Voy a iniciar con una cita de Anne Dufourmantelle en “Elogio del riesgo” para pensar, cuestión que Martin Heidegger nos invita a hacer.

“Nuestros tiempos se encuentran bajo el signo del riesgo: cálculo de probabilidades, sondeos, escenarios alrededor de los cracks bursátiles, evaluación psíquica de los individuos, anticipación de las catástrofes naturales, células de crisis, cámaras; ya ninguna dimensión del discurso político o ético escapa de ello. Hoy en día el principio de precaución se ha vuelto la norma. [i]

El riesgo se ha vuelto un cálculo que acontece, envuelve y opera nuestros días. La estadística nos ha normativizado. Para estos tiempos, las personas se han convertido en números, que lo único que provocan es que las líneas de una gráfica suban o bajen. La norma hace de las personas normales y anormales; solo da dos opciones, las demás posibilidades son nulificadas. El principio de precaución no permite arriesgar, apostar hacia lo no sabido, provocando de esta manera una inmovilización. Quizás la inconformidad sea un principio de movilización, de acción, de reflexión.

Me parece que Heidegger en “Serenidad” busca que la espontaneidad surja, que nos arriesguemos a ir más allá de lo que se pueda calcular. El acento se encuentra en la posibilidad de replantear el pensamiento, la manera en la que pensamos. El mal de su siglo y del nuestro es que el valor del pensamiento está en el cálculo. Lo dice de la siguiente manera “El pensamiento que cuenta, calcula.”, “El pensamiento calculador corre de una suerte a la siguiente, sin detenerse nunca ni pararse a meditar” [ii].

Quizás nos encontramos inmersos en esta desgracia puesto que la actualidad a todo momento busca rectificaciones. Es la gran herencia que nos ha dejado la ciencia. La metodología científica ha conquistado a las mayorías. Ahí se ha señalado que se encuentra la verdad, aunque nadie la reflexione, además de que nos la han vendido como una felicidad. Podemos ubicar en el texto cómo diversos científicos han dicho que “La ciencia es un camino que conduce a una vida humana más feliz.[iii]

Es impactante escuchar a personas que se anuncian y enuncian por la vida con determinados trastornos, sin que nunca se hayan detenido a pensar de qué están hablando, dejándose tomar por las palabras de un “experto”. Los medicamentos se han vuelto la solución. Heidegger nos recuerda que “una cosa es haber oído o leído algo, esto es, tener meramente noticia de ello y otra cosa es reconocer lo oído o lo leído, es decir, pararse a pensarlo. [iv]

Los medicamentos son producto de la técnica. Valdría la pena plantear y pensar si los trastornos mismos son también producto de la técnica moderna. Será difícil poder reflexionar si el arraigo es hacia los medicamentos.

Heidegger dice que la revolución de la técnica pudiera fascinar al hombre, hechizarlo, deslumbrarlo y cegarlo de tal modo, que un día el pensar calculador pudiera llegar a ser el único válido y practicado[v]. La educación moderna, con sus buenas intenciones, no deja de buscar la unificación, aunque en su discurso se encuentre la valoración de las diferencias. Cuando un niño se sale de la norma, antes de escucharlo es enviado a una evaluación. La escuela, tristemente, no sabe qué hacer con la diferencia. Y traigo a la escuela no por mera casualidad, sino porque en la modernidad es un pilar de la sociedad.

Afortunadamente siempre algo escapa, por tanto, pienso que esa es la posibilidad hacia el camino de la reflexión. Lo expresa Heidegger de manera muy bella:

“El pensamiento meditativo requiere de nosotros que no nos quedamos atrapados unilateralmente en una representación, que no sigamos corriendo por una vía única en una sola dirección”[vi].

Habrá que pensar si ese es el lugar de la minoría. Ese nosotros que cuestiona a eso tan normativo. Es la serenidad para con las cosas y la apertura al misterio lo que permitirá llegar a un camino que conduzca a un nuevo suelo y fundamento[vii]. Solo será posible si se está dispuesto a arriesgar.   

Reflexionar es éter.


[i] Dufourmantelle, Anne. Elogio del riesgo. Paradiso editores, México, 2015. P.14

[ii] Heidegger, Martin. Serenidad. Traducción Yves Zimmermann. Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994. P.2

[iii] [iii]Ibidem P.4

[iv] Ibidem. P.5

[v] Ibidem. P.7

[vi] Ibidem. P.6

[vii] Ibidem. P.7

Bibliografía:

Heidegger, Martin. Serenidad. Traducción Yves Zimmermann. Ediciones del Serbal, Barcelona, 1994.

Dufourmantelle, Anne. Elogio del riesgo. Paradiso editores, México, 2015.

Alberto Tartakovski Fuhrman

Constructor de diferencias, apostador de porvenires, apasionado por los cambios. Dispuesto a escuchar sentidos y sin sentidos. Psicólogo dicen mis papeles, hombre común digo yo. Dispuesto a actuar en diversos escenarios, pero sobre todo a contemplar personajes en movimiento, convencido en dejar de lado todo diagnóstico, decidido a ser rítmico con lo que se presente. Mi escritura y mi palabra, las tomo como una constante creación, erupción de posibilidades.