Notas sobre la infancia en el capitalismo. Aproximaciones desde el pensamiento de Jacques Lacan, Gilles Deleuze y Félix Guattari

Erika Patricia Ciénega Valerio

Quisiera comenzar citando algunas estadísticas del Índice de los Derechos de la niñez en México 2022, realizado por Mario Luis Fuentes y Saúl Arellano y publicado por el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, para situar la problemática que abordaré a lo largo de este ensayo.

El Índice de los Derechos de la niñez.[1] se resiste a ocultar, revelándonos la dramática realidad en la que viven las personas menores de 18 años en este país, haciendo visibles los “severos incumplimientos en lo que respecta al derecho a la vida y la supervivencia, el derecho a la salud, el derecho a vivir protegidos contra toda forma de violencia, abuso o maltrato, el derecho a la alimentación, el derecho a la educación y a vivir en condiciones adecuadas de bienestar.” (Fuentes y Arellano, 2022:11). La conclusión de los autores es contundente: “México es un país inapropiado para la niñez.” (Fuentes y Arellano, 2022: 177).[2]

Haré mención solamente del índice relacionado con la violencia hacia niñas, niños y adolescentes, al respecto – señalan Fuentes y Arellano – el indicador que se utiliza con mayor regularidad para aproximarse a las condiciones de violencia de un país es el homicidio doloso.  “El promedio nacional obtenido en el índice citado en el periodo 2016-2020, fue de 3.6 asesinatos por cada 100 mil (personas) para el grupo de edad de cero a 17 años. Con el fin de dimensionar lo que esta cifra representa, en números absolutos, el promedio diario de feminicidios es de aproximadamente tres víctimas, mientras que el de niñas, niños y adolescentes es de 3.9” (Fuentes y Arellano, 2022: 78).

Como subrayan los autores del índice, “El número no es sinónimo ni síntesis de la realidad, sino apenas una ventana que permite asomarse al enorme mar de la complejidad social…” (Fuentes y Arellano, 2022: 15).

Hay que dotar al análisis estadístico de capacidad de habla, y para hacerlo habría que preguntarse por lo que muestran estas cifras en términos del lugar que ocupa la infancia en nuestra época. Para ello propongo pensar dicho lugar de la mano de la teoría de los discursos elaborada por Jacques Lacan, particularmente del Discurso capitalista, para en un segundo momento pensar con Deleuze y Guattari el lugar del niño entre el capitalismo y la esquizofrenia, y la forma en que la noción del devenir-niño abre líneas de fuga para dar lugar a la involución creadora en medio del desastre que el capitalismo ha instaurado.

El niño y el discurso capitalista

En principio, es importante pensar lo que caracteriza a la época actual y a los discursos que legitiman sus maneras de representar la realidad social para posteriormente poder ubicar el lugar que ocupa el niño en la época.

En Modernidad líquida, Zygmunt Bauman[3] hace uso de la metáfora de la “liquidez” para “aprehender la naturaleza de la fase actual- en muchos sentidos nueva– de la historia de la modernidad” (Bauman, 2000:2). Un rasgo permanente de dicha fase es “la disolución de las fuerzas que podrían mantener el tema del orden y del sistema dentro de la agenda política” (Bauman, 2000: 5). La disolución de los sólidos, de las certezas, de los vínculos, la pérdida de garantías. A partir de la desestructura del encuadre de la política de vida, el autor postula que la condición humana ha cambiado de modo radical. Para Bauman: “…La elite global contemporánea sigue el esquema de los antiguos “amos ausentes” […] Puede gobernar sin cargarse con las tareas administrativas, gerenciales o bélicas y, por añadidura, también puede evitar la misión de “esclarecer”, “reformar las costumbres”, “levantar la moral”, “civilizar” y cualquier cruzada cultural” (Bauman, 2000: 11).

Desde una perspectiva psicoanalítica, en el Seminario 17 “El reverso del psicoanálisis”, Jacques Lacan (1969-1970) propone cuatro discursos como formas de pensar lo que llama lazo social: el del Amo, el de la histérica, el del analista y el universitario, que representan, a su vez, los cuatro imposibles nombrados por Freud: gobernar, hacer desear, psicoanalizar, y educar, respectivamente.[4]

Es a partir de la vinculación entre el sujeto y el Otro, con el lenguaje, que nacen los lazos sociales. En dicho seminario el psicoanalista francés puntualiza:

El discurso como una estadística necesaria que excede con mucho a la palabra, siempre más o menos ocasional […] subsiste en ciertas relaciones fundamentales. Estas, literalmente, no pueden mantenerse sin lenguaje. Mediante el instrumento del lenguaje se instaura cierto número de relaciones estables, a las que puede, ciertamente, inscribirse algo mucho más amplio, algo que va mucho más lejos que las enunciaciones efectivas (Lacan, 2004:10-11).  

