Introducción
La palabra eutanasia viene de griego (formada de (eu) ‘‘bien” y (thanatos) “muerte” o ‘‘sea el buen morir”… equivale a “muerte dulce, tranquila”. [1]
Es una “conducta (acción u omisión) intencionalmente dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible, por razones compasivas y en un contexto médico. Es un acto que realiza un médico, a petición del paciente para causarle una muerte indolora, “una buena muerte” que termine con sus sufrimientos producidos generalmente por una enfermedad incurable y con frecuencia en fase final.[2]
Cada disciplina tiene una interpretación singular de la eutanasia traza, sus límites, sus términos. La Ética, La Religión, La Medicina, El Psicoanálisis…….
La Ética de Kant se centra en cómo debemos actuar. Y ¿cómo hemos de actuar? La respuesta es por deber. “Una acción hecha por deber tiene su valor moral, no en el propósito que por medio de ella se quiera alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuelta”. [3] Es decir el cimiento de la moralidad es, el deber por el deber mismo.
Una condición indispensable para que el hombre se conduzca por deber, es la autonomía de la libertad humana, el hombre debe actuar por sí mismo, de acuerdo con el deber derivado de su propia razón, sin aceptar coacciones o motivaciones externas. La voluntad del ser racional, debe considerarse a sí misma libre, [4] nos dice Kant: “la libertad como propiedad de la voluntad de los seres racionales debe ser presupuesta” [5] es decir permite al hombre elegir nada más lo que la razón, independientemente de la inclinación, de sus deseos, reconoce como necesarios, es decir, optar por el bien.
El cumplimiento del deber en el médico
El médico en el ejercicio de su profesión se ha visto enfrentado a la pregunta ¿Qué debo hacer, desde el punto de vista moral, cuándo el enfermo o los familiares de éste me solicitan que termine con su sufrimiento?
¿Debo omitir o suspender mis acciones médicas que permitirían preservar la vida del enfermo? ¿Debo ceder ante la demanda voluntaria y libre del paciente para que finalicé su padecer y facilitarle el suicido? ¿Debo obstinarme en aplicar prácticas médicas con pretensiones diagnósticas o terapéuticas que no benefician realmente al enfermo y le provocan un sufrimiento innecesario? ¿Debo respetar el documento por el que una persona manifiesta anticipadamente su voluntad sobre los cuidados y tratamientos que desea recibir?
¿Debo cumplir con el mandato al que me sometí “libremente por mi honor”. Cuando me gradué como médico? Es decir cumplir con la Ley moral.
Para alcanzar una convivencia armónica es indispensable contar con principios universales que regulen las diversas conductas de los individuos. Una ley moral, para valer moralmente, como soporte de una obligación, tiene que ser absoluta; a priori, establecida en conceptos de la razón pura. Independiente de toda experiencia a posteriori, un conocimiento moral logrado sólo por la razón humana, menciona Kant (1785).“Así, pues, las leyes morales, con sus principios, diferenciase, en el conocimiento práctico, de cualquier otro que contenga algo empírico; y esa diferencia no sólo es esencial, sino que la filosofía moral toda descansa enteramente sobre su parte pura, y, cuando es aplicada al hombre, no aprovecha lo más mínimo del conocimiento del mismo -antropología-, sino que le da, como a ser racional, leyes a priori. Estas leyes requieren ciertamente un Juicio bien templado y acerado por la experiencia para saber distinguir en qué casos tienen aplicación y en cuáles no, y para procurarles acogida en la voluntad del hombre y energía para su realización; pues el hombre, afectado por tantas inclinaciones, aunque es capaz de concebir la idea de una razón pura práctica, no puede tan fácilmente hacerla eficaz in concreto en el curso de su vida”.[6]
Las leyes morales expresan leyes generales, los mandamientos del deber moral a los que hay que obedecer aunque obstaculicen las propias inclinaciones. Son imperativos categóricos, es decir presentan una acción por sí misma, un fin en sí mismo. Tienen su origen en la razón y no en la inclinación. Son objetivas y necesariamente verdaderas.
