III. El silencio se rompe con adjetivos.
En marzo de 1915 Europa está en guerra y Freud se acerca a los sesenta. El análisis de la superstición no lo exenta de reservar en sí mismo un lugar para esa modalidad de la certeza: está prácticamente convencido de que le queda tan sólo un par de años por vivir.[i] «He was therefore in a mood —nos dice Jones en su biografía de Freud— to attempt something like a synthesis of his most profound psychological conceptions and to add whatever he still felt he had to give to the world.»[ii] Freud le anuncia a sus discípulos la intención de escribir un libro compuesto por doce ensayos que habrían de preparar una metapsicología. Lo mismo informa a sus lectores, dos años más tarde (1917), en una nota que agrega al título del Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños:
«Los dos ensayos que siguen[iii] provienen de una colección que originariamente yo me proponía publicar en forma de libro bajo el título de Zur Vorbereitung einer Metapsychologie [Trabajos preliminares para una metapsicología]. Son la continuación de trabajos que se imprimieron en el volumen III de la Internationale Zeitschrift für ärztliche Psychoanalyse (“Pulsiones y destinos de pulsión”, “La represión” y “Lo inconciente”). Esta serie tiene como propósito aclarar y profundizar las hipótesis [Annahmen] teóricas que podrían ponerse en la base de un sistema psicoanalítico.» (XIV, 221)
La historia de la redacción y el destino de estos trabajos constituye una pequeña novela de furor y suspenso. La serie comienza a escribirse el lunes 15 de marzo. Toma tres semanas redactar Pulsiones y destinos de pulsión y La represión.[iv] En un par de semanas más concluye Lo inconciente.[v] Al cabo de otros once días, a principios de mayo, El Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños y Duelo y melancolía están terminados. Poco menos de siete semanas fervorosas dejan como saldo los primeros cinco trabajos. Y la producción no se detiene; en las seis semanas siguientes Freud completa otros cinco ensayos[vi] (“Conciencia”, “Angustia”, “Conversión histérica” y dos escritos adicionales cuyos temas no se conocen con certeza).[vii] Catorce días después la proeza se acerca a su fin cuando el último par de artículos (“Neurosis obsesiva” y “Síntesis general de las neurosis de transferencia”) se ha sumado a la serie. Para inicios de agosto el proyecto de doce ensayos está terminado.[viii] Los tres primeros se publican en 1915; los dos siguientes, en 1917. El azar permite que el último de ellos vea la luz setenta años después.[ix] Los seis restantes desaparecen, probablemente en una de las piras que Freud realizaba ocasionalmente para destruir documentos indeseados; quizás en las tripas milimétricas de un conjunto de polillas vienesas o extraviados en algún archivo esperando ser exhumados por su heroico descubridor. Si los primeros cinco ensayos de la colección tuvieron un destino diverso fue probablemente gracias a los esfuerzos de Freud por evitar que el Zeitschrift se convirtiera en una baja más de la guerra —como fue el caso del Jahrbuch—: renunció a la edición del libro, imposible en esos tiempos, para que sus capítulos iniciales figuraran en dicha publicación.[x]
Jones se asombra de que ninguno de sus discípulos, él incluido, le hubiese preguntado a Freud acerca del paradero de los ensayos restantes.[xi] En una carta del 18 de marzo 1919 tal pregunta aparece bajo la pluma de Lou Andreas-Salomé: «¿Dónde está su Metapsicología[xii], ahora que los capítulos publicados fueron incluidos en el cuarto volumen… ¿Dónde están los restantes, que ya estaban terminados?» La replica de Freud, el 2 de abril del mismo año, nos precipita en una espiral de contradicciones:
«¿Dónde está mi Metapsicología? En primer lugar, no ha sido escrita aún. [Wo meine Metapsychologie bleibt? Zunächst bleibt sie ungeschrieben.] No me es posible elaborar el material de manera sistemática; la índole fragmentaria de mis observaciones y el carácter esporádico de mis ideas no lo permitirían. Sin embargo, si vivo diez años más, puedo seguir trabajando durante todo ese tiempo, no me muero de hambre, no soy asesinado, no quedo demasiado sumergido por la desdicha de mi familia o de quienes me rodean —y es pedir que se den muchas condiciones—, entonces prometo hacer ulteriores contribuciones a ella. En esta línea, una primera estará contenida en mi ensayo “Más allá del principio de placer”…»
Las condiciones se dieron y Freud cumplió felizmente su promesa. De cualquier modo, ¿cómo es posible, aún habiendo publicado cinco ensayos de la serie, afirmar que la metapsicología no ha sido escrita? Otras perplejidades: ¿no era acaso una preparación para (o hacia) una metapsicología [Zur Vorbereitung einer Metapsychologie] lo que Freud se había propuesto? ¿Qué importan entonces el carácter fragmentario de las observaciones o la incapacidad para una elaboración sistemática? ¿No es eso precisamente lo que se espera de una serie cuyo título promete una preparación [Vorbereitung]?
