Somos, pues, artistas de nuestras vidas, tanto si lo sabemos cómo si no,
si queremos como si no y si nos gusta como si no.
Ser artista significa dar forma a lo que de otro modo no la tendría.
Zygmunt Baumani
En el presente escrito se hace un intento por pensar y analizar el constructo de justicia, así como de su antítesis la injusticia, relación que, como resultado del conflicto entre los seres humanos da origen a las diversas violencias. Para ello se sigue el tema: “Propuesta de (in)justicia en la lectura Fuerza de ley, fundamento místico de la autoridad de Jacques Derrida”, que se planteó en el proyecto del doctorado, con el fin de comprender el sentido del binomio justicia/injusticia.
En el desarrollo del mismo, primeramente se hace una analogía entre lo que se considera injusto con la incertidumbre que padecen quienes son alcanzados por el fundamento místico de la autoridad acorde a una época establecida, para ello se emplean algunos versos del poema fuga de la muerte de Paul Celan, en el que se evidencia la incertidumbre de la vida y la muerte que padecen los entes referidos en estos versos.
En el segundo apartado se piensa la misma incertidumbre pero ahora con los actores en escena de un sistema de administración de justicia, específicamente quienes son alcanzados por la fuerza de la autoridad. Procesos en los que participan expertos –peritos– en una ciencia o técnica específica como auxiliares de la justicia. La ficción y la fantasía juegan un papel fundamental en esta idea, como una forma muy particular de deconstrucción derridiana, ya que en la intervención de estos expertos, en lugar de emitir un informe pericial con toda su cuadratura ortodoxa, se utiliza un informe no con lenguaje prosaico, sino poético. De esta manera, considero se es más sensible en la explicación de lo que este experto encuentra tras su estudio minucioso, lo cual, a su vez considero más apegado a lo que se espera por venir como justo dentro de la propuesta de (in)justicia.
Finalmente en el tercer apartado se cierra con el pensamiento derridiano del aprender a vivir, parafraseando su idea con la analogía de aprender a morir, un aprender a vivir y a morir de los actores en escena de la idea general. En donde a través de una reflexión final debemos dejarlos ir (a nuestros muertos) sin dejarlos, de qué manera, disfrutando la herencia que nos han dejado consciente o inconscientemente.
Palabras clave: (in)justicia, incertidumbre, violencia, poesía, vida, muerte.
La sombra de la injusticia
¿Qué es la justicia?, ¿existe una respuesta a ello? ¿tenemos idea de cómo formular ésta pregunta? ¿Tiene sentido una pregunta sobre la justicia, tiene un porvenir? Para ello considero una propuesta de deconstrucción derridiana con la que se enuncia a la justicia como porvenir. Una propuesta bajo el termino (in)justicia como alternativa para comprender lo que es justo e injusto en todo ámbito posible.
Introduciéndonos a la temática menciono la perspectiva de justicia que me ha tocado vivenciar: la cara de la justicia que se muestra es una que se exige, se grita, se sufre y se llora. Se demanda con violencia por acción o por omisión, siempre cometiendo injusticias a un otro, convirtiéndose de esta manera en una aporía, lo que para algunos es justo, para otros no y viceversa. De una mismidad hacia la otredad y de la mismidad hacia su inmanencia. Por ello surge la pregunta, ¿hay porvenir en un constructo denominado (in)justicia desde los cimientos de la deconstrucción derridiana? Veo una posibilidad no en el discurso habitual, sino en el discurso de otros saberes que se han dejado a un lado, como la poesía, la filosofía misma, la música, el teatro, entre otros.
Sumergiéndonos en la genealogía de la justicia, Derrida nos muestra que ésta se encuentra arraigada a las leyes, así como al derecho y a su fuerza. Su fundamento tiene el mismo origen puesto que deviene archivo, como lo expresa él mismo en su lectura “Mal de archivo”. Arkhé, recordemos, nombra a la vez el comienzo y el mandato. Este nombre coordina aparentemente dos principios en uno: el principio según la naturaleza o la historia, allí donde las cosas comienzan —principio físico, histórico u ontológico—, mas también el principio según la ley, allí donde los hombres y los dioses mandan, allí donde se ejerce la autoridad, el orden social, en ese lugar desde el cual el orden es dado —principio nomológico (Derrida, 1995: 9).
