailleana. ¿Por qué la relación transgresión/sublimidad?
Kant concibe lo sublime como aquello indecible que completa la vida; cuyo estado emocional dificulta su descripción pues el lenguaje no alcanza su desciframiento y al escaparse se constituye como enigma. Bataille para quien la transgresión es la consideración de una mirada totalizadora de lo humano, incluida la muerte misma, irrumpe con lenguaje burdo y soez para dar cuenta de aquello que pulsa en el interior del sujeto y que nunca escapa por más reglamentos que le sean impuestos.
Entre ambos podría decirse que existe una constante: el enigma, lo indecible. Kant quien en sus primeros escritos alude a la racionalidad y al desarrollo de la inteligencia, como fundamento primordial en la crítica a la razón pura, también plantea la existencia del noúmeno que es opuesto al fenómeno e inalcanzable.
Me parece también que el concepto lacaniano de goce que solo se mencionará de paso, puede abonar a cierto entendimiento de la complejidad entre lo real, lo imposible, lo original y la ley impuesta por el otro, que es el lenguaje mismo, pero que, aunque provoque la alienación del hombre, siempre deja un remanente que, al escapar de la ley, la transgrede. Existe una incompatibilidad entre el goce y ley: la ley al ser el lenguaje ordena tanto el deseo como la renuncia al goce.
Para Lacan toda pulsión es pulsión de muerte, aunque considera la visión freudiana que es aquella pulsión(biológica) que busca su descarga, que por cierto es siempre parcial, y que sería la pulsión de vida, ésta trae consigo de manera escindida a la pulsión mortífera, siendo esta última para Lacan la que prevalece en tanto que para Freud existe una lucha incesante entre ambas pulsiones (la de vida y la de muerte).
Braunstein (2006) atinadamente cita a Heidegger quien da cuenta de la lucha entre diké y techné, entre la norma instituida que aglutina unidades cada vez más complejas, y techné, la actividad disolvente del hombre que impugna las órdenes de lo establecido para destruir lo existente y crear nuevas formas de existencia.
Para Lacan ambas pulsiones pueden reunirse a través del registro de vida simbólico, o sea a través de la transgresión del principio del placer. O. Cit. p.64.
El dolor como experiencia de lo sublime representa para Kant terror y melancolía:
una soledad profunda es sublime, pero de naturaleza terrorífica.
Para Bataille el amor erótico que es la transgresión misma, es profundamente doloroso.
Immanuel Kant (1724-1804) experimentó el sentimiento de lo sublime después de haber sufrido consternación al mirar la montaña francesa de Brévent y aclara que dicho estado afectivo es provocado por las aflicciones vigorosas, que no son las deprimentes.
Reconcilió los pensamientos racionalistas y empiristas de sus predecesores e inspiró al movimiento romántico. Su idealismo trascendental supo diferenciar el mundo de “la cosa en sí”; se ocupó de la distinción y las relaciones entre el hombre y la naturaleza con una perspectiva de razón emancipadora. Marcó la distinción entre el fenómeno y el noúmeno, (que es lo no fenoménico y suprasensible: alma, mundo, dios). Ambos conceptos pueden ser verdaderos; no es antinomia puesto que no son los mismos conceptos. Los conceptos indeterminados se refieren al sustrato suprasensible, es decir al noúmeno.
Examinó las principales categorías sobre las que se fundamenta la modernidad: tales como universalidad, individualidad y autonomía. “…El hombre de carácter melancólico se preocupa poco de los juicios ajenos…”.[i] “En el melancólico de Kant hay obsesiones, delirios, alucinaciones que se desvanecen, ya que en Kant la filosofía es crítica de las facultades, las atenúan y se convierten en alimento para el pensamiento abstracto. A esas angustias las trata Kant como facultades del espíritu. Es el melancólico que aparece como apasionado con autoestima disminuida, intolerante en cuanto al mundo moralista…”.[ii]
Georges Bataille (1897-1962), denominado el escritor maldito, sostiene que el hombre a pesar de las leyes por las cuales organiza su actividad vive atormentado por la naturaleza de la que se desgarra con gran dolor (Lascaux, o el nacimiento el arte, 1955). Este arraigo primordial queda reflejado en la muerte y en la sexualidad, factores contradictorios con la vida social, los cuáles pesan como tabúes y prohibiciones. Sobre estos últimos fundamenta el deseo a la transgresión.[iii]
Conceptos que invitan a pensarse psicoanalíticamente tanto como hilo conductor de tejido argumentativo, como por lo que de sí ofrece el psicoanálisis como fuente inspiradora al pensamiento de Georges Bataille.
