Khora nos sucede, y nos sucede como el nombre.
Y cuando un nombre viene, dice en el acto
más que el nombre, lo otro del nombre y
lo otro a secas, cuya irrupción justamente, anuncia.
Ese anuncio aún no promete, y tampoco amenaza.
No promete ni amenaza a nadie.
Todavía ajeno a la persona, sólo nombra
la inminencia ajena al mito,
al tiempo y a la historia de toda
promesa y toda amenaza posible.
Jacques Derrida.
Decir por escrito y con la formalidad de una notificación, de dirigirse con el nombre al destinatario identificado en el acto de hacer saber por la acción misma de emplazar, del como sí, de dar lugar, plaza. Espacio de enunciación implícita de entendimiento por el límite y proximidad del castigo, por amenaza del no matarás del contrato social hacia la articulación de una respuesta.
Tiempo y espacio de respuesta en que un notificador dotado de fe en su nombre, da crédito en la acción dirigida a un sujeto de derechos. Acción del hacer saber-se a las partes en un juicio por identificación, en un campo fijado en la contradicción (litis) como punto a resolver.
Acción de hacer saber por embestida e investidura de la maquinaria reproductora de límites. Formalidad del como sí por vías del “entendimiento”. Amenaza ajustada a la lógica del encierro por razones del mas fuerte, de exclusión y reconocimiento por los límites, a la vez que emplaza, aplaza la posibilidad de respuesta por el afecto.
Se trata siempre de saber meter miedo, de saber aterrorizar haciendo saber…
Se trata en efecto de ese miedo, de ese terror o de ese pánico, del que Hobbes declaraba en el Leviatán, que era la pasión política por excelencia, el resorte de la política.i
Sitiado o situado en el lugar del emplazado, en la parálisis de tal tensión, del terror en el circuito amenazante de lo “vital” que hace reaccionar por vías del dolor, haciendo del temor el nombrado síndrome de Estocolmo, de la tortura por la univocidad de la promesa de prolongar la vida biológica ¿Qué convoca al rodeo y búsqueda de respuesta más allá de una reacción?
El niño se pregunta con temor: ¿qué hago aquí? Hace de la oscuridad una pregunta ya habitable, apropiable, propiamente un espacio fuera del juicio de sucesión, tiempo de pregunta en el espacio que ocupa en relación al mundo heredado. Rodeo de alguna huella, de corresponder al afecto ante la identidad que se producida, la de ser para uno y para otro en el acto de nombrar, en la economía del reconocimiento, de la necesidad de saber por el temor, del determinar determinándose, hacia un recorrido del lazo y una posibilidad de despliegue.
(…) para Hobbes lo decisivo no es la igualdad ante la muerte sino la igualdad del temor, resultante de una igual capacidad para matar, poseída por cualquiera y que persuade a los hombres en estado de naturaleza para ligarse entre sí y conseguir una comunidad.ii
Fundamento del lazo por la ley, previo al nacimiento, por herencia y adhesión prohibitiva del no matarás hace legible las cláusulas, los hilos en la decisión de vivir con el otro hacia una correspondencia por el afecto, del responder, de responsabilidad en la imposibilidad del lazo. Pregunta desde del miedo ante la inminencia y la pregunta del ¿qué? y ¿quién?, del emplazamiento clasificatorio en la exclusión/inclusión como lectura en la transmisión del mundo. Los corrales razonables del animal, del conocimiento por clasificación, especie, raza, domesticación, peligrosidad, determina y se hace coincidir por la fuerza, a la vez que fundamenta y subsume el acontecimiento a la ley.
La literalidad de la norma no exenta al hombre de la muerte, la acción de aplazar el afecto, sustituye la posibilidad de respuesta. La unanimidad de la muerte no es legislativa, la fatalidad es posibilitadora de la construcción del espacio y del tiempo con el otro. Un otro es que emplaza por su condición de otro, encuentro y decisión de vivir fundan y re-crean lo vital.
En el seguimiento del rodeo del afecto por los límites, del animal y el hombre en su producción y clasificación según su docilidad/utilidad del adiestramiento del caballo, de la rienda, del herraje como prótesis, en la aceleración por la técnica, y en menoscabo del afecto y la pregunta como posibilidad de cuestionar los corrales razonables de la domesticación a la lectura literal de la norma. Desaceleración y afecto abren la pregunta inédita, que parafraseando a Derrida, del animal que estoy si(gui)endoiii, que siendo y sigo, suspende en las huellas de una escritura que hace saber, y alcanzo algo a leer, a seguir.