Es precisamente en el comienzo, y en el mandato al que refiere Derrida, que surge la ley inevitablemente para establecer un orden entre los hombres y los dioses. Las alienaciones a este orden, a este principio nomológico son las que generan a su vez la injusticia, una injusticia que como espectro –no se le puede ver de otra forma ya que no es tangible– ha estado inmerso en nuestras vidas. Una forma común de expresión de la injusticia es a través de la incertidumbre que aparece contingente en nuestras vidas, está allí, cuando se presenta, no se sabe que hacer o que pasará, ya no se puede olvidar en ningún momento, cambia vidas, relaciones, causa enemistad en los más grandes amigos, entre mismos familiares, por ella se vive sin vida, se pierde el verdadero arte, el arte de la vida.ii Paul Celan (1999: 63) en su poema fuga de la muerte nos lo expresa en los siguientes versos:
NEGRA noche del alba la bebemos de tarde
La bebemos a medio día de mañana la bebemos de noche
Bebemos y bebemos
Cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
Que escribe al amanecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
Silva a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
Nos ordena tocad a danzariii
En mi interpretación de estos versos, la injusticia se expresa como una incertidumbre, es precisamente esa NEGRA noche del alba que refiere Celan, una incertidumbre que se presenta por la mañana, tarde y noche, en todo momento, ni siquiera importa el orden cronológico de los sucesos, se pierde la noción del tiempo, no se sabe en qué momento llegara el castigo o la muerte, de uno mismo o de un otro, una muerte cruel y súbita, una muerte más de entre las millones de muertes que simbolizan la injusticia ¿y a quién importa? Ya se ha hecho una costumbre humana arraigada en la línea del tiempo y en lugares varios. Las fosas para recibir los cuerpos inertes están listas, éstas no son estrechas en el cielo como en la tierra donde se amontonan los miles de cuerpos, cadáveres aún con vida, resultado de la incertidumbre, de la (in)justicia. No siempre hay un servicio funerario al acecho para forrar el cuerpo y dar sepultura a esa muerte que se fuga, muchas veces se fuga sin forraje perdiendo su identidad, la fosa común también yace estrecha, ¡ya no caben! Son demasiados. Y como no expresar el poeta esa incertidumbre a través de su arte, si él mismo fue víctima del holocausto, allí murió su padre, su madre y muchos otros de manera violenta. Derivado de todo esto nació la sentencia muy conocida de Theodor Adorno que retumbó en todo el mundo: después de Auschwitz la poesía es imposible. iv
En los últimos versos del poema, Celan (1999: 64) agrega más elementos a pensar la injusticia y la incertidumbre en esta tesis:
Negra leche del alba te bebemos de noche
Te bebemos al medio día la muerte es un Maestro Alemán
Te bebemos de tarde y mañana bebemos y bebemos
La muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
Él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
Vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
Azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
Juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán
Tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamitv
La incertidumbre sigue al acecho en estos versos. Queda marcado el rol del soldado Alemán, representante de la incertidumbre, de la injusticia, al que por miedo se le hace reverencia, se le califica superlativamente como Maestro, un Maestro Alemán de gran poder, el poder de decidir la vida o la muerte del otro reprimido, quien guardara todo lo acontecido en su memoria finita, quedando como huellas latentes y perenes en la inconciencia de muchos otros que sobrevivirán. Continuando con el análisis, el Maestro alemán puede alcanzar a sus víctimas con balas (proyectiles) de plomo, solo es cuestión de segundos, un ligero titubeo de su dedo índice para que la incertidumbre termine, al fin de cuentas las fosas en el aire esperan aquellas almas que suben como nubes grises, no se yace allí estrecho. Por otra parte, de manera (in)justa y peyorativa queda marcada la discriminación y el clasismo, la diferencia abismal entre la mujer alemana de pelos de oro –rubia– bien nutrida y la mujer judía de pelos cenizos, desnutrida, haciendo alusión en el mismo sentido, a la diferencia impuesta entre dos naciones, la alemana imperial y la polaca conquistada y reprimida. Problemáticas que con características distintas siguen vigentes.
La interpretación que he intentado con los versos de Celan, es un ejemplo que ilustra claramente las ideas de violencia, justicia, injusticia, incertidumbre, memoria, racismo y clasismo, todos ellos en conjunto para pensar la (in)justicia.
La propuesta de (in)justicia se plantea como tesis en la lectura Fuerza de ley, el fundamento místico de la autoridad de Jacques Derrida y deriva del razonamiento hecho por el mismo autor. Se piensa en el concepto, se describe incluso de manera clara. En primera instancia ilustra lo que es la justicia con un penseé de Pascal, citada por Derrida en el primer capítulo de su obra intitulado Del derecho a la justicia, obligándonos a pensar detenidamente que es lo más justo y lo más fuerte desde su perspectiva y desde su época: “Justicia fuerza. –Es justo que lo que es justo sea seguido, es necesario que lo que es más fuerte sea seguido.” (Derrida, 1997: 26).
