En primer lugar existió el Caos…
Hesiodo
Al principio creó Dios los cielos y la tierra.
La tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas cubrían la haz del abismo….
Génesis
En la aurora del Tiempo, vivía Ymer;
no había, ni arena, ni mar, ni olas refrescantes;
la tierra no existía, ni el cielo sublime, solo existía el Ginungagap
Voluspá
Se dice que vivimos una época violenta. Cómo si la historia de la humanidad no fuera una historia violenta. Si algo nos ha mostrado la evolución de la civilización humana es la exacerbación de la crueldad y con ella, el malestar en la cultura evoluciona también: El neoliberalismo del mercado con el goce del capital cuya voracidad no reconoce fronteras; los estados canallas para quienes las personas son solo cosas y los cuerpos cadáveres; la hegemonía del poderío científico-tecnológico que objetiviza a los humanos con promesas de control e inmortalidad. Con semejante escenario de fondo, el protagonista principal es el sociópata, debidamente etiquetado como antisocial por la industria psiquiátrica. Cercenado por la neurociencia de su capacidad de empatía, el enfermo antisocial encarna lo peor del humano, lo más temido, lo más oscuro que requiere controlarse, cosificarse, embotellarse y etiquetarse en las fronteras de lo humano mismo. Es el asesino, el depredador que habita lo más recóndito del alma humana. En el aislamiento de los castillos tiránicos de la psiquiatría y la neurociencia, solo el psicoanálisis puede escuchar al monstruo y atreverse heroicamente a asomarse a su ontología.
El objetivo de mi investigación ha sido indagar sobre la destructividad humana en términos ontológicos. Varios autores han trabajado el tema desde distintos lugares: Hobbes atribuyó a la destructividad el estatuto de naturaleza humana[1]; Freud encontró en el malestar en la cultura la insistencia de las pulsiones de destrucción[2]; Klein planteó la existencia de un instinto de muerte innato[3]; Arendt encontró la banalidad del mal[4]; Benjamín critico la violencia y la colocó como núcleo del poder del derecho[5]; Derridá problematizó la bestialidad del soberano[6]; entre muchos otros. Habiendo tantos conceptos alrededor de la violencia y la destructividad, yo decidí denominar este terreno el lado obscuro.
He establecido ya en otros momentos[7]la diferencia con lo planteado por Elizabeth Roudinesco ya que ella utiliza el término en referencia a las perversiones y yo lo utilizo en referencia a los aspectos destructivos. He adoptado la expresión de la saga cinematográfica de Star Wars: “El miedo es el camino al lado obscuro… el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento”[8]. En este contexto, George Lucas refiere un lado obscuro de la fuerza. Una fuerza que en la mitología contemporánea de Star Wars refiere a todo cuanto existe en el universo. Decidí adoptar un término de la cultura pop que nace de la ciencia ficción y no un concepto teórico definido por dos razones fundamentales. La primera, su recurrencia en la clínica. Es altamente común que los pacientes utilicen la expresión “lado obscuro” – a veces con clara alusión a la saga cinematográfica y a veces como mera coincidencia – para referirse a una serie de aspectos destructivos y violentos que no siempre son fáciles de apalabrar. De esta dificultad para la representación de lo destructivo surge la segunda razón para la elección del término. En tanto metáfora, el estudio del lado obscuro me permite moverme entre los discursos de la clínica y las imágenes y narrativas históricas y literarias que intentan representar la destructividad humana.
Desde la escucha clínica he notado varios niveles de dificultad para abordar estos temas. En lo social observo un paralelismo. Posiblemente la primera resistencia a vencer proviene del juicio moral. La destructividad es casi de inmediato asociada a la maldad. Los deseos de hacer daño, los pensamientos de muerte, el odio, la agresividad, la violencia tienen mala reputación. La ira, el resentimiento, el rencor, y la envidia son altamente peligrosos para el psiquismo y ameritan ser reprimidos. Evidentemente retoñan en un sin fin de síntomas con montos significativos de angustia. Estos contenidos son normalmente denominados malos, diabólicos, irracionales, incivilizados; y los sujetos que actúan a partir de estos se conceptualizan como monstruos, locos, sociópatas antisociales. De ahí que reconocerlos en uno mismo resulte altamente peligroso. El destructivo, violento y malo es siempre el otro, el enemigo.
Típicamente se puede hablar de estos contenidos siempre y cuando estén claramente representados en el afuera o atribuidos a fuerzas malignas que operan contra la voluntad del sujeto. Melanie Klein nombró esta dinámica defensa esquizoparanoide[9]. Derridá observó lo mismo en el ámbito político[10]. La necesidad de construir enemigos en los cuales se deposita la hostilidad para mantener la política de la amistad. De ahí que las historias de terror, los monstruos, el diablo y los espíritus malignos tengan tanto éxito en política y en la clínica.
