Hay que volverse sordo y mudo y ciego,
sordo de amor, de amor enmudecido,
ciego de amor.
Fragmento
de ” Aras del sueño”.
Mario Benedetti (1967)
El psicoanálisis
fue creado en la clínica, en la escucha de aquello que atormenta a los sujetos,
los descoloca, los sobrepasa, donde
alguien no sabe qué hacer con lo que le
ocurre, se siente perdido y sin brújula, ahí donde algo duele. Así, la palabra en
el análisis ha fungido como medio de comunicación entre un adentro y un afuera,
entre la vida psíquica y el exterior; no olvidando el ensalmo que produce la
palabra, aquella que busca pronunciar lo impronunciable. La palabra y la
escucha son los ingredientes protagónicos del psicoanálisis. No obstante, ¿qué
pasa con aquellos que no pueden hacer uso de estos recursos?
¿Qué ocurre con las personas que no escuchan y no articulan verbalmente palabra alguna? ¿Cómo entiende el psicoanálisis a estos sujetos? Y más allá ¿Qué les ofrece el psicoanálisis a los sordos?
¿Una escucha a aquellos que no pueden escuchar? ¿Una palabra liberadora a aquellos que no verbalizan?, ¿Cuál sería la técnica psicoanalítica que recibiría a estas subjetividades?
En el presente escrito me interesa abrir interrogantes al psicoanálisis respecto a la técnica que se emplea en el análisis de un sordo, problematizar de ser necesario la metodología empleada (si acaso existe una).
Es evidente que la experiencia sensorial de las personas sordas es distinta a la de los oyentes, sin embargo, me pregunto sí también habrá diferencias en su cosmovisión, en la configuración de su psiquismo, en la forma de entender la “realidad”, de vincularse con los otros.
Me aventuro a hipotetizar que efectivamente existe una diferencia en los aspectos antes mencionados, los cuales nunca experimentaran las personas oyentes, puesto que se constituyen como subjetividades distintas, luego entonces, habría que dar lugar a sus singularidades.
En el Apéndice C de Lo inconciente, Freud dice que la “Función del lenguaje es la palabra: una representación compleja que se demuestra compuesta por elementos acústicos, visuales y kinestésicos… la ausencia de uno de estos elementos de la representación-palabra habrá de resultar la marca más esencial que nos permitirá inferir la localización del proceso patológico”[1]
A partir de lo que Freud propone en dicho Apéndice C al cual tituló Palabra y Cosa, pude comprender por qué los sordos mencionan que no es correcto llamarles sordomudos, pues en su caso el habla está limitada únicamente por la ausencia del elemento acústico, ya que dicho elemento es lo que en personas oyentes les permite crear la imagen acústica que deviene en conformación de palabras y la adquisición de un lenguaje verbal. Por tanto, en el caso de los sordos, ante la ausencia de lo acústico, el habla no puede ser configurada de la misma manera que los oyentes, pero no por ello hablamos de personas mudas, ya que pueden emitir sonidos aislados que no son propiamente palabras.
Cabe señalar que me refiero específicamente a las personas que nacen sordas, pues es distinta la configuración psíquica de las personas que nacieron oyentes, adquirieron el lenguaje verbal y posteriormente por diversas causas hayan perdieron la posibilidad de escuchar.
Por otro lado, cuando en la cita textual Freud habla de la marca esencial ante la ausencia de algún elemento de la representación-palabra, me cuestiono ¿Qué tipo de marca quedará en las personas sordas? ¿Qué huellas los conforman? Al respecto Ruth Kakez habla de “una estructuración diferencial de la representación-palabra, que se apoyaría fundamentalmente en la huellas de memoria visuales y cinéticas”.[2]
Luego entonces, teniendo presente las posibles diferencias en la configuración del psiquismo de las personas sordas, me interrogo ¿qué debe incluir la técnica psicoanalítica en el análisis de una persona sorda? ¿Cómo es el encuentro entre dos lenguajes distintos? ¿Cómo pueden comunicarse analista y analizante desde sus subjetividades?.
Se me ocurre como posible respuesta a la interrogante anterior, pensar que quizá analista y analizante deban dominar el lenguaje de señas y sea éste su medio de comunicación en el transcurso de un análisis, de ser así ¿Qué tipo de atención y escucha debe tener el analista?¿Cómo escuchar con el cuerpo?