Por lo tanto, la (in)justicia como propuesta en el pensamiento derridiano es el equilibrio existente entre la justicia por una parte y la fuerza por la otra, es el punto de apoyo en el que la balanza de lo justo/injusto se mantiene neutro. Dependiendo la circunstancia se inclinará hacia alguno de sus extremos, siendo el lado hacia donde se inclina justo para unos e injusto para otros, dándose el mismo fenómeno si cambia la inclinación hacia el lado contrario. Todo ello es posible si se comprende mediante la deconstrucción derridiana su fundamento, su decreto creado desde el archivo. Sin embargo, lo importante para esta propuesta de (in)justicia es entender que debe haber –es justo– el menor daño posible a cada uno de los participantes (lo cual es inevitable) y que finalmente haya conformidad, aceptación y satisfacción para la mayoría, así y solo así podemos hablar de una (in)justicia que cause el menor daño posible a los involucrados en la resolución de conflictos, dentro de una relación entre los otros que sea comprensible.
La (in)justicia vista desde mi trinchera
En este apartado hago una analogía de la incertidumbre expresada en el pensamiento de Celán, de los entes que representa en cada verso de su poesía con la incertidumbre de (in)justicia de dos grupos de actores dentro del discurso jurídico contemporáneo que me ha tocado vivenciar. Primeramente aquellos que son acusados por la comisión de un delito, sean inocentes o no. Ellos sienten aquella incertidumbre al estar privados de su libertad ¿Qué tiempo? Puede ser breve o prolongado, todo depende del proceso de su caso, ¿son culpables o inocentes? No se sabe. Pero allí esta esa sensación, esa inseguridad de lo que pasará con su libertad y su vida, esa incertidumbre de día, de tarde y de noche como la NEGRA noche del alba de Celán, y así durante un tiempo no definido. Por otra parte, están las víctimas de esos delitos, que a su vez podemos dividir en dos, quienes se quedan con el mal recuerdo de lo acontecido esperando con incertidumbre la justicia por venir, y aquellos que no tendrán esa sensación por una condición particular, el reposar sobre una fría plancha de disecciones en espera de que le aperturen las entrañas, aquellos cuya vivencia única fue el fin del mundo.vi Cualquiera de las dos opciones –vivo o muerto– es resultado de la (in)justicia que acontece en nuestro mundo contemporáneo.
Posterior a ser privado un otro de su libertad y convertir a otros en víctimas, la obra de teatro continua, pasa el tiempo y en las escenas venideras surgen nuevos actores que representarán a estos otros, victimarios o víctimas, de día, de tarde y de noche, como la negra noche del alba que como sombra de incertidumbre se regodea en el conflicto de las relaciones humanas, en espera de exigir justicia bajo el discurso ortodoxo ya comentado.
Este supliciovii moderno es ahora ejercido por instituciones que administran la justicia, tienen su propio archivo, su propio fundamento, sus propias leyes que conforman toda una maquinaria llamada derecho penal. Sin embargo, estas instituciones son entes sin alma, conformadas por estructuras, procesos, números, muchos números. Se exigen de ellas resultados rápidos y crudos. Llegan administraciones tras administraciones y se va perdiendo el sentido de la justicia, pero se sigue exhibiendo como trofeo en aparador, un trofeo deseado por todos, por lo cual, la institución se va acorazando como actualmente lo están muchos de estos edificios públicos con pesadas láminas y vallas de metal para no arriesgarse a perder el poder y para que los otros que están afuera protestando y exigiendo aquel trofeo, no perpetren el lugar y violenten su archivo, esas huellas mnémicas que conforman su fundamento, su misticidad (imágenes 1 y 2). Hay otra particularidad en esos otros de afuera, difícilmente se darán cuenta que se convierten en el personaje del cuento Ante la Ley de Kafka,viii heredando de esta forma un temor sin fundamento, porque dudo que esos otros de afuera conozcan este cuento que incluso yo hace poco conocí.
Me atrevo a decir que el problema de la (in)justicia en estas instituciones tal vez no es el archivo –ya que este en realidad nunca se conoce o se devela–, sino que el problema está en la hermenéutica que se le da al mismo por quienes lo interpretan y manipulan, a su vez representantes de las partes procesales, la víctima y el victimario, una mismidad y una otredad que perdieron su relación.ix Pero todavía hay algo más en las escenas de este ficticio juego poético,x pero antes de explicarlo veamos cómo es que se demanda la justicia en nuestro mundo contemporáneo.