La unión forzada y proporcional en función de la docilidad y aceleración de la técnica de la rienda, expone el artificio queel jinete imprime sobre el animal domesticado. Con el filo de la espuela, el jinete roza sus verijas provocando movimiento por reacción a la rienda. Tal intento de fusión del animal y el hombre, hacen de la fuerza un olvido del afecto en la producción proteica, en tanto que el artificio expone el miedo en aquella fusión, lo oculta en su producción acelerada en la obediencia a los corrales que le dan el guión.
Quizás la pregunta desde el miedo, del tiempo y lugar del afecto que ocupa ante la inminencia amenazante, produzca un tiempo articulable. Cuerpo y desaceleración como límite a los ritmos y clasificación dados en el emplazamiento.
Por otra parte, pregunta Arendt en relación a la violencia: “¿Acaso los hombres no han equiparado siempre a la muerte con el descanso eterno, y no se deduce de ahí que mientras tengamos vida tendremos pugna e intranquilidad? ”iv El afecto adherido al lazo normativo, “descansa” el cuerpo, a la vez que paraliza. Circuito que el hastío convoca al rodeo afectivo a partir de las preguntas ¿qué? y ¿quién?, como búsqueda ante la maquinaria que por la inmediación, inmediatez, del terror por reproducción de imágenes.
El lobo es un hombre para el hombre, y no un hombre, cuando (como si) no se sabe cuál es él.
Dicho de otro modo, allí donde el hombre no hace saber al hombre quién es o cuál es él, se convierte en lobo. Quién o cuál (qualis) también quiere decir quién o qué… Esta gramática, otra o la misma, hace temblar la autoridad decidible del <<quien>> y del <<que>> así como el orden de la sustitución.v
Es tal reproducción soberana del como sí, que alerta por la formalidad de sus artificios en el emplazamiento y por la reproducción inidentificable ¿Qué distancia/tiempo articulable desde el afecto fundante del miedo y la amenaza sin rostro de la maquinaria? Amenaza y promesa exigen un rodeo en la solitaria pregunta por la responsabilidad del mundovi como punto de partida en la decisión de vivir, de la posibilidad de construcción de discurso habitable con el otro, más allá de sus fundamentos.
Si bien la herencia del mundo apuesta por “la vida”, no significa que la vitalidad se encuentre dada en aquella promesa aplazable; es entonces que el fundamento no concluye por término, por determinación, sino es propiamente la alteridad como vida fundante de respuesta.
El miedo del legislador no sustituye el afecto del cuidadano como ley. Tanto en la reacción como en la respuesta, la alteración por emplazamiento de la alteridad, hace de la inminencia fundante de lo traumático como re-creación de la literalidad de una lectura por el afecto.
Arendt en Pasado Futuro da cuenta de la falta de autoridad en la educación estadounidense, texto en que refiere la casa como espacio seguro del niño en la transmisión. Es precisamente en el capítulo La Crisis de la Educación que convoca pensar espacio y tiempo, mas que en el movimiento unidireccional de la meta como promesa.
Sin perder de vista la animalidad en la denominada fiesta brava, que por identificación del animal en el recorrido de una plaza, por los límites dados, este en ocasiones reacciona con tendencia a la querencia, como lugar por donde le fue emplazado el ruedo; del otro lado, la contraquerencia, el sitio ocupado por quien preside la decisión sobre la vida del animal en aquella actividad por vías interpretativas sobre la reacción de la bestia. Interpretación en relación a la bravura, por número y “calidad” de las embestidas hacia la espada que oculta el capote. Sitio de decisión del indulto que por vías interpretativas prolonga la vida del animal en utilidad de aquel circuito y a riesgo de la pérdida de la vida del animal, del hombre, de ambos y/o de ninguno.
La pregunta por las fronteras como división del territorio en la doble pared, del umbral de la ventana en que se observa de una y otra posición y en ambas direcciones, del adentro y el afuera, hace campo, distancia articulable de una posible respuesta.
Mas que poner a juicio a los agentes que representan la transmisión del mundo, y la prolongación de la vida biológica por adhesión a la lucha de herencia por el territorio, la citada autora, siguiendo de cerca la educación de la época, ofrece una lectura del tiempo y espacio en la actividad imposible de la transmisión del mundo.