A la altura del Seminario 20, Lacan define al discurso como “un lazo social fundado en el lenguaje” (Lacan, 2010: 26). El discurso es aquello que hace lazo entre los seres hablantes, y la teoría de los discursos se revela como una formalización de los múltiples modos en que el lazo social puede anudar el campo del goce y el campo del Otro (Danelinck, 2017: 93).    Es crucial entender que todo discurso está soportado en el lenguaje, como armazón fundamental que hace posible para cada uno encontrar una barrera necesaria al goce. Fuera de los discursos no hay lazo social, dado que el lenguaje es el medio por el cual el Sujeto y el Otro pueden establecer algún vínculo (Sierra, 2019: 16).

Unos años más tarde, en la conferencia de Milán, realizada el 12 de mayo de 1972, Lacan presentará un quinto discurso, el discurso capitalista[5], al cual considera una variación del discurso del Amo, que tendrá serias consecuencias para pensar la subjetividad. Al respecto dirá lo siguiente:

La crisis, no del discurso del amo, sino del discurso capitalista, que es su sustituto, está abierta. No es que yo diga que el discurso capitalista esté mal, es al contrario algo locamente astuto. En fin, es después de todo lo más astuto que se ha hecho como discurso. No por eso está menos consagrado a reventar. Es que es insostenible (Lacan, 1972: 11).

Y lo representará con el siguiente matema:

Me interesa subrayar las inversiones que Lacan ubica en dicho matema para poder dar cuenta del complicado lugar en el que queda el sujeto.  El discurso capitalista ocurre por una inversión entre el S1 y el $, el sujeto en el lugar del agente, con la flecha direccionada del objeto a para el sujeto. Por otro lado, la flecha direccionada del objeto a para el sujeto indica que en el discurso del capitalista la relación de alienación del sujeto se establece no con un Otro, sino con el objeto de consumo.

El $ pasa a ser el agente del Discurso, pero no se trata del $ del inconsciente, efecto de la cadena significante entre el S1 -S2, sino del sujeto Consumidor. Se trastoca la cadena significante, y el lugar del S1, de las marcas subjetivas que orientarían y ordenarían al $, es ocupado por marcas generadas por el Mercado.

Como señala Dimang (2020), en los discursos del Amo, el Universitario, de la Histérica, y del Analista, se cumplen las condiciones que Lacan propone como impulsores del giro de los elementos en cada discurso. Es decir, la imposibilidad implicada en cada uno: gobernar, educar, hacer desear y analizar, y la impotencia, por la cual habría una fisura entre saber y verdad.

En el Discurso capitalista – explica la autora citada – estas condiciones no se verifican, revelándose el sin límite, y el lugar de la verdad, que debería decirse a medias, se subvierte. Aquello que debería ser un significante que regule y ponga límite al $, en tanto está en el lugar de la verdad, se convierte en un imperativo de “verdad absoluta”.

En esta lógica, desfallece el $ del inconsciente como efecto de la articulación significante. En su lugar, surge un $ de goce que se dirige a un saber que tiene solo un valor instrumental. Se trata, hoy, del exceso, y no más de la privación, donde impera la lógica del gozar más. Así, el agente pasa a ser el sujeto consumidor/consumido por un discurso que no encuentra un límite. Al respecto, explica Lacan: “…Ustedes lo ven: una pequeñísima inversión entre el S1 y $ barrado, que es el sujeto, eso basta para que eso marche sobre ruedas. No puede marchar mejor. Pero justamente eso marcha demasiado rápido, eso se consume, se consume tan bien que se consume” (Lacan, 1972: 10).

El discurso capitalista promete suprimir todo indicio de malestar subjetivo, a través de la adquisición de objetos producidos por la serie ciencia-técnica-capitalismo. Dichos objetos son nombrados por Lacan en “La Tercera” como gadgets[6], objetos en relación con la satisfacción fálica, asociados a la satisfacción y felicidad, que taponan la castración, y que, al ser pasajeros, favorecerán que el sujeto repita compulsivamente su búsqueda y su consumo. Según esa perspectiva, “el goce estaría disponible para todos, no permeado por ningún tipo de interdicción […], el discurso del capitalista imprime un nuevo modo de satisfacción, una nueva relación con el goce cada vez más desasociado del Otro” (Oliveira y de Andrade, 2022: 10).

En esta misma lógica, el discurso capitalista incitará a que el sujeto tome al otro como un gadget, mero producto a ser consumido y descartado.