En primer lugar, una concepción de lo que se tiene entendido a propósito de la justicia: “cada persona desde su proyección de la vida tiene su propia forma de percibirla. Para mí es otorgar a cada uno lo que merece, si hice algo debo pagar las consecuencias y/o recibir lo que merezco para bien o para mal, es decir, si hice algo bueno merezco retribución, sino un castigo pero no de forma contraria.”xi
Pendiendo en mi mente la concepción previa de lo que es la justicia, ahora expreso mi percepción de la misma al haber caminado entre quienes la exigen frente al edificio central de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México: la justicia, lo justo, se pierde en gritos y esos gritos solo son silencios ahogados, en cuyo fondo el tiempo se pausa y solo se ven gesticulaciones, movimientos lentos y ecos que se evaporan y pierden en un vacío inscripto como violencia. Meras representaciones del habla, de un lenguaje que queda abandonado en la incomprensión, cuyas consecuencias se hacen tangibles y se expresan como modalidades de violencias. Entes que tienen muchas caras, muchas interpretaciones que poco se comprenden pero a las que se debe dar una explicación a como dé lugar para tratar de calmar los ánimos y decir que se está haciendo algo por la justicia. Esto a su vez justifica la creación de más instituciones para impartir justicia –aunque sus fines reales queden ocultos en la misticidad– o nuevos dispositivos de las mismas.
Hay saberes que estructuran y son parte de estas instituciones creadas para impartir justicia, conformadas por personas que dedican toda una vida a buscar y ayudar a hacer justicia, ya sea por convicción o porque así se les ha acostumbrado y tienen esa idea, al final de cuentas es una forma de ganar un sueldo. La realidad es que la mayoría de las veces no saben o por lo menos no se detienen a pensar que es realmente la justicia y por ende la injusticia. Solo se habla superficialmente de ella y se escucha como palabra con algún cometido benéfico para la sociedad. A través de esos saberes se auxilia a quien tiene la responsabilidad de administrar e impartir lo que a un otro común se le ha hecho creer en base a la cultura lo que es la justicia.
Algo importante de comentar en las escenas de estos sucesos es lo siguiente: todo resultado en este tipo de instituciones que se encargan de impartir justicia es en base a evidencias, pruebas que resultan de una investigación criminal a través del estudio minucioso de los indicios, los cuales son procesados por un experto en alguno de estos saberes desconocidos por el vulgo. En este proceso “con alto grado de probabilidad pericial” pueden existir errores bajo diversas circunstancias, involuntarias o voluntarias, a estas últimas algunos les llaman corrupción. A su vez, las pruebas periciales –así llamadas en este discurso– se integran en una carpeta de investigación, un archivo más que contiene toda la hermenéutica de un asunto en el que se busca obtener justicia. Llámese homicidio, feminicidio, violación, robo con violencia, entre otros. Se dice y se hace creer que lo que se busca es la verdad histórica de los hechos, cuando en realidad de lo que se trata es solo de una verdad narrativa de los hechos, esto en base a esas evidencias que por muchas circunstancias se pueden tergiversar como ya quedo referido, por ende, no podemos saber lo que ocurrió con exactitud, sino únicamente lo que demuestran dichas pruebas.
Como parte de este discurso, sistema, estructura, he participado en muchos asuntos como auxiliar de la justicia. He emitido de igual manera muchos informes periciales que a su vez he tenido que desahogar de manera oral en juzgados. Informes que siguen una estructura rígida para tener validez dentro del discurso jurídico y científico, y que por alguna razón me he detenido a pensar ya en varias ocasiones en una fantasía en la que pudieran transmutarse, deconstruirse en base a otros saberes como la poesía y pensar este tipo de conflictos humanos desde otra perspectiva al momento de estructurar dicho informe pericial para posteriormente desahogarlo de manera oral en audiencia.
Ampliando la idea anterior, es pensar en la deconstrucción de estos discursos o de alguno de sus eslabones dentro de este tipo de procesos, para de esta manera lograr un pensamiento lo más reflexivo posible, sin embargo, como ya mencioné, no deja de ser una mera fantasía pero que de alguna manera se atreve a ser una alternativa diferente en la comprensión de la propuesta de (in)justicia. ¿No es la poesía una figura del pensamiento más cercana a lo que realmente se quiere decir por sobre la escritura o el lenguaje prosaico que son meras representaciones? Derrida en su libro “De la Gramatología” refiere lo siguiente: “Si la Ilíada hubiese sido escrita, hubiese sido menos cantada” (Derrida, 1967: 338) haciendo alusión a que si solo hubiese sido escrita esta magna obra, tal vez se hubiese perdido en algún momento del tiempo como muchas grandes obras de la gran biblioteca de Alejandría al ser quemada en las invasiones que sufrió en la edad antigua.