El imperativo categórico de la Ley moral fundamental en la razón práctica pura señala: “Obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una ley universal”.[7]
Una ley moral para el ejercicio del médico es el juramento Hipocrático, que señala los deberes a los que se compromete, el médico cuando termina su carrera profesional, que dice: […] “Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida de mi enfermo será la primera de mis preocupaciones”…. “No le daré una droga letal a nadie aunque la pida, ni le haré una sugestión de ese tipo. De manera semejante, no le proporcionaré un remedio abortivo a ninguna mujer”…. “No permitiré que consideraciones de edad, enfermedad o incapacidad, credo, origen étnico, sexo, nacionalidad, afiliación política, raza, orientación sexual, clase social o cualquier otro factor se interpongan entre mis deberes y mi paciente”…. “Hago estas promesas solemnemente, libremente, por mi honor.” [8] (Hipócrates (460 a.C.-370 a.C.), en el juramento hipocrático se manifiesta en contra de la eutanasia).[9] Los principios éticos que regulan la práctica de la medicina, están contenidos en los códigos de ética médica. Datan desde el código del Rey Hammurabi, del año 1700 a.C. Es hasta 1803, Cuando aparece el primer libro Ética Médica, escrito por el médico inglés Thomas Percival.[10]
El imperativo categórico de la Ley moral fundamental en la razón práctica pura, se diferencia de una regla práctica, o máxima que es un precepto que se fundamenta en la experiencia, es subjetiva. Kant en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785) señala: “Obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como medio”.[11]
Establece la prohibición absoluta del homicidio, el suicidio y la mentira. El hombre no es una cosa que pueda utilizarse como medio. El fin, sirve a la voluntad como fundamento objetivo de su autodeterminación, que es obrar de acuerdo a ciertas leyes.
Este imperativo práctico es fundamental para la ética médica y la observancia de los derechos humanos, entre los que se postula, que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar.[12]
Las máximas se adecúan a las leyes de la razón práctica en circunstancias concretas, sin renunciar al carácter absoluto de las mismas. Para aplicar estas reglas se requiere de un acto singular, de la facultad de juzgar, es decir someterlas a juicio para diferenciar en qué casos puede o no aplicarlas y si la voluntad del hombre le permite o no su ejecución.[13]
Facultad de juzgar
El médico, cuenta con la facultad de juzgar, someter a juicio moral, por medio de la razón, el estado físico y psíquico del enfermo para diferenciar si el caso amerita o no la eutanasia y si su voluntad le permite o no su ejecución. Es decir confrontar su decisión con los imperativos prácticos. Realizar un juicio moral.
El médico debe pensar en concordancia con las máximas del común entendimiento humano: Pensar por sí mismo, pensar en el lugar de cada uno de los otros y pensar siempre acorde con él mismo.[14] La máxima de la razón. El modo consecuente de pensar, que sólo puede ser alcanzada por las dos primeras.[15]
Juicio moral en relación a la ejecución de la eutanasia en un enfermo con SIDA.
Soy el médico del paciente: me demanda que le practique eutanasia y que no les explique a sus padres el origen de su enfermedad, que les diga que se contagió por estar en contacto con pacientes enfermos de SIDA.