Desde esta perspectiva, todo es mercancía, y toda mercancía producida en este sistema – como ya lo había advertido Bauman -, no puede ser más que un objeto efímero, lábil, líquido, destinado a ser reemplazado infinitamente por un nuevo objeto más prometedor.  Como lo destaca Imbriano: “…todo objeto puesto en circulación en el mercado lleva consigo una vocación de desecho. El problema se plantea cuando no existe resto, y cuando el sujeto entra en la cuenta de los desechos […]En este circuito entra también el hombre como mercancía” (Imbriano, 2019: 36). De esta forma, el sujeto es agente y causa de su padecimiento, colocándose en el lugar de desecho, produce aquello que lo puede aniquilar.

En la actualidad, niños y jóvenes constituyen el principal grupo poblacional que determina el consumo. La globalización y el capitalismo han impuesto nuevas lógicas de circulación de bienes y servicios. Desde esta perspectiva, niñas y niños se convierten en blanco hacia el cual va dirigida la publicidad de infinidad de productos, al ser considerados como los consumidores de hoy y consumidores potenciales del futuro. En este contexto, “nos encontramos frente a un niño hijo de un discurso capitalista, que queda ubicado como objeto de consumo (¿y de deshecho?) de un sistema que empuja al goce” (Gómez y De Prado, 2017: 5). [7]

Con lo que respecta a niñas y niños, habría que pensar si el discurso capitalista podría generar, no solo estados de desamparo simbólico con efectos graves en los procesos de subjetivación, sino también su exposición a quedar objetualizados. En concordancia con este planteamiento, Patricia Leyack, subraya:

Por la original indefensión infantil y la consecuente dependencia del Otro, el niño queda más fácilmente expuesto a una cierta objetalización, que puede deslizarse hacia un marcado no reconocimiento del niño como sujeto [,,,] Sometido a los caprichos del Otro, el cuerpo del niño puede quedar así más desubjetivizado, desapropiado. (Leyack, 2013).

En esta lógica del consumo, ¿podrían las infancias quedar irremediablemente atrapadas al ser reducidas a objetos que no solo consumen, sino que además son susceptibles de ser consumidas: el cuerpo de niñas y niños como objetos de comercio sexual, de tráfico de órganos, ¿carne de cañón en los conflictos armados y en el narcotráfico?[8]

En este orden de ideas, a partir de la estructura del discurso capitalista planteada por Lacan, ¿en dónde podríamos ubicar al niño? Si lo pensamos en el lugar de resto, de objeto no que causa el deseo, sino del que se goza; con los cambios operados en el matema del discurso capitalista, ¿podríamos pensarlo en el lugar de sujeto en su condición de extravío, en tanto se trata de un sujeto en devenir, que está en proceso de constitución? ¿Hay lugar para el niño como sujeto en el discurso capitalista o su estar fuera de lugar denuncia la insostenibilidad y estallamiento que ya anunciaba Lacan de dicho discurso?

Para sostener este cuestionamiento, hay que señalar que en el ámbito clínico y social nos encontramos con niñas y niños que, de distintas formas, nos muestran los efectos de esa deriva subjetiva en la que muchos se encuentran, sus desbordes pulsionales, sin límites, violentos, y sin palabras, suponiéndoles ausencia de respuesta al lazo con el otro, a la mirada, a la voz, al dolor, al riesgo.

¿Podríamos pensar si en la actualidad, muchos niños se encuentran “fuera de lugar”, dándolo a ver en sus malestares y sufrimiento psíquico?[9]. A manera de cuestionamiento, podríamos tomar como ejemplo de este “fuera de lugar”, la categoría clínica “autista”[10].  ¿Será que el “niño autista”, se niega a entrar en el discurso del Amo en la época (la ciencia, y la tecnología), aunque se intente apresarlo en categorías médicas y genéticas, que niegan la subjetividad singular de cada niño? ¿Su fuera de lugar revelará la imposibilidad de sostener una verdad absoluta sobre su particular manera de ser y estar en el mundo, como lo pretenden los artilugios científico-tecnológicos[11] creados por el capitalismo, a través de un fuerte empuje a patologizar, medicalizar y tecnificar las vidas de niñas y niños que salen de la “norma”?

En el autismo la fragilidad del vínculo con el Otro es un impedimento, ya que atestigua el fracaso en la construcción de redes de lenguaje, que proporcionan conocimiento sobre el mundo y las personas (Jerusalinsky, 2012). Con el fracaso en la inscripción del lenguaje, el sujeto autista mantiene un predominio de automatismos (estereotipias) que, fuera de lo simbólico, se resisten tanto a la entrada del otro en su mundo como a su propia entrada en el mundo social.

Vivimos en un tiempo donde la preminencia del discurso capitalista rechaza la castración y los vínculos amorosos, empujando a una ruptura social. En el seminario 19, Lacan advierte:

Lo que distingue al discurso del capitalismo es esto: la Verwefung, el rechazo, el rechazo fuera de todos los campos de lo Simbólico, con lo que ya dije que tiene como consecuencia. ¿El rechazo de qué? De la castración. Todo orden, todo discurso que se entronca en el capitalismo, deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas del amor, amigos míos. Ven eso, ¿eh? ¡no es poca cosa! (Lacan, 1972).