Entreguémonos a la vieja manía del talmudista: comencemos por las palabras. Acaso desde ellas se asome algún indicio para resolver las contradicciones. Zunächst bleibt sie ungeschrieben, es la respuesta de Freud a la pregunta de Lou Andreas-Salomé. Nuestra lengua —enfadosamente refractaria a ciertas aleaciones lingüísticas, tan útiles y difundidas en el alemán (e inglés)—, empuja a los traductores hacia alternativas menos literales. El adjetivo ungeschrieben[xiii] (unwritten, en inglés) no encuentra un equivalente cómodo en la lengua de llegada. «No ha sido escrita aún», traduce Etcheverry. Oración estrictamente negativa. Si bien es natural inferir que negar su condición de escrita es reconocer, al menos tácitamente, su existencia en un estado no escrito, la oración admite también un complemento negativo adicional: no ha sido escrita y no existe (o, no ha sido escrita, por lo tanto no existe). Una traducción más literal —aunque tropiece con el carácter tieso de nuestra lengua— sería: «En primer lugar,[xiv] permanece inescrita.» Es a todas luces el estado textual lo que se le niega pero su existencia queda afirmada. Aburrida disquisición que sirve al propósito de situar una pregunta: ¿cuál es la metapsicología cuyo proyecto de escritura fracasa y cuál es aquella que cava su lugar de existencia en los márgenes de la textualidad? Internémonos en la cuestión a través de un pasaje tomado de Lo inconciente:
«Reparamos en que poco a poco hemos ido delineando, en la exposición de ciertos fenómenos psíquicos, un tercer punto de vista además del dinámico y del tópico, a saber, el económico, que aspira a perseguir los destinos de las magnitudes de excitación y a obtener una estimación por lo menos relativa de ellos. No juzgamos inadecuado designar mediante un nombre particular este modo de consideración [Betrachtungsweise] que es el coronamiento de la investigación psicoanalítica. Propongo que cuando consigamos describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos eso se llame una exposición [Darstellung] metapsicológica. Cabe predecir que, dado el estado actual de nuestros conocimientos, lo conseguiremos sólo en unos pocos lugares. Hagamos un tímido intento de dar una descripción [Beschreibung] metapsicológica del proceso de la represión en las tres neurosis de trasferencia conocidas.» (XIV, 178)
Se trata, en cierto modo, de la primera aparición del término metapsicología en la obra publicada. Al menos la primera mención en la que el concepto se asume al especificar su campo de validez.[xv] Y he aquí que la metapsicología se nos presenta, reiteradamente, no como una cosa sino como un atributo: la cosa es el modo de consideración [Betrachtungsweise], la exposición [Darstellung], la descripción [Beschreibung]. Hay un pensar metapsicológico y este adquiere su designación a partir de la referencia a tres puntos de vista fundamentales: el tópico, el dinámico y el económico. Freud es notablemente consistente: la misma definición se repite, casi palabra por palabra, en Más allá del principio de placer (1920)[xvi] y en la Presentación autobiográfica (1925).[xvii] En este último texto nos informa que los trabajos metapsicológicos publicados constituyen meramente el «torso» de una posible metapsicología:
«Ya en fases anteriores de mi producción he intentado remontarme a puntos de vista más universales a partir de la observación psicoanalítica… Más tarde [en 1915] me atreví a intentar una “metapsicología”… El ensayo quedó como un torso; lo interrumpí tras unos pocos trabajos (“Pulsiones y destinos de pulsión”, “La represión”, “Lo inconciente”, “Duelo y melancolía”, etc.), e hice bien, sin duda, pues aún no había llegado el tiempo para tal formulación teórica.» (XX, 55)
El conjunto de las declaraciones de Freud nos permite divisar lo que la diferencia entre el adjetivo (metapsicológico/a) y el sustantivo (metapsicología) pone en juego. El primero designa un modo particular de considerar los fenómenos psíquicos a partir de tres coordenadas básicas: la del alma como un aparato compuesto por “superficies” de inscripción diferenciables —punto de vista tópico—; la de las relaciones de repulsión (conflicto) y de atracción que se dan entre las inscripciones —punto de vista dinámico—; y, por último, la de un aparato recorrido y asediado por excitaciones que se comportan como cantidades en flujo —punto de vista económico—.[xviii] El sustantivo, en cambio, se reserva para nombrar la ambición de universalidad, la voluntad de un sistema psicoanalítico edificado sobre hipótesis fundamentales estables —aquellas que la serie de doce ensayos metapsicológicos se proponía aclarar y profundizar—. Un sistema cuya transmisión quedara garantizada por la síntesis, de preferencia inequívoca, en la que habría de fijarse. Es esta metapsicología la que queda trunca, la que permanece, por necesidad y por fortuna, inescrita.