Se trata de un paciente de 50 años de edad con diagnóstico de SIDA, médico, soltero, homosexual, promiscuo. Se sabía VIH positivo 5 años antes de su primera manifestación clínica, a pesar de ser médico y conocer que los antirretrovirales lograban retrasar el daño del sistema inmunológico y mejorar sustancialmente la calidad de vida de las personas con VIH, se negó a iniciar tratamiento. Sus primeros síntomas fueron: fatiga, irritabilidad, fiebre, dolor de cabeza, somnolencia y confusión. Así como, trastornos de la conducta, alteraciones de la memoria, síntomas que tuvieron una duración de seis meses, que el paciente desestimo, auto administrándose tratamiento sintomático. Fue hasta que presentó Sarcoma de Kaposi, una enfermedad por la que se forman tumores malignos cancerosos, que el enfermo reconoció, que sus padecimientos estaban directamente relacionados con el SIDA. Recibió tratamiento hospitalario sin lograr control de sus padecimientos, por lo que fue dado de alta a su domicilio. Continuó con cefalea holocraneana intensa de predominio vespertino, que aumentó de intensidad progresivamente, ya no cedía con el uso de morfina, y se acompañaba de náuseas, mareo, visión borrosa, disminución de la agudeza visual y de la agudeza auditiva; paraplejia de miembros inferiores, y mialgias generalizadas, permanece acostado, en la oscuridad, aislado. No controlaba esfínteres. Su estado general era malo, había perdido 30 kgrs. de peso, quedó incapacitado para desempeñar sus actividades de la vida diaria de manera independiente. Se encontraba en fase terminal. La enfermedad en estado terminal es todo padecimiento reconocido, irreversible, progresivo e incurable que se encuentra en estado avanzado y cuyo pronóstico de vida para el paciente sea menor a seis meses.[16] En este tipo de padecimientos no existen posibilidades de respuesta al tratamiento específico. Repercuten en la salud mental del paciente y sus familiares, así como en el equipo terapéutico, por la presencia de la muerte inminente.[17]
El médico en el lugar del enfermo: Soy un enfermo en fase terminal, mi pronóstico es malo, a corto plazo, de no morir pronto voy a llegar hasta la perdida de mis capacidades mentales y quedar totalmente incapacitado a expensas de los cuidados del otro. Le pido que me ayude a morir con dignidad como Antígona, que decidió marcharse al antro de los muertos por su propia decisión, fiel a sus leyes, en vida y sola, desciende entre los muertos al Hades. “Una vida que va a fusionarse con la certeza de la muerte y vivida en forma anticipada, muerte que invade campo de la vida, vida que invade la muerte”.[18] En los hospitales se controlan los gastos que representa mi atención médica y hospitalaria con el argumento de lo que implica restar esos recursos a otras áreas, como serían los servicios de salud mental, o la ayuda a discapacitados, medidas que pueden ser cruciales para mejorar la calidad de vida de la gente al comienzo o a la mitad de sus vidas. Se preguntan: ¿Merece la pena castigar el bienestar de alguien para comprar a otra persona unos cuantos meses al final de su vida?[19]
Nos habla de que en esta etapa de la vida, como enfermo en fase terminal estoy sujeto al poder de la biopolítica, al costo beneficio que establecen las instituciones, escenario en las que se ejerce el poder sobre mi cuerpo, de manera arbitraria y pone en evidencia la tendencia de administración de la muerte. Mi vida es percibida por los que ejerce el poder como precaria. Una “vida precaria” de la que nos habla Judith Butler. Vidas que pueden ser eliminadas de manera voluntaria.
Mi voluntad es morir. La vida exige apoyo y un entorno, para ser vivible. Soy un cuerpo expuesto a un tallado y escritura de carácter social, inmerso dentro de marcos de control, supeditados a fuerzas sociales y políticas, así como al lenguaje, el trabajo y el deseo,[20] “[….] no es que todo lo que puede morir o está sujeto a destrucción impone la obligación de conservar la vida”.[21]
Si bien mi religión católica dice: “Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad”.[22]
Mi libre decisión es morir con dignidad, no quiero llegar al punto en que mis padres, por falsa piedad decidan mi muerte, que transgredan el “parentesco de carne y sangre”.[23] No sé si mis padres, acepten mi homosexualidad, y que por no cuidarme, llegué al doloroso estado en el que me encuentro. Ignoro si ellos me tendrán una verdadera “compasión” si serán solidarios con mi dolor y me eliminaran cuando ya no puedan soportar el sufrimiento.
Elijo como Antígona mi propio bien, antagónico al bien de los demás. Sé que transgredo las leyes, pero obedezco a mi propia ley.
Cuando me recibí de médico juré: “Desempeñar mi arte con conciencia y dignidad. La salud y la vida de mi enfermo será la primera de mis preocupaciones”…. “No le daré una droga letal a nadie aunque la pida, ni le haré una sugestión de ese tipo”. Sólo un ser racional posee la facultad de obrar por la representación de las leyes, esto es, por principios; posee una voluntad.
