Figura y espíritu.

Aline Lavalle Henaro

A Mateo

 

 Enfant, les lettres de ton nom sont si éloignées l’une de l’autre, que tu es un feu de joie dans la nuit étoilée. Tu éprouveras à ton heure la dimensión de ton appelation, la détresse du néant auquel tu réponds

Edmond Jabès

La gloria nocturna de ser grande, no siendo nada

Fernando Pessoa

La transducción no es pues solamente marcha del espíritu; es también intuición

Gilbert Simondon

 

I Pensando un paso atrás

A veces pienso en contradecir a Descartes, otras entablo un diálogo con la discreción espiritual que hay en él. Hoy día, pienso un paso atrás. De este modo, con la primera hipótesis de remontarse ya no al juicio si no al gesto, lo pienso fenomenológicamente. “Regresar a las cosas mismas” indicaba una fenomenología que investigaba el lugar de encuentro entre el objeto y el sujeto. Una fenomenología que fue en apariencia iba obturando la libertad de tener una experiencia por los requisitos reflexivos sobre la intuición trascendental. Sin embargo, el paso atrás no indica retroceso en una línea de tiempo ni quizás en una causa, si no que apela al ámbito de la tonalidad emotiva con la cual se habita el cuerpo, es pues, la propia vida del cuerpo el gesto, que, para que motive creación se configurará, atenido al espíritu.

Reflexiono pues, ya no en los movimientos nocturnos que encallan en las sombras del contorno del cuerpo. Ahora la meditación durante la vida diurna de cada movimiento, en uno por uno, en dos y en su configuración. ¿Qué quiere decir regresar al gesto? Indica varias líneas de pensamiento, pero para unir los epígrafes que abren el texto, quizá podría decir que el gesto es aquello que lingüísticamente Jabès trata de unir con la idea de un nombre que se significa como una aurora boreal en el universo, y que siendo la exacta pronunciación de la inversión de la exaltación externa con la interna, ahí en esa marca de angustia que marca al hombre con angustia gozosa, sólo se podría explicar la nada. Es muy importante mantener el lugar de la nada como una categoría existencial que permite tipos y modos de existencia. Pensando con Simondon, sería traer el otro plano de conciencia a este mundo. El segundo epígrafe de Pessoa, da la pauta, se podría interpretar como plenitud. Y la individuación, apela no a la libertad en sentido extra moral si no a la plenitud en sentido expiritual. La parte de la realidad pre-individual que el individuo trae consigo.[1] La última cita y tercer epígrafe nos explica esto último, según Simondon, la transducción es, así como lo fue la intuición, un método. El cual sirve de linterna en los momentos de individuación que llevan a lo singular. “Lo pre-individual dunda lo espiritual en lo colectivo” Simondon.

Así pues, observando, enviando al mundo ya no los ojos de la mente si no el tacto del entendimiento, algo así como inspirar el entorno, veo que cada gesto-se-gesta y hace espacio. (Hablar de este modo implica ya que la plataforma conceptual de este ensayo es “la individuación como nuevo paradigma.”[2]) Un espacio que está comprendido como vacío en tanto que su propiedad es generar más espacio en retroceso expansivo. Sugiero tener presente el uso que de esta palabra se ha hecho en filosofía, en principio nos devuelve a la gestalt  ya no como forma-fondo, si no como extensión/intensión: magnitudes que pertenecen a lo virtual del cuerpo. Por virtual se entiende el movimiento propio del cuerpo, donde se sostiene que el gesto entonces sería la modificación que hace el cuerpo en el mundo de las cosas.

