El miedo, la admiración cósmica afectan al ser en su individuación, y lo sitúan de nuevo en sí mismo en relación con el mundo.
La cultura da demasiada importancia a la espiritualidad escrita, hablada, expresada, registrada. Esta espiritualidad que tiende a la eternidad por sus propias fuerzas objetivas no es sin embargo la única; es solo una de las dos dimensiones de la espiritualidad vivida; la otra, la de la espiritualidad del instante, que no busca la eternidad y brilla como la luz de una mirada para luego extinguirse, también existe realmente. Si no existiera esa adhesión luminosa al presente, esta manifestación que da al instante un valor absoluto, que lo consume en sí mismo, sensación, percepción y acción, no habría significación de la espiritualidad.
Simondon
Espíritu y naturaleza.
Aline Lavalle Henaro
I
Se piensa que hay un momento pre-ontológico, ontogenético. Con lo primero nos referimos a una fase en la cual ni materialización del espíritu ni espiritualización de la conciencia tienen lugar[1]. Habría una intención entendida como el contacto incesante entre dos dimensiones, distintas magnitudes o varias intensidades, sin importar la nomenclatura tradicional de la categorización de materia y forma, es decir, lo físico, lo psíquico, lo vital, lo genético transmigran gracias a un proceso de incoactividad, tanto en al información orgánica como en la información referida a voluntad y libertad[2]. Desde este punto de partida analizaremos la transducción como un tipo de señal que se transforma en otra dimensión y traduce el valor energético de una a otra, siendo así que la relación con la naturaleza y lo psíquico del hombre se relacionan conforme a un proceso de ontogénesis, y con el cual podemos hablar de una relación de hecceidades, siendo lo cual, la intención, la voluntad y la libertad migra, no como especies ni noumenos si no como relaciones radiales no sólo de información cuántica sino cualitativa, y por ello recogen la intencionalidad y la emoción. Veremos cómo la comunicación del hombre con el animal, del niño con el animal, así como con la energía del cosmos proviene del despliegue de este tipo de estructura que tiene su fundamento en la filosofía de la percepción. En la cual, “la percepción es entonces no sólo el encuentro de los objetos asilados en el mundo sensible sino el descubrimiento de un sentido más elevado, del sentido del universo, del lenguaje del destino”[3]
Más allá de superar el hilemorfismo y el sustancialismo[4] la propuesta de Simondon de quien me proveo en ideas para desarrollar esta reflexión, propone una filosofía que en principio tiene como objetivo pensar la naturaleza, no su origen sino su llegar a ser. La renovación del concepto mismo de naturaleza en él, invita a pensar la realidad y el espíritu como fases de múltiples dimensiones, con esta idea, el ser no es estable, sino meta estable, es decir potencia en discontinuidades, información en forma, simetría radial y movimiento individuante. Con estas premisas podríamos concluir entonces que este tipo de filosofía renueva la metafísica desde la relación con el cosmos y con la ontología. Siendo que no pre existe una determinación tal como un universal estático sino como el carácter espiritual de la transmutación, transfiguración y transformación de la información.
Que se transfiere al campo de lo virtual en acto: emoción, percepción. Cabe advertir que el aspecto antropológico en Simondon está muy presente y con éste un tipo de proyecto, para él hay tres órdenes: lo sagrado, lo sabio, lo heroico que operan como tres estancias: lo afectivo, la razón, la acción. Estas tres operaciones que guardan una teoría de la operación a la que se llama: allagmática (proceso de cambio), no componen una triada psicológica sino niveles de relación de los principios: la relación del hombre consigo mismo y la relación del hombre con el cosmos.
Así pues, una crisis es un intercambio afectivo, intercambio entre lo pre individual y lo individual entre libertad y voluntad, de lo cual el salto cuántico procura la intención y con ella, la cualidad de lo intensional; “entre lo indeterminado natural y el aquí y ahora actual”. Por este pensamiento en este lugar la filosofía de la individuación se distancia de la idea según la cual la intencionalidad es un estado representacional. Creemos que para Simondon, la intensionalidad sería el acto transducción de la libertad y la voluntad.
De ningún modo pretendemos decir que la individuación física produce la individuación vital: queremos decir solamente que la realidad no ha explicitado y desarrollado todas las etapas posibles de la operación en el sistema físico de individuación, y que queda aún en lo real físicamente individuado una disponibilidad para una individuación vital.