¿Podría pensarse el autismo como un efecto de esta labilidad, liquidez y fractura de los lazos amorosos a la que impele el discurso capitalista, más aún, mostrará la falla e imposibilidad de un discurso que se pretende como absoluto?

El niño entre el capitalismo y la esquizofrenia

Desde una perspectiva filosófica, Gilles Deleuze propone pensar que

La base del capitalismo es una conjunción de flujos descodificados y desterritorializados. El capitalismo se ha constituido sobre la quiebra de todos los códigos y las territorialidades sociales preexistentes. ¿Qué significa todo esto? Que la maquina capitalista es propiamente demente. No es que otras sociedades no hayan concebido esta idea, pero la han concebido bajo la forma del pánico. Se trataba de lo que había que impedir pues era la inversión de todos los códigos sociales conocidos hasta ese momento (Deleuze, 2005: 23).

Las bases del funcionamiento capitalista, en tanto flujo político capaz de desterritorializar y de resignificar a los sujetos adscritos a un espacio y tiempo determinado, se fundan en el quiebre o transformación de los flujos de sentido articuladores de las sociedades. En este sentido, los sujetos sociales y las respectivas instituciones estarían enfrentados a una lógica capitalista cuyo funcionamiento se gesta sobre la base de dos características fundacionales: totalizadora y esquizofrénica (Deleuze, 2005).   La función de la máquina social de tipo capitalista se centra en codificar todos los flujos que circulan en el campo social y marcar/controlar a los sujetos que se sitúan en los intersticios de estos flujos descodificados (Mayorga, 2013).

En esta perspectiva planteada por Deleuze, podemos ubicar prácticas habituales en las que niñas y niños son sometidos a “escáneres” familiares, escolares, médicos, incluso religiosos, “…a partir de estos mecanismos, se observará en cada uno la gestión de su individualidad, según sus exámenes será clasificado y de ser necesario, hasta puede ser considerado un caso” (Peralta, 2020: 3). Niños expuestos a una lógica de control mercantilizada que les garantice un futuro productivo y exitoso a través de una vasta oferta de terapias especializadas, instituciones clínicas y escolares de vanguardia y centros de atención médica, pedagógica y psicológica.

En concordancia con esta idea, Deleuze y Guattari enfatizan que: “La máquina de enseñanza obligatoria no comunica informaciones, sino que impone al niño coordenadas semióticas con todas las bases duales de la gramática (…) El lenguaje ni siquiera está hecho para que se crea en él, sino para obedecer y hacer que se obedezca” (Deleuze y Guattari, 2004: 81)

A partir de esta maquinaria, las conductas, deseos y creencias son “formateadas” bajo los parámetros de una única identidad consumidora. De manera que, la difuminación de las identidades es un problema intrínseco a los dispositivos de control, así el niño se desvanece reproduciéndose como espectro o déficit en la época, tal como fue argumentado en el primer apartado de este ensayo.

En El Anti Edipo, los autores plantean:

La regla de producir siempre el producir, de incorporar el producir al producto, es la característica de las máquinas deseantes o de la producción primaria: producción de producción. Un cuadro de Richard Lindner, Boy with Machine, muestra un enorme y turgente niño que ha injertado y hace funcionar una de sus pequeñas máquinas deseantes sobre una gran máquina social técnica (pues, como veremos, también esto es cierto con respecto al niño) (Deleuze y Guattari, 1995: 16).[12]

Y continúan: “El producir, un producto, una identidad producto-producir… Precisamente es esta identidad la que forma un tercer término en la serie lineal: un enorme objeto no diferenciado”. Como se ha venido planteando a lo largo de este trabajo, niños y niñas como productos producidos, cuerpos-objeto no diferenciados, consumidores-consumidos en la lógica voraz del mercado.[13]

Las instituciones escolares, médicas y sociales devienen así en máquinas burocráticas paranoicas, donde la autoridad asciende a una Ley trascendente e infranqueable. Y la tecnocracia se reintroduce en la educación y en la vida y, con ello, se debilita la experimentación y la creatividad (Peralta, 2020).

Como ha sido expuesto, el sistema capitalista provoca todo tipo de alteraciones y sufrimientos físicos y psíquicos. Para Deleuze y Guattari, el capitalismo sólo avanza en la medida en que estropea sus propias máquinas. He planteado el caso de “el niño autista” como un “fuera de lugar” que podría revelar la imposibilidad del discurso del sistema capitalista para sostener una verdad absoluta sobre su particular manera de ser y estar en el mundo.

