Para los ojos de los mamíferos, el fondo del espacio es la negrura en estado puro. Ese es el origen de la negrura, el fondo del espacio.
Pascal Quignard.
La materia tomando forma está en estado de resonancia interna. Lo que pasa por un punto repercute en todos los otros.
Simondon
En la expresión, será la Naturaleza quien se exprese.
La naturaleza ya habla, es la madre de las imágenes
Lyotard
I
Imaginemos que todo parte de la columna vertebral como un sistema que deja correr en sus ramas nervios y nervaturas. Una columna cuyo mejor estado posible es la postura vertical. Arriba y abajo como danza de los opuestos, se insinúan sensaciones, se transportan las percepciones. Una luz por ahí, una zona oscura por allá. El cuerpo va haciendo una somato-estética[1]: alguien se yergue.
La posición erecta es una fase del enclave de un movimiento, la estancia en un dominio del ser (de los elementos corporales y materiales del viviente). Es el logro de haber podido desfasarse de un centro de equilibrio para poder metaestabilizar[2] el cuerpo, para poder dejar una fase y pasar a otra: un deseo se brinda (figura). “La recherche du centre, qui est une recherche d’ordre et totalité, a une portée cosmique. Le soi n’est pas le centre de l’individu. Il est le but d’un individu qui cherche à se centrer dans un univers sensé” [3]
Desde ese lugar del “desfasarse”[4] consigo mismo, el individuo deviene en gesto relacional. ¿A qué me refiero con todas estas ideas? Siendo la columna el carril de flujo central de la energía del enorme aparato sobre el que se monta un sistema motriz que se vuelve[5] espíritu, (tomemos la misma intuición ontológica del Yin Yan, que Simondon sigue) entonces una excitación en mi cuerpo es una intensificación de mi alma[6] que vive fuerzas complementarias. Por ejemplo, cuando respiro subo y vehiculizo las impresiones representativas gracias a la reflexión de la psique, que devienen expresión, pero no basta con decirlo de este modo. ¿Cómo es posible que un pensamiento acelere los latidos de mi corazón? ¿Cuál es la relación, entre las fuerzas, el día y la noche? He sugerido que es una figura, la figura es una forma que devino cuerpo. Aquí se abre la pregunta sobre el hilemorfismo -que es lo que se subvierte con Simondon- donde no hay una forma que informe a la materia, es esa singularidad desde un campo metaestable la que permite re-direccionar la vida e iniciar un proceso de individuación.
Ese todo del que imagino se parte el todo, es movimiento el cual, no tiene origen sino generación, el movimiento es ontogenético y con él, la temporalidad que en su relación permite crear distanciamientos y que de ese modo genera el espacio propio del devenir, es decir de la puesta en marcha de una trans-codificación. Antes bien, se puede sostener que la imagen viene bajo forma de intuición motriz.[7] Entonces la pregunta está en poder pensar la génesis de esa figura que es relación en operación de individualización. Hace un regalo al espacio, regala un deseo. La figura a la que me refiero es la percepción que es recogida como momento anterior a cualquier sensación, hay una percepción no sensible que es del orden de las unidades de magnitud e intensidad. Esa figura es una imagen motriz, todo el cuerpo se carga de ella.
“A esta nueva concepción espacio-temporal, entendidos “ser” y “devenir” no como opuestos, tampoco como complementarios, sino como unidad del ser. Y no porque sea uno, sino porque el ser —en esta filosofía de la individuación— es devenir y el devenir es ser. La relación tiene grado de ser. Simondon
II Rencuentro
Ese deseo es una figura en el movimiento de esa columna vertebral. Una estrategia energética como en el juego de ajedrez, un movimiento enroca la energía del medio entrando en relación radial.[8] El deseo se hace figura, se dice intención[9] o configuración: se refiere a las figuraciones míticas, de esas formas ancestrales de percepción provenientes de la energía de esos noumena- menciona Campbell recuperando a Jung-. “Una forma es una estructura metaestable inducida por los reencuentros”[10] Sin embargo para Simondon, el encuentro puede ser entre cuales quiera dos mundos. El juego de la energía es corporal; pensémoslo con Simondon en un terreno distinto: el movimiento extrae del “cuerpo/Lieb” –del jugador-, quien resulta de inicio un punto nodal de expresión de esa intención; es un canal material que cataliza un acontecimiento afectante. En este argumento se puede ver que es la relación la que genera un centro radiante y con esto podemos reivindicar la idea de que el cuerpo no está en el yo el yo no está en el cuerpo. Es esa zona impersonal , de lo virtual. Zona que es singular.
Me arrastro por el piso, me muevo como reptil y jalo de la médula imágenes, mis movimientos salen de una zona oscura, me expreso desde la internidad. La percepción es un rasgo unario de cualidad. Esa matriz primaria, un campo energético. Advengo en intención por temblores, la matriz se intercepta y como huevo tántrico las paredes, el techo y el suelo son interconectividad de un gesto cósmico.
Por esto he sostenido que la percepción es la llave a la motricidad, La perception est du domaine du préindividuel, qui s’aligne sur une détermination du sujet comme investissement de son corps et sa motricité diráMerleau Ponty. Es posible que este trabajo sobre la percepción intente ser una respuesta a la pregunta por el innatismo del esquema corporal que hace de la motricidad una cuestión neurológica, sólo como apunte ¿es nuestro cerebro o nuestra espíritu quien tiene una idea del cuerpo?