El método que propongo es rumiar[3] la palabra configuración, operación a la que, por el límite que opera en ella entre el pienso y el soy, cobra rango de concepto perteneciente a la vida espiritual. ¿Somos capaces de darle lugar en nuestro logos?, ¿de verdaderamente pensar el gesto y su operación? Es decir de pensar/sentir las modificaciones cuánticas que hacemos con nuestro cuerpo en la apropiación de sí en el mundo? Figura y materia en equilibrio dinámico desde el vacío, nos envían a la geometría la cual modifica el espacio para ser triángulo, círculo o cuadrado y así mismo para ser sensación de formas, colores y volúmenes. Husserl tuvo a bien tratar a la geometría quien declara su origen como un ápeiron, esto es como un no-origen en el tenor del infinito[4], después de él Simondon toma el ápeiron como esa parte de una realidad pre individual que cargamos y que potencializa al gesto a su individuación genética, tratándose de un encuentro con la naturaleza misma. Suena difícil entender esto si prescindimos de la genética y de la metafísica. En el borde de lo material ambas surgen. Siendo el deseo que alimenta este texto es que cada palabra descanse en su sentido, que tomen refugio. Entonces sin pormenorizar el sentido del “no-origen” y para genuinamente ir al concepto de configuración, pensémoslo ya desde el esfuerzo por experimentar la pronunciación como si el decir mismo implicara la ritualización del espacio y el cuerpo. Demos un paso atrás y aprehendamos el escenario del hombre primitivo en las cavernas. Esto quizás nos acercaría no sólo al sonido más propio de nuestra voz, a la piel más desnuda, y al cuerpo como consciencia si no irremediablemente a la genealogía oriental de Heidegger, “según la expresión taoísta, el ser nace del no-ser […][5] Solamente a base de la originaria patencia de la nada puede la existencia del hombre llegar al ente y entrar en él”[6]. A partir de estas aparentes digresiones a mi discurso, existe un lugar de relación en cuanto al origen: en ellas el gesto de acceder al mundo implica el reconocimiento de un descubrimiento por venir en el gesto ocupado en el vacío. ¿Qué tienen que ver con la espiritualidad los enigmas del vacío y del apeiron en el no-ser puesta en el reconocimiento de la geometría como operación de la experiencia?[7] Un vacío que sabemos no proviene de pensar la nada en sentido nihilista sino de lograr entender el vacío como eso-que-crea-espacio (das enräumende).[8] Un vacío siendo éste el de la experiencia implícita del cruce de la generación de cuerpos. Estoy pensando la figura como el primer signo, de donde la idea subsecuente de conjugarle sería la configuración[9], pero si realmente pensamos en la figura como una expresión desde el vacío, el espacio que se crea sería una individuación del espíritu que intenta operarse en un lenguaje perceptivo. Así pues, la geometría es una lingüística de la percepción: hecha con figura y modelada hacia el espíritu, deviniendo pues «configuración», un acceso a la expresión del cronotopo, desde el movimiento[10].

El asunto que me compromete es el de recobrar el carácter espiritual de la palabra que presta nombre al concepto. Por estas razones el atrevimiento de acercarme a la propuesta de Gilbert Simondon, quien propone restaurar el espíritu desde la intimidad de la realidad material a partir de la copiosa descripción de un no-origen que se instala en la infinita individuación que es la maquinaria de eternos vacíos concatenados entre materia y energía. “El ser individuado lleva consigo un porvenir posible de significaciones relacionales a descubrir.”[11] La individuación viene de la pregunta en línea transversal de dos argumentos que durante largo tiempo ha sostenido el pensar sobre el cuerpo. Por una parte el hilemorfismo aristotélico, donde se conjugan la materia y la forma para posibilitar un orden de atributos vitales, y por el otro, la fenomenología de corte intuitivo, Bergson, Merleau-Ponty que fuerzan la experiencia hasta el brote del adentro del tiempo y del adentro del espacio. La dificultad reside en pensarle, en poder aceptar que “la voz no dice nada, sino que se muestra,”[12] en el sentido de que el cuerpo como la voz, siendo ésta una y el otro ésta, se abren como campo perceptivo. Dicho lo cual se deja ver que la relación es integral entre el medio y el compromiso de los sentidos en él. Las premisas de la geometría serían como la configuración de la percepción en el enigma del significado de los gestos, es decir, para mí, muestra la lingüística propia de la percepción. Siendo así que el encuentro de la materia con el cuerpo en el espacio crea el gesto espacial llamado figura. Sin embargo para seguir con el rigor epistémico al inicio expuesto, yendo un paso atrás, anterior a esto puede existir una pre-ontología[13] que sería la contención de la operación misma del gesto. Esa contención lo que se recluta es el ápeiron como estancia afectiva.