Para seguir desplegando este planteamiento y las resonancias que encuentro al respecto en Deleuze y Guattari, me parece pertinente remitirme ahora a lo que estos autores piensan en Mil mesetas, en la articulación niño-autismo-devenir animal, haciendo alusión a la crítica de Schérer y Hocquenghem a la tesis de Bruno Bettelheim al reconsiderar el problema de los niños-lobo:

Por supuesto, no se trata de una producción real, como si el niño hubiese devenido ―realmente animal; tampoco se trata de una semejanza, como si el niño hubiese imitado a animales que le habrían realmente criado; tampoco se trata de una metáfora simbólica, como si el niño autista, abandonado o perdido, sólo hubiese devenido el ―análogo de un animal. Schérer y Hocquenghem tienen razón cuando denuncian ese falso razonamiento, basado en un culturalismo o un moralismo que invocan la irreductibilidad del orden humano […] Por su cuenta, ellos invocan una zona objetiva de indeterminación o de incertidumbre, ―algo común o indiscernible, un entorno ―que hace que resulte imposible decir por dónde pasa la frontera entre lo animal y lo humano, no sólo en los niños autistas, sino en todos los niños, como si, independientemente de la evolución que le empuja hacia el adulto, hubiese en el niño espacio para otros devenires, ―otras posibilidades contemporáneas, que no son regresiones, sino involuciones creadoras…” (Deleuze y Guattari, 2004: 275-276).

De la cita expuesta, quisiera subrayar particularmente cómo Deleuze y Guattari proponen el caso de “el niño autista”, y de los niños en general, para pensar la apertura de un espacio para otros devenires posibles, un “fuera de lugar”, móvil y difuso, de lo que impone el sistema capitalista: “No hay niño que sea incapaz de saber esto: todos los niños tienen un mapa geográfico y político de contornos difusos, móviles (…) no hay niño que no construya o que no sienta estas líneas de fuga, estos devenires animales” (Deleuze y Guattari, 1975: 23-24).

Deleuze, en Crítica y clínica, subrayará que: “El niño dice continuamente lo que hace o lo que trata de hacer: explorar unos medios, mediante trayectos dinámicos, y establecer el mapa correspondiente” (Deleuze, 1996: 98). Y hará referencia al trabajo de Fernand Deligny, quien transcribe las líneas y trayectos de niños autistas: “Nada hay más instructivo que los caminos de los niños autistas, del modo que Deligny establece sus mapas, y los superpone con sus líneas habituales, sus líneas de inercia, sus bucles, sus arrepentimientos y retrocesos, todas sus singularidades” (Deleuze, 1996: 99).

Este señalamiento que Deleuze realiza del hacer infantil en general, y del hacer del niño autista en particular, revela la posibilidad de pensar dicho hacer a la manera de un rizoma abierto a la multiplicidad: “Bien es verdad que una de las características fundamentales del mapa o rizoma es tener múltiples entradas, incluso se tendrá en cuenta que se puede entrar en él por el camino de los calcos o por la vía de los árboles-raíces, pero eso sí, con todas las precauciones necesarias (también aquí habría que renunciar a un dualismo maniqueo)” (Deleuze y Guattari, 2004: 19).

Esta idea planteada por Deleuze me parece muy potente, no solo para “desinfantilizar”[14] el propio hacer del niño, sino para afirmar el fuera de lugar del niño autista.

Tomar el niño autista como figura de lo infantil[15] tanto desde una perspectiva lacaniana como desde Deleuze y Guattari, a partir de la argumentación que se ha venido articulando, implicaría afirmar no solo su fuera de lugar que señala la falla e imposibilidad del sistema capitalista, sino recuperar su hacer estereotipado para reconocer su fuerza rizomática desde su marginalidad, que señala una plasticidad poliforme. ¿Niño autista-devenir infancia en el cuerpo sin órganos-niño molecular?

El esquizo, al igual que el niño autista, dice Deluze: “[…] con su andar a tropezones, hace a su manera lo mismo: descodifica, desterritorializa los flujos. Ahí se anuda la especie de identidad de naturaleza entre el capitalismo y el esquizo.  Pero en un sentido es más capitalista que el capitalista y más proleta que elproleta, va más lejos. En este sentido la esquizofrenia es el negativo de la formación capitalista” (Deleuze, 2005: 23).

En la figura del niño autista – como negativo de la formación capitalista – percibo “la grotesca trinidad del niño, el poeta y el loco”, que Deleuze explicita en la Decimotercera serie de su Lógica del sentido. ¿Cuál sería el enlace de esta trinidad, más allá de la lógica de las cualidades sensibles? Deleuze nos da la respuesta en La isla desierta y otros textos, al decir: “Despreciamos algo que es lo “puramente vivido”. Se trata quizá de lo que vive el niño, de lo vivido por el primitivo, por el esquizofrénico. Pero «lo vivido» no significa -las cualidades sensibles», sino lo intensivo. Siento… «Siento…» quiere decir que algo está pasando en mí, que lo vivo como intensidad, y la intensidad no es lo mismo que las cualidades sensibles, incluso es enteramente distinta” (Deleuze, 2005b: 304).