La insistencia recurrente en la polarización del bien y el mal, el monstruo y el héroe me llevo a explicarme el mal y lo monstruoso desde la perspectiva Kleniana, donde la escisión de los objetos constituye la primera defensa frente a un instinto de muerte que habita al bebe. La posición esquizoparanoide prometía la explicación para el problema de la dicotomía de representaciones, la exclusión del mal y del monstruo así como la idealización de lo humano y lo heroico. Siguiendo con Klein, gracias al juicio de realidad, el psiquismo poco a poco integra las imágenes del objeto y de sí mismo, pretendiendo superar la ambivalencia hasta algún grado de aceptación de ese instinto de muerte que evoluciona en la constitución del súper yo[11]. Freud ya había descrito al superyo como “cultivo puro de la pulsión de muerte”[12]. Hobbes, Benjamín y Derridádebaten cada uno desde su trinchera, un concepto de derecho y soberanía como un reflejo político de esa necesidad de generar una instancia (psíquica y política) que regule la hostilidad alimentándose de ella.
Mi punto de partida ha sido la escucha en la clínica no solo de los pacientes denominados violentos o monstruos, sino de todo discurso que versa sobre la maldad, la crueldad y la capacidad destructiva. Más allá de la referencia dicotómica (esquizoparanoide) del bien y el mal o la figura del monstruo, algo de este discursar apunta a la muerte, sea la muerte del otro (destrucción del objeto) o la muerte propia (angustia de aniquilación). Sin embargo este apuntalamiento hacia la muerte parece ser un eco de un desvanecimiento, una ausencia que forzadamente se remite a la muerte como fin de la vida pero pareciera apuntar no al devenir futuro sino a un origen precario. Este estado de inercia, no-nacido, no-vivo-aún se abre como un abismo y es el precursor de las representaciones polarizadas.
La obscuridad del origen como dimensión incognoscible está en la génesis de la existencia humana. De ahí se desprende mi hipótesis central: la obscuridad es la esencia constitutiva del psiquismo y de lo que denominamos humano, de ahí que erradicarla es imposible. Su primera dimensión es el abismo de la incertidumbre incognoscible sobre un origen. La defensa fundamental ante esta oscuridad es la posición esquizoparanoide que genera las representaciones dicotómicas del Bien y el Mal con sus correspondientes encarnaciones en El Héroe y El Monstruo. Sin embargo, El Mal y El Monstruo como dimensiones del lado obscuro son construcciones defensivas que impiden el reconocimiento de dicha esencia constitutiva exacerbando la violencia. La obscuridad refiere al abismo del origen. Vacuidad como ausencia. La ausencia de Dios y/o ausencia de conocimiento que se atribuyen al mal. El mal encarnado en la figura del monstruo.
Para abordar el abismo, recurro a Freud con la lectura que hace Francisco Pereña sobre el complejo del prójimo articulando los objetos bizarros planteados por Wilfred Bion para representar el mítico origen del psiquismo. Con esta base psicoanalítica, trazaré un análisis de los mitos originarios en la tradición griega con el texto de Hesiodo, la tradición-judeo-cristiana-musulmana con el Génesis, la tradición nórdica con el poema del Voluspa y las tradiciones prehispánicas. En párrafos anteriores trace pequeñas provocaciones hacia un paralelismo en el ámbito político que por razones de espacio no trabajaré aquí, sin embargo, en el análisis de los mitos dejo el camino trazado para problematizar los territorios de lo social, cultural y político.
Abismo y Obscuridad
La obscuridad como representación en el lenguaje nos remite a la ausencia de luz. En el mundo físico, la percepción de la luz habilita la vista y el conocimiento del mundo. Como metáfora, la obscuridad se extiende no solo a lo invisible sino también a lo inaudible, intocable, imperceptible, impensable. El prefijo “in/im” denota privación o negación[13], ausencia o falta de algo. Al parecer el humano no soporta esa negatividad o privación de lo que escapa a su registro sensorial, perceptual o cognitivo. Lo insoportable del abismo apunta a la incertidumbre de la existencia arrojada-al-mundo-hacia-la-muerte[14].
Para investigar esta obscuridad originaria, recurro a Freud quien desde el proyecto y posteriormente en el texto de Lo inconsciente[15], hace referencia a un núcleo del aparato psíquico que permanece como incognoscible, más precario que la huella mnémica y cuya densidad apuntala, ancla el mundo de representaciones que funda el inconsciente. Bion[16]denominará elementos beta a las impresiones sensoriales y experiencias emocionales no trasformadas. Estos elementos son vividos como cosas en sí, in-susceptibles de ser representados: in-cognoscibles. Las experiencias a las que refieren estos elementos betason aquellas cargadas por el instinto de muerte que por su contenido insoportable son evacuados a través de la identificación proyectiva. Estos elementos beta constituyen el núcleo primigenio de la obscuridad constitutiva. Son esas pre-representaciones cuya densidad ancla el psiquismo.