Entonces tenemos varios elementos a seguir: el espacio que crea espacio = el vacío, el gesto como producción, la figura como despliegue de la sensación conservada en el espacio, y finalmente la configuración como operación pre-ontológica, es decir, como quiasmo de espacio y tiempo, como una dimensión de una operación del espíritu en su individuación.

Con esta “estructura” lo que tendríamos sería un ser cuyo corazón o cuya vía de inmanencia está puesta en lo más orgánico del ser: la materia sutil de la forma, donde la energía que encuentra en el movimiento virtual del cuerpo contempla su producir incorporándose. ¿Sería entonces posible hablar de la estructura de la figura como estructura del espíritu?[14] Afirmamos. Tomando el espacio que intento describir mediante el análisis del gesto, hay posibilidades de preguntar ¿la configuración es el espíritu? El espíritu, ¿es el movimiento del cuerpo en su encontrarse con las figuras? Afirmativo. El papel de la geometría es expansivo ahí donde la configuración se vacía, entonces incluso clínicamente sería posible percibir la trama significativa.[15] En otros escritos he recurrido a pensar tal dimensión como los dibujos que se van haciendo tras unir puntos generalmente marcados por números, me he resistido a utilizar el concepto de constelación porque se presta a serias confusiones que nada tendrían que ver con el tema que yo abordo, pero quizás si lo pensáramos desde la cita siguiente, podría servir;

Cuando con nuestros ojos cerrados, desplazamos nuestras manos sobre una superficie, el roce de nuestros dedos con la superficie, y en especial el variado juego de las articulaciones, proporciona una serie de sensaciones que únicamente difieren por sus cualidades y que exhiben un cierto orden en el tiempo.[16]

II

Para pensar esta configuración en su tonalidad de gesto es importante sensibilizarnos al ambiente del espacio del cuerpo como lingüística de la percepción. Ahí donde el fenómeno existe en un espacio del cuerpo que es virtual y que atañe al cuerpo que somos y un espacio actual que atañe al cuerpo que tenemos. Este es el quiasmo y la herencia de Merleau Ponty, misma que Simondon cifra sosteniendo que es el gesto lo que no se determina:

Hay un agujero en la representación hilemórfica, que hace desaparecer la verdadera mediación, la operación misma que une a las dos semicadenas entre sí al instituir un sistema energético, un estado que evoluciona y que debe existir efectivamente para que un objeto aparezca con su hecceidad.[17]

Para saldar la deuda con lo que después devendrá en palabra, la base será pensar en el lenguaje de una vez como figura, para así, pensar la geometría donde se genera el ambiente espiritual que da paso al gesto desde la actualización de la forma desde la potencia energética que guarda. Ya que he propuesto pensarlo desde el lenguaje y tomando diversos lugares intelectuales para pensarlo, hay en la glosemática, del danés Hjelmslev[18], figuras que son no-signos[19], son tramas significativas. Para Louis Hjelmslev, lo que para Sausurre es significante él lo nombra: expresión. Más específicamente el significante es la forma de la expresión. Y la forma del contenido correspondería al modo de un devenir, siendo un trazo, un gesto, que no clausura la resonancia que permite el intercambio entre centros de percepción que conectan figuras. Desde estos argumentos se abre paso la gestualidad como el gesto más primitivo de corporeidad, de ritualización del trazo del espacio de lo virtual en el cuerpo, de la posibilidad de espaciar la individuación más inmanente. Continúo, claramente la teoría lingüística de Hjelmslev divide la lengua en expresión y contenido, y agrega algo más: la figura, como ya he dicho, ésta es aquella parte del signo que no es signo. Por figura se entiende, en este texto, el movimiento (kinésis)[20]; y por la forma que tiene la expresión, se puede indagar sobre el comportamiento de la figura, su dinámica y sus relaciones intrínsecas, siempre en la textura del cuerpo.