Deleuze explica que no reproducimos recuerdos de la niñez, sino que actualizamos y producimos bloques de infancia siempre actuales que son momentos que él llama “devenir-niño”. La infancia no está en el pasado, siempre es contemporánea como materia y disposición para experimentar, que es lo contrario a reproducir recuerdos de infancia (Torres, 2013): “[…] no es el niño ―anterior al adulto, ni la madre ―anterior al hijo: es la estricta contemporaneidad del adulto, del niño y del adulto, su mapa de densidades y de intensidades comparadas, y todas las variaciones en ese mapa”. (Deleuze, 2004: 168).

Propongo pensar la figura del niño autista como el niño molecular del que nos habla Deleuze en Mil mesetas: “―un niño molecular se produce…un niño coexiste con nosotros, en una zona de entorno o un bloque de devenir, en una línea de desterritorialización que nos arrastra a los dos, —contrariamente al niño que hemos sido, del que nos acordamos o sobre el que fantaseamos, el niño molar cuyo futuro es el adulto—“(Deleuze, 2004: 294).

Bloque infantil que combata la repetición de identidades cristalizadas – al modo de los imperativos tecno-cientificos-, que relance líneas de fuga hacia subjetividades nómadas, que produzca agenciamientos e intensidades deseantes en lo múltiple y poliforme.

Para finalizar, lanzo la siguiente pregunta ¿Podríamos recuperar entonces la infancia como territorio, una perspectiva no temporal, un mapa, una cartografía por fuera de un eje genético evolutivo, de un antes y un después para liberar el deseo y dar lugar al bloque de infancia que conduzca a un devenir-niño que abra el espacio a la voz, a la escritura, a la involución creadora en medio del desastre que el capitalismo ha instaurado?


Referencias

[1] Es importante hacer también mención del Balance anual de la Red por los derechos de la infancia en México 2023, que reporta resultados muy similares a los expuestos en el Índice de los Derechos de la niñez. Disponible en: https://issuu.com/infanciacuenta/docs/balance_redim_3_

[2] Hay que subrayar que esta conclusión a la que llegan estos autores, sustentada en una rigurosa investigación estadística, hace serie con el hecho de que históricamente el infanticidio y el sacrificio infantil prevalecieron en muchas sociedades de la antigüedad. Eduardo Bustelo, en consonancia con Agamben, señala el surgimiento de la figura del “Niño/a Sacer”, aquel que desde tiempos antiguos puede ser sacrificado, violentado o disciplinado y nadie puede ser condenado por esta situación. Al respecto véanse las siguientes referencias: DeMause, Lloyd, Historia de la Infancia, Madrid, Alianza Editorial, 1982, y Bustelo, E. Infancia en Indefensión. Revista Salud Colectiva, 1(3), 2007, pp. 253- 284.

[3] Este concepto de Zygmunt Bauman es una de las tres sociologías sobre el pasaje de la modernidad a la posmodernidad, junto a las teorías de Alvin Toffler y G. Lipovetsky.

[4] Rebasa el propósito de este trabajo, profundizar en cada uno de los discursos, por lo que solamente describiré la estructura básica del algoritmo planteado por Lacan, que implica cuatro lugares, cuatro elementos, un orden determinado entre los elementos, cuatro desplazamientos de los elementos entre los cuatro lugares, a partir de un cuarto de vuelta en el sentido contrario de las agujas del reloj, que dan lugar a los cuatro discursos.

Los cuatro matemas que representan cada discurso son compuestos a partir de los elementos mínimos de la estructura discursiva que identifica Lacan: S1=verdad, S2= saber, $=sujeto barrado, a= objeto a / goce), y de cuatro lugares fijos: el agente, el Otro, la producción y la verdad.

El esquema resultante permite visualizar cómo se estructura un discurso, se trata de una escritura del lazo social. La formulación de los cuatro lugares– grosso modo – sería la siguiente:

agente   Otro

verdad    producción

[5] Ya veremos por qué cuesta llamarlo “discurso”, ya que infringe totalmente las condiciones lógicas impuestas por Lacan para su establecimiento, en el sentido que apunta a la ruptura del lazo social.

[6] Para Lacan, los gadgets están ligados a la ciencia y la tecnología, apuntando a ser un síntoma social: “el porvenir del psicoanálisis es algo que depende de lo que ocurra con ese real, a saber, de que los «gadgets», por ejemplo, se impongan verdaderamente, que verdaderamente lleguemos a estar animados por los «gadgets». Debo decir que me parece poco probable. No conseguiremos verdaderamente que el «gadget» no sea un síntoma, pues por el momento lo es muy evidentemente” (Lacan, 2007: 108).