En la clínica se vislumbra esta obscuridad en el vacío que remite el paciente limítrofe, la anhedonia y el aplanamiento afectivo del psicótico, la parálisis del depresivo mayor, la anestesia apática del paciente que se corta que sentirse vivo, el vértigo de la angustia, el agujero en el pecho del ataque de pánico. En la neurosis, la obscuridad suele depositarse en lo femenino, en el abismo de las entrañas del cuerpo de la mujer; en la implosión y el vaciamiento del orgasmo…
Este abismo en el psiquismo genera un efecto de agujero negro que amenaza con succionar lo vital por lo que en contraparte se le vive como mortífero. Nadie como Freud para intuir esto. El cachorro humano es arrojado a la existencia en un estado de desamparo original. A diferencia de otros seres vivos, el humano recién nacido no cuenta con los recursos para sobrevivir. Como comenta Francisco Pereña[17], el humano en su dependencia hacia el individuo experimentado que lo asiste, se encuentra solo y alienado en su propio cuerpo. Su cuerpo es un trozo inútil de carne que sin la erotización y la asistencia de un otro es sólo fuente de displacer. La imposibilidad del instinto para la subsistencia hace del humano el único organismo vivo que necesita de un otro que le posibilite la vida. Entonces mi vida y mi cuerpo son del otro. Freud instaura aquí la culpa como precursor de todo lazo social en tanto deuda con ese prójimo al cual le debo la vida. Sin embargo la vivencia de la deuda como culpa ya presupone una moral que determina un mal ante el cual uno se vive culpable. Antes de la culpa por existir, hay un berreo rabioso por que la existencia sin el otro duele. Duele el abismo en mi cuerpo que amenaza con la disolución de un yo, un ser que aún no es.
El abismo mortífero es ese espacio-tiempo que se desgarra entre un cuerpo y otro inaugurando el psiquismo. Es el precario origen de la pulsión que se diferencia del instinto. El instinto obedece al arco reflejo propio de la biología. Un instinto de vida o de supervivencia requiere calmar el dolor de un cuerpo que amenaza con disolverse. Pensemos, como Bion, en las experiencias sensoriales de un bebé recién parido. La hipersensibilidad de la piel, la inauguración escandalosa de los sentidos, los estímulos del mundo penetrando ese cuerpo frágil. Elementos beta in-cognoscibles. Vivencia de dolor. El instinto no sirve porque a diferencia de otros animales cuyos cuerpos tras ser expulsados por el cuerpo materno en el parto, están habilitados instintivamente para arrastrarse hasta la ubre y alimentarse, el humano requiere que el otro cuerpo (médico) lo acerque a lo que sea que lo alimente. Para dar signo de necesidad requiere disparar una señal que ojalá un prójimo escuche e intérprete para calmarlo. La señal es el berreo, inaugurando una violenta introducción al lenguaje.
El código binario del instinto (necesidad corporal – acción motriz / estímulo – respuesta) debe desdoblarse en los cuatro componentes de la pulsión. En el arco reflejo, la fuente (el cuerpo) instintivamente logra la meta (la satisfacción). El cachorro humano debe triangular hacia un objeto que provea la satisfacción ya que su propio cuerpo no lo logra. Ese objeto es el cuerpo del otro. El principio de placer se ha roto. La fuente y el objeto se alejan, generando un esfuerzo. La satisfacción queda aplazada. El psiquismo surgirá como medio para soportar ese aplazamiento, para amortiguar el principio de realidad.
La distancia entre la fuente de la necesidad (siempre el cuerpo propio) y el objeto que satisface (inicialmente el cuerpo del otro) establece la falla del instinto y el devenir de la pulsión como representación psíquica de una fuente somática dinámica con sus cuatro elementos: fuente, meta, objeto y esfuerzo[18]. El esfuerzo genera displacer, vivido como desgarramiento del cuerpo en la vivencia de dolor cuyo signo inicial es el berreo[19].
Donde falla el instinto deviene la pulsión. La inauguración del psiquismo como cualidad ontológica de lo humano se constituye ante el vacío mortífero de esa vivencia de dolor del desamparo original. El abismo como remanente de lo incognoscible, de la incertidumbre ante el arrojamiento Heideggeriano remite al pavor de la aniquilación. El berreo como signo de desesperación ante la disolución y la implosión corporal, requieren un otro que codifique y asista. El berreo es en sí la puesta en acto de la violencia inaugural de la existencia de un sujeto.
La imposibilidad para representar ese origen oscuro, desconocido que succiona como agujero negro, provoca la construcción de representaciones que apuntalen el psiquismo y eviten la caída en el vacío. Nuevamente Freud[20]en el proyecto nos refiere el entonces llamado sistema de neuronas como un entramado que pretende generar ese resorte pulsional que evita el impacto directo de los cuantos de la realidad. Dicho entramado remite a la necesidad de crear un sistema de representaciones que permita apuntalar una realidad que por sí misma es insoportable. La primeras representaciones son alucinatorias y dicotómicas, las que remiten al placer (entendido como equilibrio de quantos) y las que refieren al dolor (como experiencia de aniquilación por el desbordamiento de quantos).
El estado de desamparo original es el origen de toda moral ya que para soportarlo, el psiquismo se construye con estas representaciones alucinatorias polarizadas. El yo se identifica y se cimenta desde las representaciones de vivencias de placer (yo placer) logrando reproducirlas para ofrecerse a si mismo paleativos que como indica Pereña[21], le permiten soportar la soledad de habitar su cuerpo. Klein les llamará objetos buenos, tanto a la representación del prójimo que me asiste y me procura la vivencia de placer como a la parte del yo que se identifica con éste y me satisface vía alucinatoria y autoerótica.