 Configurar sería ahí cuando las figuras se ponen en movimiento, implicando que los espacios creados por esas combinaciones de articulación y constelación, resulten tanto lingüística como lógica y simbólicamente alterados, y por ello se hace inevitable repensar los a priori espacio- temporales en el tenor de la gramática no aislada de las áreas de extensión del cuerpo libidinal. Se ponen pues en cuestión las coordenadas lógicas para sobrepasar hacia lo vívido de la experiencia de un proceso vital que se llamaría la carne espiritual.[21] La configuración toca el lenguaje como figuratividad, aventura mentar una operación de cuerpo en estado de inversión del orden geométrico y gramático cargados de cierta fatalidad a un otro ordenamiento inyectado de expresión y gestualidad, provenientes de la potencia energética de la percepción.

Ahora bien, si intentamos buscar ese fenómeno gramatical en el terreno propiamente de lo corporal (Korp-Liebe[22]) vemos que la “configuración”, en su acto de contactar puntos en el cuerpo tropieza con el equívoco a nivel intelectual, y este espacio creado y puesto en una dimensión fenoménica crea un núcleo espacio temporal cargado de articulaciones (lógicas y sin sentido) que marcan de modo irracional el devenir de una proposición geométrica que hace cuerpo, propiciando así una lógica del propio equívoco en el cuerpo. A esta operación la pienso como trabajo espiritual, una comunicación dada por la unión de puntos en el espacio orgánico que atiende a órdenes de resonancia intuitiva a modo de gesto, del desbordamiento de la inseparabilidad natural entre el hombre y el animal, entendidos como campos de resonancia material que codifican intensiones de apertura a la existencia desde lo orgánico de su cuerpo. Desde el paradigma que abre Simondon, se piensa que los animales se encuentran a veces, en situación psíquica, y los hombres en situación instintiva. La crueldad de estas dos situaciones abre una relación en la cual se expresa el nivel ontogenético y de individuación capaces de indiferenciar esencialmente a uno y a otro.[23]

III

Desde mi lectura –y más allá de la respuesta que se halla en el suplemento del libro- Gilbert Simondon dedica su libro a Merleau Ponty, sugiere que la forma y el gesto del cual habla sean principios de individuación, si vamos ya no sólo a lo más primario en cuestión orgánica, si no al principio del gesto, ¿no serían acaso las pinturas rupestres las que podrían poner un singular acento en la virtualidad de la génesis de la materia?[24] ¿Cabe la pregunta por alguna situación, en la que se rompa el vacío (aquél vacío marcado por el hilemorfismo) y la ocupación de la geometría otorgue aquel gesto que configuró el cuerpo en el espacio evidenciando la discontinuidad entre relaciones materia-forma, forma-figura?

Ese reconocimiento de la infinitud,[25] esa dimensión del encuentro de la solución pacífica de una crisis de los sentidos, no es ya el espíritu?, ¿podemos entonces empezar a hablar de espíritu desde la figura?, ¿podemos suspender las regulaciones de los sentidos y trastocar las imágenes para que la sensibilidad de la grasa magra devenga una carne del mundo resuelta en un cuerpo?

Podríamos hacerlo bajo ciertas premisas hipotéticas que servirán de conclusión:

  1. “Las percepciones producen imágenes mentales que a su vez dejan huella en las impresiones latentes”[26] Desde la época de las pinturas rupestres, la percepción está desplegada en el arte, estética como percepción, no sólo de los sentidos en sentido plano, sino de los afectos que imprimen una operación del derrame individual en las funciones vitales.
  2. Freud:

Respecto del juzgar, cabe puntualizar más aún que su fundamento es evidentemente la preexistencia de experiencias corporales, sensaciones e imágenes-movimiento propias. Mientras estas falten, el sector variable del complejo de percepción permanecerá incomprendido, vale decir, podrá ser reproducido pero no proporcionará ninguna orientación para ulteriores caminos de pensar. (…) Por ejemplo: una percepción corresponde a un  núcleo-objeto + una imagen-movimiento. Y mientras uno percibe percepción, uno imita los movimientos mismos, es decir, inerva la imagen-movimiento propia que es despertada tras la discordancia, y con tanta intensidad que el movimiento se consuma.[27]

Por eso se puede hablar de un valor imitativo de una percepción. Que trasladado a la lingüística de la percepción que propongo sería el psiquismo. Se insiste en el carácter energético.