III Lo transindividual como relación auténtica.
El viviente de la cueva pinta el baile de la energía que percibe como conductor, como una resistencia eléctrica que cambia de posición la entrada de la energía incitándolo a expresar no el trazo del cuerpo si no la energía enrocada, del “lenguaje” del inconsciente como extracción de energía vital de los cuerpos animales.[11] En lenguaje simondoniano como un transductor: un canal para la transformación de un movimiento físico en otro modo energético, aquel de la energía potencial. Esa energía potencial que se dijera noumena. Ahora es relación con el modo de existencia de los objetos (cuales quiera que sean).
En mi cuerpo se vive como el devenir de la percepción, una trama significativa de operaciones energéticas que colocan la relación con la soledad en el lugar de la potencia y su relación con el mundo.
“La relation a valeur d’être” suivant la formule de Simondon; or la rencontre est la forme archétypale de la relation constitutive, donc la rencontré a valeur d’être. Discrète, labile, impensable par une aproche cosiste de l’être, elle est portant sa matrice; puisque les termes (chaque être) sont secondaires à la rencontré, comme relation contingente au devenir-nécessaire.[12]
Una noche, de la noche a la mañana el cuerpo se hace figura: una figura tiene un borde, una figura tiene una intensidad. Los acercamientos al mundo son invenciones del espacio que va viviendo; el ser es una fase del devenir, una de muchas, como la piedra y los planetas son otras, como el toro y el caballo. Cada una saca del fondo su energía intensiva, su propia metafísica de la fuerza, enroca la percepción y orienta al cuerpo en su intención, de este modo el cuerpo se configura y el devenir se segrega como oscilación entre lo virtual y lo actual.
Desde entonces, el ciclo de la imagen mental que progresa hacia la invención aparecería quizá como un grado elevado de la actividad del ser viviente considerado, incluso en las formas más primitivas, como un sistema autocinético en interacción con un medio. El carácter autocinético, que se manifiesta a través de la iniciativa motriz en las formas menos elevadas, se traduce, en la formas con el sistema nervioso complejo, a través de la espontaneidad de funcionamiento la cual inicia, antes del encuentro con el objeto, el ciclo de la imagen, y que finaliza en la invención. Simondon[13]
Si quisiéramos palpar en un plano más cercano las ideas anteriores, podríamos decir que una figura es un abductor de color, magnitudes, y formas en el fondo corporal. Pensemos en un lienzo de Rothko, donde el color azul extrae la intensidad del rojo en su relación sensible y hace relación en su carácter de ser con el cuerpo observador. Es la relación con la energía la que me interpela y la cual a su vez interpela la motivación de los órganos del cuerpo. El cuerpo rozado por la idea de la somato-estética es el lugar de transformación: lo sintiente percibido en tanto que operación de individuación, en tanto que innovación de mundo. Los órganos transfiguran el en sí del para sí, el sentido interno se extiende hasta que la intencionalidad motriz que suele ser inconsciente ocupa el lugar de la mística gracias a la experiencialidad de sus resonancias con la metafísica. Captar la percepción en sí misma sería captar la abducción. Esa intención es la que nos puede llevar a hablar con el Sol, en sentido nietzscheano y a extraer la energía vital de la nube en sentido taoísta, o a potencializar el rugido del jaguar como un chamán[14] leído deleuzeanamente. El cuerpo es una colección de espíritus.”[15] dice Jean Luc Nancy
Sentimos que todo lo anterior queda suelto si no ponemos una acción a la idea de que “la plasticidad del cerebro descansa en la interacción del cuerpo con su medio ambiente[16], el mismo que como se ha tratado de expresar aquí consiste no sólo en el mundo social, sino en la ecología de aquél y sobre todo en el mundo energético que lo envuelve. Hablamos de la repercusión de estos fenómenos en el universo somático. Sabemos que no hay lo únicamente psíquico o lo únicamente somático pero en efecto, de todo esto se sigue un proceso de transindividuación. Su particularidad reside en la capacidad de ingresar en la magnitud de la génesis de la duración y con ello a la valencia de una realidad aún no individuada, es decir aún no en “plena” relación pero en plena operación relacional, como la noche en el alma de los hombres. La noche es una operación técnica para Simondon una naturaleza preindividual gracias a la cual, la acción va haciendo un camino que es a la vez mundo y sujeto.
El fondo de la figura (el cuerpo, abducido, aunque no hay que perder de vista los matices que existen con lo naturante y lo naturado) es la duración que le trasciende, esa noche antes del todo, un antes que es aiónico, y un todo que es proporcional a esa energía que permite mover y remover la voluntad humana hasta relacionar la morfogénesis en la ontogénesis en una emoción y un afecto.[17]
Entrar en el mundo de la percepción es entrar al mundo espiritual. La tarea propia de la filosofía de la percepción, consiste en analizar la relación que se va gestando tanto en la forma como en el contenido. A esta operación se le llama ontogénesis.