Estamos en el terreno de la ontología metafísica, ahí donde la interioridad de un acto tiene un sentido en la exterioridad. El gran problema de la intencionalidad a la cual no dejan de apelar los conceptos como la libertad y la voluntad[5], que se cruzan en ella no es un problema menor, y el dualismo no ha podido resolver el carácter de fuerzas y magnitudes no sintético de su operación. Para Simondon, quien se acerca a la psicología, a la biología y lo psíquico desde la transducción, la estructura de la naturaleza hace que el ser sea una fase del devenir. En este proyecto de antropología, la razón no está considerada, lo que se toma en cuenta es el despliegue emocional. Y la espiritualidad no es un estadio de la conciencia sino una tal que reúne por un proceso de desfase y de dimensionalización, las manifestaciones del ser, las fases del ser, y el sí mismo es decir el campo del intercambio de materia y energía entre órdenes de realidad y magnitudes de ser. “El devenir es el ser desfasándose de sí mismo”[6] El campo espiritual alude a la manifestación de la mediación suspendida entre inmanencia y trascendencia.
Conforme a lo que hemos dicho hasta aquí, podemos desarrollar lo que para mí será el estudio a investigar, la relación que guarda el gesto como dimensión que pone en acto la proporción entre voluntad y libertad: intensionalidad. La intensionalidad tiene pues, una lógica sensible, la del gesto y ésta a su vez tiene una metafísica (como ya dije: naturaleza, realidad, física, biológica, virtual.) La filosofía que rige este texto está fundamentada en una metafísica de la naturaleza[7]. Abrazando las siguientes planos:
Desde lo físico se piensa en la estructura cambiante de los elementos que devienen, es decir, se piensa en la materialidad como algo cambiante que genera -esto sería lo ontogenético- como el núcleo de materia sutil (energética y emocional) cambios de estado desde la acciones de su despliegue potencial, no sin relación con el medio ambiente sensible.
Desde lo epistemológico como una filosofía des-enmarcada del a priori kantiano[8]: no adecuación de la conciencia a la cosa, no estamos en ese nivel de razón mental. El punto que inaugura la reflexión aquí proviene del desacuerdo con la filosofía del sujeto trascendental, donde, conocido sea de paso, son las formas a priori las que permiten que el sujeto perciba y conozca en adecuación a categorías que le permiten hacer durables sus experiencias. La física y la concepción de modo de concebir el pensamiento no se ordena “conforme” a lo pre establecido si no que es una operación puesta en el principio de individuación, es decir del acto conforme al cual se comienza el desplazamiento de la energía potencial que brinda el modo de manifestar lo sensible. Esto es posible ya que la percepción está en lo pre-individual. “el universo interior es emotivo tanto como el universo exterior es perceptivo” Es importante no dejarse eclipsar por la poético de esta frase de Simondon que provocaría aceptarla, más bien vale hacer la pregunta que él se hizo y que permitió que esta frase deviniera así. Entonces, ¿cómo es posible que lo externo sea parte del principio de individuación? La perception est du domaine du préindividuel, qui s’aligne sur une détermination du sujet comme investissement de son corps et de sa motricité.[9]
Como casi una petición de principio se sostiene este fundamento y por ello lanzaré la investigación al lugar del gesto en las pinturas rupestres donde intuyo que el hiato entre libertad y voluntad no se superpone a la transmisión de grados de intencionalidad de ambas fases de la estructura del gesto primario y así se puede apreciar el fenómeno de la percepción desde el principio de individuación.
Desde lo ontológico: el devenir es una dimensión del ser que marca la capacidad de desfasarse en relación consigo mismo, de resolverse al desfasarse. Esta cita de Simondon que marca la experiencia que ofrece su filosofía es la que mantendrá el telón de este andamiaje de ideas. Lo físico se desfasa de lo psíquico y otorga un término a la fase entre lo biológico y ontológico así el desfasarse es una resolución perceptiva de nivel genético. La espiritualidad entonces será un campo en el cual la operación no forma parte de una lógica de la sensación si no que es una orientación afectiva del ser intra-receptivo hacia su potencialidad. En ese lugar, se puede pensar aquello sobre el deseo: figura. “Una orientación del viviente en relación consigo mismo”. Apela a una fase en la que la génesis de la forma ocurre como celebración del cuerpo-medio: hay un gesto, hay percepción. Aquí la naturaleza-mundo como psique y physis no permite ser abstraída del hiato imposible de colmar en el ser: afectividad y percepción, –como expone Simondon -esa interrupción se entiende como el ser en el campo espiritual, una zona oscura, cuya información nos viene “del conjunto de las relaciones que han sido incorporadas”, ambas fases de este binomio transfieren datos de esencia y así el espíritu se pone en acto de devenir, entra en relación, (ontogénesis). Quizá estamos en un momento metafísico, alguien, en un grado más correcto lo nombra fenomenología genética. Aquí se desecha la idea de un sujeto trascendental. Estamos en el campo del aún no actualizado, del en-potencia, del devenir. Se sostiene, a bote pronto, que la génesis de la realidad no proviene de un dualismo alma cuerpo, materia, forma, psique conciencia ni de la contrariedad entre un término objetal y un sujeto. Es la primerísima apertura a una fase del ser donde lo interno se externaliza y viceversa, el medio y su centro ocupan espacio y operan en un tiempo acorde a la magnitud que los induce. El tiempo no siendo otra cosa que la relación ontogenética que se instituye entre el medio energético y el germen estructural (“historicidad interna” del cristal), como duración en el sentido de Bergson y el espacio nada más que la estructuración molecular, crean al individuo perceptivo.