El largo espacio de tiempo es sublime y se le considera como un porvenir incalculable, puesto que la eternidad futura infunde un suave terror: provoca angustia, conmueve, está en la noche y en la tragedia.[iv]. Lo sublime no tiene límites y pretende ser total, es una especie de violencia de la imaginación porque siempre es algo absolutamente grande que se experimenta frente al espectáculo dinámico de la naturaleza.
Para Kant “la apatía es la condición indispensable de la virtud”. La ley se impone incondicionalmente por la enunciación de su mandato, no por el enunciado de su contenido. No requiere de explicaciones que la hagan aceptable. La apatía propia, el comportamiento moral, no debe entenderse como una condición para la felicidad sino como lo incondicional mismo de la ley en tanto pura, despojada de todo interés por uno mismo y por el semejante, lo cual dice Gerber llevó a Freud a advertir la relación entre el imperativo categórico- el nombre que toma este mandato incondicional- y lo que el denominó superyó. [v]
Kant, es citado por Freud en varias ocasiones, para aclarar y denunciar la atemporalidad del inconsciente, (sabiendo que para Kant no hay conocimiento sin espacio y tiempo). En el problema económico del masoquismo (1924) a la letra Freud escribe “… el imperativo categórico de Kant es la herencia del complejo de Edipo.”.
El desarrollo que hace Freud diferenciando el masoquismo en al menos tres figuras, siendo dos de ellas derivadas del masoquismo erógeno, el primordial, que se refiere al gusto por recibir dolor, se encuentra como fundamento de las otras dos formas, en las que no profundizaré en este trabajo pero que merecen un desciframiento minucioso para este y otros trabajos que aludan a la pulsión de muerte ya planteada como el más allá del principio del placer.[vi]
Freud, citado en Lacan, marca derroteros para dar cuenta de su principio del placer “… sin distinguirlo de su función en la ética tradicional, recordando la atracción que pre ordena a la criatura para su bien, por lo tanto merece homenaje el tema de la “felicidad en el mal”, siendo Sade el paso inaugural de la subversión del hombre aludiendo a la frialdad que para Kant (en Crítica a la Razón práctica) es la apatía necesaria para la vida y que impone límites y sacrificios, acá Sade la completa en el sentido inverso en tanto necesidad del sujeto humano de atacar, violentar, transgredir vía la erótica con apatía, frialdad y hasta sacrificio.[vii].
El tocador sadiano, dice Daniel Gerber,(G.2004) es el espacio donde se produce una rectificación de la ética que prepara el terreno para el discurso de la ciencia, que durante los siglos XIX y XX irá tomando la función de organizar la sociedad a partir de plantear la posibilidad de otro- la ciencia misma- que regule perfectamente el goce por medio del total sometimiento del deseo y, por lo tanto, de la exclusión del sujeto deseante.
En la Crítica del Juicio, Kant dice que lo bello se percibe libremente entre la imaginación y el entendimiento; en cambio, lo sublime es aquello absolutamente grande e incomparable, dejando exenta a la naturaleza (lo externo), puesto que lo sublime es algo de nuestro interior: “. está en nosotros mismos, es una disposición del espíritu que da a la representación de la naturaleza un carácter sublime…” [viii]
Distingue lo sublime matemático que puede ser cuantificable, de lo sublime estético, que es aquello que cuando toca el extremo provoca perturbación, abruma a los sentidos. La experiencia estética es el nexo entre el mundo sensible y suprasensible: fenómeno es a naturaleza lo que noúmeno es a libertad.