Imposibilidad de una correspondencia mas que promesa de conservación del presente, de un territorio dado, del mundo al que se ha traído al hijo, que en afán de protección del mundo y al mundo del hijo, protege de lo nuevo ante lo viejo y lo viejo ante lo nuevo; es el hijo quien no quiere dejar a los padres, aunque también son estos que no quieren dejarlo.vii Dice Arendt:
Desde luego existen unos pocos melancólicos efectos marginales en la tranquilizadora idea de que sólo necesitamos marchar hacia el futuro, de que no podemos dejar de contribuir de cualquier modo al hallazgo de un mundo mejor. En primer lugar existe el simple hecho de que el futuro general de la Humanidad nada tenga que ofrecer a la vida individual, cuyo único futuro cierto es la muerte. Y si se prescinde de esto y se piensa solamente en generalidades, existe el argumento obvio contra el progreso según el cual, en palabras de Herzen, «El desarrollo humano es una forma de deslealtad cronológica, dado que los últimos en llegar son capaces de beneficiarse del trabajo de sus predecesores sin pagar el mismo precio» o, en palabras de Kant, que será siempre asombroso […] que las generaciones primitivas parezcan sufrir el peso de una tarea, sólo en beneficio de las generaciones posteriores […] y de que solamente las últimas tendrán la buena fortuna de habitar en el edificio terminado.viii
El emplazamiento y la transmión clasifican identidades en relación al otro como posición paralizante y posible de articulación, a la vez que sustituible de alteración, así como posibilidad de rodeo del afecto en la frontera entre morir violentamente y miedo al abandono ¿A qué se teme sino a morir? ¿A qué se teme sino a morir por el otro? Tanto por manos del otro, como adherido al otro.
El hecho de que el niño carezca de un código de necesidades articuladas con sus satisfacciones externas pertinentes le convierte en un extraviado y en un desamparado. Su necesidad fundamental pasa a ser demanda de amparo, y su angustia fundamental se traduce en miedo a morir por la falta de afecto, miedo al abandono que corroe al sujeto humano y lo convierte en un sujeto asustado. Quien hoy maneja un smartphone está, al respecto, igual de asustado que quien marcaba, en los llamados pueblos primitivos, los troncos de los árboles.ix
El abandono, ante la necesidad de protección se podría atribuir en tiempo y espacio a lo originario no por su cronología sino por la repetición que se actualiza a lo largo de la vida y en la relación con los otros. En ese sentido, decisión de vivir y no coincidencia implican al hombre en su demanda y su decir singular. En ese sentido, desvalimiento y abandono no son exclusivos del niño. Dice Francisco Pereña al respecto del miedo y la angustia:
Si bien la angustia se ubica al tiempodel nacimiento, como primera vivencia, es también fuente y modelo del afectoproveniente del desamparo del sujeto por su extravío en la regulación instintiva y la consiguiente transformación de la necesidad en demanda. Esa angustia, o desamparo, lo expone en cuerpo y alma, como se dice, al otro. Esa exposición que le angustia, esa exposición a la angustia, se organiza como miedo. Con el miedo, la angustia encuentra un objeto y una representación. Esa representación, por ejemplo el lobo en los miedos infantiles, es el comienzo de un modo de localizar en el exterior la causa de la angustia, tratando al otro como representación de esa causa exterior.x
La angustia, en tanto inminencia, sitúa en la frontera entre miedo al abandono y miedo de morir violentamente, aun sin saber quién y qué, preguntas configuradoras del temor, de la extrañeza en lo contingente, de reacción de buscar rostro a la maquinaria legislativa del “no matarás”, desde la prohibición fundante del límite. Quizás es una forma de aproximarnos al miedo, a partir de sus emplazamientos y embestidas, a lo mas próximo y ajeno, ahí desde lo que Freud nombró lo unheimliche, lo familiar y extraño, del cuestionamiento del espacio seguro, de sentirse extraño en casa. Dice textualmente Derrida:
(…) hay algo que nos expulsa de lo Heimliche, de la quietud sosegante de lo doméstico, de lo Heimisch, de lo habitual (Gewohnten), de lo corriente y de lo familiar (Geläufigen). El hombre es lo mas unheimlich porque sale de lo familiar, de las fronteras (Grenze) habituales de la costumbre, etc… Lo propio del hombre sería, en suma, esa forma de no estar seguro en casa.xi
Es alteridad en sí que hace posible cuestionar los espacios en la decisión de vivir, del umbral de la casa y el espacio público, de lo familiar y lo extraño, del pasado futuro. Sino tenemos testimonio del nacimiento ni registro después de la muerte, es la decisión de vivir aun con la certeza de finitud que responde los tiempos hacia un devenir.
