Representación y destructividad: Historias del lado obscuro

Laura Elena A. Ferrón Martínez

La representación irrepresentable.

La única verdad de la vida es la muerte. La única certeza es la finitud de la vida en la muerte. El misterio de la vida en su origen y su fin son el motor de todo pensamiento. Sin embargo, la experiencia previa al nacimiento e incluso los primeros años de vida nos son inaccesibles. Así mismo, la experiencia de la muerte es incomunicable. Lo mortífero se encuentra en el principio y al final de la vida. El antes de nacer y el después de morir: experiencias in-narrables, irrepresentables. Ante la imposibilidad de representar lo mortífero, se generan representaciones sobre lo demoníaco y lo monstruoso como agentes del mal y generadores de muerte.

Nietzsche1 planteaba la dificultad de la veracidad en las representaciones ya que el intelecto en apego al lenguaje y el lazo social es siempre ficción2. Así mismo, cuestiona la dificultad del humano para mirar hacia adentro de sí y preguntarse por sí mismo. Freud al descubrir el inconsciente trazará hendiduras hacia el cuarto de la consciencia y alumbrará los contenidos de los sustratos más bajos de lo humano3. Sin embargo, lo que Freud vislumbra con sus neuróticos victorianos es apenas la sombra de las perversiones sexuales. Hacia el final de su vida y en la antesala de su propia muerte, alcanzará a percibir eso mortífero en el núcleo de lo inconsciente descubriendo las pulsiones de muerte. Pero será realmente Melanie Klein quien postulará el instinto de muerte como lo más primitivo del psiquismo y el motor de su existencia4.

Freud utiliza el concepto Nirvana para referirse a un estado libre de tensión, equivalente a la muerte psíquica5. De manera que habría que entender6 que las pulsiones de muerte son el negativo de las pulsiones de vida en tanto aparecen ahí donde la libido logra su meta (la descarga). En esta línea, las pulsiones de muerte están desprovistas de objeto, carecen de movilidad y dinamismo, sin embargo, Freud denomina a las pulsiones narcisistas, pulsiones de muerte7. Las considera así debido a que al retraerse al cuerpo o al yo, se acercan cada vez más al principio del placer, a la satisfacción inmediata y la destrucción del mundo de los objetos. Mas que destrucción se trata de una borradura de los objetos por la ausencia de investidura. Indica también que el súperyo se vuelve un receptor para esas pulsiones de muerte tomando al yo como objeto de su agresión. La destrucción del yo por parte del superyó obedece más al odio que a la falta de investidura, lo cual sería la acción de una pulsión de destrucción.

La vuelta que da el padre del psicoanálisis para tratar de representar lo mortífero es hacia el narcisismo y el superyó en sus acciones destructivas hacia los objetos y hacia el yo. Dicha articulación lleva a la confusión entre las representaciones de muerte como estado no-nacido, vacío, nulo; y las representaciones de destrucción como acción agresiva dirigida hacia un objeto externo o interno. Si bien en sus textos Freud utiliza los conceptos todestriebe8, destruktionstrieb9 y aggressionstrieb10, el término que trasciende es el de pulsión de muerte (erróneamente en singular). Sin embargo, todestriebe (siendo un sustantivo plural) involucra varias pulsiones que “se dirigen primeramente hacia el interior y tienden a la autodestrucción; secundariamente se dirigirán hacia el exterior, manifestándose entonces en forma de pulsión agresiva o destructiva”11. En esta línea, parecería que la pulsión destructiva y la pulsión agresiva son pulsiones de muerte dirigidas al exterior para defenderse del objeto o para destruirlo.

Melanie Klein por su parte, pondrá énfasis en el núcleo instintivo del inconsciente12 y propone en sus teorías ideas sobre las primeras representaciones de los estadios más primitivos. En este sentido, el instinto de muerte consiste en los impulsos de autodestrucción considerados innatos en el ser humano13. Estos instintos cobrarán representación como alucinaciones a partir de los objetos fantaseados (pecho persecutorio, madre mala, penes malos, etc..). Los objetos malos son denominados con dicho adjetivo por sus cualidades dañinas y destructivas. La polarización de objetos a partir de la lucha entre el instinto de vida y el instinto de muerte instaura un primitivo orden moral (agenciado por el superyó primitivo) donde lo bueno apunta a lo vital y la construcción del mundo interno y lo malo a su destrucción y la muerte.

André Green postula el narcisismo de muerte tratando de conceptualizar ese estado de no tensión que remite a lo muerto, lo negativo, lo vacio en ausencia de estímulos.14 Siguiendo con la deconstrucción del concepto de pulsión planteado por Freud, las pulsiones de muerte refieren a lo que Green denomina lo negativo, lo neutro, lo nulo (la nada como ausencia de representación, ausencia de vida, ausencia de existencia) y su representación es inconcebible15. En esta línea, las pulsiones de destrucción aparecen como defensa ante la ausencia de vida16. La muerte colocada en el porvenir posibilita algún control sobre la incertidumbre del origen. Puedo no saber de mi nacimiento pero decidir sobre mi muerte. El control es el mecanismo típico ante la incertidumbre. La pasividad es en esencia insoportable ya que remite al vacio, a la ausencia de voluntad. De aquí se desprende la hipótesis del presente trabajo: Ante la imposibilidad para representar lo mortífero (estado antes de nacer y estado después de morir) y como defensa ante el caos y la angustia de aniquilación, el humano se construye ficciones sobre su propia capacidad destructiva en su historia personal (novela familiar) y en la historia de la humanidad colocando la muerte en el devenir. Estas son las historias del lado obscuro.