“Se puede decir en consecuencia que el grado de individuación de un conjunto
depende de la correlación entre cronología y topología del sistema” [10]
El argumento entonces se instala en lo ontogenético de la metafísica, es decir en los rapports de mi cuerpo con sus movimientos; ya no como posibilidad de conocimiento del sujeto trascendental, sino en la realidad pre individual que promueve en la potencia la transformación de la energía hacia un gesto de carácter espiritual.
El devenir inventa, resuelve unas tensiones, hace aparecer unas dimensiones y unas fases del ser, unos bloques de espacio-tiempo, unas correlaciones entre individuo y medio. Por tanto, no es en ningún caso el individuo el que deviene, sino el devenir el que segrega unos mundos poblados por individuos cuánticos, físicos, vitales, psíquicos.[11]
Regresando a uno de los dos temas centrales de esta investigación, la intensionalidad que cruza voluntad libertad (el segundo es la relación hombre animal y su gestualidad). Desde el campo trascendental el mundo de lo real nunca estaría en consonancia con el mundo de lo fenomenal; la fenomenología de la intencionalidad apunta a que son órdenes de lógica distintos que, si se les considera fuera del equilibrio-estable, comparten fracciones de magnitud que permiten experimentar el orden de la creación. Estas combinaciones se llaman: intencionalidades, una por una, cada intención[12], -entendida como la absorción que en lo afectivo hace el deseo fuera de la representación-. Es decir entendiéndola desde el principio de individuación de la génesis del sujeto como la capacidad real de transformación energética. “Nada se opone teóricamente a que haya una posibilidad de intercambios y de alternancias entre un sistema biológico y uno psíquico”[13]
Para entender la lógica de los estados/fases que modelan al individuo en el principio de individuación, habría que pensar la mediación suspendida entre trascendencia e inmanencia. Así pues, el gesto “puro” genético, instauraría una ontogénesis de corte metafísico gracias al testimonio que la configuración espiritual (transformación de tiempo como estructura y espacio como dimensión) guarda en la forma en la que se expresa la hecceidad[14] de esa instancia de la forma y la materia, no tomando ésta como inerte sino desde el inicio como un factor energético vital a lo que también podríamos nombrar expresión. Dicho de otro modo una expresión es sólo aquella, expresión que guarda la genuina unidad relacional en el ser, que presto a una incesante actividad se permite emocionarse (interior) por el encuentro con diferentes universos perceptivos (exterior) Así pues, el mundo, lo real, la naturaleza, es también una fase pre individual que permite gestar, ónticamente, gestualidad. Son encuentros con formas no puras de la percepción, son formas como el animal y el niño se encuentran.
El contrapunto con el idealismo, está en que aquí, los mundos, no son distintos sino que es la combinación de sus magnitudes la que permite el surgimiento de la inadecuación o desfase –se sostiene la asimetría entre universos, la diferencia y la heterogeneidad propios de la ausencia sintética de la apercepción- que se complementa no como un símbolo sino como el trazo del camino del destino previo manifiesto en el gesto. Las pinturas rupestres así como el arte son no símbolos en tanto que son caminos del pre-destino del futuro del gesto.
La acción sigue muchos caminos, pero estos caminos sólo pueden ser caminos porque el universo se ha ordenado al individuarse: el camino es la dimensión según la cual la vida del sujeto en el hic et nunc se integra en el sistema individuándolo e individuando al sujeto: el camino es a la vez mundo y sujeto. [15]
Aumentando el lente, de lo que se habla aquí es de la physis desde la operación lógica de su padecimiento, es decir hablo del pathos como experiencia perceptiva desde el campo impersonal. Esta experiencia es la de la expresión y la expresión es ya el estado en el que se ha trascendido un umbral. Con esto se añade una dimensión previa a las condiciones de posibilidad. La percepción misma en esta dimensión es la solución a una crisis. Ese umbral es el campo espiritual, el lugar de la tensión entre la intención y la acción que no pertenecen a dos reinos distintos sino al desfase de la intensidad de una y otra. El gesto del cuerpo en resonancia interna, algo como una alineación de la acción al deseo en proceso individualizante.
