Los límites parecen ser los territorios, pero creo que todo se centra en una dinámica de capas, el cuerpo es también un territorio cuyos límites pudieran ser en algún momento inciertos. Los territorios y los cuerpos pueden verse trastocados por los contextos en los que en algún instante pueden localizarse. Hoy en día siento y presiento que el arte de acción se encuentra detrás de todo, uno de los aspectos más genuinos del ser humano: la necesidad de comunicar sus ideas a través de sus acciones.
El cuerpo es el instrumento inmediato para ejercer cualquier trabajo, es la localización de la voluntad y el acto es el momento en el que se hace visible esta realidad. El acto o la ejecución de la acción es un colapso de tiempo, espacio y cuerpo, los tres se vuelven un solo tiempo, un solo espacio y un solo cuerpo, es tan evidente que puede ser todo y nada al mismo tiempo. Este proceso es tan inherente a la sociedad que no puede ocurrir aislado, debe ser observado y completado por el otro, siempre necesitamos hacer visibles para “otro” nuestros momentos, de ahí que el arte también se transforme en una necesidad de comunicación.
Determinar cuándo empezó todo realmente puede ser un tanto difícil, quizás porque siempre fue una necesidad expresiva que sentía, era una forma de decir sin decirlo, era gritar sin ser escuchado, era exponerme sin ser evidente. Quizás a esas contradicciones, que tanto pueden molestarme y al mismo tiempo definirme, pude encapsularlas dentro de metáforas que escribía y sí, creo que debo admitirlo, creo que todo empezó con la escritura, con la cual pude encontrar vías para expresar algunas ideas, imágenes que venían a mi cabeza de una forma u otra, y necesitaba verlas allá reflejadas en algo, ubicadas afuera de mí, en los textos.
La vida es más interesante que el arte, pero el arte me ha ayudado a entender un poco más a la vida, al igual que la ciencia. Estudié una ciencia básica que estudia la composición de la materia, los cambios que sufre y las leyes que rigen a esos cambios, pero en paralelo recogía basura y pintaba sobre ella, tomaba autorretratos y realizaba algunas “acciones” sin saber lo que era un performance.
Nunca realicé estudios formales de arte, realicé algunos talleres debido a mis inquietudes por aproximarme al medio, siempre fui obsesivo con la investigación. A pesar de considerarme metódico, llevo los procesos desde cierto orden caótico. “Todo tiende al desorden” (según la entropía de los sistemas), y al mismo tiempo representa un orden.
En mi primera exposición individual [inflexiones] (Organización Nelson Garrido, Caracas 2014) viví 3 meses en el espacio expositivo, trasladando mi habitación y realizando una instalación- performance que trataba precisamente del hecho de cómo ciertos cambios se pueden encontrar a través de la ejecución de lo mismo, no hay nada más trasgresor que lo cotidiano, lo más próximo se vuelve inevitablemente algo descontextualizado. Luego retomo el espacio público tomando en cuenta su fragmentación, la descomposición del paisaje urbano y la crisis como el leviatán que devasta la integridad humana y social, me introduzco en el espacio expositivo con El Tercer Mundo (Museo de Arte de Valencia MUVA, Valencia 2015), una instalación de escombros encontrados en las adyacencias del museo y las relaciones China- Venezuela gobernando mis sentidos, de esta forma voy realizando obras derivadas, voy derivando cada vez más las acciones y obteniendo productos más simples, es el proyecto en el que más he trabajado y menos tiempo ha durado en exhibición, al ser destruida por actos vandálicos en la inauguración y durante la realización del performance 吃米飯 (comiendo arroz), el desgaste superó la ficción y la fricción. Hay formas dolorosas de aprendizaje, en mi país la (in)seguridad es en sí un eufemismo.
Pasaron 2 años en los que mi trabajo oscilaba entre las acciones para la cámara, acciones en el espacio público y algunas participaciones en exposiciones colectivas, entre las cuales se pueden mencionar piezas como autogolpe (2015), Epístola (2016) y el Carnet de Circulación (2015- ). Finalmente en el 2017 tuve dos exposiciones individuales en 2 galerías de la ciudad de Caracas: |READYMAx| (abra Caracas, Centro de Arte los Galpones) y Elucidaciones (el Anexo- Arte Contemporáneo). En ambos proyectos abordaba temas vinculados a la concepción del objeto y cuerpo como obra de arte y la implicación de los sistemas de clasificación del tipo de archivo que iba generando; uno desde la materialidad del objeto (READYMAx) y otro desde la inmaterialidad de la obra concebida desde una óptica de la ciencia (Elucidaciones). Ese mismo año llevo a cabo un proyecto performático a través del cual dejo el país y me traslado a la Ciudad de México, (IM)PORTAR junto al artista y curador Pancho López.