Historia de las representaciones del lado obscuro.

La dicotomía obscuridad VS luz aparece en toda la historia de la humanidad, tanto en términos de “La historia del humano como ente Universal”, como en términos de “las historias de cada humano en su ser individual”. En la historia de la humanidad, el lado obscuro ha sido representado por los arquetipos de la maldad. Tal maldad se atribuye en los inicios de las civilizaciones a las fuerzas destructivas de la naturaleza representadas como demonios o deidades. Posteriormente, la figura del Diablo consolida la imagen monoteísta del mal y la perdición. Con el surgimiento del estado y la ley del hombre sobre la ley de Dios, la maldad queda referida a la locura, la sexualidad y la criminalidad. En la modernidad, la ciencia problematiza la maldad como enfermedad diagnosticable y tratable.

En la singularidad del humano, el lado obscuro refiere a lo mortífero y destructivo representado en las incipientes pulsiones de muerte: pulsiones de destrucción y pulsiones agresivas manifestadas en el caos del núcleo psicótico, la polarización el odio y la envidia, en el narcisismo y en la construcción del superyó. El instinto de muerte debe evolucionar a lo largo del desarrollo a favor del instinto de vida. Dicha evolución propuesta por el psicoanálisis, es magnificada en las representaciones del mal a lo largo de la historia de la humanidad hasta llegar a la época actual.

A continuación se desarrolla un breve y arbitrario resumen de la historia de las representaciones del mal a lo largo de la historia de la humanidad, para llegar a la época contemporánea. A lo largo del recorrido, se comentan aspectos psicoanalíticos que coinciden en cuanto al desarrollo del psiquismo y las vicisitudes de las pulsiones de muerte.

El mítico origen: Caos-ausencia-vacio

En un intento por hacer una historicidad de ese lado obscuro de la humanidad, resulta interesante encontrar cómo las mitologías plantean orígenes caóticos, obscuros hasta la aparición de las primeras deidades que “ponen orden al caos del universo”17. En la obscuridad se hizo la luz… El tiempo Kronos pone orden al caos del universo….  El mismo big bang como mitología científica. Todas las teorías sobre el origen del mundo inician con una masa diferenciada y caótica.

De la misma forma, el planteamiento del origen de la consciencia o el surgimiento del aparato psíquico o la fundación del inconsciente se hipotetiza como una necesidad vital de ordenar el caos y el estado de no tensión de la dimensión de lo no-nacido. Donald Fairbairn18 sostiene, a diferencia de Freud que el psiquismo del humano al nacer se encuentra completo y que es a través del contacto con la realidad que se fragmenta y requiere reintegrarse. El contacto con el objeto y la frustración instaurada por el principio de realidad provoca la necesidad del psiquismo de internalizar los objetos del mundo externo. El estado esquizoide19 consiste en la alienación del sujeto del mundo de los objetos, retracción narcisista, dominio del instinto de muerte, retorno a lo inanimado.

El psiquismo surge como una defensa ante la realidad frustrante. En el contacto con el objeto, los instintos cobran una representación en el psiquismo deviniendo pulsiones. Los elementos beta y los objetos bizarros propuestos por Bion20 constituyen intentos de representación del caos y la angustia de aniquilación atribuida al estado no-nato y los orígenes del psiquismo.

El mítico momento del origen de la existencia es siempre borroso. Sea el momento de la fecundación, sea el deseo por el hijo en la fantasía de la madre, sea el yo primitivo defendiéndose del instinto de muerte, hay una clara fantasía ante la necesidad de poner orden lógico a lo desconocido e incierto del origen. “La historia de la filosofía occidental se abre con un acta de duelo: la desaparición de las nociones de azar, de desorden, de caos. Dan testimonio de ello las palabras de Anaxagoras: “Al principio estaba el caos, luego vino la inteligencia y lo arregló todo”21.

Dioses idealizados y temidos

Los Dioses encargados de la creación son dioses iracundos, que destruyen con su ira, los cuales son temidos y apaciguados con sacrificios. Posteriormente, en las grandes cosmogonías politeístas (Grecia, Roma, Egipto, pueblos Nórdicos) los dioses temperamentales muestran facetas en relación a sus pasiones, siendo la ira una de estas. En estas religiones aparecen dioses “obscuros”, maliciosos, que buscan la destrucción y dioses “benevolentes” que si bien pueden ser iracundos y vengativos, sus objetivos principales son de corte creativo. La legalidad de este lado obscuro depende de cada tradición, pero en general el exceso, el sadismo y la destrucción son incorporados en la cultura. La muerte, la venganza, la ira son parte de una cierta cotidianeidad regulada por los usos y costumbres. Aquiles, Cesar, Odin son ejemplos de héroes sanguinarios cuya “monstruosidad” es venerada.22

Por otra parte, en estos orígenes del mal, aparecen deidades destructivas cuya maldad consiste en retornar al caos. Demonios en distintas religiones, descritos como monstruos animalescos que buscan la destrucción de las civilizaciones de los dioses en pos de un retorno a lo inanimado.23 El mal se asocia claramente a la destrucción del mundo mientras el bien apuesta a su creación y desarrollo. Particularmente en Persia se observa el dualismo polarizado entre el bien y el mal apelando a la premisa anterior: bondad = construcción vs maldad = destrucción.24

En estas primeras edades míticas, la vida y el tiempo de los hombres están sujetados a los designios divinos. Los dioses fungen como continentes de lo mortífero y destructivo en tanto omnipotentes y sabios. El lado obscuro de lo humano en tanto violencia y crueldad se encuentra integrado en una cotidianidad cultural donde la muerte es algo familiar.

