La obra de Christopher Nolan es como el tiempo mismo: no lineal e inesperado. Nolan abreva de sus obsesiones aunque también se dispara hacia películas apasionantes donde pareciese solo interesarle narrar de forma perfecta una buena historia; lo cual ya dice mucho. Su filmografía viaja desde un neonoir intimista como Following —historia que bien podría ser la pesadilla de cualquier paranoico: un joven escritor se dedica a seguir a las personas en su vida cotidiana en busca de inspiración; sobra decir que esto se complica seriamente— hasta La trilogía de The Dark Knight sobre el superhéroe melancólico por excelencia: Batman. Con todo, hay una constante en Nolan, a veces de manera evidente y a veces de forma velada, que tiene que ver con el tiempo, esa cabalgata de sucesos sobre nosotros, y la percepción de nuestra propia historia, es decir, nuestra memoria. Hablemos de sus dos películas características sobre el tema.
Memento (Estados Unidos, 2000) trata sobre Leonard, un hombre que pierde la memoria a corto plazo. Leonard vive su vida sin poder recordar a quienes le rodean, si son amigos o enemigos, si es cierto aquello que le dicen. El tiempo para él es más corto que para los demás. Es como los animales que sufren o gozan sin poder elaborar un más allá. Viven solo el presente. Leonard, al percibir el peligro que significa su circunstancia —un peligro real de hecho, porque busca al hombre que violó y asesinó a su esposa—, crea un sistema de fotos instantáneas y tatuajes para llevar el registro sobre la gente con la que se relaciona y para saber dónde se hospeda.
La película, narrada a dos tiempos, transmite la angustia de quien no puede historizar, elaborar, ya qué decir de reelaborar. Un hombre oradado por las huellas pero sin la posibilidad de nombrarlas.
En Inception (Estados Unidos, 2010) Nolan vuelve a trabajar con el tiempo de forma directa. Es una historia de ciencia ficción en la cual los protagonistas consiguen entrar a la mente de los demás a través de sus sueños. Cobb, personaje principal, es un ladrón profesional que se in infiltra en los sueños de la gente, mientras ésta duerme, para robarle ideas, clave de banco, datos que pueden venderse. Pero hay un peligro en estos viajes; mientras más se sumergen en las imágenes abisales de la mente humana, menos probabilidades existen de salir indemne. Los argonautas del incosnciente saben que si se muere dentro de un sueño, ya no podrán despertar, quedarían varados en el limbo en un especie de coma interminable. Perdidos en un tiempo sin tiempo, donde el pasado y el presente están siendo continuamente en tiempo extático. Las personas fallecidas, como la esposa de Cobb, aparecen vivas trastocando el acontecimiento de la muerte y el estado emocional de quien sueña.
Tanto en Memento como en Inception, Nolan subraya lo relativo del tiempo, la huella del pasado, de los traumas —las esposas de Leonard y Cobb murieron de forma trágica— y de la memoria como esa estela de vida que algunos, como sus personajes, siemplemente no pueden reescribir.
Escritora. Maestra en Saberes sobre subjetividad y violencia. Ha publicado novelas, cuento y ensayo. En 2007 recibió el Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares de novela. En 2011 y 2017 fue distinguida con el Certamen Internacional Sor Juana Inés de la Cruz en el rubro de ensayo por La luz detrás de la puerta y Las 7 virtudes contemporáneas. Es miembro del SNCA.