“Ce rapport entre l’individu et l’énergie potentielle est alors ce qui constitue un système de résonance entre structure et énergie” [16]
El principio de individuación propone una orientación hacia la realización del gesto y la emoción, porque siendo que “el ser humano es contemporáneo a todos sus elementos”, son una forma de relación de la materia y la energía. Mediación de órdenes compatibles en fracciones de magnitud, así pues, una mediación interior permite comunicar un orden de magnitud cósmica con un orden de magnitud infra molecular. En la fenomenología de la percepción el cuerpo se orienta hacia un campo virtual de movimiento, el principio que sostiene esta tesis se funda en una nueva axiomática de la forma, en la cual el cuerpo es la condición de la posibilidad del flujo del devenir.
Haciendo caso a todo esto, el gesto primitivo de la pintura en la cueva denotaría el gesto como hecceidad de la percepción. (el ser pre individual es aquel en el cual no existe faseidad, si no orientado hacia un campo interno que permiten actualizar su potencia en energía espiritual. El gesto es anterior a la formación del objeto, De arte en este caso, al arte facto, es la orientación de la intención vía la emoción. “La sensación es la captura de una dirección, no de un objeto”.[17] Estamos en el paso de un idealismo trascendental hacia una ontogenética trascendental que tiene su fundamento en el análisis de la percepción como apertura al mundo de las formas complejas.
II
Une pensée de la relation: Se piensa que el concepto es un objeto, un objeto se dice de algo material, sin embargo la materia del concepto ya contiene la forma. Un concepto tal como libertad, voluntad, deseo, serán objetos ideales que son creados con información (lo que forma su materia) de un proceso psíquico que deja remanentes capaces de dar lugar, mediante la energía, el tiempo y el espacio, a un despliegue o individuación proveniente del núcleo del individuo que está siendo en ese proceso, un medio de operatividad para crear un artefacto, ya sea estético, técnico o filosófico. El concepto entonces no procede de dos mundos, de un mundo a parte como si fuera una representación de, si no que se piensa que guardan una relación transductiva, transducir es traducir y transmitir,[18] una y otra: por ejemplo de la voluntad al deseo que es el tema que en este apartado me interesa, guardan una relación de actualidad. Operan actualmente su proceso de individuación, es decir su realización hacia, y componiendo una resonancia de la intensión del campo interno del sujeto en su extensión al mundo. Esta sonorización es del orden del campo vibratorio que contiene una emoción, sería análogo a la imagen en cuanto que aparenta. En este sentido la resonancia fusiona lo espiritual que lo anima[19] Cuando hay intención se trata de cuando el sonido se encuentra con la emoción. El sonido produce una operación de individuación es el resto que toda individualidad guarda como resonancia interna y que le permite tener un campo no determinado más que por la motricidad del cuerpo, entendida esta como el arco emotivo del cuerpo[20]. En primer lugar es vivir la vibración de la resonancia de la percepción. Sonido que no proviene del impacto de una cosa sobre otra. La virtualidad de las formas. Simondon aclara que la resonancia es el modo mas primitivo de comunicación entre realidades de órdenes diferentes.
La qualidad de este tipo de transducción es espiritual, lo cual sobra reconocer que no pertenece a la religión si no a la tonalidad emotiva que intenta explotar. Ya con Spinoza- Deleuze, se asienta la idea sobre la compañía que hacen espíritu y cuerpo y su efecto emotivo como experiencia de acción: expresión y movimiento. Aquí el dato que permite componer, hacer composibles[21] los contenidos de uno y otro aspecto es el nivel ontológico del que surgen sus relaciones y que dibujan el devenir. Para Simondon la espiritualidad es el modo de existencia del ser sujeto en tanto que es irreductible al individuo[22] y por tanto está en permanente devenir. La inseparable participación cuerpo espíritu como medio de las afecciones permite acceder a la naturaleza del devenir como la acción que rinde a la percepción la intensidad hacia la captura de la libertad. “J’appelle libre,quant à moi, une chose qui est et agit par la seule nécessité de sa nature”[23]
En el mundo filosófico de Simondon, el “individuo está genéticamente constituido por una condición energética y una condición estructural que prolongan su existencia”[24], fotón, frecuencia, ondulación, sonido, qualia, quantum, son requisitos para poder pensar el cuerpo desde el proceso de individuación que propone Simondon. Se trata de coeficientes de intensidad que se traducen en señales sutiles, como el gradiente de la luz.[25] Así pues, hacia donde vamos con esto en la tesis es pensar el proceso desde el gesto primitivo hasta su devenir en realidad virtual, no separable, disparation la energía, la velocidad, la luz, el sonido, el movimiento, son requisitos para el proceso de individuación, mismo que cancela la hipótesis sustancialista, no sólo al postular la inter-penetrabilidad de una diada, sino al incluir el factor del cuerpo como emoción y la conciencia como transitividad. Mismas que dan lugar a las posibilidades de la potencia en acto. Los conceptos son individuos vivos y por tanto latentes en procesos de intercambio de energía.[26] voluntad y libertad son conceptos que proceden del espíritu, mismo que expresa una cierta carga de realidad pre-individual, capaz de aportar al ser una nueva realidad”.[27] Lo psíquico es una inmersión en la realidad pre-individual, y conceptos como libertad y voluntad son la relación trans-individual que registra las insuficiencias de un cierto psiquismo (razón) para solucionar conflictos, a éste podríamos darle la tonalidad del espíritu en Spinoza, de la emoción en Simondon “provoca la reflexión sobre la naturaleza de los afectos” -no de los efectos como lo querría la versión idealista-, “lo desconocido del cuerpo, lo inconsciente del pensamiento, abren la posibilidad al ser de conocerse él mismo”[28]. Por tanto, las formas no están sueltas ni solas de percepción, de hecho una percepción es la captación de una forma, no desde la estructura de la forma como lo es un círculo o un cuadrado (aquí la radical diferencia con Kant y su a razón de a priori) Para esta propuesta la forma es una génesis.