Étant ému, il prendre des attitudes.[18]
Desde luego aún no ha quedado del todo claro por qué hablamos de emoción. Para que zonas tan impersonales se encuentren se traba un vínculo con el asombro, de este juego (lilah) viene el tono emotivo, una forma es un evento significativo que padece de finalidad. La “Psicología de la forma: desarrollada en psicología de la expresión, considera la significación como realidad primitiva, de hecho la significación está dada por la coherencia de dos órdenes de realidad individuación e individualización“ sostiene Gassendi.
En esa noche las interioridades se hinchan, y se transduce la potencia del vínculo con sus fuerzas, hay una entrega y una recepción, un intercambio de energía potencial, la emoción viene a causa de “la imago: una zona rica en posibilidades de transformación”[19]. Ese es el destino que los órganos trazan y rastrean, se accede al espacio interior, a la intención, es “un encuentro perceptivo”: efectúa una anticipación pura.[20]
No hay forma pura que informe a una materia pasiva. Es la relación de estas fuerzas la que destina. En el gesto del niño, del pintor de cuevas, es ésta fuerza la que se extrae, él se obstina de modo inmediato, en entrar como fuerza. El niño, el pintor de cuevas sin máscara, en un estado no político.
El gesto, la relación que capta el niño pintor con el animal es transindividual, genuina, supone una nueva individuación, en lo más profundo de sí, en sus fuentes afectivo-emotivas que pueden encontrar al otro en tanto que otro.[21]
Los dedos dibujan en la mente la poesía en acto de descubrir dominios del ser, quien se yergue acarició la piel del universo (la intención) y logra extender el Lieb. Pararse es haber procesado la relación de modo sensible, es entenderse con el cosmos, es revelar la especialización de los órganos en tanto función creadora, recordemos las preguntas de Simondon: ¿cuándo se puede decir que se produce un individuo, un animal, un cristal, una mambrana?
Como dice Joubert, “El poema, -y agregamos el arte- está entregado a un movimiento prodigioso: movimientos de retiradas, de prolongaciones, de huidas[22] Se llama espíritu a la relación con la noche o cueva, con la zona cavernosa de los pliegues de mi cerebro que sólo hacen evidenciar la plasticidad del tiempo y el espacio de mi alma. La cueva de los sueños olvidados.[23] donde vemos la “transmigración” de lo biológico a lo psíquico.[24] La cueva como modo de un mito que guarda la vivencia de la vida espiritual bajo la caverna oscura de la percepción.
La espiritualidad es la significación de la relación del ser individuado con lo colectivo, y por tanto, en consecuencia, también del fundamento de esta relación, es decir del hecho de que el ser individuado no está enteramente individuado, sino que contiene todavía una carga de realidad no individuada, preindividual, y que preserva, respeta y vive con la conciencia de su existencia en lugar de encerrarse en una falsa individualidad sustancial, falsa aseidad. La espiritualidad es el respeto de esa relación entre lo individuado y lo preindividual. [25]
La columna se alarga, se yergue, la voluntad la impele ante «el cielo constelado de vacíos»[26] y de la noche hace un deseo. Pero no sólo se yergue anatómicamente lo hace espiritualmente porque esos venados y toros no provienen del registro de un animal: “la forma [27] de un animal no es lo que se percibe, sino que se percibe la orientación en su conjunto, Su figura. El cuerpo percibiente; el intercambio energético del cuerpo del toro en el psiquismo medular del “niño-pintor”.
IV La relación tiene valor de ser.
De este modo es la relación que relaciona el núcleo fundamental del pensamiento de Simondon. “Le hasard devient sujet de l’action, il devient acteur ontologique” (la integración de los efectos del azar) Es decir que la forma que se presentifica es la sombra del destino -la aventura ontológica, el viaje al interior de la materia-[28]; se hace un cuerpo del modo en que un niño reconoce el cuerpo desconocido en un animal desde el grado dimensional del aion; una fina textura de la relación, el niño-pintor no ve la finalidad de la acción del cuerpo; su cuerpo y el del animal le destinan una relación, para Simondon no hay finalidad. Estamos en el plano de la génesis de la forma. “La transducción activada “[…] consiste en seguir al ser en su génesis, en consumar la génesis del pensamiento al mismo tiempo que se cumple la génesis del objeto”.[29]
Enfant, les lettres de ton nom sont si éloignées l’une de l’autre, que tu es un feu de joie dans la nuit étoilée. Tu éprouveras à ton heure la dimensión de ton appelation, la détresse du néant auquel tu réponds. Edmond Jabès
¿Un tronco cerebral que se conecta con una raíz coccígea? ¿Un enroque de energía? ¿Qué tan a menudo olvidamos la extensión del alma? La transfiguración espiritual atiende a un más allá del esquema extenso del cuerpo. Si todo parte de la columna como de un enroque, el enroque es la relación de la energía, pensemos junto con el niño pintor, el chamán, el cuerpo del yogui.[30]
El alma adquiere plasticidad en tanto que expresa la relación de la materia y la forma[31] como una resonancia de cuerpos[32], cada espacio que se percibe se adentra en la columna estéticamente como vitalismo de la forma virtual. Para Simondon la eternidad virtual se entiende como el sentimiento interior del sujeto creador.[33] Esta virtualidad consiste en una posibilidad permanente de reincorporaciones en obras o en creaciones; penetración en las diferentes magnitudes por el sistema energético, danza y arte, cuerpo y figura.