El Diablo como objeto persecutorio

Con la aparición del monoteísmo, se consolida un dualismo con la aparición de Dios y su contraparte, el Diablo. Sin embargo, el judaísmo (y el antiguo testamento) funciona como transición del concepto de un dios iracundo volcánico y destructor (Yavhe) al cual se debe temer por lo terrible de su furia (que no es aún calificada de monstruosa) al concepto del Dios Padre del cristianismo, redimido por el sacrificio heroico de Jesús (Nuevo Testamento). En el monoteísmo judío, Dios posee ese lado obscuro y su capacidad destructiva o creativa depende directamente de la sumisión y la obediencia del pueblo humano, instaurando el sentimiento de culpa y la noción del castigo en relación a ese “lado obscuro de Dios”25.

Moisés y Jesús son héroes trágicos que instauran la culpa primitiva ante la destrucción del objeto. El sacrificio constituye la vuelta hacia el sí mismo en el masoquismo constitutivo. Con la idealización de la figura de Dios padre como restitución omnipotente, se instaura la polarización de las imágenes entre el bien y el mal.

El sadismo de la Santa Inquisición

En el Nuevo Testamento, se dibuja como tal la noción de un Diablo, Satán o Príncipe de las Tinieblas. Estos personajes en la historia de la religión, rigen los parámetros de comportamiento y es a partir de la Edad Media y la conquista del Cristianismo como Imperio que ese lado obscuro se transforma en demoniaco y monstruoso. Con la instauración del Imperio Católico y su brazo “jurídico”: La Santa Inquisición, la persecución de brujas y herejes autoriza la tortura y la crueldad contra los monstruos demoniacos para su salvación.

En esta época llamada de Obscurantismo (previa y contraria a la Iluminación de la modernidad por venir) lo monstruoso, ente diabólico encuentra en el cuerpo femenino un terreno de proyección espectacular. Las brujas y las poseídas marcan claramente la encarnación de lo demoniaco. Las brujas en el pacto con el Diablo (como consortes en comercio sexual con Satanás) y las poseídas en la invasión corporal sin su consentimiento (violación diabólica del frágil cuerpo femenino cosificado al servicio del Príncipe de las tinieblas). Esta vinculación del mal con lo femenino y la sexualidad será un paradigma heredado hasta la actualidad.26

La ciencia como Ley: El Monstruo criminal

En la modernidad, la ciencia es la nueva religión que instaura un nuevo orden. Lo demoniaco y lo monstruoso son ahora condenados a una zona marginal de lo humano. El posterior surgimiento de la noción de Estado encarnará la ley humana que antes se le otorgaba a Dios. El hombre es su propio Dios. Está solo en el mundo con su propia destructividad y necesita colocarla en otros pueblos (o poblaciones) monstruosos a los cuales perseguirá, pero ya no para aniquilarlos, sino para reintegrarlos, reeducarlos y/o domesticarlos. La maquinaria de la vigilancia se encarga de identificar a los monstruos y regularlos en lo jurídico y en lo médico. Los monstruos pertenecen ahora al ámbito de la locura y la criminalidad.27 O bien en la ficción, al ámbito de la literatura propiamente denominada de “terror” cuyo origen es la obscuridad del gótico28.

El monstruo como objeto abyecto.

En diversas referencias, el monstruo y lo monstruoso aparecen en relación a lo despreciable del ser humano. Los monstruos en la literatura son en gran medida animales “mezclados, entre sí o con características humanas. En la mitología griega por ejemplo abundan estos monstruos. Sin embargo, no todos son malignos o destructores. Hay monstruos para todo.29

En la Edad Media, el monstruo por excelencia es El Diablo. Y es en esta época donde el monstruo en sus expresiones artísticas (pintura, escultura y literatura) representa al mal. Varios autores coinciden en que los monstruos son depositarios de una otredad siniestra de lo humano.23 En este sentido, el monstruo aterroriza y fascina porque representa los deseos más obscuros del alma humana. Genera repulsión y rechazo, facilitando y justificando el deseo de aniquilarlo dado que es “malo”.

La mayoría de los monstruos (en la literatura, el cine, la pintura y la escultura) representan eso siniestro de lo humano, proyectado afuera, en un cuerpo amorfo, deforme, deshumanizado. Siguiendo a Melanie Klein, la proyección del objeto malo (instinto de destrucción) en el afuera permite al sujeto procesar su propia autodestructividad a través de la paranoia. El Diablo, las brujas, los demonios y otros monstruos derivados en la literatura medieval, funcionan como elementos persecutorios que efectivamente derivan en la paranoia de la ejecución por la Santa Inquisición.