La razón con su idea de totalidad exige que la imaginación entregue una intuición definida conforme a un objeto total, pero en el caso de lo sublime no puede ser definido por su absoluta grandeza: rebasa nuestra capacidad y la imaginación no puede abarcar una totalidad. Lo sublime se da justamente cuando la imaginación falla en cumplir con la exigencia de la razón.
Lo sublime dinámico por otro lado, como un huracán, tornado o sunami, son fuerzas aplastantes que, cuando provocan la huida, impiden dar cuenta de la experiencia sublime. Solo podrá percibirse ésta cuando se observen tales calamidades desde un lugar seguro. El que teme, no puede juzgar lo sublime de la naturaleza: “… rocas audazmente colgadas y amenazadoras, nubes de tormentas que se amontonan en el cielo y se adelantan con rayos y con truenos, volcanes en todo su poder devastador, dejando delante de si la desolación, el océano sin límites rugiendo de ira…”. [ix]
Todo se reduce a una insignificante pequeñez comparada con su fuerza, siendo lo más atractivo lo más temible. Llamamos objetos sublimes porque elevan las facultades del alma más allá del límite que obliga a descubrir en nosotros mismos una facultad de resistencia, de una especie distinta y superior a la naturaleza, que produce placer. Lo que se exige no es la totalidad sino la capacidad de resistencia de la voluntad, o sea la libertad de que el ser humano actúe de forma autónoma sin ser determinado por la naturaleza.
Distingue voluntad sensible ordinaria (que es actuar como nos plazca y que realiza el yo empírico y es ilusoria) de la libertad moral. La libertad verdadera se logra mediante una conformidad racional a leyes morales. Libertad significa acciones sin determinación natural.
Las cosas del mundo, cuya fuerza intentamos resistir son del mundo fenoménico sensible y aunque se fracase en los intentos, nos produce placer porque nuestra experiencia apunta a nuestro lado suprasensible o nouménico. “… estas experiencias elevan las facultades del alma por encima de su término medio ordinario y nos hacen descubrir en nosotros una facultad de resistencia de una especie totalmente distinta que nos da valor para poder medirnos con el todo poder aparente de la naturaleza.” ¿No es acaso ésta la descripción de la vida de Bataille?
Esto es lo sublime: aquello que no puede ser afectado por las fuerzas de la naturaleza. La naturaleza no puede dominar lo que nos hace humano. La moralidad es posible solo cuando ejercemos nuestra libertad y dejamos de ser dominados por fuerzas patológicas de la naturaleza. La experiencia de lo sublime excede esta cualidad trascendente en nosotros a diferencia de nuestro yo sensible. [x]
El displacer inicial es redimido ya que somos llevados a ver el aspecto trascendental de nuestra humanidad que exige pensar en una totalidad, más allá de cualquier objeto meramente sensible de la naturaleza y en la capacidad de pensar cualquier ley natural.
La finalidad de lo sublime reside en que el choque inicial, el fracaso, es aprovechado para exhibir nuestra naturaleza suprasensible, indomable por las fuerzas de la naturaleza, por eso la verdadera libertad sensible exige nuestra autonomía respecto a las leyes naturales, psicológicas o fisiológicas: ¡que pueda haber una conformidad racional a las leyes morales!.
Totalidad significa totalidad sin límites naturales y libertad significa acciones sin determinación natural. Distingue la voluntad sensible de la voluntad moral.
Kant al final de su tercera crítica da primacía al mundo del noúmeno frente al del fenómeno, al de la moral frente a la razón teórica.
Gibrán Larrauri (2015) en su texto sobre Freud-Lacan y Bataille, menciona que buena parte de la obra de Bataille no puede ser justificada con justeza sin ese significante primario que es Freud e intenta demostrar que el retorno a Freud de Lacan no es sino una o varias gestas con Bataille e invierte la escritura Freud-Bataille-Lacan por lo que llama “función lacaniana” que es Lacan-Bataille-Freud, encontrando en los psicoanalistas mencionados la bisagra representada por el significante Bataille.