Erguirse sería un paradigma no evolutivo sino energético, la alegoría de la caverna se disloca. Y con esto lo que se provoca es un proceso de incoaccción (amorce) del cuerpo. “Si la palabra día, la palabra mar cumplen de por sí la función de convocarme, de invitarme a ciertas relaciones fundamentales con el ser, hay que pensar que “será el ser que hay en ellos quien me interpela” señala Lyotard en Discurso y Figura.[34]
Su particularidad reside en la capacidad de ingresar a la magnitud de la génesis de la duración y con ello a la valencia de una realidad aún no individuada (singular), pero que no obstante, gracias a la relación que abre un nuevo espacio, (campo metaestable) deviene individual,[35] entre tanto el acento no deja de estar en lo transindividual.
Que la relación tenga valor de ser nos permite abrir no sólo el esquema corpóreo y pensar la “radialidad” de sus partes, si no que con ello nada impide los intercambios y alternancias entre un sistema biológico y uno psíquico dirá Simondon. Así en esos dominios del ser que va entrando en relación (transduciendo) con la zona cargada de potencia, la zona impersonal, es la práctica mística misma:
“La intimidad con una zona de no-conocimiento es una práctica mística cotidiana.”[36] Esa mística desde el pensamiento de la relación que abre la filosofía de la percepción, no sólo permite evidenciar por qué los niños muy pequeños pueden “reconocer” los animales que ven por primera vez sin recurrir a una analogía exterior a sus cuerpos, así podemos relacionarnos con el venado de la cueva. Ó de cómo la mirada, alojada en los ojos, “que es el signo del intercambio de la intención entre dos vivientes”, hace “sostener juntos dos términos en la distancia unificadora de un Y”.[37]
A propósito de esto, el enroque tiene forma de Y, erguirse espiritualmente también. La propuesta es renovar la intención de ese viaje a la intimidad de la materia que nos sostiene en el mundo de la percepción como relación espiritual, donde el amor es.
V Resonancia.
La columna vertebral esa médula que invita a soñar que tenemos un hueso que tiene carne interna. Algo fantásticamente similar a la sangre del corazón de una montaña, como ese magma, como los alientos de los manas de los ríos.
Ambos, son unas fuerzas misteriosas que arrojan al individuo a crear un medio ambiente que promueva la cercanía con esa fuente de poder. La médula, la grasa donde la vida proteínica del ser se dota de enclaves con los cuales acceder al mundo circundante. De inicio le salen extrañas formas que parecen mil pies, así quizá actúa, “si éste se detuviera a pensar ante cada paso, sería un suicidio mental”. Pero como el cuerpo nunca deja de sentir, son las sensaciones táctiles quienes llenan el esquema postural y no repara. “Siente todo lo que es corporal. Siente las pieles, y las piedras, los metales, las hierbas, las aguas, las llamas. No para de sentir. Sin embargo, la que siente es el alma, y el alma siente en primer lugar el cuerpo.“[38]
¿Cómo sentirse gusano?, ¿arrastrándose?, ¿cómo león?, ¿rugiendo, no hay contenido mental sin representación visual que lo contenga?, ¿no hay esquema corporal sin la experiencia?. Entonces sí, en definitiva se incita a mover el cuerpo que circulen los afectos y los contenidos afectivos. A devenir, intensificándolo en la danza, o en la selva con el chamán, en el erotismo. O en cualquier práctica que conduzca a un lugar del cuerpo incoactivo[39]; se aspira el vacío, se aspira la negrura, con los ojos de los mamíferos.
Esa fuerza, ese manas que como propicia Freud a imaginar abre la magia, es el sexto sentido que se desprende de la carne, muy cercano a lo sagrado o incluso siéndolo, a esa huella que una divinidad ha dejado en su paso por el suelo sobre el que sentimos estabilidad y que nos da una guía para buscar al espíritu que deja huella como una presencia misteriosa. “La intuición motriz, bajo forma de anticipación del comportamiento, realiza un animismo implícito.” [40] dice Simondon.
Sugerido así, pensaríamos que lo sagrado está dentro de la médula, es una relación que ella permite al momento de ponerse en contacto con las paredes de los órganos: un hueso vibra una resonancia hacia la carne del órgano, y de modo inverso, de la médula al hueso, hay una comunicación gracias al movimiento interno (y externo) a veces audible: ojo sonido, a veces inaudible y que no obstante funge como un pegamento: la emoción, la afección.
Como Empédocles: la unión de los elementos se hace por el amor, la desunión por odio.
La percepción, dice Simondon, de manera abreviada, es la solución a un conflicto. Él está pensando en la disparidad de los dos ojos en cuanto reciben cada uno una imagen y la solución de una nueva visión que congrega la disparidad en una nueva dimensión visual. El conflicto es anterior, la percepción brota, es la fuente de poder, la fuerza mágica a la que se puede unir la magia de otro la magia como la reserva no individuada).