III
Ahora bien, el tema que me implica es el de pensar la percepción de quienes hicieron arte en las cuevas rupestres. Las formas orgánicas denuncian que las formas geométricas no provienen de aprehensiones sensibles a priori, sino que son configuraciones que se crean por medio de la resonancia afectiva que permite inventar a partir de la información que pre existe en la relación de la voluntad con la libertad del alma. Un acto es creativo, único si el alma toca otra alma, si la voluntad y la libertad sintonizan.
[…] Portmann observa que la percepción de un león o de un tigre no se borra, , aun si tiene lugar una sola vez en una cría pequeña. Esto supone que los elementos geométricos simples no tienen importancia: sería muy difícil definir la forma del león o el del tigre, los motivos de su pelaje, a través de caracteres geométricos. En realidad, entre un niño muy pequeño y un animal existe una relación que no parece tomar de las buenas formas esquemas perceptivos: el niño muestra una asombrosa aptitud para reconocer para percibir los animales que ve por primera vez, las diferentes partes del cuerpo, incluso si una similitud muy débil entre la forma humana y la de los animales obliga a excluir la hipótesis de una analogía exterior, entre la forma humana y la forma de los animales. De hecho es el esquema corporal del niño el que está comprometido en esta percepción, en una situación fuertemente valorizada por el temor, y la simpatía, y el miedo. Es la tensión, y el grado de metaestabilidad del sistema formado por el niño y el animal en una situación determinada, lo que se estructura en percepción del esquema corporal del animal. La percepción capta aquí no solamente la forma del objeto, sino también su orientación en el conjunto, su polaridad, que hace que esté oculto o parado sobre sus patas, que dé la cara o huya, que tenga una actitud hostil o confiada, si no hubiera una tensión previa, un potencial, la percepción no podría conseguir una segregación de las unidades que es al mismo tiempo el descubrimiento de la polaridad de dichas unidades, la unidad es percibida cuando puede hacerse una orientación del campo perceptivo en función de la polaridad propia del objeto. Percibir un animal es descubrir el eje céfalocaudal, su orientación. Percibir un árbol es ver en él su eje de las raíces a la extremidad de las ramas. Toda vez que la tensión del sistema no puede resolverse en estructura, en organización de la polaridad del sujeto, subsiste un malestar que el hábito le cuesta destruir, incluso si todo peligro es apartado.
Debido a que parte del argumento que intentaré sostener procede de hacer la génesis del gesto, como el lugar de la percepción, es muy importante no obviar este tipo de experiencia. Trayendo la parte antropológica a sitio, Campbell dice que hay una relación morfo-genética entre la eternidad y el tiempo ( esto se podría discutir con la tesis de Simondon con la cual el individuo es contemporáneo de todas sus posibilidades). Es la estructura energética de ese individuo la que se relaciona con la del niño, es ese proceso de trans-individualización el que permite dar unidad y coherencia entre interior y exterior, entendiendo esto como intensión y extensión, el proceso entonces se traduce como intenSCionalidad. Todo empieza con la intención en el sentido de una energía potencial, procesos combinatorios de elementos que acaban dando el despliege, incluso, o mejor dicho, por eso, sin saber, una intuición hecha método de operación. Desde el terreno de la propuesta estética de Simondon la intención no es una representación de la malla que entreteje el mundo como voluntad, es la marca de un proceso de percepción a nivel de individuación y de la realización potencial de la personalidad. Acá no se trata de mundos soñados, de sueños soñados, por la conciencia, es la intencionalidad desde la mirada de la intuición exaltada, de su proceso ontogenético la que dirige el pensamiento de Simondon hacia la reflexión por la naturaleza de la emoción, esa que estructura topológicamente al ser, y que permite demostrar la infinidad de la potencia (versus muerte). Lo que permanece “velado” a la experiencia se devela en el momento en que se inventa una forma.