Es un intento que ilustro en este trabajo, el uso, la utilidad que tienen otros saberes en estructuras rígidas como en la impartición de justicia se incrusta la siguiente idea.
En audiencia de juicio oral, al ser interrogado el experto –perito– en un saber particular, sobre cuál fue su participación en el presente asunto, éste, en lugar de exponer su informe pericial de manera ortodoxa inicia diciendo:
¿Cómo la encontré?
La encontré sin arte, un cuerpo sin su verdadero arte,
el arte de la vida ahora ausente.
¿Cómo la describí? Materia inerte aun con forma, postrada sobre fría materia inerte,
cuando momentos previos era materia y alma, era vida.xiv
¿Qué técnica utilicé?
Filo agudo de hoja descubre tejido duro subyacente,
estética ahora alterada por grietas, huellas tangibles de gritos ahogados,
momentos que en lugar de risas, fueron jardines grises de flores marchitas.
Se abre a la luz el neonato que nunca debió verla.xv
Ríos desbordados de sus cauces, enrojecen aquel continente aun turgente,
antes vida pensante, ahora agar de los gusanos.
Continúo la labor sin olvidar la mirada perdida de ojos opacos,
antes brillosos y aceitunados, ahora expresión de resignación,
espectro latente de hace años,
muchos años, muchos días, muchas noches.xvi
En el pecho le nació un nido, hueco oval en su lado izquierdo,
ya había grietas hace mucho, el ave que lo anidaba echo a volar,
un solo motivo hacía falta para que la carne se abriese,
cuestión de tiempo para expresar la finitud de su existencia.
La apertura llora lágrimas rojas, salpica llanto, derrama vida.xvii
Pulsión de vida lacerada, arriba, abajo, muy dentro,
perfección arrebatada que nunca lució,
masa gris destrozó lo ya destrozado.
singular o plural no es la culpa, es infinita.
Espectro latente de su inmanencia, me sigue irremediablemente.xviii
¿Causa de muerte? ¿Data de la muerte? ¿Quién era ella?
Preguntas perdidas desde antes de pensar respuestas,
no hay respuestas sino más preguntas sin respuestas,
Aun así el anhelo del fantasma (in)justicia.xix
Con respuestas no hay justicia, tal vez un porvenir,
pequeños e infinitos somos, maldad latente somos,
camaleón de mil colores llamado (in)justicia.
Con él jugamos a inventar justicia.xx
Momento de concluir ¿Quién era ella? Porvenir latente que no floreció.
¿Data de la muerte? El tiempo que latió su corazón,
aquella ave que abandono su pecho, veinte años.
Causa de muerte: nacer mujer, relación con un otro (o muchos) perdida.xxi
¿A caso fue necesario describir un cerebro lacerado y un corazón destrozado por proyectiles de arma de fuego de un otro canalla para exigir justicia?
¡Es cuánto!xxii
Continuando con el sentido poético de esta reflexión,xxiii quiero ampliar la idea diciendo que las huellas de la (in)justicia han caído ondulantes al césped como hojas que se van secando y acumulando a través del tiempo, no solo en otoño, también en primavera, verano e invierno, todo el tiempo, porque cualquier tiempo es buen tiempo para dar cabida a la injusticia. Han quedado desquebrajadas y olvidadas al paso del hombre, pero sus restos siguen ahí, son huellas imborrables, cambiantes, ocultas e imperceptibles al ojo de un otro pero siguen ahí, están latentes para que puedan ser evidenciadas ¿por el psicoanálisis? tal vez. En su momento la justicia fue ley, fuerza y derecho, ahora, refiere Derrida “no hay lugar para una representación –palabra de sus huellas, por lo tanto, la posibilidad de lectura queda inhabilitada” (Derrida,1995: 9). Es por ello que en la reflexión analizada no es posible dar respuestas concluyentes para emitir un castigo –sentencia– puesto que en la propuesta de (in)justicia no se trata de hacer la justicia a la que se está acostumbrado o la que se exige, sino de reflexionar y buscar la forma de hacer el menor daño posible a los actores que participan en las diferentes escenas de esta obra ficticia, es utópico no hacerse daño, pero está latente el provenir de que sea el menor posible.
Al igual que la lectura del inconsciente por el análisis, el entendimiento y lectura de las huellas mnémicas de la justicia no pueden ser individuales sino colectivas, aun así es complicado comprenderlas, incluso desde una propuesta o discurso de (in)justicia.