Una vez que me encuentro fuera del país, trato de convencerme de que la violencia no se encuentra geo-localizada en Venezuela, existen los contextos y la relatividad de las circunstancias. Comienzo a sentir diferentes ritmos a mí alrededor, entre los cuales todo se encuentra “estable” y yo me encuentro agitado. La experiencia en México podría catalogarla como sísmica, fue muy intensa en todos los sentidos, desde el movimiento de un territorio a otro, transformarme en la “importación” de un artista y asumir el proyecto entre el cual se cruzaba la obra y la vida; hasta el movimiento de las placas tectónicas. Surge la pieza Magma (2017) en la cual reflexiono sobre lo que ha ocurrido recientemente con el terremoto que azotó a la Ciudad de México, poco a poco me voy refugiando en la sutileza de las metáforas. La acción no es la vida, sino la serie de medidas que tomamos para preservarla, cada instante se vuelve (im)portante en un proceso, es un principio crucial.
En Demarcaciones (2018) tengo la necesidad de dejar una huella en el espacio natural, abierto, sin límites, imposiciones o restricciones, así esto represente mi muerte térmica. Una vez más mi cuerpo yace tendido sobre un espacio, a pesar de ser una Acción Inerte o Acción de Descanso como suelo denominar este tipo de acciones, voy cediendo calor al medio, voy reflexionando sobre este principio termodinámico, desde el material más próximo: mi propio cuerpo.
Lisboa no es Venecia (2018) es una bitácora que voy llevando en paralelo durante mis últimos días en México y mis inicios en Portugal, surge como una metáfora sobre el espacio y la dualidad de las relaciones, es una intervención sobre una guía turística de Venecia, que digitalicé y publiqué en la web, el diario 010. “Al encontrarse con el ser amado hay una posibilidad de negar al territorio y regresar a un estado que se anhelaba, sin embargo, la realidad puede ser diferente y es donde te ubicas nuevamente en un espacio y tiempo distintos, así experimentas las contradicciones entre las expectativas y la realidad”. Existe cierta lógica dominada por el azar entre los diarios que voy llevando en paralelo a mis procesos, son intervenciones de libros usados que consigo o que me regalan, cada uno va llevando una temática que se cruza con la realidad que estoy viviendo: una escritura casi automática y silenciosa. Me doy cuenta de que me encuentro en Lisboa, aquí surge el cambio de estatus: de importación paso a ser un inmigrante, en este contexto debo, aparte de adaptarme, sobrevivir por mis propios medios, ya no tengo una condición de “huésped” o invitado, ahora debo enfrentarme a una serie de circunstancias implícitas en el hecho de vivir en un país distinto, continente distinto y provenir de un país en crisis. La imagen del caracol alude a esa condición de adaptabilidad y resiliencia, llevando su carga a cuestas. Esta imagen viene combinada con cierta condición de aislamiento, Ostracismo y Atlas (2018), provienen de estas reflexiones.
Dentro de los sistemas de comunicación y el contexto en el que me encuentro actualmente busco vincularme a Lisboa y a sus propias dinámicas, en el proyecto U-mailArt Lisbon (2019) utilizo los sistemas de comunicación y circulación convencionales, el correo tradicional y el metro de la ciudad, para llevar a cabo una obra abierta a la participación e interacción con los transeúntes, mi acción se centra en infiltrarme en los sistemas establecidos para lograr establecer un sistema de comunicación paralelo, me mimetizo con el contexto siendo el cartero del correo subterráneo, revisando los buzones instalados en 4 estaciones del Metro de Lisboa durante 45 días, cuyo contenido voy digitalizando y subiendo a una website, generando un archivo de lo ocurrido.
Todo esta trayectoria llena de imprevistos, júbilos y sucesos ha sido registrada mediante trabajos que llevo como obras proceso, que operan como una forma de auto-documentación biográfica, interAcciones y las imágenes/scanner que voy produciendo, en algunos momentos operan como traducciones anecdóticas de lo acontecido, una constelación que siempre permanece pero que sólo es posible visualizarla en algunos momentos. Todo esto cada vez más me ubica en un contexto Deslocalizado, que me moviliza hacia diferentes lugares y horizontes, esbozando un continuum que se cristaliza como un constructo, en la indeterminación se centra esa cualidad cautivadora de la dispersión, así la obra no es un material, no es el objeto generado sino el recorrido y la capacidad de vivir toda la intensidad de un instante para después dejarlo pasar.
Artista Venezolano