Para aclarar este punto relativo a la forma quizá sea necesario echar mano de figuras sobre el cuerpo desde su propuesta bioenergética. Para Simondon la incompletud o la parcialidad (eso velado) ya sea, físico, vivo, o psíquico siempre está en relación con un medio asociado[29]. Así pues todo movimiento necesita energía, para formar en la materia un modelo de acción. Esta actividad propia de la percepción requiere trascender la tensión; esta afirmación del cuerpo en su libertad y en su voluntad, como hemos dicho, provoca la intensión, es pues un proceso más de la fase o del medio del campo espiritual, donde la imagen rompe con los dualismos lógicos ya que “anticipan potencialidades perceptivas” y generan una zona de emoción[30] que alberga la semilla que sonoriza la acción, la llamada resonancia interna. Misma que atiende al principio de transducción al que apunta Simondon como la operación en la cual la potencia de un individuo se desenvuelve visiblemente como fase del ser, y en la cual la potencia no se trata de un ámbito virtual si no de la actualización de la potencia de la estructura del individuo; devenir: Los conceptos son individuos que están en una fase del ser que si bien no deja de pertenecer a la psique, (alma) habrá que recordar que no se les atiende aquí como productos de estructuras de la razón (ni de forma dialéctica) sino como individuos que tienen un centro y que se expanden hacia sus extremos. Tal como Simondon explica el comportamiento de los colores[31]. Nosotros tratamos de explicar el devenir del concepto, en este caso lo concerniente a la libertad y a la voluntad trascenderían la tesis kantiana sobre aquella como un noumeno:
Penser une duré réelle, ou ce qui revient au même l’individuation permet ainsi de dépasser l’aporie kantienne de la liberté conçue comme «noumène», qui ne serait pas accesible à l’expérience. Il y aurait alors une antériorité de l’individuation sur l’Idée, du processus sur le príncipe, de l’intuition saisie dans la durée sur sa forme à priori: il y a passage des conditions de l’expérience posible aux conditions de l’expérience réelle.
De tal suerte que siempre estaríamos en el centro del proceso allegándose según la cercanía con el espíritu con la cual se está trans-individualizando, a un extremo u otro. “Para saber cómo puede ser pensado el ser, hace falta saber cómo se individúa”
Habrá que recordar una vez más lo que quizá sea la tesis principal en la presente investigación. En el campo del concepto estamos en el terreno de la percepción como gesto. Es decir, es el cuerpo el que está en una fase física del devenir de su intención. La fuerza que tensa la determinación biológica con la indeterminación somática es una lucha a ganar o perder. paso continuo, ni como un salto de naturaleza- en términos de «nacimiento». Así, cuando escribe que,
«hablando estrictamente, no hay una individuación psíquica, sino una individuación del ser viviente que hace nacer lo somático y lo psíquico», hay que tomar esta expresión en un sentido más bien literal. Todo paso de una fase a otra –es decir, toda individuación- es un nacimiento en un plano distinto, pues abre una nueva «forma de vida». Tanto es así, que podría decirse que el nacimiento no es un fenómeno de la vida, sino la vida un fenómeno del nacimiento. O bien que vida y nacimiento se superponen en una maraña inextricable, de modo que cada uno es el margen de apertura del otro. [32]
La expansión del universo, la conexión con el macrocosmos del microcosmos se vivifica si la intención se respira. Lo trascendental cobra fuerza, en el sentido de la vida.
Nietzsche criticaba a los filósofos por su falta de conocimiento en fisiología.- con esto lo que puedo decir es que Simondon hace del devenir un objeto del proceso de individuación tal que la vida se vuelve un fenómeno del nacimiento y no al revés, con esto lo que se intenta decir es que la meticulosa análisis que hace de las operaciones del sistema metaestable, llevan a un conocimiento sobre la naturaleza.
Se presta un especial interés al movimiento por el que transita; recordemos que estamos en el plano que podría tocar lo psicológico, y queremos mantener la separación con los intentos psicologizantes que se hicieron de Merleau Ponty por ejemplo. Entonces, para reflexionar sobre la tesis: la intención = percepción en movimiento, orienta y reconcilia voluntad y libertad, no lo veremos desde el campo gestáltico, nada más alejado de esto. En este sentido Simondon y Bergson están más próximos a nivel de la gestualidad, retomemos el ejemplo del animal para luego acudir a la intensidad de los colores y poder explicar la intencionalidad desde lo transindividual.