¿Debo ceder a las demandas del enfermo, facilitarle una “muerte dulce, tranquila”, una muerte libre? ¿Debo volverme predicador de la muerte rápida, de la que habla Nietzsche?[24]
El enfermo es médico, homosexual, sabiéndose que estaba infectado continuó con prácticas sexuales de alto riesgo con múltiples parejas ocasionales, sin uso de condón, con el riesgo de infectar a sus parejas. Se negó a tomar medicamentos para prevenir las enfermedades relacionadas con el SIDA. Ha realizado acciones peligrosas, ha ejercido la violencia contra sí mismo y contra otros ha producido un excedente de goce, un plus de gozar que se produce al poner en acto el goce. Desestimó las palabras, para hablar sólo en la acción.
Ahora me demanda que le administre una inyección letal. Para provocarle la muerte. Su deseo, es un deseo decidido, un pasaje al acto.
Freud, en Más allá del principio del placer (1920-1922) introduce el dualismo pulsional, pulsión de vida – pulsión de muerte, ambas pulsiones están entremezcladas. La meta de la pulsión de muerte es regresar a lo inanimado. Teóricamente nacemos con la pulsión de muerte que se liga a la pulsión de vida, en el camino el sujeto aspira a una tranquilidad absoluta, reducir a cero la cantidad de excitación, el Nirvana, que es un afán por regresar al estado inorgánico inicial.[25] Al fin y al cabo la vida, conservada por las pulsiones de vida, es sólo un largo rodeo hacia la muerte.[26] En el enfermo terminal, la pulsión de muerte, se descarga en el propio cuerpo, ya no se dirige al exterior como agresividad, ha retirado la libido de los objetos y la ha replegado al interior como autodestrucción.
Como psicoanalista: Escucho que desea volver al origen, a lo inanimado de manera semejante a Niobe que junto a los cadáveres de sus hijos sintió tanto dolor que, quedó inmóvil y terminó convirtiéndose en piedra, desea la muerte. Deseo ante el cuál ni Antígona, ni el paciente retroceden.
El paciente escucha las voces del superyó, no sabe si sus padres acepten su homosexualidad, y que hasta cierto punto es responsable de haber propiciado sus padecimientos. Sufre de angustia de desamparo. Freud, en su escrito El yo y el ello (1923) indica: “El superyó subroga la misma función protectora y salvadora que al comienzo recayó sobre el padre, y después sobre la Providencia o el destino. Ahora bien, el yo no puede menos que extraer la misma conclusión cuando se encuentra en un peligro objetivo desmedidamente grande, que no cree vencer con sus propias fuerzas. Se ve abandonado por todos los poderes protectores y se deja morir.”[27]
Otra de las funciones del superyó, es la conciencia moral la encargada de vigilar y enjuiciar las acciones del yo, ejerce la censura. Establece el conjunto de prohibiciones, y valores, que los padres o autoridades graban en el niño y persisten durante toda la vida; vigila al yo para que cumpla el anhelo narcisista del “Ideal del yo”, que siempre estará midiéndolo para que no se aparte del ideal. Frente a una vivencia psíquica contraria a los valores y prohibiciones, actúa la represión de ciertos contenidos psíquicos y provocarán la vivencia de culpa. Los sentimientos de culpa frente al superyó, provienen de una autoridad interna, la renuncia pulsional no es suficiente, pues el deseo prohibido persiste, no puede velarse ante el superyó y aparece la necesidad de castigo.
¿Sería la muerte el castigo que espera el paciente por no haber cumplido las expectativas del ideal del yo. Por eso solicita que se le ejecute con la eutanasia?
¿Realizaré un acto médico para causarle una muerte indolora?
Existen antecedentes de grandes pensadores que estaban de acuerdo con la eutanasia, como: Platón (427-347 a.C), contemporáneo de Hipócrates diseño, lo que debería ser el ejercicio de la medicina con base a la estructura social de la polis clásica. En Rep. III mencionó: La función del médico es valorar si el enfermo era capaz o no de vivir desempeñando las funciones que le eran propias, los enfermos que no eran útiles a sí mismos, y por ende no útiles para la polis no debían recibir atención médica.