La vivencias de dolor por su parte, son experimentadas como amenazas de aniquilación. Por ello requieren ser expulsadas al no-yo del mundo configurando los objetos persecutorios (representados como monstruos) que son vividos como temibles y acechantes (atributos de maldad) de los cuales debo defenderme (validando la agresividad).Klein les denominó objetos malos a la identificación que hace el yo con las huellas del dolor que desde el narcisismo y la auto conservación buscan evitar la fuente de displacer y por lo tanto destruir al objeto que es fuente de dolor[22]. Estos objetos expulsados del yo, constituyen los objetos persecutorios que Klein postula como primera defensa ante el instinto de muerte que habita el psiquismo (identificación con la vivencia de dolor y deseo de destrucción del objeto).
Regresando a Bion, si la madre en tanto prójimo es capaz de contener y elaborar las ansiedades primitivas del infante[23], le devuelve estas impresiones como elementos alfa. Esto requiere del infante la tolerancia a la frustración que Bion considera parte innata de la personalidad como derivado del instinto de vida. La contención materna y la capacidad de tolerancia permite al psiquismo activar la función alfa por sí mismo para generar primero alucinaciones[24](reverieo ensoñación), luego signos y símbolos y posteriormente protopensamientos que le permiten diferir la satisfacción del instinto[25]. Esta construcción abona en primer lugar a la idea Freudiana de que el yo se moldea en identificación al prójimo que lo asiste, y en segundo a los conceptos klenianos del objeto bueno que se construye en relación al pecho bueno que provee la satisfacción.
Los elementos betay los objetos bizarros(compuestos de elementos beta y vestigios del yo y del superyo primitivos) son derivados del instinto de muerte que no logran ser representados en el psiquismo. Se trata de elementos terroríficos que remiten al temor de aniquilación del infante, la fragmentación corporal y sensaciones de vacuidad. Estos elementos aparecen en los fenómenos psicóticos y en la transferencia como contenidos negativos conformando lo que Bion denominara personalidad psicótica[26]. La connotación “negativo” refiere a la imposibilidad de acceder al dinamismo del psiquismo y el estancamiento de la energía psíquica en un “caos interno y terrorífico”. Los elementos beta y los objetos bizarros propuestos por Bion constituyen intentos de representación del abismo, el caos y la angustia de aniquilación frente al estado no-nato y los orígenes del psiquismo. Este será el caldo de cultivo para la maldad, la monstruosidad y todo referente destructivo, diseccionando perfectamente la obscuridad de la luminosidad del yo heróico que combate a los monstruos iracundos, furiosos, odiadores que berrean ante la reminiscencia de la huella hostil.
Mitología Griega
En la Teogonía de Hesíodo, se describe el origen del mundo y las razas partiendo del caos al cual se le impone el orden creativo de los dioses. En la cosmogonía, los relatos mitológicos y las concepciones pre-socráticas, se observa la existencia de una hybris(desmesura, desorden, irracionalidad) en contraposición a la diké(justicia, orden, racionalidad)[27]. Las edades del mundo demarcan la degradación del estado de orden impuesto frente al caos a la degradación del desorden: “En la edad de oro todo era orden, justicia y felicidad: era el reino de la pura Diké. Al término del ciclo en la vieja edad de hierro, todo será librado al desorden, a la violencia y a la muerte: será el reinado de la pura Hybris”[28].
Si bien el énfasis se coloca en el orden Olímpico, se establece también un período oscuro en el que los Titanes, portadores de la hybrisdominaban. Es Zeus quien establece el orden y el reinado de la dikéa partir del parricidio inaugurando la violencia mítica que funda la ley. A partir de dicho mito, vienen la decadencia de las razas y el retorno al desorden como ese malestar en la cultura que Freud describirá siglos después. El planteamiento griego es en ese sentido una idealización del orden, la justicia y la razón impuestas sobre un mundo previo de caos y desorden.
En la necesidad de poner orden al caos, Hesíodo construye una serie de representaciones para explicarse el origen del mundo de los dioses, generando una genealogía que hace posible pensar lo humano en referencia a lo divino. Existirá una primera raza de Titanes, deidades de la hybrisque serán derrocados por los Olímpicos quienes instaurarán el orden. Pero será Prometeo, un Titán resentido, quien desafíe a Zeus privilegiando a los hombres con el fuego. El castigo lo conocemos: Prometeo sufrirá eternamente la desgarradura de su cuerpo y los hombres padecerán la calamidad llamada mujer. Prometeo y Pandora introducen la lógica de los sexos en la ecuación hybris/dike[29]. Pero mucho antes de todo esto…
En primer lugar existió el Caos. Después Gea – la Tierra- la de amplio pecho, sede siempre segura de todos los Inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. En el fondo de la tierra de anchos caminos existió el tenebroso Tártaro. Por último Eros, el más hermoso de los dioses inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y todos los hombres el corazón y la sensata voluntad en los pechos[30].
Notemos que en el inicio está el Caos. Ese estado de la nada previo a la creación, punto de partida de la misma. Desorden creador personificado en deidad. Caos es nombrado pero no se dice más de él. Χάος[31], significa “espacio que se abre”, “abertura” “agujero”. Abismo, estado primigenio del cosmos.
Del Caos surgieron Érebo y la negra Noche. De la Noche a su vez surgieron el Éter y el Día, a los que ella alumbró preñada del contacto amoroso con Érebo[32].