El cuerpo extrae el medio en un acto de movimiento del espíritu, la relación que le provoca una expresión (esto sería el proceso gestual), no confundir con la idea kantiana de configuración.
Respecto a la lectura que hacemos de las pinturas en las cuevas, pensamos que, en efecto, no es la identidad la ecuación por la cual se podría percibir el mero acto de pintar un caballo o un toro, si no el encuentro con… la relación con.
La novedad de Simondon es extraer de la física el proceso de operación de la individuación para anunciar un paradigma del mundo espiritual y del mundo natural. La naturaleza[33] entonces no es vista como una fuerza de inmanencia desconocida sino como un espectro de fuerzas y magnitudes que contienen no la forma de su esencia sino la intencionalidad que captura la información. Sin embargo la individuación física, como lo plantea Simondon, se queda corta (incoactiva) y es la individuación vital la que permite una dilatación del proceso[34], que puede mantener el proceso en constante adaptación. No hay entonces una representación de la naturaleza ni un deber ser, si no que es la correlación entre cronología y topología del sistema.[35]
164 Op. cit., pp. 289-290: ―Simondon define la superación
[1] El reduccionismo (…) que por sus “manifestaciones”, nosotros percibimos solamente las “dimensiones que surgen en lo real cuando se individúa” (partícula-energía,individuo-medio, espacio-tiempo), “sin poder captar lo real preindividual que subyace a esta transformación”. Estas dimensiones son las fases del ser. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/view/4537, 2018-08-02
[2] Lo que interesa pensar como un posible campo de estudio es la relación que hay entre la libertad y la voluntad.
[3] Gilbert Simondon, Curso sobre la percepción, Cactus, Argentina, p 44.
[5] Como un antecedente histórico en la filosofía está la aportación de Shopenhauer, al caso: “He ampliado mucho la extensión del concepto “voluntad” […] Antes sólo se reconocía a la voluntad cuando iba acompañada de conocimiento y cuando el motivo determinaba por tanto su exteriorización. Pero lo que yo digo es que todo movimiento, toda configuración, todo impulso y todo ser es manifestación u objetividad de la voluntad; puesto que ésta es el en-sí de todas las cosas, es decir, el residuo que queda cuando prescindimos de que el mundo es también representación” Safransky, Shopenhauer y los años salvajes de la filosofía, Tusquets, p 274. Es importante resaltar que para Simondon no se trata de una voluntad entendida como un “yo quiero” que tome la conciencia y que la intencionalice, si no como un acto que le permite re-centrarse, como una disposición vital. El en sí no es un inteligible ni un inaccesible para la inteligencia, sino como una presencia absoluta dada en el estarse en recogimiento en el cuerpo. Ver: Nicolas Dittmar La vie du corps p 85, Dittmar philosophie La voluntad es la orientación; la voluntad como cosa en sí se orienta desde su proceso trans-individual (de relación con la libertad del deseo) y se intensifica, convirtiéndose en una relación de intencionalidad. Así pues, los datos de información que operan en un nivel psíquico de células, tienen una orientación, eso se llama génesis. Y de ahí que la percepción no sea un dato sensorial, traído del mundo externo sino la solución interna a un conflicto que fue del orden de una realidad interna : intra perceptivo. Donde el dato es información trascendental. A este campo Simondon lo entiende como campo espiritual. La diferencia con otros modos de fenomenología, está en el modo en que no es la conciencia quien hace inteligible la intencionalidad si no que proviene, como ya he dicho, de la génesis. La vida espiritual se sitúa en otro lugar.
[6] El gran cuestionamiento filosófico sobre la relación de la diferencia de la naturaleza entre una cosa y otra de distintos órdenes. Por ejemplo el complejo problema de Leibniz, A = B, identidad frente a personalidad.. en la medida de proporción en que se unen es la relación que tienen.
[7] Es metafísica toda tentativa de explicar la naturaleza desde la pluralidad de planos,, online: Gilbert Simondon, Una metafísica de la participación, Pierre Montebello, Astrolabio. Op cit, en https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/view/4537
[8] Lo que le permite pensar a Kant en dos mundos, es la concepción de una axiomática que se rige por un principio de linealidad. Esto no considera la física material: donde si se puede hablar de leyes, la que impera sería la del desfase. Donde en una fase se crece, en una fase alterna se decrece; eso es lo complementario.
[9] Nicolas Dittmar, Phénoménologie et individuation, la vie du corps, citando a Maurice Merleau-Ponty.