El retorno del monstruo.

Particularmente en la literatura, el “horror es un género moderno cuyo origen data del siglo dieciocho a partir de la novela gótica inglesa, la Schauerroman alemana y la novela negra francesa”32. Este es el ámbito donde el monstruo es el protagonista en la literatura33. El monstruo es la encarnación del lado obscuro de lo humano, proyectado afuera en una zona segura donde puede ser temido y destruido fuera del sujeto. La mayoría de los monstruos en la literatura y posteriormente en el cine siguen esta línea. Tales monstruos sostienen la posición esquizo-paranoide, proyectando el mal en el afuera, manteniendo una idealizada bondad en el humano que es perseguido y aterrorizado por los monstruos. Por su cualidad maligna, estos monstruos deben ser aniquilados, ya que su maldad no es humana.

Hasta este momento, la historia de la humanidad ha remitido a la moralidad propia del superyo infantil, exiliando la maldad hacia una zona marginal, creando monstruos que justifican la violencia y su aniquilación por el mal que les es atribuido. Un cambio de moralidad implica reconocer el monstruo dentro del humano y diluir la polarización bondad – maldad.

“Melanie Klein aclaró la distinción entre dos tipos de moralidad esencialmente diferentes que de modo innato tienden a desarrollarse sucesivamente en los seres humanos. El superyó infantil más primitivo, que encarna la destructividad proyectada del niño vuelta contra sí mismo, es una construcción esquizo-paranoide que, a decir de Freud, obra como un arcaico dios interno cuya moralidad arcaica es del tipo “ojo por ojo” […] hacia los cuatro meses de edad el advenimiento de la posición depresiva abre paso a una moralidad distinta […] que no se basa en una forma específica de delusión paranoide sino en el sentimiento depresivo de culpabilidad por los daños infringidos […] en la fase previa”34.

La evolución a la fase depresiva requiere cierto reconocimiento del objeto malo dentro del sujeto. Se denomina fase depresiva por la pérdida de los objetos idealizados, tanto del sí mismo como del objeto. El primer caso de un monstruo interno denunciado aparece en la literatura bajo el nombre de Mr. Hyde35. El primero monstruo que no es proyectado en el afuera, que vive dentro del sujeto al cual atormenta. En la clínica, este enemigo interno puede representarse como el ello (en tanto carga impulsiva infantil), el superyó (como perseguidor y/o torturador interno) o algún remanente ligado al narcisismo.

El monstruo debe morir: primer intento de integración.

La primera referencia de éste monstruo interno es la novela El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, publicado en 1886. Según los biógrafos de Stevenson, el problema del conflicto entre el bien y el mal al interior de una persona es un tema que el autor trabaja desde sus primeros escritos. Su educación en el aislamiento escoses fue estricta y religiosa. De niño era un ejemplo de bondad y de adolescente se torna “obscuro” y a decir de sí mismo “feo”. La escritura de El extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde la realiza mientras padece tuberculosis y se enfrenta a la muerte. El resultado de la novela en el publico es colosal, convirtiendo a Stevenson en un hombre “rico”.36

Dr. Jekyll es un medico reconocido, cuya vocación implica el cuidado de otros y la lucha contra la muerte. Mr. Hyde es un asesino y un monstruo. La trama de la novela (y sus múltiples representaciones teatrales y cinematográficas) envuelve al lector en el suspenso y la angustia del abogado Utterson, amigo de Jekyll, quien teme que su amigo sea víctima de una funesta relación con Mr. Hyde. Posteriormente se descubre que el médico había generado una fórmula con la cual “liberaba” su monstruo interior, Mr. Hyde que representaba sus deseos “viciosos”. Al no poder controlar al monstruo, Dr. Jekyll no encuentra otra solución que el suicidio y la confesión en una carta que deja a su amigo.37 Mr. Hyde es el asesino que vive en el alma del médico. Y la única forma de detener su monstruosidad es asesinarlo.

La primera aparición cinematográfica de Dr. Jekyll y Mr. Hyde data de 1920 (34 años después de la publicación de la novela). Desde entonces y hasta 1990 se han producido 24 películas estadounidenses como adaptaciones del texto. Mr Hyde es el único exponente de este tipo de monstruo interno que sale de control desde su nacimiento en 1885 hasta 196238, año en que Stan Lee y Jack Kirby dan origen a The Hulk39.

Reconciliación con el Monstruo: segundo intento de integración

La idea de generar un superhéroe que sea un monstruo surge motivado de la gran aceptación que tiene en el publico el personaje The Thing (en español “La Mole”, cuya traducción literal seria “La Cosa”) de los Cuatro Fantásticos publicado un año antes en 1961. Ben Grimm es un científico que junto con sus amigos (Richard Reed, Sue Storm y Johnny Storm) viajan al espacio y tienen un accidente a partir del cual obtienen súper poderes. Sin embargo, Ben Grimm se convierte en un monstruo de roca. Enojado y melancólico por su condición y el rechazo de su esposa, decide suicidarse (igual que Dr. Jekyll), pero antes de saltar del puente de Brooklyn, ocurre un accidente y se ve compelido a ayudar a la gente rescatando a varios transeúntes. A pesar de que la gente le tiene miedo, obtiene el reconocimiento de ser un héroe40.