Se dice que un perito (experto) es un auxiliar de la justicia a través de sus conocimientos especializados, ayuda a la autoridad judicial a seguir líneas de investigación para esclarecer un hecho presuntamente delictuoso y dar un castigo al culpable.
El auxilio por parte del perito es a través de un informe pericial por escrito, sobre un homicidio, feminicidio, delito sexual, etc., que en algún momento tendrá que desahogar de manera oral.
Esa oralidad del informe pericial tiene cierta estructura que acorde a un protocolo establecido se tiene que realizar con el objetivo de explicar, aclarar, ilustrar todo lo que se encontró en el material de estudio proporcionado dentro de una carpeta de investigación relacionada con el delito que se está juzgando. Finalmente, lo que se expone es el resultado fatal e inevitable de la violencia, lo que no se pudo prevenir, lo que ya no tiene remedio, “res extensa” inerte, carne desgarrada sin piedad.
Previo a ese informe pericial hubo muerte, sangre, exposición de una gran violencia física, cerebros y corazones lacerados, almas evaporadas cuya única evidencia existente es la presencia de fenómenos cadavéricos tempranos o tardíos, convirtiendo lo que alguna vez fuera humani corporis fabricaxxiv en una amorfa y maloliente materia, lista para ser banquete de los gusanos, care dada vermis.xxv.Estamos acostumbrados a exponer un documento, un informe pericial con sus diferentes apartados, algo rígido que no siempre da los resultados esperados, aunque esté bien elaborado, por ello aquí es donde implemento la deconstrucción derridiana, la diferencia a la forma en que se exponen estos informes periciales, por el momento una ficción.
A modo de epitafio: Aprender a morir. Dejarlos ir sin dejarlos
La muerte por sí misma es una deconstrucción, tanto metamorfosis física del cuerpo como un aprender a vivir diferente, un vivir sin el otro ausente, aquel que, irremediablemente ha dejado huellas en muchos con quien compartió el tiempo, para bien o para mal, y quienes quieran o no, la herencia de ese otro ausente es recibida consciente e inconscientemente, se es heredero involuntario de esa experiencia. Todo lo que acontece en la relación con el otro es experiencia, son huellas, es tiempo y es memoria. Son formas de vida heterogéneas tratando de vivir homogéneas, se debe aprender a vivir con ello, pero ¿cómo hacerlo? ¿Cómo aprender a vivir esas relaciones? ¿Por qué unas relaciones funcionan y por qué otras no? ¿Eso se enseña o se aprende? ¿Quién lo enseña y quien lo aprende? Sea cual sea la respuesta a cada uno de estos cuestionamientos pensados desde la perspectiva derridiana del aprender a vivir, se debe –lamentablemente– aprender a vivir con las secuelas del rompimiento de esta relación, ¿es esto posible? Derrida, en el exordio de sus Espectros de Marx, refiere lo siguiente:
Alguien, usted o yo, se adelanta y dice: quisiera aprender a vivir por fin.
Por fin, pero, ¿por qué?
Aprender a vivir. Extraña máxima. ¿Quién aprendería? ¿De quién?
Aprender [y enseñar] a vivir, pero ¿a quién? ¿Llegará a saberse? ¿Se sabrá jamás vivir, y, en primer lugar, se sabrá lo que quiere decir «aprender a vivir»? ¿Y por qué «por fin»? (Derrida, 1995:11)
Derivado de lo anterior formulo las siguientes preguntas: ¿hay un aprender a vivir al perderse la relación con el otro? ¿Hay un aprender a vivir para ellos, víctimas y victimarios? Acorde a lo que he observado en mi labor profesional, esas víctimas y sus representantes cercanos llamados dolientes, deudos o colectivos,xxvi ficcionan, fantasean y anhelan una justicia que aún no llega, pero que no se pierde la fe de estar por venir. Estando del otro lado como servidores públicos se les dice por costumbre que tienen que seguir viviendo, tienen que superarlo –la afección o la muerte de un familiar– y vivir ¿Es esto posible? Se escucha esto con frecuencia, pero esas palabras se pierden en al aire ¿Quién puede olvidar para vivir? Estas preguntas sin respuestas exhiben a la justicia que nos representa, la hacen ver como una justicia tan hueca como la estatua de la diosa Temisxxvii que se encuentra en todas las instancias públicas y privadas que ofertan justicia. En la propuesta de esta tesis la idea de una justicia más justa bajo el término (in)justicia debe ser comprendida tal vez no para aprender a vivir, sino que, debemos aprender a morir, a vivir (convivir) con la muerte, a dejar ir a las víctimas sin dejarlos, es decir, aceptar la muerte del otro que nos ha heredado su experiencia y aprovechar precisamente esa herencia que fue su obra en vida, esta es una forma de aprender de la muerte y dejarlos ir sin dejarlos. No es fácil, es comprensible por los usos y costumbres tan arraigados que tenemos, pero es una alternativa inevitable con un porvenir más sincero de lo que es realmente justo.