Considero que un análisis llevado a cabo mediante lenguaje de señas el cuerpo del analista y paciente se ven más comprometidos en la interacción, el uso del diván queda descartado, pues la “lectura” de las señas empleadas debe ser frente a frente, pues el lenguaje de señas no sólo contempla el uso de las manos, también abarca gesticulaciones del rostro, direcciones y sentidos que son interpretables al estar frente al interlocutor e inclusive en ocasiones la lectura de labios, con lo cual el uso del diván queda imposibilitado en la tradicional postura de decúbito supino.
Por tanto la presencia del cuerpo en un análisis con sordos resulta de suma importancia, ¿Podrá haber una atención flotante por parte del analista y una asociación libre por medio del analizante?
En Consejos al médico, Freud habla de la atención flotante que consiste “en no querer fijarse en nada en particular y en prestar a todo cuanto uno escucha la misma atención parejamente flotante”[3]
¿Se podrá flotar en las dimensiones inconcientes mientras el cuerpo habla? O inclusive ¿Favorecerá el uso del lenguaje corporal las construcciones del analista y del analizante? ¿Cómo son los silencios en un análisis con un sordo? ¿Cómo son las escansiones (en caso que haya)? ¿Cómo se va construyendo la demanda de un sujeto sordo? ¿Qué tipo de transferencias y contratransferencias ocurren en un análisis con señas? ¿Se podrá usar la escritura y el dibujo como recurso analítico ante aquello que aún no tiene simbolización en una seña? ¿Puede el sordo crear nuevas señas para nombrar lo innombrable?
Hay para el psicoanálisis todo un campo de investigación al respecto, pues habrá de sumergirse en las minucias de la técnica psicoanalítica que se trastocan en el análisis con un sordo. Crear dispositivos donde el analizante no va a llenar el espacio analítico de palabras, sino de señas que simbolicen lo que le ocurre. Sabemos que el elemento visual y kinestésico es fundamental en personas sordas ¿Cómo deben ser visualmente los espacios analíticos para ellos? ¿Será que para un sordo valga más una presencia, un contacto físico, un gesto, que una palabra que le acompañe?
No pretendo hacer un cierre del tema, por el contrario, la pretensión es darle apertura, generar debates e interrogantes que permitan la posibilidad de crear nuevas formas de estar en un análisis con una persona sorda. Se necesita quizá de la imaginación y la creatividad para poder salir de los paradigmas ortodoxos que pueden llegar a entorpecer la escucha hacia las personas sordas.
Considero que los analistas necesitamos un poco de plasticidad, volvernos cuasi sordos a tanta institución y dogma, des-escuchar el “deber ser” respecto a lo que encaja con un analista y no, a tanta palabra vacía. Me parece que el psicoanálisis necesita investigar, innovar y en esa medida ofrecer una escucha distinta a la comunidad sorda.
Referencias
Huerin,Vanina y Leibovich De Duarte, Adela. Una Aproximación al estudio de Situaciones de Juego de madres oyentes y sus hijos sordos. Congreso Internacional de investigación y Práctica Profesional en Psicología XVI Jornadas de Investigación Quinto Encuentro de Investigadores en Psicología. Mecosur. Facultad de Psicología- Universidad de Buenos Aires, 2009, Buenos Aires.
Kazez,Rhut. El Recorte y la caída. Vicisitudes del ingreso a la prepubertad de una niña sorda. Artículo publicado en la Revista Actualidad Psicológica Núm. 362, Abril 2008, Buenos Aires
Sigmund,Freud. Apéndice C Lo Inconciente Palabra y Cosa. Obras Completas Amorrortu Tomo XIV. Pp. 207-208.
Sigmund, Freud. Consejos al médico. (1912) Obras Completas Amorrortu Tomo XII, pp.107-119
Sigmund, Freud. Construcciones en el análisis (1937).
Obras Completas Amorrortu Tomo XXIII
[1] Freud, Sigmund. Apéndice C Lo Inconciente Palabra y Cosa. Obras Completas Amorrortu Tomo XIV. Pp.207-208.
[2] Kazez,Rhut. El Recorte y la caída. Vicisitudes del ingreso a la prepubertad de una niña sorda. Artículo publicado en la Revista Actualidad Psicológica Núm. 362, Abril 2008, Buenos Aires, p.3
[3] Sigmund, Freud. Consejos al médico. Obras Completas Tomo XII, p.111