Ante el éxito de este personaje, Stan Lee comienza a planear la creación de un nuevo superhéroe cuya transformación en monstruo no sea permanente. Inspirado en la novela de Stevenson y en el Frankenstein de Mary Shelly, surge The Hulk. El comic duró solo seis meses, durante los cuales, la historia no terminaba de definirse. Eventualmente Hulk fue invitado especial en diversos comics, casi siempre como villano que al final demostraba ser un héroe41. En 1963 forma parte de la primera versión de Los Vengadores, abandonando al equipo en el segundo número del cómic.

Hulk es una criatura que no habla, sólo gruñe y expresa vocablos sin una gramática adulta. Es un monstruo infantil, primitivo. “Lo que lo salva de ser un villano es que solamente quiere que lo dejen en paz, no quiere ser lastimado y actúa desde su instinto de supervivencia42. El gruñido de Hulk es el grito de la existencia.. simplemente duele estar vivo43.

Entre los años 60s y 80s, el mundo de los cómics ha vuelto superhéroes a una gran cantidad de monstruos atormentados. Monstruos que se vuelven superhéroes, justicieros ante una ley que falla. El cómic representa un movimiento transgresivo que toca a las juventudes con representaciones susceptibles de identificación donde la ira, la venganza y el odio se ponen al servicio del bien común.44

Los grandes superhéroes del universo Marvel son personalidades monstruosas, obscuras, narcisistas en conflicto y debate constante. Se encuentran muy lejos del ideal de bondad de Superman quien al ser extraterrestre, se encuentra ajeno a las pasiones humanas. Hacia finales de los 70s y principios de los 80s, viene un resurgimiento de los héroes obscuros. Ante la era del vacío, los superhéroes se sitúan más allá del bien y del mal.

El hombre cool no es ni el decadente pesimista de Nietzsche ni el trabajador oprimido de Marx, se parece más al telespectador probando por curiosidad uno tras otro los programas de la noche, al consumidor llenando su carrito, al que está de vacaciones dudoso entre unos días en las playas españolas y el camping en Córcega. La alienación analizada por Marx, resultante de la mecanización del trabajo, ha dejado lugar a una apatía inducida por el campo vertiginoso de las posibilidades y el libre-servicio generalizado; entonces empieza la indiferencia pura, librada de la miseria y de la «pérdida de realidad» de los comienzos de la industrialización.45

La era del vacío se caracteriza por la indiferencia, la apatía, el exacerbado narcisismo y la enajenación del hombre cool. Fast food y fast sex. La postergación del deseo ya no es más un requisito de la realidad. El principio del placer es cada vez mas asequible. Y frente a dicha posibilidad de goce, la figura del antihéroe, del villano, del monstruo que se rebela ante un sistema donde la justicia no se sostiene mas como ideal, aparecen como referentes de identificación para las generaciones X, Y, Z, millenials y más.

Convertirse en Monstruo: alabanza del mal ante la era del vacio

“El Lado Obscuro” es un concepto tomado de Star Wars donde lo obscuro es lo contrario de la luz en “La Fuerza”. En la mitología StarWariana el lado obscuro remite a la maldad, el odio y la muerte. Es la fuente de poder de los Sith, mientras que el lado luminoso remite al equilibrio positivo de todas las cosas vivas y los Jedi se alimentan de ella46. La lucha entre la bondad y la maldad esta presenta en cada época de la humanidad, en cada sociedad y en el psiquismo de cada ser humano. El bien y el mal remiten juicios morales que varían de acuerdo a la época y la cultura. Sin embargo, algunos preceptos parecen no variar. El mal es dañino, el bien es benéfico. El mal es diabólico, el bien es divino. La necesidad de polarizar los objetos en idealizaciones completamente positivas y completamente negativas fue ampliamente estudiada por Melanie Klein en su observación de niños prescolares. En la actualidad, tal polarización es un signo de lo que la psiquiatría denomina personalidad limítrofe o borderline. En la teoría de relaciones objetales, el psiquismo maduro debe evolucionar y ser capaz de soportar la ambivalencia ante los objetos frustrantes (por ello malos) y los objetos gratificantes (buenos). ¿Es posible aplicar semejante premisa a la humanidad?

En el caso de Star Wars, Anakin Skywalker antes de ser Darth Vader se debate entre el bien y el mal. Anakin es seducido por el lado obscuro de la fuerza a partir de su mentor, el Emperador Palpatine quien resulta ser un Lord Sith. La motivación de Skywalker para entregarse al lado obscuro es la posibilidad de vencer la muerte y así salvar la vida de la mujer que ama47. “Porque solo el lado obscuro puede vencer la muerte”. ¿Cuál es la relación entre la muerte y la maldad? ¿Por qué se le atribuye a la maldad suprema el poder sobre la muerte?