[10] https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/view/4537
[11] Gilbert Simondon, Una metafísica de la participación, Montebello, Astrolabio, online, ibídem.
[12] Las lógicas del pathos del logos, las lógicas de la ética de la estética. con ellas se introduce la distinción entre intención e intensión. A mi juicio es importantísimo señalar, como lo entiende Simondon que la individuación es una diada intensiva: mixta de pensamiento y entendimiento, de reflexión y de sensación. Phénoménologie et individuation, La vie du corps, Nicolas Dittmar, p. 134
[13] Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma e información. Op cit.
[14] El gesto se piensa como una hecceidad. La hecceidad es un concepto que Duns Scoto meditó. Y que en breve sería la potencia de la sustancia puesta en acto.
[15] Simondon, Ibid.
[16] Être singulier commun, Bernard Aspe, en Simondon, Pascal Chabot, et al, Vrin, 2002, p 22
[17] Simondon, La individuación, Op cit.
[18]https://ridaa.unq.edu.ar/bitstream/handle/20.500.11807/540/17R2007v13n26.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[19] Nicolas Dittmar, Phénoménologie et individuation, la vie du corps, Édition Dittmar, p 119.
[20] Pensemos en nuestro cuerpo y su la estructura. Haciendo un ejercicio fenomenológico pensemos en estar de pie, levantar la pierna derecha y sujetarla con ambas manos, plegar el pecho hacia la rodilla. Además de la vectorización de la física distribuida en el esquema corpóreo para conseguir tal acción, más allá de la propiedad cerebral palpitante, el hecho es de cualidad estética: internamente la energía conduce a levantar, alzar, poner candados energéticos y propagar datos de información sobre la respiración capaz de proponer un estado del cuerpo que percibe una forma ( es decir una materia psíquica) en su conexión con el mundo.
[21] Importante distinguir entre lo composible versus lo compatible. Dejando de lado la oportuna tesis de Leibniz sobre la identidad, solamente retomamos la pregunta que cabe hacerse en ella desde Simondon: ¿cuál es la relación entre A B?. El pensamiento geométrico matemático ha marcado pautas para pensarlas, sin embargo en este modelo que cambia de paradigma y que concibe nuevos postulados ontológicos, ese modelo no opera, Lo que opera es una filosofía de la especie de relación, de la transducción. Empecemos por sostener un par de premisas: a) la distinción que opera en la relación no es de naturaleza si no de grado, b) la relación no abroga c) la relación es un préstamo de que la propia operación de individuación le hace al individuo, la libertad toma prestada la voluntad y viceversa.
[22] Simondon, Muriel Combes, Vrin p 46
[23] Dittmar, Op, cit. p 143
[24] Gilbert Simondon, A la luz de las nociones de forma e información, Cactus, p. 128
[25] Ibid, p. 306
[26] Ibid, p. 192 Nota a pie: Esto sería verdad si se considera el mundo físico como materia y como sustancia; pero ya no es cierto si se considera como algo que contiene sistemas en los que existen energías potenciales y relaciones, soportes de información. El materialismo no toma en cuenta la información.
[27] Ibid, p. 202
[28] Phénoménologie et individuation, Op cit, p 154
[29] Bernard Aspe, Simondon, Vrin. p 22
[30] Cfr. con la zona oscura en Simondon.
[31] Simondon, Curso sobre la percepción, Op cit, Tratémoslo durante un momento como si fuera un color, azul intenso: puede ir hacia el magenta y hacia el verde, en su centro está el azul, la degradación es un proceso polifásico, siempre reuniendo la complementariedad para devenir el “siguiente” color, el temperamento es azul, el espíritu estimula a la materia a la duración en un sentido Bergsoniano-, la intuición exalta a la inteligencia, la libertad invita a la voluntad que es ella misma una fase, el color verde. La relación es intensiva.
[32]https://repositorio.uam.es/bitstream/handle/10486/9655/50168_CADAHIA.pdf?sequence=1
[33] Algunas líneas que sirven como postulados: la naturaleza no está hecha de individuos ni es ella un individuo, está hecha de dominios del ser que pueden llevar a o no a la individuación, un estado donde la demostración al ser de la infinidad de potencia que lo atraviesa sería la muerte. Simondon.
[34] La individuación vital sería como una dilatación del estadio incoactivo, que permite una organización y una profundización del comienzo extremo.
[35]Montebello, Op cit, online.
Aline Lavalle Henaro, historiadora, maestra en filosofía y psicoanalista, tiene una investigación sobre la conformación del cuerpo, y las vías prácticas a las que recurre permiten poner en relación distintos lugares de la reflexión filosófica. Actualmente es doctorante por el colegio de saberes.