Por otra parte, de igual importancia, ¿Quién voltea a ver al victimario, al que cometió una falta, un delito? Aquí es importante hacernos la siguiente pregunta ¿Realmente él es el culpable? ¿Merece el castigo, el suplicio moderno? Estas palabras quedan estancadas en la memoria, en el archivo, porque aunque se conocen ciertas respuestas, todos callan ¿y porque callan? Las razones son varias, por el momento solo me atrevo a decir que por conveniencia, haciendo parir por doquier a muchos chivos expiatorios. Por lo tanto estamos obligados como sociedad a cuestionarnos ¿Cómo es el aprender a vivir para ellos? sean culpables o no. La única respuesta provisional sería: bajo la sombra de la incertidumbre, difícil forma de tratar de vivir y no tenemos ya a un Celan que nos pudiera dar una explicación.
Regresando a las víctimas, a los dolientes ¿Qué palabras hay para ellos? ¿Qué decirles? A caso el discurso choteado de “se les hará justicia” Considero más sincera la alternativa de decirles que deben aprender a morir, aprender de la muerte del otro, pese a haber sido víctima de una muerte injusta, pese a ser un cuerpo sin vida desconocido dentro de una fosa común, pese a no encontrar nunca su cuerpo y estar atrapado en la incertidumbre de si está vivo o muerto. Todo esto para pensarse como alcance dentro de la propuesta de (in)justicia.
Finalizo este escrito con la siguiente reflexión.
Vidas entre mis dedos.
Vidas entre mis dedos, entre letras, entre fotografías espectrantes,
no me detengo, hojas y hojas entre mis dedos,
en los días tangibles, impregnan polvo a mis dedos,
en las noches fantasía, ficción, que se mezcla en mis sueños.
Extraña sensación tener vidas, sentir muertes,
se levanta el polvo de las hojas como pequeñas almas,
el llanto, los gritos de afuera son errantes,
no hay posibilidad de saber si es para ellas,
almas errantes, sin lágrimas propias, sin lamentos propios.
Como hojas que retoñan deben verlos aquellas que aún no caen,
contemplar, disfrutar el curso que el viento les da,
mirar al cielo, contemplar recuerdos cual rizomas,
aprender a vivir, a morir es indistinto,
se debe aprender a dejarlos ir,
considero justo dejarlos ir sin dejarlos. xxviii
Referencias
i Frase que aparece en el libro de Zigmunt Bauman “El arte de la vida. De la vida como obra de arte”.
ii Idea expresada en palabras de Zigmunt Bauman del mismo libro.
iii Fragmento del poema “Fuga de la muerte”, de Paul Celán, en el que vivencia su experiencia propia al ser cautivo en el holocausto nazi.
iv El filósofo Theodor Adorno acertó de que después de Auschwitz la poesía era imposible, haciendo alusión a las barbaries cometidas por la Alemania nazi.
v Ibid.
vi “La muerte del otro no anuncia una ausencia, una desaparición sino el final del mundo como totalidad única, por lo tanto irremplazable”, Michel De Certeau, citado por Ricardo Murcia, 2011.
vii Haciendo referencia al capítulo “El suplicio”, de “Vigilar y castigar”, de Michel Foucault en el que Demiens es torturado y desmembrado en público.
viii Cuento “Ante la ley”, de Franz Kafka, en el que se narra la situación de un campesino que acude ante la ley para exigir justicia queriendo entrar en aquel lugar para exigirla, sin embargo un vigilante le dice que por el momento no puede entrar, así lo mismo en varias ocasiones y el vigilante le dice que dentro hay otros vigilantes más fuertes que él y le impedirán el paso, finalmente el campesino de tanto esperar muere a la puerta de aquel lugar pero antes le pregunta al vigilante el motivo por el cual solo él vino a querer entrar al lugar, el vigilante le menciona, porque esta puerta fue hecha únicamente para ti.
ix Para Emmanuel Lévinas, referido en su obra “Totalidad e infinito”, menciona que justicia es la relación con el otro. Aunque literalmente no lo dice, pero es obvio que ésta relación entre los otros va en el sentido de hacer el bien o permanecer en un estado de bienestar común.
x Con ficticio juego poético hago referencia a manera de preámbulo –ya que se mostrara en párrafos posteriores– el rol de cada uno de los entes dentro del proceso judicial a manera de juego o lenguaje poético y por el momento mera ficción.