Sexualidad y Erotismo
Meses después de escribir El erotismo, Bataille escribió en la Revista Genése a fin de continuar con los desarrollos de la sexualidad y el psicoanálisis para hablar de los secretos del erotismo en los que incluye los temas de sexualidad animal, biología sexual, sexualidad y religión, sexualidad e historia, comportamiento sexual y las aportaciones del psicoanálisis, y acierta en decir que la genése (la génesis) de lo específicamente humano está en las características del corte que lo sexual tiene en su economía subjetiva, y esto desde la más temprana infancia, mucho antes de la actividad genital. La sexualidad constituye al sujeto a partir del abismo que en él inscribe: el inconsciente. [xi]
Para Lacan la sexualidad agujera al sujeto y lo condena a ser subsidiario de un deseo que en tanto está acompañado de un aura ilícita, es enviado a las redes de lo inconsciente. Ese deseo lejos de desaparecer se manifestará en las formaciones del inconsciente: en la risa, en el sueño y la falla, tríada transgresiva sintomática por excelencia. Lacan en La angustia (1962) menciona: “. Yo no les desarrollo una psicología directa, lógica, un discurso sobre esta realidad irreal que se llama la psique, sino sobre una praxis que merece un nombre: erotología.
El nexo entre el erotismo y la angustia, entendida esta última como proximidad de la muerte constituye uno de los ejes que más trabajó Bataille.
Lacan (en Seminario del 15 de mayo de 1963) hace referencia a los abismos del cuerpo advirtiendo que hay una equivalencia entre el orgasmo y la angustia y que una situación angustiante puede desencadenarse en orgasmo. Existe un nexo entre lo erótico y lo abismal entre Bataille y Lacan, en la medida en que el campo erótico carga de irresoluble malestar a los sujetos, o que el malestar es esencialmente erótico. [xii]
Bataille señala que “el Erotismo es sostén de la moral y que es lo propio del hombre al mismo tiempo que lo abochorna, es la ratonera donde el más prudente se deja atrapar, quien piensa que está afuera, como si la trampa no le concerniera, desconoce el fundamento de esa vida que lo anima hasta la muerte y quien piensa dominar ese horror asumiéndolo, no está menos engañado que el abstinente. Desconoce la condena sin la cual la fascinación del erotismo, a la que pretende responder, dejaría de fascinar. La voluptuosidad única y suprema del amor radica en la certeza de hacer el mal y el hombre y la mujer saben desde el nacimiento que toda voluptuosidad se halla en el mal. Siempre hay algo turbio en nosotros en el fondo. Estamos delante de una dificultad extrema, insoluble que prefigura la muerte, el dolor y el rapto que conduce a la alegría, pero en cuenta gotas.[xiii]
Los estudiosos de las religiones han encontrado que el dominio de lo prohibido coincide con el dominio de lo sagrado, como elemento fundante que ordena a la religión: lo sagrado es esencialmente aquello que alcanzaba la transgresión ritual de la prohibición, el sacrifico que es el acto creador de lo sagrado es ejemplo de ello: es al mismo tiempo el asesinato ritual de un hombre o de un animal. El sacrificio, principio del erotismo, es también principio de la acción creadora de lo sagrado. La antigua prostitución por ejemplo era institución sagrada o los templos de la India multiplicaron con profusión las imágenes más tumultuosas e incongruentes con el amor. No hay sociedad humana donde la actividad sexual sea captada sin reacción. Es obvio que una prohibición de tal naturaleza provocara innumerables transgresiones. Ver en el erotismo una expresión del espíritu humano no significa la negación de la moral. La moral es en efecto el más firme sostén del erotismo y de manera recíproca: el erotismo requiere la firmeza de la moral.[xiv]
Para lograr un entendimiento de la obra hay que considerar que Bataille como paleógrafo de formación aprendió el arte del desciframiento. Su práctica de leer con el escrito es poner en relación escrito con escrito a través de una transliteración que es la representación de los signos de un sistema de escritura mediante los signos de otro, es más que una traducción, pues convierte el contenido escrito de un sistema de escritura a otro. La transliteración interviene en la lectura uniendo un texto con otro, a esa se llama lectura literal. Toda formación del inconsciente es un cifrado. Descifrar es una operación que consiste en poner el acento en la letra; regula lo escrito no en el sentido, sino en el sonido y en la letra a través de una operación de transliteración. La transliteración escribe la homofonía, produciendo otro texto.