Pero antes de continuar este argumento más antropológico sigamos con la médula y su resonancia. Ella, en ese “viaje a la intimidad de la materia”, permite el ir naciendo a los extraños mundos de lo somático. Percibo y entro en contacto con los sitios donde poder ocupar un espacio. Y esa ocupación abre espacio. Respirar y pensar (de orden lógico-sensual) son el moto spirituale de un alguien que se mueve desde las antenas vertebrales. Nos cuesta trabajo suavizar la idea de la columna, la solemos pensar de modo imaginario como un hueso largo y rígido, pero veámosle el rostro de un milpies con ese movimiento: cuando se sienten amenazados, muchos se enrollan en una espiral. Sus pies son como glándulas; un sistema bioenergético propone una filosofía de la transformación, si no hay encuentro (relación) no hay transformación, no se accede a lo transindividual que un pie-glándula requiere.[41] Están anillados se arrastran succionando,. Nosotros, con la columna jalamos información. “la noción de información debe ser suplida por la de percepción”. Nosotros percibimos desde (como incoactivo) ese lugar.
“[…] Etiología clínica., sólo externa, no en esencia. La naturaleza gusta de emplear formas idénticas a través de los más diversos nexos biológicos; por ejemplo, las mismas en las formaciones coralinas de ciertas plantas, y aun, más allá todavía, en ciertos cristales o en determinados precipitados químicos” [42]
Pero así como el milpiés se mueve haciendo pequeñas mociones gracias a las pulsaciones de la tierra, así nuestra columna extiende y contrae nervios y nervadura, atajos y agregados. El movimiento no sólo pliega los anillos de la columna también pliega su enclave: la plasticidad del cerebro. Movimiento motriz y animación espiritual.
Alguien se yergue, decíamos, en ambos sentidos. Y sí, porque hasta ahora son muchas las coincidencias con una postura erguida y la cumbre de la energía. Si me veo amenazado me hago bolita, me civilizo, la energía empequeñece, mi movimiento se detiene, la percepción perece, aparece la confusión, el conflicto que por la ausencia de un enclave energético, salgo de la cueva, no duermo, no hay noche. Lo erecto es una dimensión. Los anillos, conducen la extensión del alma, las vertebras inducen una intensidad. La confusión según nuestro filósofo se ataca con movimientos espirituales, ahí donde se es quien se es, se dice lo que se piensa y se hace lo que se dice.
Míticamente, la energía es el manas, una sobrecogedora fuerza que además de jalar la mente a un estado de abducción, franquea los límites del esquema corpóreo y logra movilizar el cuerpo, se dice intensión. El poder de la naturaleza en su expresión. Pulsión como alteraciones a una única fuente de conducción. Se encarna y se incorpora.[43] Las metáforas en las que recae la filosofía de la carne, en términos de representaciones de un cuerpo bio-energético. La fuerza hipnótica que tiene la serpiente es más temible que la de un milpiés, por razones personales, por el momento usaré al amable gusanito para referirme a la infancia que a una energía más serpentina que anuncia lo que se conoce como la triple teoría del cambio: energética, psíquica y física.[44] Los tres considerados niveles de la mente. Pensemos en la intencionalidad de Brentano, el contenido no sólo como la intencionalidad sino como la imagen en su estado ontológico.
“Cada pensamiento, cada momento de la mente, viaja a través de las fibras de la sensibilidad en el centro del cuerpo”. Abrazo un árbol.
Pensemos en la intencionalidad del cuerpo: ¿puede uno cambiar su esquema corporal inconsciente a partir de una percepción consciente del cuerpo?[45] La intencionalidad del cuerpo, esas aspiraciones de los movimientos que realiza el espíritu, Es entonces el espíritu quien constituye la “forma” como génesis de la percepción, es el alma quien recibe la sensación mediante un legrado de los vestigios motrices que se gestaron en el cuerpo, una génesis, si estamos vivos estamos succionando, aspirando, un legrado natural, se raspa, no el cerebro quien manda señales al cuerpo, Estamos en lo virtual.[46]
Incarnation de son style subjective dans sa matière corporelle[47]
VI Movimiento
¿Cómo es posible que un pensamiento acelere los latidos del corazón? Á la perception du soleil qu’accompagnerait un sentiment nocturne? [48] Este movimiento no tiene origen sino generación, (algo así como lo natural y lo naturante[49]) . Estoy siendo un cuerpo de bebé, me adhiero a la piel de mi madre, restriego mi espalda y pido amor. Subo el cuello como la tortuga en medio del océano “esperando” que el aro del sentido se meta en él.[50] Así es la relación transindividual.
Para Simondon: el sabio, el héroe, el santo. Una vez cada eternidad. Repto y anclo un sitio de mi cuerpo, veo lo inaudible, la cenestesia va por conductos óseos y cuevas carnosas. Soy Cratilo, llevo en mi lenguaje el de la ardilla y el del viento.
Pero el día en que llevo mi mano hacia un lugar de forma. Crezco. Un espíritu me habla, jalo la energía vital del espacio, la trago, me río, ofrendo la figura. Hay un espacio de interconectividad, Hay un devenir. Los anillos de mi cuerpo ondean la información. Me regocijo y se mojan mis ojos. Hay luz en mi mirada, viene la intención.
Ese pequeño mundo que señala un sueño tan singular que sólo “deja a la imaginación” siendo el cuerpo el centro de equilibrio modal. El mundo del contrafactual, el mundo del ambiente cósmico. El entendimiento con la marcha de las Pleyades, la escucha de radiante del Big Ban. El destino que le descubro a algo. Instalado ahí te vi, en ese descubrimiento del destino que capturaste de algo.[51] El destino es ontogenético. Los receptores sensoriales de los que se nutre están imbuidos de cambios. Contienen la intención propia y el destino exterior. Lo preindividual es un futuro anterior,[52] por el potencial viene del futuro y se actualiza o se realiza en una situación particular.