[7] Las cursivas son mías, que introduzco a manera de pregunta.

[8] En consonancia con este planteamiento, parece pertinente citar la contundente reflexión de la investigadora mexicana Rossana Reguillo: “He planteado en otros textos que el neoliberalismo equivale a un poder de ocupación y que su signo más radical es la transformación de la sociedad “desarrollista” en una sociedad bulímica que engulle a sus jóvenes y luego los vomita: en narcofosas, en forma de cuerpos ejecutados y torturados, en forma de cuerpos que ingresan a las maquilas como dispositivos al servicio de la máquina, como migrantes, como sicarios, “halcones”, “hormigas”, “mulas” a la orden del crimen organizado…” (Reguillo, 2022).

[9] Desde una perspectiva psicoanalítica, se han acuñado términos como patologías del desamparo, del desvalimiento, del ser, en las que “lo que está en juego es del orden de lo primario, son las cuestiones narcisísticas, las carencias están ligadas al “carozo” de la subjetividad. El pequeño está desvalido ante otro que no está en condiciones psíquicas de sostenerlo. El vacío es preponderante y la huida a través de la acción es una modalidad que predomina, tanto en los niños como en sus padres. La clínica se presenta en términos de polaridades: amor-odio, todo-nada, incorporación-expulsión, dejando poco margen a las intervenciones y al error”. (Untoiglich, 2009).

[10] Incluso se habla de la existencia de una “epidemia de autismo” a partir del crecimiento de la prevalencia de este diagnóstico en las últimas décadas en las sociedades occidentales. Actualmente, se señala que la prevalencia de niños diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista (TEA) es de un niño por cada sesenta y ocho. Esto sugiere la posibilidad de una epidemia. Véase López, M y Silva, A. (2020). La popularización diagnóstica del autismo: ¿una falsa epidemia? Psicol. cienc. prof. 40 • Oct-Dec 2020 • https://doi.org/10.1590/1982-3703003180896.

[11] En el caso del autismo, la medicalización de los niños y la adopción de técnicas centradas en su adaptación social. Un objeto técnico incluido en esta lógica discursiva es la T-jacket, una prenda tecnológica que simula la sensación de abrazo mediante sistemas de presión de aire, su finalidad es producir confort y calmar a cualquier persona en situación de estrés o ansiedad y se utiliza preferentemente con niños diagnosticados de autismo. Véase el análisis que al respecto realizan Moraes, N. y Perrone, C. Perspectivas político-clínicas: psicoanálisis, autismo y la razón neoliberal. Tempo psicanal. [online]. 2018, vol.50, n.2, pp.11-30. Disponible en: http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?pid=S0101-48382018000200002&script=sci_abstract&tlng=es.

[12] Enlace a la pintura de Richard Lindner: https://www.artbasel.com/catalog/artwork/19429/Richard-Lindner-Boy-with-Machine?lang=es.

[13] “Es sabido que la sociedad capitalista perdona mejor la violación, el asesinato o la tortura de niños que el cheque sin fondos, único delito teológico y crimen contra el espíritu” (Deleuze, 2005b: 112).

[14] “No solamente se trata a los presos como a niños, sino a los niños como a presos. Los niños padecen una infantilización que no es la suya”. (Deleuze, 2005b: 271).

[15] Para respaldar esta idea de figuras de lo infantil, me parece pertinente hacer referencia a lo que el propio Nietzsche afirma en Los Escritos sobre retórica: “No hay ninguna “naturalidad” no retórica del lenguaje a la que se pueda apelar: el lenguaje es el resultado de artes puramente retóricas”(Nietzsche, 2000a: 91).Para Nietzsche, la experiencia sensible está mediada por el lenguaje, sosteniendo además que dicha mediación es figurativa.


Bibliografía

Balance Anual 2023 de la Red por los Derechos de la Infancia en México, disponible en: https://issuu.com/infanciacuenta/docs/balance_redim_3_.

Bauman, Zygmunt, Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000.

Danelinck, Daniela, Ledesma, Natalia,  Cuomo, Gabriela, Kiel, Laura, “La teoría de los discursos: una herramienta caleidoscópica”, Anuario de Investigaciones Facultad de Psicología-UBA, vol. XXIV, 2017.

Dimang, Silvia, “Efectos del discurso capitalista en la constitución subjetiva. Incidencias en la clínica con niños y adolescentes”, Fort-da Revista de Psicoanálisis con niños, número 14, noviembre 2020.

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, Kafka, por una literatura menor, México, Ediciones Era, 1975.

Deleuze, Gilles y Guattari, Félix, El antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1995.

Deleuze, Gilles, Crítica y clínica, Barcelona, Anagrama, 1996.

Deleuze, Gilles, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia, España, Pre-textos, 2004.