El pasaje sirve, además, para ubicar los dos términos entre los cuales bascula el pensamiento freudiano: la observación psicoanalítica —paciente apreciación clínica de lo singular— y la fantasía teórica con aspiraciones universales. El primero revestido con el aura propia de la legitimidad científica, el segundo con la del desdén, o la sospecha, propios de cualquier salto que abandona el suelo seguro del dato empírico. Freud tropieza siempre con la misma piedra: la de las Naturwissenschaften. Cuando una y otra vez nos dice que su psicoanálisis no es más que una de las ciencias naturales, modeladas a partir del paradigma físico-químico, deja traslucir una polémica que en el último cuarto del siglo XIX dividió el anhelo de cientificidad en dos bandos opositores: el de las ciencias naturales (Naturwissenschaften) y el de las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften). Si Freud invoca dicha Methodenstreit (querella de los métodos) es únicamente para tomar partido.[xix] Más adelante comentaremos el sentido de esta particular forma de miopía taxonómica; por el momento contentémonos con esbozar una caricatura de lo que está en juego. Heinrich Rickert (1863–1936) y Wilhelm Wildeband (1848–1915) —filósofos neokantianos de la escuela de Baden— proponen una distinción entre ciencias de la naturaleza (nomotéticas) y ciencias de la cultura (idiográficas). Las primeras buscan reducir el devenir a leyes universales —de ahí la ocurrente designación de “nomotéticas”— que disuelven lo particular en lo general. Las segundas aspiran a transcribir o traducir la idiosincracia del objeto, evitando diluirlo en la abstracción conceptual.[xx] Es en este contexto que dos verbos alemanes adquieren un relieve particular: por un lado, el erklären (explicar) de las ciencias naturales, por el otro, el verstehen (comprender) de las del espíritu.[xxi] A la búsqueda de la causa, principal cometido del erklären, se opone la comprensión hermenéutica que caracteriza al verstehen. Quizá baste con esto para adivinar que al psicoanálisis corresponde una epistemología propia, irreductible a cualquiera de los dos grandes protagonistas en el teatro de la epistemología decimonónica.
Referencias
[i] E. Jones, The Life and Work of Sigmund Freud (Volume II). New York: Basic Books, 1955, p.184.
[ii] Ibídem, p. 184-185.
[iii] A saber, el Complemento metapsicológico a la doctrina de los sueños y Duelo y melancolía.
[iv] Carta a Ferenczi (8 de abril 1915): «Últimamente he trabajado con regularidad y he terminado el segundo artículo de mi serie sintética. Trata de la represión; y el primero, de las pulsiones y de los destinos de pulsión.» (Sigmund Freud, Sándor Ferenczi, Correspondencia completa 1914-1916. Madrid: Síntesis, 2001, p. 101.)
[v] Carta a Ferenczi (23 de abril 1915): «La serie “Pulsiones, represión, e inconsciente” está terminada. El primer artículo ya ha sido compuesto por la Zeitschrift y está, por tanto, en sus manos [Ferenczi formaba parte del comité de la redacción], mientras que los otros dos se encuentran en la carpeta de la redacción.» (Ibídem, p. 104.)
[vi] Carta a Ferenczi (21 de junio 1915): «Trabajo de mala gana, aunque, eso sí, con regularidad. He terminado diez de los doce ensayos, si bien dos de ellos (“conciencia” y “angustia”) requieren modificaciones. Lo último que he acabado ha sido la “histeria de conversión”, de modo que me faltan la “neurosis obsesiva” y la “síntesis de las neurosis de transferencia”. Contienen muchos datos interesantes, pero también un bueno número de rarezas, y no están llevados a la perfección.» (Ibídem, p. 108.)