Star Wars constituye una ficción contemporánea que genera el efecto que en la antigüedad generaban las grandes religiones. Asistido por el mass media, invade de representaciones comerciales desde el castillo de Disney (gran monstruo capitalista). El otro fenómeno es el Universo Marvel48. Tanto George Lucas (creador de Star Wars) como Stan Lee (el genio detrás de Marvel) inventan mundos de ficción con intenciones revolucionarias que marcan sus respectivas épocas y desarrollan de maneras distintas nuevos conceptos alrededor del bien y del mal, de lo demoníaco y lo monstruoso.

En cuanto a la bondad de los superhéroes y la maldad de los supervillanos del universo Marvel, ocurre un fenómeno interesante nunca antes visto en el mundo de los comics49. Los superhéroes tienen aspectos obscuros, monstruosos. Distan mucho de ser grandes imágenes de virtud como lo fueron los primeros superhéroes (inspirados todos por Superman). Y en los últimos tiempos sobre todo, han aparecido series (tanto en Marvel como en DC y otras casas de comics) héroes obscuros ponen su maldad al servicio de un bien común. Justicieros y vengadores cuyo principal poder es la ira que se rebelan ante un sistema que ha dejado de funcionar. La justicia pertenece solo al vengador y al mundo de la ficción50. En paralelo, los supervillanos tienen tantos o más fans que los superhéroes.

Máquinas inteligentes y humanos cosificados: el fin del mundo… otra vez

Queda abierto al porvenir un siguiente capítulo en la historia del lado obscuro. El nuevo enemigo del superhombre es la máquina. En 1968 aparece en el contexto de Los Vengadores el supervillano Ultron. Inicialmente una inteligencia artificial creada por Hank Pym para conseguir la paz51. La respuesta de la máquina resulta en la premisa del retorno a lo inanimado. La paz es sólo posible con la erradicación de lo humano. Terminator en 1984 retoma la idea de una raza de maquinas que aniquilan a la humanidad52. The Matrix en 1999 retoma la misma premisa donde las máquinas abusan y controlan al humano sin que este se percate53. Los humanos han sido cosificados. Las máquinas toman el control y utilizan los cuerpos humanos como generadores de energía mientras las mentes se encuentran enchufadas a una red neuronal que reproduce una realidad virtual llamada Matrix.

La premisa de la aniquilación de la raza humana refiere claramente al recuerdo traumático y terrorífico del genocidio de la segunda guerra mundial, sin embargo, el hecho de que sea una maquina y no un humano quien lo ejecute plantea un cambio importante en la moralidad. Habrá que cuestionarse si las máquinas poseen psiquismo y son capaces de autoregular sus ejes de decisión desde una ética humana. La inteligencia artificial es claramente una mente científica al servicio de la razón… sin embargo, no tiene alma. ¿Acaso la máquina des-almada (sin alma y malvada) constituye la posible representación en la ciencia ficción del estado mortífero?

¿Alguna vez se organizó tanto, se edificó, se acumuló tanto y, simultáneamente, se estuvo alguna vez tan atormentado por la pasión de la nada, de la tabla rasa, de la exterminación total? En este tiempo en que las formas de aniquilación adquieren dimensiones planetarias, el desierto, fin y medio de la civilización, designa esa figura trágica que la modernidad prefiere la reflexión metafísica sobre la nada. El desierto gana, en él leemos la amenaza absoluta, el poder de lo negativo, el símbolo del trabajo mortífero de los tiempos modernos hasta su término apocalíptico.54

Por otra parte, en los ochenta se populariza el cine gore y la figura del zombie, el muerto en vida, verdadera representación de la pulsión de muerte55. Si bien la figura del zombie data de la novela de terror56 tiene un gran auge en los inicios del siglo XX e inspira a escritores como Edgar Allan Poe o Lovecraft, llega al cine y se populariza hasta 1968 con la película La noche de los muertos vivientes de George A. Romero. En 2005 Marvel saca una serie editorial donde los superhéroes son zombies.

El zombie y la máquina constituyen las primeras representaciones de la pulsión de muerte en la historia de la humanidad. Pulsión de muerte en el sentido planteado por André Green: lo negativo, lo nulo, la ausencia de vida. Nuevamente un mítico fin de los tiempos57. El muerto en vida y la inteligencia artificial son monstruos contemporáneos que ya no representan lo destructivo ni lo maligno sino lo muerto, lo cosificado, el vacío. Cuerpos sin alma, psiquismo estancado. ¿Es posible pensar la representación irrepresentable más allá de la era del vacío?


1 Nietzsche Frederick, Sobre Verdad y Mentira en el sentido extramoral. https:// www.lacavernadeplaton.com/articulosbis/verdadymentira.pdf consultado el 18 de abril de 2017. p3

2 El psicoanálisis coincidirá con esto las representaciones en el psiquismo son siempre ficciones siendo las más primitivas las fantasías alucinatorias del deseo (Freud), los elementos alfa metabolizados por la madre continente (Bion), las fantasías que propone Klein sobre el pecho persecutorio o el cuerpo materno, los recuerdos encubridores que Freud descubre en el relato de los neuróticos, etc.