El acto de emplazar no se encuentra aislado al ejercicio de la norma, sino que exigencia de entendimiento y pregunta abre el espacio que hace temblar ante la curiosidad, de saber ¿qué?, ¿quién?.
La irrupción del emplazamiento abre la pregunta ante lo propio del afecto como posibilidad de cuestionar los espacios en el umbral de la casa y espacio público, de lo familiar y lo extraño, del pasado y el futuro. Posibilidad de retomar la pregunta por las ebras del lazo, de hilar y articular el aquí y del ahora, entre uno y otro discurso por los nervios.
En el cuento Serpiente, se oyen las voces de la educación que dictan matar lo distinto, al animal visto afuera, no solo por su diferencia clasificatoria, sino por su tonalidad dorada. Voces de la educación que cuestionaban la “hombría”. Voces que en un segundo momento maldice el autor después de haber lanzado una piedra a la serpiente, de la que se arrepiente juzgando tal acto. Una vez arrepentido de no haber mostrado hospitalidad, dice:
Serpiente.
Pensé: ¡qué acto tan cobarde, vulgar, mezquino!
Yo me despreciaba, a mi y a las voces de mi educación detestable.
Y pensé en el albatros,
Y pensaba que volviera mi serpiente.
Porque de nuevo me parecía que era como un rey,
Un rey en el exilio, sin corona, en el mundo subterráneo,
Listo para ser coronado de nuevo.
Y así pasé de largo junto a uno de los señores
De la vida.
Y tengo algo que expiar;
Una mezquinidad.xii
Un quizás del devenir del vínculo, la experiencia traumática y el saber que requiere entonces la transmisión y no el simple adoctrinamiento de una ley que por sí misma no crea el mundoxiii; sino en el acto de transmisión en que se ejercita la elasticidad de un posible lazo.
Referencias
i Derrida, Jacques, Seminario La Bestia y el Soberano. Argentina, Manantial, 2010, p.62.
ii Arendt, Hannah, Sobre la Violencia, Alianza, 2006, p. 93.
iii Derrida, Jacques, El Animal que Luego Estoy Si(gui)endo, Trotta, 2008.
iv Arendt, Hannah, Sobre la Violencia, Alianza, 2006. p. 94.
v Derrida, Jacques, Seminario La Bestia y el Soberano, Argentina, Manantial, 2010, p.87.
vi Concepto retomado de: Arendt, Hannah, Entre el Pasado y el Futuro, Ediciones y Recursos Tecnológicos, 2018. Y de Pereña, Francisco, La Pulsión y culpa, Síntesis, 2001.
vii Arendt, Hannah, Entre el Pasado y el Futuro, Ediciones y Recursos Tecnológicos, 2018, p. 241-242.
viii Arendt, Hannah, Sobre la Violencia, Alianza, 2006, p. 42.
ix Pereña, Francisco, De la Angustia al Afecto. Un Recorrido Clínico, España, Editorial Síntesis, 2013, p.33.
x Pereña, Francisco, De la Angustia al Afecto. Un Recorrido Clínico, España , Editorial Síntesis, 2013, p33.
xi Derrida, Jacques, Seminario La Bestia y el Soberano, Argentina, Manantial, 2010, p. 315-316.
xii Derrida, Jacques, Seminario La Bestia y el Soberano, Argentina, Manantial,2010, p. 295-297.
xiii Pereña, Francisco, La Pulsión y la Culpa, España, Editorial Síntesis, 2001, p.80.
Bibliografía
Arendt, Hannah, Entre el Pasado y el Futuro, Ediciones y Recursos Tecnológicos, 2018.
Arendt, Hannah, Sobre la Violencia, Alianza, 2006.
Derrida, Jacques, Seminario La Bestia y el Soberano. Argentina, Manantial, 2010.
Freud, Sigmund. Obras Completas. Amorrortu, 2013, volumen I.
Pereña, Francisco, De la Angustia al Afecto. Un Recorrido Clínico, España, Editorial Síntesis, 2013.
Pereña, Francisco, La Pulsión y la Culpa, España, Editorial Síntesis, 2001,
Abogado. Maestría en Saberes sobre Subjetividad y Violencia. Especialidad en Clínica Psicoanalítica. Sus temas de interés son alrededor del Psicoanálisis, el Lenguaje y la Ley.