[vii] Strachey conjetura que versan sobre “Sublimación” y “Proyección”. (XIV, p. 102)
[viii] E. Jones, The Life and Work of Sigmund Freud (Volume II). New York: Basic Books, 1955, p. 185-186.
[ix] S. Freud, Übersicht der Übertragungsneurosen. Ein bisher unbekanntes Manuskript. Mit einem Essay von Ilse Grubrich-Simitis. Frankfurt am Main: Fischer, 1985.
[x] Los primeros tres en 1915 y los dos siguientes en 1917, en las ediciones III y IV del Zeitschrift, respectivamente.
[xi] «I can’t understand now why none of us asked him after the war what had become of them.» Ibídem, p. 186.
[xii] La mayúscula en esta traducción es un tanto tramposa: en alemán todos los sustantivos —desde Calcetín (Socke) hasta Dios (Gott)— se escriben con mayúscula. Pesa a esto, la dejamos con mayúscula porque nos será útil para apoyar nuestra lectura.
[xiii] Formado a partir del participio geschrieben (escrito) y el prefijo un que expresa negación.
[xiv] El adverbio zunächst admite un par de interpretaciones: a) ante todo; en primer lugar; antes que nada. b) de momento; por el momento; por ahora. Como vemos, Etcheverry opta por la primera. En la traducción al español de la correspondencia entre Freud y Lou Andreas-Salomé se optó por la segunda. (Sigmund Freud, Lou Andreas-Salomé, Correspondencia. México: Siglo XXI, 1977, p. 125.)
[xv] Recordemos que la única mención previa, en una obra publicada, data de 1901 (Psicopatología de la vida cotidiana) y es efecto del desparpajo propio del juego de palabras.
[xvi] «A nuestro juicio, una exposición [Darstellung] que además de los aspectos tópico y dinámico intente apreciar este otro aspecto, el económico, es la más completa que podamos concebir por el momento y merece distinguirse con el nombre de “exposición metapsicológica”». (XVIII, 7)
[xvii] «Más tarde [en 1915] me atreví a intentar una “metapsicología”. Llamé así a un modo de abordaje [eine Weise der Betrachtung] en que cada proceso anímico es apreciado siguiendo las tres coordenadas de la dinámica, la tópica y la economía, y vi en ello la meta máxima asequible a la psicología.» (XX, 55)
[xviii] Si cien años después se insiste aún con la cantaleta de lo tópico, lo dinámico y lo económico es porque se la sigue considerando fértil. Basta con seguir de cerca el séptimo capítulo de La interpretación de los sueños (especialmente el comienzo del apartado D. El despertar por el sueño…), por poner un ejemplo, para ver cómo la arquitectura psíquica que concentra dichos puntos de vista brinda una ficción no poco fascinante del proceso a través del cual se produce un sueño: la excitación (dimensión económica) efectúa un recorrido “zigzagueante” por los diferentes sistemas de huellas mnémicas (dimensión tópica), al tiempo que dicho recorrido se revela como una función de los puntos en que el acceso a la conciencia se encuentra obstaculizado por una censura (dimensión dinámica). El problema —por lo demás, frecuente— está en confundir fertilidad con necesidad o, peor tantito, con Verdad.
[xix] «En la acerba querella, en que ninguna reconciliación parece posible… dimos la razón a los dos partidos, pero sin concedérsela entera a ninguno.» (V, 580) Palabras de Freud. Lástima que la querella a la que se refiere sea otra —la de «si la vida anímica duerme por la noche o dispone, lo mismo que durante el día, de toda su capacidad de rendimiento»—, puesto que tal postura hubiera aplicado al dedillo en lo que concierne a la querella de los métodos.
[xx] P.L. Assoun, Introducción a la epistemología freudiana. México: Siglo XXI, 2008, p. 43.
[xxi] La oposición es más paradigmática que estrictamente semántica. Toda explicación (erklären) implica cierta hermenéutica, a la vez que la comprensión interpretativa (verstehen) suele incluir alguna forma de causalidad.
Ciudad de México, 1985. Formado en el estudio del Talmud, renunció a la carrera de rabino para dedicarse a la clínica psicoanalítica y a la escritura. Autor del poemario Escardillo (Liliputienses, 2020; Argonáutica, 2021), por el que obtuvo mención honorífica en el VII Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz. Actualmente cursa estudios de doctorado en el Colegio de Saberes.