VII Conclusión:
Tenemos que el cuerpo motriz es el lugar de la génesis de la forma en tanto que gesto perceptivo. En su individuación psíquica el viviente opera en su totalidad componentes de contrarios, inventando realidades, gracias a lo cual celebra que una forma no es una figura geométrica sino la relación interna del esquema corporal de un viviente otro. El cuerpo transporta las percepciones es decir que vehiculiza las formas de un lugar no apriorístico sino experiencial de cualidades sensibles que bajo la tensión de excitaciones energéticas movilizan la columna vertebral donde reside la energía potencial del encuentro y anima el devenir animal en tanto celebración de un encuentro material. A esto se le llama naturalismo material. Sin embargo, en tanto que instante psíquico entre un viviente hombre y uno animal, existe una presentación mental del contenido ontogenético de esa forma de vida, esta forma de experiencia mental es la intuición. Así pues, en las ramificaciones del aparato se guarda la huella de una inventiva registrada como intensión. En la mitología india existe el nombre de marga, que indica la huella que deja un animal totémico en el camino espiritual de un hombre. En sus posibilidades, el cuerpo se dispone a cazar su forma, no siendo sólo las fuentes receptivas neuronales sino la incorporación de la información sensorial las que van al encuentro de una emoción que abra el afecto capturado en alguna noche. La oscuridad es la zona incoactiva que da marcha a la operación transindividual. Ahí se guardan los sedimentos de las acciones quiásmicas, un arquetipo que excede la piel para mostrarnos el cuerpo en su vitalidad cósmica. Esa zona es la relación entre fuerzas; qué mejor que la noche para sentirlo. Una reserva que permite ser abducidos por el color y la naturaleza. En el sitio de la resonancia con las vibraciones sonoras del latido del corazón, de la respiración se vacía la unidad del cuerpo, se invade de ser: de relación, mística y espiritualidad.
Reformulamos la
relación que existió entre un animal y un hombre, -donde se extrajo el volumen
de uno en la profundidad del otro para así hacer resonar toda una gama de
sinestesias, transmisiones, magnitudes, intensiones y códigos transformadores y
de esta suerte sacar la energía vital del animal-, desde la subversión del
sistema hilemórfico. Se trata de un gesto verdaderamente especial que nos lleva
a regiones cavernosas -formula Quignard en la Noche sexual– y que tiene que ver con el trayecto hacia la zona oscura,
hacia la zona impersonal y profunda del reencuentro con la negrura.
[1] Sugerente hipótesis de Richard Shusterman. Conscience du corps. Pour une soma-ethétique. L’éclat. Tire a part, Paris. Tel Aviv. Así mismo se confrontará la idea de somato-psíquica para comprender las relaciones íntimas e internas entre el cuerpo y el sujeto psíquico en la construcción de un éco-soi. B Andrieu, Philosophie du corps, p 13, Vrin, Paris. original en francés.
[2] La metaestabilidad es un concepto que utiliza Simondon y que refiere a un cambio potencial que induce un cambio de fase. Deleuze, Del animal al arte, Anne Sauvagnargues, p 15.
[3] Pascal Chabot, La Philosophie de Simondon, Vrin, Paris, 2013, Simondon et la psychologie des profondeurs, p 109
[4] Existe un diálogo previo con Freud en el Narcicismo, El yo y el Ello y en otros momentos a Totem y Tabú. Por el momento quiero dejar anotado, en este punto, un postulado del narcicismo primario con el cual se discute: “Il s’agit en réalité de se défaire de la visión diffusée par la psychanalyse traditionnelle, dérivée de la notion freudienne de narcissisme primaire, dans laquelle le nouveau-né, par sa situation de détresse et de dépendence biologique, est conçue comme une monade narcissique, homogénéisée et indifférenciée du monde extérieur, se présentant comme un soi-substance sans limites établies. Les métaphores psychanalytiques de cet état d’indifférenciation originelle sont abondantes: le sentiment océanique de S. Ferenczi (1990), la mixture harmonique de M.Balint (1979), lúnité mère-bébé de Winnicott (1952). Il faut toutefois préciser que ces concepts tentent de décrire le sentiment de fusión psychologique avec l’environemment et non la fusión corporelle ou perceptive. Philosophie du corps, Op cit, p 26. El subrayado es mío, para insistir en que hay desde antes del inicio originario un inicio de relación. La discusión metapsicológica que permite esta línea de ideas es rica respecto al tema de la percepción y las nociones de información en cuanto materia y memoria libidinal. La mamá imprime mediante cuidados, en la piel del bebé, las experiencias incorporadas de una relación.
[5] De vuelta, de voltear, tiene dos fases: frente y espalda,
[6] Desde el psicoanálisis: el primer signo de vida es el llanto: por dolor, el dolor es causa de una sobreexcitación de los nervios, es posible descargar tal excitación.