3 Nietzsche sobre la imposibilidad del hombre para saber de sí mismo: “Ella (la naturaleza) ha tirado la llave, y ¡ay funesta curiosidad que pudiese mirar, por una vez, hacia afuera y hacia abajo, a través de una hendidura del cuarto de la conciencia y vislumbrase entonces que el ser humano descansa sobre la crueldad, la codicia, la insaciabilidad, el asesinato, en la indiferencia de su ignorancia y, por asi decirlo, pendiente en sus sueños sobre el lomo de un tigre!” Nietzsche, Sobre Verdad y Mentira en el sentido extramoral. 4

4 Al respecto Klein escribe “difiero de Freud en que postulo la hipótesis de que la causa primaria de la angustia es el miedo a la aniquilación, el miedo a la muerte que surge de la acción del instinto de muerte dentro de nosotros”. Melanie Klein, Obras Completas, vol. 3, La influencia mutua en el desarrollo del yo y el ello, Buenos Aires: Paidós, 1994, p. 66.

5 André Green ampliará el concepto de la pulsión de muerte como descarga de la pulsión en términos de un estado de nulidad, de vacío, de Lo Neutro como muerte psíquica. Al no haber tensión, no hay energía que alimente el aparato psíquico, solo queda hastío y aburrimiento ante la vida. André Green, Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires: Amorrortu 1993

6 como lo hace Green
7 Sigmund Freud, Obras Completas, vol. XIX, El yo y el Ello, 2° ed. Buenos Aires: Amorrortu 1997 8Jean Laplanche, Jean-Bertrand Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. Barcelona: Paidos. 1993. 9 Laplanche, Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis.p 330
10 Laplanche, Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis.p 327
11 Laplanche, Pontalis. Diccionario de Psicoanálisis. p 336

12 “Si hay en el hombre una formaciones psíquicas heredadas, algo análogo al instinto {Instinkt} de los animales, eso es lo que constituye el núcleo del inconsciente.” Sigmund Freud, Obras Completas, vol. XIV, Lo Inconsciente, 2° ed. Buenos Aires: Amorrortu 1997, pag 191.

13 Melanie Klein, Obras Completas, vol. 3, Envidia y gratitud, Buenos Aires: Paidós, 1994, p. 178. 14 Green, Narcisismo de vida, narcisismo de muerte.

15 André Green, The primordial mind and the work of the negative. En: W.R. Bion Between Past and Future, Londres, Karnac, 1997. pp. 108 – 128. El resumen y la traducción son mías

16 En 1984, el tema del primer simposio de la Federación europea de Psicoanálisis versó sobre las dificultades de las concepciones alrededor de la pulsion de muerte. André Green, Jean Laplanche y Hanna Segal son algunos de los participantes. André Green, Daniel Widlöcher, La pulsión de muerte, Buenos Aires: Amorrortu 1989

17 Jacques Le Goff. El orden de la memoria. El tiempo como imaginario, Barcelona, Ediciones Paidos, 1991 (http://www.mercaba.org/SANLUIS/Historia/Universal/1%20-%20Épocas%y%temas/ Medioevo%20cristiano/El%20orden%20de%20la%20memoria.pdf)

18 Lavinia Gomez, An Introduction to Object Relations, Chapter 3: Ronald Fairbairn: The dynamic structure of the self, Londres: Free Association Books, 1997, pp.54-79. El resumen y la traducción son mías.

19 Le denomina posición esquizoide a la primera etapa de la vida (intrauterina y en los primeros momentos posteriores al nacimiento). Lavinia Gomez, An Introduction to Object Relations, Chapter 3: Ronald Fairbairn: The dynamic structure of the self, pp.54-79.

20 Los elementos beta y los objetos bizarros (compuestos de elementos beta y vestigios del yo y del superyo primitivos) son derivados del instinto de muerte que no logran ser representados en el psiquismo. Se trata de elementos terroríficos que remiten al temor de aniquilación del infante, la fragmentación corporal y sensaciones de vacuidad. W. R. Bion, A Theory of Thinking. En: Second Thoughts, Selected papers on Psycho-Analysis., Londres, William Heinemann Medical Books, 1967. pp. 110 – 119. El resumen y la traducción son mías.

21 Clément Rosset. Lógica de lo peor. Elementos para una filosofía trágica, Buenos Aires, El cuenco de plata, 2013, p 11

22 Gérard Messadié, Histoire générale du diable, Paris, ediciones Robert Laffont, 1993. pp 125-219 23 Paul Carus, The history of the devil & the idea of evil. From the earliest times to the present day,

Illinois, Open Court Publishing Company, 1974, pp 6-104

24 Carus, The history of the devil & the idea of evil. From the earliest times to the present day, p 51-64

25 Carus, The history of the devil & the idea of evil. From the earliest times to the present day, pp 157-192

26 Michel Foucault, Los anormales, Buenos Aires: FCE, 2007 27 Michel Foucault, Vigilar y castigar, Máxico, Siglo XXI, 1976

28 Noël Carrol, The philosophy of horror or paradoxes of the heart, NY: Routledge, Chapman and Hall, Inc., 1990

29 Teodoro Sacristan (coord.) Monstruos y seres imaginarios en la biblioteca nacional, catálogo de exposición, Ediciones Doce Calles S.L. Madrid, España

30 Claudio Cifuentes Aldunate, Para un estudio del origen del monstruo y sus tipologías, Institu for Litteratur, Kultur og Medier Syddansk Univeritet, Odense 2012

31 María O’Donell, El monstruo en el espejo: miedo a sí mismo en la literatura grotesca, A Journal of the céfiro graduate student organization. Vol 7, Spring/Fall 2007. pp 86-94 https:// dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2934775 (3 marzo 2017)

32 Carroll, The philosophy of horror or paradoxes of the heart. Chapters 1 Y 2 La traducción es mía. 33 Carroll, The philosophy of horror or paradoxes of the heart.