Del abismo surge la obscuridad, la noche, la luz, el día. Nótese que los opuestos brotan del mismo origen. Posteriormente, “los humores catastróficos serán representados como hijos de la noche: las Moiras y las Keres (vengadoras implacables), Tánatos, Hipnos, Burla, Lamento, Némesis, Engaño, Vejez, y la astuta Iris. Esta última, la discordia, será madre de Fatiga, Olvido, Hambre, Dolores, Combates, Guerras, Matanzas, Masacres, Odios Mentiras, Discursos, Ambigüedades, Desorden y Destrucción”[33]. Es Iris la diosa más antigua y malévola que causa innumerables daños. Este lado obscuro en la concepción mítica está claramente asociado a la destructividad que conlleva al desorden y el caos original.
La primera representación que Hesíodo ofrece frente al Caos es Gea: la tierra, madre continente. Ante el estado de desamparo se requiere un prójimo que contenga y ampare. La tierra y la madre representan el anclaje para toda subjetividad: “sede siempre segura“. Ella construirá al padre (Urano) como anclaje para sí misma y engendrará la genealogía divina. Coincide en varias mitologías la creación de las primeras deidades desde la omnipotencia creativa. La clonación narcisista o reproducción asexual como la denomina la ciencia es la forma más primitiva de la diversificación de las especies. Tal es el caso de los protozoarios y otros organismos unicelulares que hoy nos explica la biología molecular. En los imaginarios psicoanalíticos, la omnipotencia creativa es una atribución en la fantasía infantil al constructo de la madre fálica, todopoderosa que genera vida y muerte sin la intervención de un tercero (no se requiere un padre).
El padre (Urano) es una invención de la madre (Gea) en la necesidad de un continente. Interesante ya que una madre que necesita un continente es una madre en falta. Las observaciones clínicas de los psicoanalistas coincidirán muchos siglos después con el poema de Hesiodo en cuanto a la necesidad de la persona que ejerce una maternidad (Gea) de generarse un anclaje y la necesidad de la figura del padre como referente de contención materna y como agente de separación entre la madre y el hijo.
En el abismo materno, el poeta coloca el Tártaro como representación del inframundo en lo más profundo de la madre. El Tártaro es una deidad pero también una localización. Es una especie de prisión y lugar de castigo en lo más profundo de la tierra. Otra referencia al abismo, asociada a la crueldad y el sufrimiento. Nótese que en relación al castigo y el sufrimiento, el Tártaro es una representación no personificada. No es un agente el que castiga, es un lugar donde el sufrimiento ocurre a partir del designio de un otro que ejerce la ley (Cronos o Zeus, en diversos relatos).
Por último aparece Eros, el amor, representación idealizada del vínculo que nos permite estar con el otro, vencer la soledad y apostar a la reproducción y a la sexualidad como salida ante lo terrorífico del abismo. Eros es la única representación en este inicio que permite una posición activa ante la nada. Ante el caos, la madre y el castigo el humano queda impotente y sometido. Freud le llamará desamparo original, Heidegger enunciará el ser arrojado al mundo.
Caos y Tártaro son dos primeras representaciones del abismo y la obscuridad. Hay que subrayar que en el relato de Hesíodo, apenas son nombradas. Sus referencias aparecerán después como retoños de lo reprimido. La tradición griega sembrará la semilla para priorizar el orden y la racionalidad sobre el caos y la incertidumbre. El rechazo hacia la hybris impedirá su integración en la naturaleza de lo humano y llevará a su radicalización en una otredad excluida y monstruosa.
El Génesis en la tradición Judío – Cristiano – Musulmana
El surgimiento del monoteísmo marca un corte fundamental en la historia de la humanidad. El judaísmo centraliza la noción de un Dios Todopoderoso por encima de las creencias paganas. Es importante notar que las tres grandes religiones monoteístas que en la actualidad se disputan el poderío de las creencias del mundo derivan de un mismo origen. El judaísmo surge como religión que reúne una serie de pueblos de raza judía que comparten costumbres y creencias alrededor del Dios volcánico Jehová. Personajes como Moisés, Abraham y David constituirán las sagas que unificarán estos pueblos en una historia mítica. El personaje de Jesús de Nazareth partirá la historia y constituirá una nueva religión derivada del judaísmo. Así como Moisés era egipcio (según la lectura de Freud), Jesús era judío. El cristianismo se basa en las enseñanzas de Jesús como profeta e hijo de Dios. El judaísmo desconoce a Jesús y sus apóstoles como emisarios de Jehová. El tercer profeta será Mahoma, quien será desconocido por judíos y cristianos generando la tercera tradición monoteísta alrededor de Alá conocida como Islam. Las tres religiones comparten los mitos sobre el origen del mundo y la creación del hombre relatados en el Génesis del Antiguo Testamento.
A diferencia de la noción griega, donde el mundo y los dioses surgen de la nada, en el Génesis Dios precede a todas las cosas y el mundo es creado por él a partir de la nada:
Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía, y las tinieblas cubrían la haz del abismo, pero el Espíritu de Dios estaba incubando sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: Sea la luz; y hubo luz. Y vio Dios ser buena la luz, y la separó de las tinieblas[34].