Deleuze, Gilles, Derrames. Entre el capitalismo y la esquizofrenia, Buenos Aires, Cactus, 2005.

Deleuze, Gilles, La isla desierta y otros textos, España, Pre-textos, 2005b.

Deleuze, Gilles, Lógica del sentido, España, Paidós, 2023.

Fuentes, Mario Luis, Arellano, Saúl, Índice de los derechos de la niñez, 2022. Cinco años de incumplimiento de derechos, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, Programa Universitario de Estudios del Desarrollo, 2022.

Imbriano, Amelia, La odisea del siglo XXI. Efectos de la globalización, Buenos Aires, Letra viva, 2019.

Jerusalinsky, Alfredo, Psicoanálisis del autismo, Buenos Aires, Nueva Visión, 2012.

Lacan, Jacques, Conferencia en Milán, Versión digital, 1972.

Lacan, Jacques, El seminario de Jacques Lacan: Libro 19bis: Ou pire, Versión digital,  Clase del 6 de enero de 1972.

Lacan, Jacques, El Seminario de Jacques Lacan: Libro 217: El reverso del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2006.

Lacan, Jacques, “La Tercera”, en Actas de la Escuela Freudiana de París, Barcelona, Petrel, 2007.

Lacan, Jacques, El Seminario de Jacques Lacan: Libro 20: Aún, Buenos Aires, Paidós, 2010.

Leyack, Patricia, “Cuerpos tomados”, Sigma, 10 de febrero de 2013, consultado en: https://www.elsigma.com/introduccion-al-psicoanalisis/cuerpos-tomados/12523  el 15 de junio de 2024.

López, Maira, Silva, Anamaría, “La Popularización Diagnóstica del Autismo: ¿una Falsa Epidemia?”, Psicol. cienc. prof. 40 • Oct-Dec 2020 https://doi.org/10.1590/1982-3703003180896.

Mayorga, Mauricio y Browne, Rodrigo, “Reflexiones en torno a las nociones de capitalismo e inconsciente en el pensamiento de Gilles Deleuze y Felix Guattari”, Questtiion – Vol. 1, N.° 37 (Verano 2013).

Moraes, Natália de Andrade de  y  Perrone, Cláudia Maria, “Perspectivas político-clínicas: psicoanálisis, autismo y la razón neoliberal”, Tempo psicanal. [online]. 2018, vol.50, n.2, pp.11-30.

Oliveira, Jaqueline y de Andrade, Rogério, “El descontento del sujeto contemporáneo: los efectos del discurso capitalista”, Rev. Psicol. Divers. Saúde, Salvador, 2022;11  http://dx.doi.org/10.17267/2317-3394rpds.2022.e4117.

Peralta, Darío, “Devenir-niñxs y el juego confabulatorio”,  Saberes y prácticas. Revista de Filosofía y Educación , Vol. 5 N° 1, 2020.

Reguillo, Rossana, “Vidas en urgencia: cuerpos, territorios y violencias”, Revista de la Universidad de México, septiembre de 2022, consultado en: https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/b2308c6b-a17e-4246-ae11-81e3668b83e9/vidas-en-urgencia-cuerpos-territorios-y-violencias  el 10 de junio de 2024.

Torres, Delia, “Territorios de infancia”, Psicoanálisis Revista editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, 2013-3. Disponible en: https://www.psicoanalisisapdeba.org/descriptores/transmision/territorios-de-infancia/

Untoiglich, Gisela y cols., Patologías actuales en la infancia. Bordes y desbordes en la clínica y educación. Buenos Aires, Noveduc, 2009.


Este ensayo forma parte del proyecto de investigación doctoral “Po(éticas) de la infancia” que busca descentrar las nociones sobre la infancia y lo infantil de tradicionales concepciones evolutivas y adultocéntricas. En lugar de abordar lo infantil exclusivamente como objeto de estudio, concepto o categoría teórica, tratar lo infantil como figura permite abrir el campo de sentidos, significaciones, interpretaciones e invenciones posibles. La apuesta es aproximarnos a lo infantil, figurativa y poéticamente, para mostrar su potencia creadora, desde distintas perspectivas psicoanalíticas y filosóficas.

Erika Patricia Ciénega Valerio

Psicoanalista. Licenciada en Psicología por la FES Iztacala-UNAM. Master en Psicoanálisis. Clínica del sujeto y vínculo social. Universidad de León, España. Maestría en Teórica Crítica, en 17, Instituto de Estudios Críticos. Docente en la Universidad Iberoamericana Ciudad de México y en Dimensión Psicoanalítica. Miembro del Foro del Campo Lacaniano de México. Actualmente cursa el Doctorado en Saberes sobre Subjetividad y Violencia en el Colegio de Saberes. Su línea de investigación se encuentra en pensar lo infantil desde la filosofía, el psicoanálisis y otros saberes.