a esto vino el hombre
al viento vino a sus peixes
al vino
vino
vino además al huerto
a la ladera verde al mar
a los caminos sonrojados por la tierra vino también
a aprender de la hormiga que atraviesa la estufa
a meter los dorsos las palmas de las manos al algodón de azúcar
a los sonidos diversos de las flautas
a la resonancia del cuero del venado
al bufido del búfalo
anterior posterior vino
al vuelo
del halcón de la hoja
al tocón y a la euforia pasajera
a la invención
a la víspera antes de la extinción del fuego circundado de amigos vino
al grito pelado y sin sentido
a la aviación
al mango y al azul
el azul y el pistache
el pistache y aquellos otros verdes
el del quetzal o el más oscuro del musgo
vino a roer los huesitos
a rajarse las plantas de los pies
a lamer y lamerse cuando llega la hora porque llega
al hibisco a la orquídea el clavel
son tantas esas flores
y todo todo todo
el semen el lenguado la palmera el carrusel
sin otra cosa que estar ahí
nomás
la rosa es sin por qué
como el color amarillo
ya habrás llegado a venus
donde un rumor de voces extranjeras
azotan la azotea
donde los cocoteros silban
y una voz veloz se escapa a toda comprensión
donde tu pelo crespo deja apenas pasar
un poco de aire
el oxígeno no viene de los árboles
donde tus pechos morenos son
son todo acaso
uñas de lumbre
llamas
es el comienzo de tu nombre
alguna vez un río
un río de agua terrosa nos permitió besarnos
y una lluvia finísima bajo a tocarnos
como cuando ya no
donde la lluvia
la garúa significó al más
que todo y gracias
conversaciones lentas
un desayuno breve
huevos y jugo de naranja
pero un día distinto antes caminamos un poco más que media cuadra
agua de río terrosa
agua de río enredada
melena turbia se quedó
no aquí
la pura cicatriz
la densa nube marrón
que siempre es diferente
no te vayas
quédate por favor
en el centro mismo de la vida
esto nunca jamás será lo que ahora es
el vino aquí a mi lado no es realmente una compañía
quedémonos nomás
en el maldito manto del mundo
una palabra
una ocasión
no será
nunca será
nada más que aquello
que haga vibrar un canto
un canto indiscernible
un zopilote que bajará hasta aquí
donde nunca jamás
sabremos que hemos sido
y por lo mismo
una pregunta habrá
cada vez que la flor y el fuego
sean algo
y no va a terminar
es infinita o infinito esto que podemos llamar amor
y que no es otra cosa
que el vuelo del halcón
que tantas veces vimos
tomados de la mano
no en un balcón
sino el campo raso
en un peñasco duro
inmensamente duro
como todas las cosas que no fueron
lo que debió pasar
*
estas manos han tocado
los pechos de leche de la emperadora
estos dedos han entrado en la entraña
de la húmeda cueva
ella no sabe
pero nunca jamás
sentirá más deseo
que con las manos que recorrieron
su entraña
hay navajas que brotan de las
moras
y en su filo va el brillo de su
redondez
amenazas no son las que del gozo
vienen
sino aquello que un ladrillo del
miedo
te rompe un pie
de los potros que pastaron en tu
sexo
no me arrepiento de haber sido el
último
más sabías más querías más
buscabas
y un roce de tus dedos hoy es casi
tanto como destellos de libélula
una tarde de enero y el frío
nos unió
pero así
como si acaso nada
un pendiente que oscila
una incierta vidita
dirán que esto es tal cual
mas no
aquí nomás
con anhelo de decirte flaca
pero no
no por flaca
flaca estás
pero es muy tarde
y reviso un libro que dice alienígena
y yo quiero decir marciano
prefiero
un coche y otro coche
avanzan sin cesar
igual que la imaginación y los suspiros
atrapado en una terraza por la lluvia insistente
miro los fresnos del camellón
miro los pata de vaca con sus flores
de ese tenue rosa
revolotear
en una atmósfera húmeda
de sexos
Ciudad de México, 1974. Licenciado en Literatura Latinoamericana (UIA). Formó parte del consejo de la revista El poeta y su trabajo dirigida por el poeta argentino Hugo Gola. Ha sido profesor de literatura en la Universidad Iberoamericana, Centro y el Claustro de Sor Juana. Actualmente dirige la revista Mula Blanca y es editor del sello MaNgOs de HaChA (MdH). Ha publicado Aquí (Poemas. Oak, 2001); Tanto depende de… (Poemas. MdH, 2006); Las máquinas simples (Poemas y ensayos. Tierra Adentro, 2009); y La realidad (Tres nouvelles. ERRR BOOKS, 2015). Preparó y tradujo la antología Grahhr (Compañía, 2005) de Michael McClure y el Wen Fu de Lu Chi (MdH, 2010). Publicó junto con Ricardo Cázares una traducción de Pedazos (MdH, 2010) de Robert Creeley, y ha traducido además a Saigyô, Robin Blaser, Cid Corman, Bei Dao, George Oppen, Tom Raworth y Chris Torrance entre otros. En el 2014 aparecieron en Chile, Veytia (Nouvelle. Editorial Cuneta) y Un mundo, (Poemas. Libros La Calabaza del Diablo). Su último libro publicado es Sueños de Victoria (Luz y Sonido, 2017). Colabora regularmente en publicaciones nacionales como la revista La Tempestad e internacionales como la revista Sibila dirigida por el prestigioso poeta brasileño Regis Bonvicino.