A diferencia del mito griego, donde ante la nada aparecen las representaciones del Caos, la Madre, la Muerte y el Amor, en el mito del Génesis, Dios Todopoderoso crea la Luz. Y al valorar la Luz como Buena, la separa de las tinieblas. Representaciones dicotómicas: Luz y Obscuridad, Bien y Mal a diferencia de la pluralidad de representaciones de los griegos. La creación del mundo se encuentra polarizada desde el inicio a juicio de un Dios Omnipotente. Si bien en el poema de Hesíodo se observan los tintes narcisistas en la engendración omnipotente de los Titanes, éstos surgieron de la Nada. En el Génesis, Dios representa la hegemonía de la creación y se yergue desde el principio como único protagonista de la historia.
Nótese que no hay referencia a nada antes de Dios. No hay vacío ni abismo en el origen. No hay desvalimiento ni complejo del prójimo. Hay completud y perfección absoluta. Será la soberbia y la desobediencia humana lo que provoque el sufrimiento. La culpa se instaura desde el origen. Tal y como Freud lo observó en su clínica y su análisis de las masas. Aquí radica la crítica Nietzscheana al catolicismo que domestica el alma humana desde la culpa originaria, exaltando el sometimiento. Heidegger hará lo propio en los Cuadernos Negros denunciando el cristianismo como el mal en occidente.
También cabe subrayar la instauración absoluta de representaciones patriarcales. El mundo no tiene madre, solo padre. Y se trata de un padre que desde el inicio regula la creación de las cosas en un código moral que requiere polarizarse: lo bueno y lo malo. Klenianamente hablando, la creación de Dios es auténticamente esquizoparanoide.
Dios como principio de todas las cosas es el soberano erguido sobre la ausencia, dictando la ley sobre sus creaciones. Dios en su omnipotencia establece la prohibición y con ella, determina la obediencia y la sumisión como los valores del bien mientras la soberbia y la rebeldía serán atribuidas al mal. Lilith, Eva, la Serpiente y Lucifer serán los claros ejemplos de maldad que al desafiar a Dios son expulsados y exiliados, convertidos en monstruos. Al igual que Prometeo y Pandora, Adán y Eva serán los representantes de la polarización del bien y el mal en la lógica sexual. Pero Adán, a diferencia de Prometeo, es una víctima de su mujer y ésta a su vez de la serpiente. La culpa circula entre ellos y ninguno se responsabiliza de su deseo. La abertura del abismo está por completo denegada en la omnipotencia de Dios, por lo que la caída es un castigo y no una condición primigenia.
Lucifer cae del cielo al abismo del infierno en castigo por su desafío a su padre Dios. Lilith es exiliada al mar rojo por transgredir la voluntad divina y pronunciar el nombre sagrado de Dios. Adán, Eva y la Serpiente son expulsados del paraíso por desobedecer la prohibición de comer el fruto del conocimiento. Todos estos personajes son culpables de su destino. Y el pecado original, la soberbia, es heredada al resto de la humanidad con su consecuente monto de deuda a un Dios al cual se le debe la vida. El abismo es aquí claramente significado como condición terrorífica.
Tradición Nórdico-Germana
A diferencia de la cultura Griega cuyas fuentes han sido ampliamente documentadas, los relatos nórdicos llegan a nuestros tiempos desde la tradición oral. La historia de estos pueblos ha sido de difícil acceso ya que las fuentes con las cuales se cuentan son relatos permeados por la ideología católica medieval. Sin embargo, se cuenta con los relatos de las Eddas o Sagas pertenecientes a la tradición nórdica oral que se mantuvieron en Islandia en su lengua original resistiendo el cristianismo de la conquista medieval[35]. Las Eddas nórdicas hacen las veces de los poemas de Hesíodo narrando el mítico origen del mundo. El poema Voluspá narra la cosmogonía y cosmología desde la creación del mundo hasta el Ragnarök, o Apocalipsis escandinavo, finalizando con la regeneración del nuevo mundo. Se considera como una fuente de primer grado para el historiador de las religiones. El poema inicia así:
Voy a narrar
las maravillosas hazañas de Valfodr,
los más antiguos relatos de los hombres,
los primeros que yo recuerde.
En la aurora del Tiempo
Vivía Ymer;
no había, ni arena, ni mar,
ni olas refrescantes;
La tierra no existía,
ni el cielo sublime,
Solo existía el Ginungagap,
Pero no había hierba.[36]
El Ginungagap es el abismo abierto que reside entre el mundo nebuloso del norte (Niflheim) y el mundo del fuego al sur (Muspelheim). La separación de los elementos (fuego y agua) existe como realidad preconcebida en la mitología Nórdica-Germana. Y en el abismo entre éstos surgirá la vida. El abismo del Ginungagap es concebido como aéreo ya que el calor y el agua generan el vapor. El primer ser de la creación es un gigante de hielo que surge del agua que fluye de los manantiales (Eligavar) de Niflheim por la condensación del agua en contacto con el fuego de Muspelheim. Los nórdicos le llamarán al gigante Ymer, quien era malvado (destructivo).