Bataille fue una referencia para Lacan: tomó esos elementos e imágenes susceptibles de significar otra cosa que aquello por lo cual fueron primeramente concebidos y leerlos desde otro contexto. Ejemplo de ello lo constituye entre otros “el ojo”, elemento que atraviesa toda su obra. Lacan realizó un pasaje de lenguas: de la presencia reiterada del ojo que designa el vacío de donde proviene y que dirige fatalmente todo lo que ilumina y toca. El ojo de Bataille tiene un estatuto de objeto “a” “de plus de goce”. Un objeto que tiene como propiedad ser causa de deseo. Es el ojo en cuanto a su función. Objeto de castración. Objeto que al estar situado en el lugar de la falta viene a modo de ilusión a llenar un vacío. Un objeto poderoso, a-temporal, a-espacial, no especular. Del ojo literario Lacan pasa al “ojo” como objeto “a” incorporando otra significación al insertarse en otra estructura que responde a la manera como el inconsciente se presenta.[xv]
LA TRANSGRESIÓN
Bataille plantea que el deseo se enciende en relación con la ley. Lacan por su parte dice que la relación dialéctica del deseo y de la Ley hace que el deseo se avive solamente en relación con la Ley, a partir del cual deviene deseo de muerte, acercando de esta manera la erótica con la muerte, tema insistente en Bataille. [xvi]
En este orden de ideas, es conveniente considerar la premisa de que la prohibición es necesidad para vivir en la cultura y que hay que renunciar a la satisfacción pulsional, es decir que el deseo debe regularse o condicionársele para su trasmudación, aunque no se le elimine. En dicha ordenación, la prohibición del incesto, constituye la norma fundamental que es imperativo categórico moral y jurídico que impide el intercambio sexual entre padres e hijos, “(… el psicoanálisis nos ha enseñado que la primera elección sexual en el varoncito es incestuosa, recae sobre los objetos prohibidos, madre y hermana…)” “…Ahora bien el neurótico representa para nosotros una pieza del infantilismo psíquico; no ha conseguido librarse de las constelaciones pueriles de la psico- sexualidad o bien ha regresado a ellas. En su vida anímica inconsciente pues, las fijaciones incestuosas de la libido siguen desempeñando un papel principal…Por eso hemos llegado a proclamar como el complejo nuclear de la neurosis el vinculo con los padres, gobernado por apetencias incestuosas…”.[xvii]
Tanto para el hombre como para la mujer el primer objeto sexual y de amor es la madre y dicha prohibición implica que cada sujeto volteé la mirada sobre otro que no sea madre padre o familia.
Freud formula el complejo nuclear que es el complejo de Edipo para fundamentar la manera como surgen los sistemas normativos: “…En el complejo de Edipo se conjugan los comienzos de religión, eticidad, sociedad, arte, y ello en plena armonía con la comprobación del psicoanálisis de que este complejo constituye el núcleo de todas las neurosis, hasta donde hoy ha podido penetrarlas nuestro entendimiento…”. [xviii]
El complejo de Edipo, que hace referencia al mito griego, muestra además las consecuencias trágicas por transgredir la prohibición, que es una violación inconsciente (pero también consciente) a la norma. Sin embargo, nos dice Freud, quedan grabados en el inconsciente ciertos restos incestuosos.
La sustitución de todo deseo no es renuncia ni se agota, pero permite en el caso del amor incestuoso, la búsqueda de algún otro objeto de amor que tenga cierta
semejanza con el amor primario, lo cual permite, por decirlo de algún modo, su tramitación.