[….]Respecto a los cuerpos radicalmente enfermizos, no creyó conveniente alargarles la vida y los sufrimientos por medio de un régimen constante de inyecciones y evacuaciones bien dispuestas, ni ponerles tampoco en el caso de dar al Estado súbditos que se le pareciesen. Creyó, en fin, que no deben curarse aquellos que por su mala constitución no pueden aspirar al término ordinario de la vida marcada por la naturaleza, porque esto no es conveniente ni para ellos ni para el Estado.[28]
En el Renacimiento Tomás Moro (1478 y 1535), en su libro Utopía, (1516). Describió lo que para él era una sociedad ideal: hacer compatible el bien de todos sin que eso signifique el sacrificio físico y espiritual de los demás. Al hablar de la atención de los médicos hacia los enfermos señala: “Tratan a los enfermos con grandes cuidados, sin omitir medicinas ni alimentos capaces de devolverles la salud. Acompañan a los incurables, les dan conversación y les proporcionan, en una palabra, cuanto sea susceptible de aliviar su mal. Si se trata de una enfermedad sin remedio y de continuo dolor, los sacerdotes y magistrados hacen ver al paciente que, ya es inútil para los trabajos de la vida, molesto para los demás y una carga para sí mismo, no quiera alimentar por más tiempo su propia peste y corrupción; que siendo su vida un tormento no vacile en morir, antes tenga esperanza de librarse de una vida semejante, como de un potro o tormento, dándose la muerte o consintiendo que otro se la dé; persuádanle a que así obrará sabiamente, a que la muerte será no un mal, sino el término de sus suplicios, ya que siendo éste el consejo de los sacerdotes, intérpretes de la voluntad divina, obrará de manera santa y piadosa”. [29] En algunos escritos mencionan que Tomas Moro estaba de acuerdo con la eutanasia, sin embargo los encargados de convencer al enfermo eran los sacerdotes y magistrados representantes de la voluntad divina incitaban al enfermo al suicidio o a la eutanasia.
Podría pensar que este paciente por las condiciones en las que se encuentra ya no es útil para sí mismo, ni para los demás. Padece una enfermedad en fase terminal, los tratamientos ya no son útiles para lograr la curación, su vida es un suplicio, quiere liberarse y liberar a los demás, dándose la muerte, solicitando que el médico se la dé.
Francis Bacon (1561-1626) en su libro El Avance del Aprendizaje y la Nueva Atlántida, (1605) indica: El deber del médico no solo es devolver la salud al enfermo, sino también aliviar sus dolores y sufrimientos, y no solo cuando tal alivio puede conducir a la recuperación, sino también cuando ayuda a procurar una muerte pacífica y sencilla. Transito que denomino eutanasia”.[30]
El enfermo cuenta con autonomía de la voluntad, ha decido morir, es un sujeto que se comporta moralmente de acuerdo a sus propias leyes que tienen su origen en su propia razón. Es decir tiene la capacidad para tomar sus propias decisiones, el decide terminar con su sufrimiento. Se debe respetar la dignidad de todo ser racional. Kant, señala: “[….] dignidad que le corresponde por el hecho de que puede obedecer a una ley que él se da a sí mismo”.[31]
El cumplimiento del deber en el médico, es desempeñarse con conciencia, la salud y la vida de su enfermo debe ser la primera de sus preocupaciones…. No le dará una droga letal a nadie aunque la pida, ni le hará una sugestión de ese tipo.
“¿Acaso no es más cruel dejarlo vivir?”.