A diferencia del mito Hesiódico en el que las primeras representaciones ante la nada son el Caos, la Madre, el Amor y la Muerte, en la tradición Nórdica-Germana las representaciones primigenias apelan a los estados del agua: sólido, líquido y gaseoso como formas de representación del ciclo de la vida. Elementos beta en tanto referentes de la experiencia perceptual ante el mundo nórdico, proto-representaciones que permitirán la construcción de una mitología. Ymir se yergue como soberano absoluto, pero a diferencia de Javé en el Génesis, Ymir tiene un origen por condensación de los elementos físicos. La vida aparece como efecto natural en la combinación del agua, el fuego y el éter. Ymir nace y muere, es un ser finito que obedece a los ciclos de la naturaleza, mientras Jave no tiene nacimiento ni muerte, el ser infinito por excelencia.
Los Gigantes de Hielo, al igual que los Titanes, son sucedidos por seres más justos, los dioses que habitarán Asgard. La genealogía de los dioses nórdicos proviene de la descendencia de Bor – retoño de Bure, creado por el vaho de la vaca Audhumbla- y Bestla – hija del gigante de hielo Bolhorn, quien brotó del cuerpo de Ymir, creado por la condensación del Eligavar de Niflheim y el fuego de Muspelheim. Odin, primogénito de Bor, comanda a sus hermanos para matar al gigante Ymer y con su muerte a todos los gigantes de hielo menos uno, Bergelmer, quien escapa con su familia y funda la tierra del Jotunheim (tierra de Hielo).[37]Odin, padre de todo y sus hermanos mantendrán el orden de los 13 mundos. A diferencia de los Griegos que conceptualizan un orden sucesivo de las eras y las razas, en la concepción Nórdica, los trece mundos coexisten conectados por el árbol de la vida Ygdrasil. Aunque Odin se erija como Padre de Todo, no es ni omnipotente ni omnisapiente ni inmortal.
Un personaje fundamental en la mitologia nóridica es el dios del engaño: Loke o Loki. En el origen, Loke lleva el nombre de Loder y es hermano de Odin. Participa de la creación del hombre dándole la sangre, la pasión, los sentidos y el fuego de las venas. Loder es el dios del fuego, y como el elemento es bienechor y necesario pero tambien peligroso y destructor. A diferencia de los dioses griegos que eran inmortales, las deidades nórdicas son finitas. La muerte de los dioses es un destino inevitable. Y la importancia de Loke radica en el cumplimiento de tal presagio. El Ragnarok debe ocurrir para dar fin al tiempo de los dioses e inicio al tiempo de los hombres en una regeneración de la raza humana[38].
La muerte y el origen abismal de la existencia parecen representarse plácidamente en la tradición nórdica evitando las polarizaciones esquizoparanoides de la tradición griega y judeo-cristiana-musulmana. El naturalismo de las concepciones nórdicas los hace parecer una civilización más primitiva y salvaje en la cual la violencia y la destrucción operan al servicio de la civilización, por lo que son altamente exaltadas y la diferencia de los sexos es meramente biológica y obedece a una lógica reproductiva.No hay bien y mal sino fuerzas destructivas y fuerzas creativas. La destructividad es parte de la creatividad, la muerte es parte del ciclo de la vida. No hay una conotación paranoide hacia el mal, se encuentra integrado en los relatos, los personajes y la cultura misma.
Pueblos prehispánicos
Los mitos y leyendas de los antiguos pobladores de lo que hoy es México nos llegan permeados por las traducciones de los frailes españoles que conquistaron el territorio. A diferencia de las tradiciones Nórdica-Germanas en las que algunos poemas se reprodujeron en su lengua original los relatos prehispánicos han sido recuperados a partir de la interpretación de códices. Los pueblos que habitaban el territorio mexicano antes de la conquista procedían de distintas tradiciones. Si bien los Aztecas representaban la cultura dominante, se trata de un conglomerado de tradiciones que constituyen el sincretismo que tendemos a llamar “tradición prehispánica” que incluye fundamentalmente aspectos Mayas, Olmecas, Teotihuacanos y Toltecas. La Leyenda del Quinto Sol se considera la versión más fidedigna de la cosmogonía oficial en Tenochtitlán al momento de la conquista. Los estudiosos han reconstruido el relato a partir de los códices tallados en la Piedra del Calendario y los testimonios recogidos por los primeros colonizadores[39].
La primera edad, Cuatro Océlotl, tenía a Tezcaltipoca como dios reinante, quien al final se transformó en el Sol, en tanto que los jaguares se comían a los hombres y a los gigantes que en aquel entonces poblaban la tierra. Quetzalcóatl era el gobernante divino de la segunda era, Cuatro Viento, a la expiración de la cual los huracanes destruyeron el mundo y los hombres se transformaron en monos. El dios de la lluvia, Tlaloc, dio luz al mundo de la tercera época, Cuatro Lluvia, que terminó por una lluvia de fuego. Chalchihuitlicue, nuestra señora de la Falda Turquesa era la diosa del agua, que presidió con aptitud durante el cuarto Sol, Cuatro Agua, en el que tuvo lugar una inundación que transformó a los hombres en peces. Nuestra era presente, Cuatro terremoto, está bajo el dominio del Dios Sol Tonatiuh, y será destruida en su tiempo por terremotos[40].
La religión azteca estaba basada en los ciclos de la naturaleza. De manera que su cosmogonía sobre el origen del mundo trata de la sucesión de eras previas al presente. Nótese que los relatos versan mas sobre la destrucción de cada era que sobre su origen. Cada uno de los cinco soles previos al presente de la cosmovisión azteca presenta una deidad reinante y un relato sobre la destrucción de esa era a partir de un cataclismo natural donde los hombres perecen o se transforman en otros animales. No hay explicación mítica sobre el origen, simplemente esta dado y de manera natural, tendrá su destrucción.