xi Esta concepción de justicia fue emitida por la Dra. Blanca Esthela Montiel Garduño, residente del primer año de la especialidad en Medicina Legal de la UAEMéx-FGJEM, la cual nos hace ver el tinte aristotélico que predomina en occidente.
xii En idea de la lectura “De camino al habla”, de Martin Heidegger, de 1987.
xiii En alusión a la pregunta de Héléne Cixous ¿era yo una mujer? de su libro “La llegada a la escritura”.
xiv La materia inerte aun con forma hace referencia al cadáver, pese a que se pierda su forma por la putrefacción, se tiene la obligación de conservarla por todos los medios para tratar de darle una identidad y pueda ser reconocida y restituida. Lamentablemente no siempre es posible. La fría materia inerte hace alusión a la plancha de disecciones, área de trabajo de los médicos forenses.
xv El filo del bisturí diseca la piel cabelluda y deja ver el hueso duro que presenta fracturas por traumatismo craneoencefálico, huellas de golpes constantes por síndrome de la mujer maltratada. Al retirar el cráneo el cerebro ve la luz, como la ve un recién nacido “neonato”, solo que un cerebro en circunstancias normales nunca debe ver la luz, solo en casos de muerte violenta.
xvi Los vasos sanguíneos cerebrales se laceran por los golpes, su sangre se desborda de su cauce, de aquel cerebro turgente que será comida de los gusanos. Continuo con la autopsia pero no olvido la mirada del cadáver, en mi mente se quedan fijos sus ojos que me miraron sin mirar, percibo la resignación de un sufrimiento de hace muchos años.
xvii El hueco oval en el pecho como nido hace referencia a un orificio por proyectil de arma de fuego el cual le destrozo el corazón, aquella ave que hecho a volar. Una muerte ya latente que se produciría en cualquier momento por cualquier causa. Al momento del impacto brota de manera brusca la sangre y pierde la vida de manera violenta.
xviii Le deviene la muerte arriba (en el cerebro), abajo (en el corazón) en ambas muy profundo, ambas mortales. Por la vida que llevaba nunca lucio su belleza natural, un proyectil de arma de fuego le quito una vida que no era vida, no hay culpable que señalar, filosóficamente el problema es infinito, urgente. Su muerte me ha afectado, me sigue, aunque profesionalmente debo evitarlo, no es posible.
xix Los tres objetivos de una autopsia, determinar la causa de muerte, el tiempo que lleva de muerto y aportar elementos para la identificación en caso de cadáveres de identidad desconocida. Sin embargo me he detenido a pensar sin con responder a estos cuestionamientos es posible obtener justicia. Considero que no. La problemática es aún más compleja, pero existe una solución por venir.
xx Se reitera la idea de justicia como porvenir, entre seres violentos que somos, manejando la (in)justicia a conveniencia de unos cuantos. A eso jugamos, a inventarla para justificar nuestros actos.
xxi Se da respuesta a cada una de las preguntas de una manera deconstructiva en la que la explicación es más pensada y convincente.
xxii Se evidencia el sentido carente de responder a preguntas ortodoxas para tener una justicia por venir.
xxiii De mi autoría.
xxiv Humani corporis fábrica. El cuerpo humano como una fábrica, obra maestra de la anatomía humana escrita por el cirujano Andreas Vesalius.
xxv Care dada vermis, del latín, carne dada a los gusanos.
xxvi Colectivos es la denominación del conjunto de familiares que se organizan para exigir justicia por la pérdida de un familiar que no es localizado o que perdió la vida de manera violenta.
xxvii La diosa Temis es la diosa de la justicia griega conformada por su simbología singular, la venda en los ojos, la balanza, la espada con la punta hacia abajo, el libro y la serpiente a sus pies. Nombrada por los romanos justitia.
xxviii Reflexión de mi autoría que surge de trabajar diariamente con expedientes de cadáveres de identidad desconocida que se encuentran en la fosa común, revisando todas las documentales que estos contienen (peritajes, fotografías, perfiles genéticos, etc). Son vidas, son muertes constantes entre mis dedos.
Bibliografía
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Médico Cirujano y especialista en Medicina Legal por la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). Tengo un diplomado en Investigación Criminalística por la Academia Mexicana de Ciencias Periciales. Soy candidato a maestro en Criminología. Actualmente cuento con el grado de Maestro en Saberes sobre Subjetividad y Violencia. Doctorante en Saberes sobre Subjetividad y Violencia. Laboralmente tengo 18 años como perito médico legista de la Coordinación General de Servicios Periciales de la FGJEM.