En la compleja relación entre prohibición y renuncia se juegan algunos conceptos clave: “… llamaremos “frustración” (denegación) al hecho de que una pulsión no pueda ser satisfecha, “prohibición” a la norma que la establece y “privación” al estado producido por la prohibición. “… Los deseos pulsionales que padecen bajo su peso nacen de nuevo con cada niño; hay una clase de hombres, los neuróticos, que ya reaccionan con asocialidad frente a esas frustraciones. Tales deseos pulsionales son los del incesto, el canibalismo y el gusto por matar. Solo el canibalismo parece haber proscrito; en cuanto a los deseos incestuosos, todavía podemos registrar su intensidad detrás de su prohibición, y el asesinato sigue siendo practicado, y hasta ordenado, bajo ciertas condiciones, por nuestra cultura…”.[xix]
El legado de Freud al pronunciarse por la existencia del inconsciente como aquello que escapa a la razón, (aunque también los legados de Nietzsche, de Marx y algunos otros) permite, como dice Heli Morales, ubicar a tres pensadores: Georges Bataille, Jacques Lacan y Michel Foucault, quienes atacan las concepciones fundadas en un sujeto originario cuyo centro es la razón y la voluntad, siendo que para ellos el sujeto depende de la ley, el deseo y la muerte. [xx]
Bataille pone en el centro de la prohibición a la sensualidad, puesto que la sexualidad está sometida a una serie de normas y reglas, siendo esto lo que lo diferencia del animal, norma universal que aleja al hombre de una libertad sexual total.[xxi] Es el incesto el primer testimonio de la conexión fundamental entre el hombre y la negación de la sensualidad, o de la animalidad carnal y al buscar su distinción se someten nuestros deseos y pulsiones a normas que nos permiten ejercer cierto control sobre nuestra sexualidad y la de los otros, y al culturalizar la sexualidad, ésta queda sometida a la prohibición.[xxii]
Dicho lo anterior queda al libre arbitrio la elección de acatar la norma o transgredirla: ¿Acaso la esencia del pensamiento de Bataille es la necesidad de trasgredir, vía un erotismo exacerbado que subvierte para mostrar el excedente maldito que se tramita a través del cuerpo, no solo de la palabra, cayendo él mismo en ese excedente como exceso inútil al cual alude?
Freud – Lacan El Das Ding y el Goce Mítico
Cristina Daneri (2015) en sus breves aunque puntuales comentarios nos recuerda que el das-ding que en alemán es la Cosa para Freud, representaba el bien supremo, algo inalcanzable, está fuera del inconsciente y es límite del pensamiento.
Lacan dice que cuando nos acercamos demasiado a la Cosa, en lugar del bien surge el mal, ya que el Bien Supremo es, por definición, inalcanzable. La Cosa para Lacan también es la cosa muda de la realidad y la asimila a la categoría teórica de “lo real” que es lo imposible. Más adelante, en el Seminario 7 La Ética, habla del objeto “a” minúscula, alrededor del cual gira la pulsión, y es causa del deseo: en el sentido de causa del deseo lo asimila a la Cosa freudiana.
Para Freud la Cosa está más allá de la posibilidad de aprehensión, de conocimiento, inalcanzable para la mente humana, está fuera del inconsciente.
Para Lacan el ser humano está habitado por la Cosa muda que el símbolo no puede suplantar; el hombre es un practicante de lo simbólico y no tiene acceso a lo real de la cosa. Lo real es pleno, completo y por lo tanto perdido.
Hay una relación entre ese goce completo mítico del que Lacan habla y la Cosa como Bien supremo. Ese goce es mítico, porque en la realidad cuando todo se completa, emerge la angustia, que es angustia por exceso de presencia o por exceso de ausencia.
Para Freud la Cosa es diferente de la representación cosa, que habita el inconsciente, así como la representación palabra habita el preconsciente. La Cosa nos acosa, su proximidad es peligrosa porque no hay completud que resista el ser humano, que está castrado, y de ahí su nostalgia de algo que nunca tuvo.