[7] Simondon, Curso sobre la percepción, Cactus. […] guiada en su origen por la línea de las tendencias motrices que proyectan el encuentro de los objetos, la imagen mental se carga de información exteroreceptiva y luego se formaliza en símbolos de lo real.
[8] No dejemos de pensar en el color de las casillas, blanco y negro (Yin Yan). Pensemos en los movimientos de las piezas de un tablero de ajedrez. Hay uno en especial, que se llama enroque, donde sólo una vez durante la jugada el rey se mueve más de lo habitual. Lo que este movimiento demanda es un mayor compromiso en los siguientes movimientos, ya que el juego mismo queda tensado por ambos flancos. En la mitología épica hindú hay una figura que es lilah y que atiende a la conjunción del azar y la necesidad energéticamente.
[9] Castoriadis.
[10] Baptiste Morizot, Pour une théorie de la rencontre, Hasard et individuation chez Gilbert Simondon, Vrin, Paris, 2016
[11] Véase Deleuze. Mil mesetas.
[12] Op cit, Pour une théorie de la rencontre, p 229.
[13] Simondon, Imaginación e Invención, Cactus. p 68.
[14] Véase Deleuze, Del animal al arte, Sauvargnargues. Así mismo, referencias de yoguis que mediante posturas corporales pueden acumular la energía necesaria para conseguir poderes sobrenaturales en Pujol Patanjali y Spinoza, Pre textos, Indica, 2009.
[15] J.L Nancy, 58 Indicios sobre el cuerpo, Extensión del alma., La cebra.
[16] B. Andrieu, Philosophie du corps, Expériences, interactions et écologie corporelle., textes clés de philosophie du corps, J. Vrin, Paris, 2010.
[17] Pour une théorie de la rencontre, op cit, p 121,( t .. t+ 1 memoria) Asimismo, Cfr, Eliade, en La philosophie de Simondon. Op cit, p 23
[18] Op cit, La philosophie de Simondon. p 95
[19] Op cit, Curso sobre la Percepción, p 183
[20] Ibid, p 30
[21] Op it, La philosophie de Simondon, original en francés, p 96
[22] Joubert y el espacio, en Blanchot La conversación infinita.
[23] The cave of forgotten dreams. W. Herzog
[24] Así como a la ola, a los helechos, a la obra de arte, y a todo ser físico, Simondon le concede un lugar genético. Cada uno de estos son modalidades de lo viviente, con su propia carga energética: la ola, lo azul, el helecho, el animal, el niño, en los dominios del ser que ocupan, tienen capacidad real de transformación energética. (Hablamos de viviente, porque para Simondon, lo psicogenético prueba que hay más problemas psíquicos que un individuo psíquico). ¿Cabría pensar lo anímico en sentido animista de este modo?
[25] https://revistas.unc.edu.ar/index.php/astrolabio/article/viewFile/4238/4506 La espiritualidad en la obra de Gilbert Simondon, Solís Plancarte. Fecha de consulta: marzo 2010
[26] M. Blanchot, El libro por venir, Trotta, p 73.
[27] G Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, Cactus, p 25. La noción de forma debe ser reemplazada por la de información.
[28] Jacques Roux, Saisir l’être en son milieu. Voyage en allagmatique simondonienne, en Pascal Chabot, et al., Simondon,J. Vrin, p 121
[29] Véase. Percepción, relación e intención en Simondon. https://2018.reflexionesmarginales.com
[30] “El Raja Yoga es la ciencia por medio de la cual se perfeccionan y desarrollan los centros y localizaciones cerebrales de la intuición” y el “ajedrez nobilísima disciplina mental (…) el camino de perfección preliminar. Por las rutas imaginarias del tablero ajedrezado, el estudiante, mezclamiento de brahmán, kchatriya y vaizya, avanza año tras año en los 8 grados del Raja-Yoga” La intuición se desen-vuelve por el movimiento de posturas que remueven dominios del ser no individualizados, como el reptil en uno, el ave, el perro, es en este terreno del afecto corporal que la intuición se abre al devenir.
[31] La crítica que se sigue sosteniendo al sistema hilemórfico se agudiza en el momento en que éste no da cuenta del momento de encuentro entre materia y forma. ¿Ese punto en el que se traduce la energía?
[32] Por resonancia interna, se entiende “el rapport entre el individuo y la energía potencial.”
[33] Op cit, Imaginación e Invención, p 185.
[34] J. F Lyotard, Discurso y Figura, la Cebra, 2010,
[35] Bergson
[36] G Agamben, Profanaciones, AH.
[37] Muriel Combes, Simondon, Una filosofía de lo transindividual, p. 57
[38] JL Nancy, 58 Indicios sobre el cuerpo, extensión del alma, La cebra.
[39] Recuérdese a Artaud pero que sirva de provocación pensar en su cuerpo sin órganos: respirar con la piel. Por qué no caminar con la cabeza, cantar con los senos nasales, ver con la piel, respirar con el vientre, Cosa simple, Entidad, Cuerpo lleno, Viaje inmóvil, Anorexia, Visión cutánea, Yoga, Krishna, Love, Experimentación. Donde el psicoanálisis dice: Deteneos, recobrad vuestro yo, habría que decir: Vayamos todavía más lejos, todavía no hemos encontrado nuestro CsO, deshecho suficientemente nuestro yo. Sustituid la anamnesis por el olvido, la interpretación por la experimentación. Encontrad vuestro cuerpo sin órganos, sed capaces de hacerlo, es una cuestión de vida o de muerte, de juventud o de vejez, de tristeza o de alegría. Todo se juega a ese nivel. Consultese: http://reflexionesmarginales.com/3.0/wp-content/uploads/2013/01/Como-hacerse-un-cuerpo-sin-organos-Gilles-Deleuze-y-Felix-Guattari.pdf 28 enero 2019
[40] Imaginación e Invención, op cit, p 51, Confróntese con Tótem y Tabú y Animismo, magia y omnipotencia.