34 Melanie Klein, Obras Completas, vol. 1, Introducción, Buenos Aires: Paidós, 1994, p. 13.

35 En otro trabajo se discutirá el caso particular de las posesiones demoníacas, donde el mal habita el cuerpo; sin embargo a diferencia de Mr. Hyde, no se trata de un monstruo particular sino de El Monstruo por excelencia: El Diablo.

36 Leonard Wolf. The essential Dr. Jekyll and Mr. Hyde. Ibooks New York. 2005. La traducción es mia.

37 Wolf. The essential Dr. Jekyll and Mr. Hyde
38 Cabe señalar que en este amplio período, lo monstruoso se colca en la guerra y se consagra en

la figura de Hitler y el nazismo como reencarnación del mismo Diablo
39 Danny Fingeroth. Superman on the coach. what superheroes really tell us about ourselves and

our society. Bloomsbyry, New York 2014. p 121
40 Anthony R. Mills. American Theology, Superhero Comics, and Cinema. The Marvel of Stan Lee

and the Revolution of a Genre. Routledge. New York, 2014 pp 118-121
41 Fingeroth. Superman on the coach. what superheroes really tell us about ourselves and our

society. p 122-127
42 Mills. American Theology, Superhero Comics, and Cinema. The Marvel of Stan Lee and the

Revolution of a Genre. p 120
43 Fingeroth. Superman on the coach. what superheroes really tell us about ourselves and our

society. p 126
44 Jeph Loeb, Tom Morris, Heroes and Superheroes, En: Superheroes and philosophy. Truth,

justice and the socratic way, Chicago, Open Court p 11-20
45 Gilles Lipovestsky. La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona,

Anagrama, 1986 p 42

46 Daniel Malloy, Light Side, Dark Side, and switching sides: loyalty and betrayal in Star Wars. En: Irwin William (Ed.), The ultimate Star Wars and philosophy. You must unlearn what you have learned. West Sussex: Blackwell, John Wiley & Sons Ltd. 2016 pp 136-147

47 Jason T. Eberl, “Know the Dark Side”: A theodicy of the force. En: Irwin William (Ed.) The ultimate Star Wars and philosophy. You must unlearn what you have learned. West Sussex: Blackwell, John Wiley & Sons Ltd. 2016. p 100-111

48 Me enfocaré exclusivamente al Universo Marvel por el original contenido transgresivo y obscuro de sus historias y personajes. En DC Comics, solo Batman refiere al lado obscuro. Actualmente, DC ha virado las historias de sus personajes ofreciendo también sus aspectos obscuros, pero fue Stan Lee el pionero en revelar ese lado obscuro de los superhéroes. Aunque otras novelas graficas pueden ser incluso más obscuras (como el comic británico o las creaciones de Frank Miller, HellBoy por ejemplo), el Universo Extendido de Marvel al igual que Star Wars mantienen un vínculo dentro y fuera de la ley en tanto movimientos subversivos (publicaciones diversas) y parte del establishment (asociación con Disney, franquicias de películas y series de televisión)

49 A excepción de Batman, quien en sus inicios fue víctima de la censura de la ley del comics

50Mark D. White, Superhumans ethics class with the Avengers. En: William Irwin (Ed.) The Avengers and philosophy. Earth ́s mightiest thinkers. West Sussex: Blackwell, John Wiley & Sons Ltd. 2012. p 5-17

51 En la película de 2015, Avengers: Age of Ultron, se atribuye su creación a Tony Stark (IronMan) y Bruce Banner (Hulk). Sin embargo en el mundo del comic, Ultron ha sido destruido y ha resucitado cada vez más poderoso aproximadamente 11 veces

52 Gerard Jones, Killing monsters. Why children need fantasy, super heroes and make-believe violence. New York, Basic Books, 2002

53 Jones, Killing monsters. Why children need fantasy, super heroes and make-believe violence

54 Gilles Lipovestsky. La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. p 34

55 Noël carroll, The philosophy of horror or paradoxes of the heart.

56 La primera aparición del zombie como monstruo es en 1697 en la novela de Pierre Corneille de Blessebois El Zombie del gran Peru. La figura del muerto en vida surge en la religión vudú de Haiti.

57 Le Goff. El orden de la memoria. El tiempo como imaginario

Laura Elena A. Ferrón Martínez

Laura Elena Ferrón. Licenciada en psicología, UNAM. Maestra en estudios psicoanalíticos, Universidad de Sheffield, Inglaterra. Ha sido docente e investigadora en diversas instituciones de licenciatura y posgrado en psicología y psicoanálisis. Trabajó en Control de Confianza en PGR y en el INM. Participó en el curso virtual de Psicología Forense Especializada en Niñas, Niños y Adolescentes impartido por la Suprema Corte de Justicia, UNICEF y la ODDI. Actualmente colabora en peritajes en ATIJ-ILEF, ejerce como docente y en la consulta privada.