Para Bataille, siendo surrealista e influenciado por el psicoanálisis, critica a la racionalidad de la palabra escrita y la retórica, argumentando que el desbordamiento del saber permite acercarnos a una zona de no-saber- que es ajena al campo de lo posible del conocimiento, de la racionalidad. El saber tiene su origen en todo lo contrario: en una experiencia fundamental de ausencia de verdad. Tiene arraigo en la muerte y la sexualidad que son contradictorios con la vida social y que pasan como tabúes y prohibiciones. Conviven en su pensamiento sensaciones contradictorias.[xxiii].”. la sexualidad profunda está ligada a la sangre, el terror súbito, el crimen, destruye la beatitud y honestidad humana.”.[xxiv]
En La Ética, Lacan señala que es necesario reflexionar en lo que el ser humano ha sido capaz de elaborar transgrediendo las leyes y relacionar ese deseo que transgrede con el lazo de la prohibición, introduciendo por encima de la moral, una erótica.
La erótica es el resultado de un deseo que se constituye como tal en su relación directa con la transgresión de una ley. Hay una relación dialéctica del deseo y la ley que hace que el deseo se encienda solamente en relación con la ley a partir de la cual deviene deseo de muerte.[xxv]
Lacan en el Seminario 15 señala que es Sade como precursor quien abre la aporía al campo ético, algo que puede presentarse como un impasse como un desgarramiento.
Existe un enigma de la paradoja del goce con la ley:
El goce tiene que ver con la pulsión en la medida en que la pulsión deja un saldo de insatisfacción que anima a la repetición y es en esta medida que la pulsión es historizadora, en tanto que insatisface. O. Cit. p.65.
Los valores reinantes de una sociedad hacen que el sujeto tenga que recurrir a muchos artificios para poder lograr la “satisfacción de sus pasiones”, reprime, sublima, racionaliza, etc. La ética según la época gobierna el erotismo y esto es lo que Bataille muestra en su última publicación Las lágrimas de Eros. Lacan cuando se refiere al amor cortés, como aquello inalcanzable, amor ideal, amor que sostiene la satisfacción de desear, es decir, la satisfacción de sentir una insatisfacción en la medida en que el objeto de deseo era inalcanzable, idealización que permite vislumbrar una especie de unión mística, nunca alcanzada, principalmente por la idealización en juego. [xxvi]
La prohibición sirve de vehículo al goce, la transgresión en el sentido del goce se cumple únicamente apoyándose en las formas de la ley. Es un nudo estrecho el que une el deseo a la ley.[xxvii]
Lacan retoma el concepto de Bataille de lo útil, del mal, el egoísmo y la ubica como goce, constitutivo de la subjetividad humana. Goce que por su estructura de alteridad es percibido en el otro. Es algo similar al goce en la transgresión, que consiste en pisotear las leyes sagradas; la ley desafiada juega aquí el rol de un medio para acceder a la omnipotencia. Una vez logrado el desafío, el sujeto se encuentra garantizado en su poder.
Lo sagrado
Lo sagrado en Bataille anuda a mi entender el amor al prójimo, pero también es comunión entre el hombre y la naturaleza que es concepción del panteísmo aunque el autor se haya calificado a sí mismo de ateísta. Experiencia interior que le permite entender las religiones poniendo en tela de juicio lo conocido, la comunicación íntima que es ajena al discurso racional y que es elemento de tensión entre lo profano y lo sagrado. División genérica para Durkheim, que deja en el inter una especie de vacío lógico que constituye lo paradojal para Bataille, experiencia al límite entre lo profano y lo sagrado.[xxviii]
Lo sagrado es para Bataille el instante donde el individuo rompe su caparazón y logra salir de su aislamiento, donde se pone a sí mismo en cuestión y se abisma en un sentimiento de continuidad con el mundo inmanente.
«Lo sagrado es comparable precisamente a la llama que destruye el bosque al consumirlo».[xxix]escribirá Bataille. Como un fuego que calienta al hombre, pero también le asusta, lo sagrado produce en nosotros un sentimiento esencialmente ambiguo, mezcla de pavor y de fascinación, que pone de manifiesto una experiencia que trasciende todo límite.
¿Será entonces lo sagrado, goce supremo, aquello que con-vive con la muerte?
Elementos de lo sagrado en Bataille encuentran cierta similitud con lo sublime kantiano, de la misma manera que existe en ambos la necesidad de describir meticulosamente estados emocionales complejos: Kant sostenido a priori en una estructura firme con principio y fin y Bataille apelando al caos al interior de la emocionalidad suprema desordenada e innovadora.