[41] Y ¿desde dónde empezaría esa transformación?, ¿desde la materia?, ¿desde lo sutil? O si realmente ponemos atención a ambas puesto que no están separadas, una transforma a la otra: pensemos en lo más primario: la posición erguida del chango no sólo transformó la nervatura de la columna vertebral, plegó la masa cerebral, y con esto se desplegaron las facultades, hasta llegar a transformar la materia externa: el arte.
[42] S. Freud Tótem y Tabú, p. 34 en Obras completas, Amorrortu. Tomo XIII
[43] Les sensations de mouvement, sources d’indications et les sensations du toucher, sources de représentations, sont les unes et les autres objectivées comme des caractéristiques de la chose « main gauche » mais elles relévent de la main droite. Il n’est alors nullement question de dire que la chose physique s’enrichit, mais bien qu’elle devient chair (es wird Leib), qu’elle sent. Husserl
[44] Le digo gusano de mil pies, pero si tomamos el nombre asequible se trata de una representación de serpiente. Quizá el punto de diferencia es la cara del deseo que se perfila en la serpiente. Con ella ya podemos hablar en un lenguaje más esotérico: éxtasis por ejemplo, ya que la imagen de la serpiente con su locomoción ondulatoria, hace oleajes en la piel que podríamos asimilar semánticamente con el campo del inconsciente.
[45] Si le schéma corporel est bien le système des fonctions motrices, est ce qu’il ne faut pas distingue la perception du corps (celle de l’image de notre corps par le vécu corporel) de ce qui serait l’action determinante du schéma corporel. Merleau Ponty cherchera précisement à décrire tout à la fois la perception du corps et le schéma corporel. Ibid. Philosophie du corps, p 24.
[46] Las lecturas que se han hecho de Simondon y que lo han desnaturalizado en beneficio de una interpretación de las máquinas olvidan su intención inicial que es entender la percepción desde la individuación. Lo virtual está en lo material….Olvidan el gesto nietszchiano de Simondon, no hay finalidad en el devenir. “No se trata de domesticar el azar”. P 213, Baptiste Morizot, Pour une théorie de la rencontré, Hasard et individuation chez Gilbert Simondon, J Vrin, Olvidan el gesto de la genealogía. Será interesante ver la articulación Simondon Nietzsche.
[47] Ibid, p 22
[48] L’individuation en La philosophie de Simondon, p 96,
[49] La idea de belleza, no es una aidea, como una sustancia, de hecho ya Wittgenstein decía que le problema de la lengua es hacer de un sustantivo una sustancia. véase, Pour une théorie de la rencontre, ya citado.) la belleza es una operación en la cual se induce la información del trasfondo de la forma y se consigue la efectuación de la individualización de sus operaciones. La transducción es la soledad como belleza.
[50] Cierta vez, mientras Buda impartía una enseñanza, les dijo a sus discípulos: «Imaginad que hay un inmenso y profundo océano, tan grande como este mundo, sobre el que flota una argolla de oro, y que en el fondo vive una tortuga ciega que sube a la superficie una vez cada cien mil años. ¿Cuántas posibilidades habría de que introdujera la cabeza dentro de la argolla?». Desde el punto de vista de la sabiduría, mentalmente no hay mucha diferencia entre nosotros y la tortuga; y aunque nuestros ojos físicos no estén ciegos, el ojo de nuestra sabiduría sí lo está. Durante la mayoría de nuestras vidas pasadas hemos permanecido en el fondo del océano del samsara, en los reinos inferiores, y hemos subido a la superficie como seres humanos muy raramente. Incluso cuando logramos un renacimiento humano, es muy raro encontrar la argolla de oro del Budadharma porque esta no permanece en el mismo sitio, sino que se va desplazando de un lugar a otro, el océano del samsara es inmenso y el ojo de nuestra sabiduría está siempre cerrado.
[51] Incorporar, hacer cuerpo. “Tourner son attention vers les instruments qui organisent les actions sur le monde ne peut venir que dans un second temps, tellement le primat des informations positives, directement perceptibles dans leur présence matérielle à moi, est puissant. Philosophie du corps, Op. cit, p. 330
[52] Vus depuis la philosophie phénoménologique, ces deux renversements recoupent assez justement la versión husserlienne de la réduction comme conversión réflexive et la version heidegerienne d’une pré-compréhension affectée qui laisse être et laisse advenir l’événement. Ibid, p. 327
Aline Lavalle Henaro, historiadora, maestra en filosofía y psicoanalista, tiene una investigación sobre la conformación del cuerpo, y las vías prácticas a las que recurre permiten poner en relación distintos lugares de la reflexión filosófica. Actualmente es doctorante por el colegio de saberes.