  1. El lenguaje siendo figuratividad está en otro tipo de conciencia.
  2. El enigma del vacío como potencializador del apeiron.
  3. En términos sensibles, ¿cómo podemos pensar que los “hombres” de las cavernas pintaran esas figuras de “animales”? A lo que apela el planteamiento que aquí se enciende con la provocación a pensar en el momento en que el hombre prehistórico hizo un contacto vía su sensibilidad con el animal, va también en sentido inverso. Porque si quisiéramos creer que lo vivo de lo animal, es decir que la estructura de lo viviente como tal depende sólo de uno, y no de dos, entonces la unilateralidad nos mantendría al margen de experiencias en las cuales la percepción se vuelca sobre el mundo abriéndose en descubrimiento de la asimilación. El psiquismo es un estado de lo vivo al que pertenece lo animado, y quizá incluso lo figurado. De ahí que el conflicto con el que se topa la investigación propuesta y que provoque desplegar el concepto de configuración creando con él una espacialidad-otra a un tiempo de duración interna. Caminemos el argumento con la presencia de la atmósfera de las cuevas, con la sensibilidad del movimiento de esos seres. Tratemos de ubicar la vivencia de su cuerpo, ¿no sería vivida como un “proceso de individuación”?, el acto de pintar sus dedos con algún pigmento, transforma por ende el dedo en materia creadora, en plasticidad expresiva, y luego, tocar la pared de la roca de la cueva, incendiar su espíritu a través del tragaluz del techo, conectar, atar, unir su alma a su espíritu con la del reconocimiento del estado latente de la figura del animal, marcada por la concientización de la metamorfosis procurada en el instante del encuentro, ahí, en ese instante ahora, puesto en expresión artística. El dedo, las manos de aquél que soy yo, se tocan y toca, toca y se tocan, aprendiendo las cualidades sensibles y soltando su naturaleza en un espacio y un tiempo dados sólo como presencias susceptibles de transformación. Es lo pre-individual lo que se manifiesta.

L’individuation comme différence individuante nèst pas moins un ante-Je, ou un ante-moi, que la singularité comme détermination différentielle n’est pré-individuelle. Un monde d’individuations impersonnelles, et de singularités préindividuelles, tel est le monde du on, ou du “ils”, qui ne se raméne pas á la banalité quotidienne, monde au contraire où s’élaborent les rencontres et les résonances.

Gilbert Simondon.

 

[1] Phenomenologie et individuation: la vie du corps, Nicolas Dittmar, études Simondon., p. 25

[2]“l’individuation au sens que ce terme a pu prendre dans la pensé francaise contemporaine (notamment chez Deleuze) et principalmente chez Simondon, serait à notre sens un concept authentique de la phenomenologie.  Phenomenologie et individuation: la vie du corps, Nicolas Dittmar, études Simondon., p 11.

[3] Ruminari: se decía del animal que con sus 4 estómagos metabolizaba el alimento y se usaba para designar la calma y la concentración al modo de los monjes que meditaban, contemplando. muy a la usanza de la edad media. Estos 4 estómagos me hacen pensar en las 4 posibles dimensiones: siendo la cuarta el cronotopo, “Es un discurrir del tiempo –cuarta dimensión- densificado en el espacio y de este en aquel donde ambos se intersecan y vuelven visibles al espectador y apreciables desde el punto de vista estético” esto último se puede consultar en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Cronotopo Batjin quien rechazando los a priori kantianos de espacio tiempo lleva el análisis del cronotopo a la estética. Así mismo: «cronotopo» al que el tiempo dimensionará y cargará de significado. Isabel Platthaus, “Virtualmente inmortales” en Lo real en Freud, Círculo de Bellas Artes, p. 52

[4] Así pues, un objeto en la geometría husserliana, leída desde el cuerpo heideggeriano se expresaría con la co-pertenencia (que no identificación) al espacio, -dicho espacio siempre concebido vacío-.

[5] La plausibilidad de este tipo de cruces filosóficos en la argumentación se sostiene por el carácter creativo que éstos guardan.

[6] Aquí mismo: Heidegger leyendo a Susuki exclamó: Si comprendo correctamente a este hombre, “esto es lo que siempre he tratado de decir en todos mis escritos”, Carlo Saviani, El oriente de Heidegger, Herder, p 66.