El proyecto de sociología, también denominada: sociología sagrada que dirigen Bataille y Caillois, se expresa en lo siguiente:”. La sociología sagrada puede ser considerada como el estudio, no solamente de las instituciones religiosas, sino también del conjunto del movimiento comunal de la sociedad: es por esto que ella contempla como su objeto propio, entre otros, el poder y el ejército, y que considera todas las actividades humanas- ciencias, artes y técnicas- en tanto que ellas tienen un valor de comunión en el sentido activo del término, es decir, en tanto que ellas son creadoras de unidad. [xxx]
La sociología sagrada se contempla como un conjunto unitario, aunque heterogéneo. La sociedad es entendida como un todo atravesado por movimientos centrífugos de unidad, que unen individuos en torno a dar cuenta de la importancia de lo sagrado en la obra de Bataille, y mostrar un punto en común, un núcleo sagrado originario que permanece como centro de la vida social.
El Colegio de Sociología pretende poner de manifiesto el poder originario de lo sagrado como fuente de cohesión social y que no solo se organiza en las fuerzas religiosas el núcleo último en torno al cual se sientan los individuos y se forman las comunidades, sino que es necesario contemplar una razón política que pueda organizar sociedades en función de intereses prácticos. En este proyecto Bataille intenta recuperar ese espacio caracterizado como sagrado, que ha ocultado una dimensión más profunda de la realidad desdeñada por el pensamiento moderno. [xxxi]
Palabras Finales
En este trabajo tomo de Bataille la intención de encontrar una mirada totalizadora que se esfuerce por evitar la abstención. Reconozco también como dice Lacan que el sujeto en sociedad para prosperar tiene que transgredir las leyes universales. [xxxii]
¿Qué hace el hombre con lo traumático, la locura, la melancolía? ¿Volverlo letra?
Aquella fuerza de la resistencia de lo humano, que eleva las facultades del alma más allá del límite a la que alude Kant, es también la búsqueda de lo imposible tanto en la vida como en la obra de Georges Bataille.
Refrerncias
[i] Ibidem.
[ii] Castro (2013).
[iii] Bataille (1957).El Erotismo
[iv] Kant (1764)p. 4.
[v] Gerber, D. (2004).
[vi] Freud (1914).El problema económico del masoquismo p 167.
[vii] Lacan. Escritos 2, p. 744.
[viii] Kant, I. Crítica del Juicio p. 178.
[ix] Kant. Analítica de lo sublime, décimo párrafo, p. 199.
[x] Ibidem.
[xi] Larrauri,G. (2015).
[xii] Ibidem p. 52
[xiii] Bataille (1988). P. 377-378.
[xiv] Ibidem p. 380.
[xv] Mariaca, R.(2016).
[xvi] Ibidem p. 154.
[xvii] Freud,S. (1913) Tótem y Tabú p. 26.
[xviii] Ibidem p. 158.
[xix] Freud, S. (1927-1931). El porvenir de una ilusión p. 10-11.
[xx] Morales, H.p. 24.
[xxi] Bataille, G. El Erotismo (1957) p. 54.
[xxii] Ibidem p. 222.
[xxiii] La Tercera. Recuperado de: https://culto.latercera.com/2019/07/22.
[xxiv] Bataille, G. Historia del ojo p.29.
[xxv] Lacan. La Ética del psicoanálisis p. 101.
[xxvi] Mariaca (2016) p. 155.
[xxvii] Ibidem p. 157.
[xxviii] Durkheim (2019).
[xxix] Bataille G. Théorie de la religion. Paris: Gallimard.2011, p. 71.
[xxx] . G. Bataille y R. Caillois, «La sociologie sacrée et les rapports entre “société”, “organisme” et “être”», en D. Hollier [ed.]. Le Collège de Sociologie, op. cit., p. 36.
[xxxi] Abad (2015).
[xxxii] Mariaca, R.(2016) p. 153.
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Actualmente cursa estudios de doctorado en el Colegio de Saberes