Nietzsche nos da una respuesta para pensar. “¿Qué quiere decir vivir? – Vivir -eso quiere decir: expulsar de sí mismo constantemente algo que quiere morir; vivir -eso quiere decir; ser cruel e implacable con todo lo que se vuelve débil y decrépito en nosotros, y no sólo en nosotros. -Vivir – ¿también quiere decir: no tener piedad con los moribundos, con los miserables? ¿Ser permanentemente un asesino?-Sin embargo el viejo Moisés dijo: “¡No matarás!”.[32]
Kant concluye en la Critica de la razón práctica: “Dos cosas me llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y crecientes cuanto más reiterada y persistente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí”.[33]
La sociedad trata de hacer que el hombre viva, bajo una eticidad sujetada a obligaciones, a deberes éticos. Para lograr su objetivo, necesita negar la diferencia, hacer al hombre “igual, a los iguales”, por medio de las normas morales, y lograr la uniformidad e igualdad esperadas. Olvidándose de la singularidad del enfermo
Considero en concordancia con Kant que el médico, debe tener el valor de usar su propia razón, servirse de su propio entendimiento. Debe respetar la dignidad del enfermo. Reconocer la autonomía del paciente que decide morir, y respaldarlo en su decisión cuando después de haber realizado un juicio moral, decida en concordancia con su leal saber y entender, sobre la muerte del paciente en estado terminal que le solicita la eutanasia.
Freud en septiembre de 1939, le solicitó a su médico, el doctor Max Schur, que lo ayudara a “bien morir”.[34]
BIBLIOGRAFÍA
1 Diccionario de la Real Academia Española, Disponible en Internet: www.http://dle.rae.es
2 Asunción Álvarez del Río. Práctica y ética de la eutanasia, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p.115
3 Immanuel Kant, Critica de la razón práctica, Buenos Aires, Biblioteca de Obras completas del pensamiento, 2007, p.122
4Immanuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, México, Planeta Mexicana, S.A. de C.V. 2017.p.136
5 Ibíd., p.39
6 Ibíd., p.3-4
7 Op.cit.,Immanuel Kant, Critica de la razón práctica, p.48
8 https://www.wma.net/es/policies-post/declaracion-de-ginebra/
9 Asociación Médica Americana (AMA), El Juramento Hipocrático, que data del siglo V a.C. actualizado en el 2006
10http://www.innsz.mx/opencms/contenido/investigacion/comiteEtica/principialismo.html
11Op.cit., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (1785), Barcelona, Austral, 2016, p.107.
12 Naciones Unidas. http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/
13 Ibíd., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. p.106
14Immanuel Kant, Crítica de la facultad de juzgar, Venezuela, Monte Avila Latinomericana,C.A.1991.205
15 Ibíd., p.206
16 Alicia Zamora Calvo, Revista Bioética y Ciencias de la Salud, vol. 5 Nº2.2006
17 http://www.secpal.com/biblioteca_guia-cuidados-paliativos_2-definicion-de-enfermedad-terminal
18 Jaques Lacan, Clase XIX, El brillo de Antígona, en el Seminario 7, La Ética del psicoanálisis (1959-1960),Argentina, Paidós,1988, p.299
19 Disponible en Internet: www.bbc.com/mundo
20 Judith Butler, Vida precaria, vida digna de duelo, Marcos de guerra. Las vidas lloradas. México, Paidós. 2010. p.13
21 Ibíd.,p.43
22 w2.vatican.va/content/…/encyclicals.evangelium-vitae.htm…
23 Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra. Madrid, Alianza Editorial, p.136.
24 Sigmund Freud, “Más allá del principio del placer”, (1920), en Sigmund Freud, obras completas, Argentina,. Amorrortu,1992, vol.XVIII, pp.1-18.
25Ibíd., pp.1-62.
26 Ibíd., p 59
27 Pedro Laín Entralgo, Historia de la relación médico enfermo, Madrid, Rev. Occidente, 1964, p.82
28 Tomás Moro. Utopía. (1516), Edición Conmemorativa, México, Fondo de cultura económica, 2016
29 Francis Bacon (1561) The Advancement of Learning and New Atlantis, Oxford University Press,London.New York and Toronto. p.123
30 https://archive.org/details/advancementnewat00bacouoft.
