El vientre que acoge la especie

Estas imágenes conforman parte de una serie a la que llamé “el vientre que acoge la especie”, siendo el disparador esencial un imaginario desarrollado en torno a la obra de diversos artistas plásticos en cuanto también directores cinematográficos y obras literarias. A ello es de agregar ciertas ideas ya preconcebidas con anterioridad y que han sido depuradas conforme el tiempo ha ido avanzando. El trabajo es concebido e iniciado a principios de 2018 y terminado a finales de 2019.

Entiendo mis imágenes como la representación devenida desde una extraña y onírica dramaturgia para acercarse a la transfiguración carnal del cuerpo que se sume en una soledad muda y en una quimera grotesca de lo monstruoso. Así el sentido lógico y racional deja el camino hacia lo fantástico, lo misterioso y los estados de alucinación abarcando metáforas visuales que hablan sobre los sueños, los terrores primigenios, la confusión y la alienación, lo abyecto, o la disolución de la dualidad del ser (tomando el arquetipo de sombra en Jung). Por su parte los títulos en su tratamiento requieren ser igual de evocadores que las imágenes a las que conciernen.

En su propia práctica artística, el medio para configurar estas ideas es la fotografía, tratándose de explorar y proponer un lenguaje de imágenes cohesionado donde un entorno físico (si bien simbólico) y su correlación con la figura corpórea entran a escenografía. En este mundo que se balance tras el espejo que es la cámara, no se hace sino revelar las profundidades de una intimidad que trasciende más allá de la
mera representación, por cuanto llega a ser el escenario donde nuestra sombra antagonista sale a pasear. Estas sombras devienen a lo largo de las imágenes en cuerpos que fluctúan en su goce sublime, es más, su representación constituyen su propio infierno.