Desierto sonoro: el silencio que dejamos atrás

Frida Marcela Heras Villarreal

«Ahí donde el mapa corta, el relato atraviesa.»

Michel de Certeau[i]

            ¿Es posible escriturar la pérdida? Uno puede escribir sobre lo que ha perdido y cómo lo perdió, lo que la pérdida le hace sentir, pensar y hacer, lo que pudo haber sido si (eso) no se hubiera perdido. En fin, escrituras tangenciales de la pérdida, que la atraviesan, incluso, pero la pérdida misma, como experiencia del rapto, como acontecimiento, ¿es posible ponerla en palabras? En Desierto sonoro[ii] de Valeria Luisellila pérdida se plasma a través de un archivo de ausencias, de voces y silencios, de (des)amores y (des)encuentros; historias, en plural, que sostienen el relato de un viaje, un viaje trazado por otros: el viaje del exilio, el viaje con destino, el viaje forzado, el viaje que busca voces, el viaje que silencia voces. Viajes de ida, viajes de regreso, viajes sin regreso. Viajes como sostén de vida, viajes que transitan la muerte. La narración misma en Desierto sonoro es un viaje que atraviesa el desierto del silencio y lo hace resonar, cruza el no-lugar, como un ir hacia –con la palabra–. Quizá no se llegue a ningún lado, pero el tránsito, el movimiento, siempre será vital.

            Atravesar el desierto del silencio supone, también, desertar, apartarse, como un recorrido y una búsqueda de esa voz que no había sido escuchada, que había estado oprimida bajo ese silencio sofocante. Desde el grito, el clamor, hasta la palabra. Desertar de los márgenes. Desertar de la tiranía. Desertar de la parálisis. Desiertos que, cada vez con más fuerza, se vuelven necesarios cruzar. ¿Desertar es una decisión o se juega el cuerpo y su imprevisibilidad ahí? Romper el silencio como acontecimiento. Aunque la elaboración de esta otra posibilidad de desierto, un desierto sonoro, como relato hace necesaria la cartografía, una cartografía sin rumbo ni destino trazados. Una cartografía de vida y muerte.

            ¿Qué es capaz de mostrarnos un mapa? “Un mapa es una silueta, un contorno que agrupa elementos dispares, cualesquiera que sean. Cartografiar es incluir tanto como excluir. Cartografiar es, además, una manera de visibilizar lo que generalmente está oculto.”[iii] El mapa muestra más allá de lo que nuestros ojos pueden ver y, a su vez, oculta, limita y anula. Las fronteras, como territorios de tránsito, intercambio, flujo. Las fronteras, como territorios de separación, de expulsión, de pérdida. Prohibición y transgresión en un uno mismo aporético. El mapa nos guía y nos lleva hasta donde podamos llegar, hasta la frontera. Que podamos cruzarla no depende de uno, depende de los trazos en y de la frontera misma: los trazos de la ley, los trazos de la geografía, los trazos del odio y la crueldad, los trazos en el cuerpo. Pero, también, la posibilidad de cruzar la frontera se encuentra en los trazos del relato, como dijo Michel de Certeau, el trazo de una historia por contar, de un habla y/o una escritura que, en el decir, lleguen más lejos de lo que un mapa es capaz de mostrar. Más allá de la frontera, aunque al mismo tiempo que ésta se atraviesa, hay otra formándose, otro límite en construcción y al acecho.

            No hay palabra sin escucha y sin lectura; Luiselli cita a Murray Schafer para hacer de la distancia algo posible de cruzar mediante la escucha: “Escuchar es una forma de tocar a la distancia”[iv], tacto y cruce que no erradican la distancia, quizá sólo la acortan o, ni eso, quizá sólo queden como formas de lidiar con la distancia. Bien dicen Alexandra Kohan y José Luis Juresa, “es la lectura, y no el texto, la que escribe las líneas dejando, en cambio, un entrelíneas ilegible. Porque algo en esa lectura se resiste a ser leído, no todo puede ser leído.”[v] ¿Qué entrelíneas queda del viaje narrativo de la separación y la pérdida? ¿El dolor como pura sensación?, ¿el silencio profundo?, ¿el olvido?, ¿la muerte?

            En Desierto sonoro se juega con imposibles: se leen ecos, los silencios gritan, los fantasmas viven, lo perdido reaparece y permanece sin estar, sin dejar de estar perdido por siempre. Es la escritura de la soledad, esa que habita en cada uno de nosotros, incluso cuando se hace posible hablar de nosotros. La pregunta por los otros, aquellos que ya no están, aquellos que no se sabe dónde están, aquellos que se van y aquellos que vienen, aquellos que estando no están, se hace presente a lo largo del relato, como resistencia, como protesta contra esos silencios y esas palabras que buscan cerrar esos interrogantes, que buscan, y muchas veces logran, borrar del mapa todo rastro de los otros, todo rastro de otredad. Pero la borradura resuena y siempre habrá quien la escuche, aunque sólo sean los ecos de la destrucción. Escuchar para hacerle frente: la frontera –en su etimología encontramos frontis–, la fachada de lo desconocido, una frontera dispuesta a ser atravesada, una frontera que en la distancia que delimita posibilite el relato. Un límite a la barbarie nombrada ley, al genocidio nombrado traslado forzoso, a la persecución nombrada redada, a la eliminación nombrada deportación.

“Los eufemismos esconden, borran, recubren.

Los eufemismos conducen a tolerar lo inaceptable. Y,

Tarde o temprano, a olvidar.

Contra un eufemismo, la memoria. Para no repetir.”[vi]


[i] Michel de Certeau, La invención de lo cotidiano I. Artes de hacer, México, Universidad Iberoamericana, 2000, p. 141.

[ii] Valeria Luiselli, Desierto sonoro, México, Editorial Sexto Piso, 2019.

[iii] Ibid., p. 304.

[iv] Ibid., p. 93.

[v] Alexandra Kohan y José Luis Juresa, Se ruega cerrar los ojos. Revisado en: http://www.polvo.com.ar/2020/09/freud-mirada/?fbclid=IwAR2QsZukKQwjb4YpO-LiSzVfKtCIHDunQSeqHy4i2fRpGSjH63tHb9sq7_Q

[vi] Luiselli, op. cit., p. 309.

Frida Marcela Heras Villarreal

Es licenciada en psicología por la UIA, certificada en tanatología por la Universidad de Maryland, así como maestra y doctorante en saberes sobre subjetividad y violencia por el Colegio de Saberes. Especialista en práctica psicoanalítica, se dedica a la consulta privada. Temas de interés y pasión: psicoanálisis, violencias, narcotráfico, frontera, muerte y cuerpo.