31 Op.cit., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres.p.47
32 Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia. México, Fontamara, 2010.p.27
33 Op.cit., p.237
34 Peter Gay, Freud, una vida de nuestro tiempo, México, Paidós 1989,pp.719-720
[1] Diccionario de la Real Academia Española, Disponible en Internet: www.http://dle.rae.es
[2] Asunción Álvarez del Río. Práctica y ética de la eutanasia, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p.115
[3] Immanuel Kant, Critica de la razón práctica, Buenos Aires, Biblioteca de Obras completas del pensamiento, 2007, p.122
[4] Immanuel Kant, Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres, México, Planeta Mexicana, S.A. de C.V. 2017.p.136
[5] Ibíd., p.39
[6] Ibíd., p.3-4
[7] Op.cit.,Immanuel Kant, Critica de la razón práctica, p.48
[8] https://www.wma.net/es/policies-post/declaracion-de-ginebra/
[9] Asociación Médica Americana (AMA), El Juramento Hipocrático, que data del siglo V a.C. actualizado en el 2006
[10] http://www.innsz.mx/opencms/contenido/investigacion/comiteEtica/principialismo.html
[11] Op.cit., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres (1785), Barcelona, Austral, 2016, p.107.
[12] Naciones Unidas. http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/
[13] Ibíd., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres. p.106
[14] Immanuel Kant, Crítica de la facultad de juzgar, Venezuela, Monte Ávila Latinomericana,C.A.1991.205
[15] Ibíd., p.206
[16]Alicia Zamora Calvo, Revista Bioética y Ciencias de la Salud, vol. 5 Nº2.2006
[17] http://www.secpal.com/biblioteca_guia-cuidados-paliativos_2-definicion-de-enfermedad-terminal
[18]Jaques Lacan, Clase XIX, El brillo de Antígona, en el Seminario 7, La Ética del psicoanálisis (1959-1960),Argentina, Paidós,1988, p.299
[19] Disponible en Internet: www.bbc.com/mundo
[20] Judith Butler, Vida precaria, vida digna de duelo, Marcos de guerra. Las vidas lloradas. México, Paidós. 2010. p.13
[21] Ibíd.,p.43
[22] w2.vatican.va/content/…/encyclicals.evangelium-vitae.htm…
[24] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra. Madrid, Alianza Editorial, p.136.
[25]Sigmund Freud, “Más allá del principio del placer”, (1920), en Sigmund Freud, obras completas, Argentina,. Amorrortu,1992, vol.XVIII, pp.1-18.
[26] Ibíd., pp.1-62.
[27] Ibíd., p 59
[28] Pedro Laín Entralgo, Historia de la relación médico enfermo, Madrid, Rev. Occidente, 1964, p.82
[29] Tomás Moro. Utopía. (1516), Edición Conmemorativa, México, Fondo de cultura económica, 2016
[30] Francis Bacon (1561) The Advancement of Learning and New Atlantis, Oxford University Press,London.New York and Toronto. P.123. https://archive.org/details/advancementnewat00bacouoft.
[31] Op.cit., Immanuel Kant. Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres.p.47
[32] Friedrich Nietzsche, La gaya ciencia. México, Fontamara, 2010.p.27
[33] Op.cit., p.237
[34] Peter Gay, Freud, una vida de nuestro tiempo, México, Paidós 1989,pp.719-720
Médico especialista en Medicina del Trabajo. Médico especialista en audiología, foniatría y trastornos del lenguaje y el aprendizaje. Certificada por ambos Consejos, Certificada como conservacionista de la audición por Council for accreditation in occupatinal hearing conservation. Maestría en Teoría Psicoanalítica, CIEP. Centro de investigaciones y estudios psicoanalíticos Maestría en Saberes sobre subjetividad y violencia. Colegio de Saberes Experiencia profesional: 20 años como Médico especialista en el Instituto Mexicano del Seguro Social. 10 años Audiologo laboral en la Coordinación de Salud en el Trabajo, Centro Médico Nacional IMSS Profesor asociado en la Maestría y el Diplomado de Salud el Trabajo en la Universidad Nacional Autónoma de México. Psicoanalista 17 años Estudiante del tercer semestre del doctorado en Saberes sobre Subjetividad y Violencia. Colegio de Saberes