[7] Formulo esta interrogación incitada por la manera de plantear estas aporías en el kõan japonés, ahí mientras el sujeto esté cautivo de las coordenadas de un discurso racional. Llamo especialmente la atención a la pertinencia de entablar un diálogo con el oriente para trabajar lo espiritual. En los seminarios De Zollikon, se presta oídos al poema de Brecht sobre el origen del libro del tao te ching.

[8] Op cit, El oriente de Heidegger, p 89, así mismo aparece en Ser y Tiempo.

[9] Una configuración requiere de elementos que la produzcan: mente cuerpo espíritu, temperatura, materia, acción, movimiento.

[10] Si pensamos el lenguaje con esta franqueza nos llevaría a poder entender los detalles del idioma japonés por ejemplo que tanta intriga le causó a Heidegger. De este modo cobrarán más fuerza autores como Joyce quien, según Derrida, “intentó hacer un lenguaje que aflorará la mayor potencia de las intenciones escondidas, acumuladas y entremezcladas en el alma de cada átomo lingüístico, de cada vocablo, de cada palabra (…), acumula sus energías, actualiza sus consonancias más secretas, revela sus más lejanos horizontes comunes”. Caminos que epistemológicamente se cruzan y traen de nuevo la potencia de los actos como intensión de las voluntades. Derrida, El origen de la geometría de Husserl, Manantial, p,102.

[11] G. Simondon, La individuación a la luz de las nociones de forma y de información, Cactus, p. 388

[12] Como la forma lógica para Wittgenstein, veáse: Agamben, La potencia del Pensamiento. Anagrama.

[13] Heidegger se hace la pregunta por lo pre ontológico, Simondon lo llamará ontogénesis.

[14] Retomar la preocupación de Heidegger por saber qué es lo psico somático

[15] Y si lo es, ¿qué significaría pensarlo en confrontación con el fenómeno de abreacción? ¿Se podría pensar la abreacción como una individuación? Esta pregunta abre el cuestionamiento básico: ¿se puede pensar lo que se siente?, -tomando sentir desde un lógica de la sensación?, ¿se puede acompasar el tiempo de la individuación al espacio del gesto? Simondon sostiene que un límite a superar en la angustia llevaría a otra dimensión, esa dimensión que quizá esté marcada por el regocijo de la Naturaleza.

[16] Gilles Deleuze, La lógica del sentido, Arena, p 156

[17] Op. Cit Simondon, p 37

[18] Fundador de la escuela de Copenhague de Lingüística y cuya teoría permite trabajar el lenguaje y el texto por medio de figuras, (no de  imágenes).

[19] Para dar coherencia a lo dicho aquí, un no signo sería un centauro. Este tipo de aclaraciones las retomaré de Los cuadernos azul y marrón de Ludwig Wittgenstein, Tecnos.

[20] Para figurar se necesita el movimiento. ¿y no por recurrencia a la energía lo que más se mueven son las afecciones, de hecho es gracias a la energía que se pueden consignar? La termodinámica recae en la figuración, así la memoria será un pathos del pasado y, la no-memoria un pathos del porvenir debido a su figuración a la suspensión en el tiempo y a que se conjuga en imperfecto.

[21] Véase, Op cit Dittmar, p 127, chair spirituelle.

[22] Martin Heidegger, Seminarios de Zollikon, Herder, 2013

[23] Simondon, Deux lecons sur l’animal et l’homme, Ellipses, p 23.

[24] Ricoeur expresa así: “la pulsión expresa el cuerpo en el alma en el plano psíquico”. Freud un interpretación de la cultura, FCE.

[25] Carlo Saviani, El oriente de Heidegger, Herder p 33. (el vacío es pura interdependencia infinita)

[26] Junto con Spinoza un filósofo indio de nombre Patanjali piensa en el psiquismo como ética.

[27] Freud, Obras completas, Pensar y realidad, Tomo I, p 378, Amorrortu.

Aline Lavalle Henaro

Aline Lavalle Henaro, historiadora, maestra en filosofía y psicoanalista, tiene una investigación sobre la conformación del cuerpo, y las vías prácticas a las que recurre permiten poner en relación distintos lugares de la reflexión filosófica. Actualmente es doctorante por el colegio de saberes.