Del principio que tuvieron los dioses, no hay clara ni verdadera relación, ni se sabe nada; mas lo que dicen es, que hay un lugar que se dice Teutioacan, y allí de tiempo inmemorial, todos los dioses se juntaron y hablaron diciendo: ¿quién ha de gobernar y regir el mundo? quien haga de ser el sol? y al tiempo que nació y salió el sol, todos los dioses murieron y ninguno quedó de ellos[41].
A diferencia de la mitología griega, Nórdica-Germana o Judío-Cristiana-Musulmana, el mundo prehispánico gira en torno a la destructividad y la muerte. El énfasis de los relatos esta puesto en la muerte y no en el origen. En este sentido, se trata de una cosmogonía trágica y violenta. La creación del mundo requiere la muerte de los dioses.
Una figura central en la creación del mundo es el dios Tezcaltipoca[42], se decía que era un Dios todopoderoso capaz de dar y quitar el bienestar, la vida y la salud. Era un dios temido por los antiguos ya que su ira provocaba muerte y devastación. Se le atribuye haber sido partícipe de la creación del mundo, es decir que forma parte de los dioses originarios que se reunieron en Tehotihuacán para dar origen al primer sol. Es el Dios del primer Sol en la leyenda de los Cinco Soles. Comparte con Jehová el carácter colérico, pero a diferencia de Zeus y Odín, no genera una colectividad de dioses en quienes se instaure la ley. Comparte mas con Loke las características obscuras de ser un dios del engaño y con Dionisio la propagación del vicio y los placeres. Se trata de un dios temido mas no necesariamente malo.
Cómics y mitologías contemporáneas
El análisis de los mitos es mucho más amplio de lo que por razones de espacio se puede plasmar en el presente texto. Una vez representado el origen del mundo, los mitos describen la aparición del hombre y la mujer con sus respectivos simbolismos para narrar después una serie de historias sobre los héroes de cada cultura, sentando los ideales morales de cada una. Todos los relatos heróicos son relatos bélicos en los cuales el héroe como representante de los valores de la cultura vence sobre los monstruos que representan lo abyecto.
El héroe es propiciatorio pues su sacrificio instaura una primera etapa: el triunfo del orden sobre el caos y de la luz sobre la obscuridad. En una segunda etapa, el héroes representa el éxito de las fuerzas políticas: las jerarquías y la ley sobre la anarquía de las sociedades asediadas por los designios divinos y sin alternativas de instaurar un orden “humano”[43].
En la mitología Griega y Judeo-Cristiana-Musulmana, se instituye la defensa esquizoparanoide contra el origen. La idealización narcisista de los valores del orden y la racionalidad griega o la figura de Jave, Dios o Alá, requiere la construcción de las representaciones del lado obscuro como depositarias del desorden como la hybrisgriega o del mal propiamente representado en la figura del Diablo. Esto imposibilita la integración del origen destructivo de lo humano. En contraste, las mitologías Nórdica y Prehispánica, le dan un lugar predominante a la destructividad y la muerte evitando la polarización.
La lucha entre el bien y el mal ha sido tema literario en todas las culturas. En la actualidad, encontramos los mismos guiones en mitologías contemporáneas como las historietas de los cómics. Si bien éstos nacen en el contexto de los valores de la cultura occidental, fundamentalmente influenciados por el judaísmo, se observa la integración de lo abismático y lo destructivo en los héroes monstruosos[44]. Tomando éstos como referente, he propuesto la posibilidad de superar la defensa esquizoparanoide a la apertura a una sublimación posible.
La fórmula del superhéroe en el cómic establece una relación directamente proporcional entre el monto de sufrimiento y el súperpoder. Estos personajes son almas atormentadas, que ante el abismo de su existencia subliman sus vivencias de dolor y se arrojan a la existencia. Aunque cada personaje tiene su propio origen existe un común denominador en su construcción. La vivencia de dolor que inauguró el psiquismo desde el abismo encuentra su sublimación en el acontecer del superhéroe. Eso que lo atormenta deviene su fuerza. La ira ante la pérdida, el berreo de la horfandad, la necesidad de venganza, son los componentes de todo superpoder. Cambio de meta en tanto no satisface la eliminación del dolor original sino que lo exacerba. El poder es la exaltación del esfuerzo pulsional, redirigido al yo construyéndolo por un momento como un nuevo objeto. Sublimación como voluntad de poder:
Abstenerse recíprocamente de ofensas, de violencias y de rapiña, reconocer la voluntad ajena como igual a la suya, eso puede ser, grosso modo, una buena regla de conducta entre individuos […] la aplicación de este principio e incluso convertirlo en el principio fundamental de la sociedad, se revelara como lo que es: la negación de la vida, un principio de disolución y decadencia. Hay que ir hasta el fondo de las cosas y prohibirse toda debilidad; vivir es esencialmente despojar, herir, violentar lo que es extraño y débil, oprimirlo, imponerle duramente sus formas propias, asimilarlo o al menos explotarlo […] La “explotación” no constituye el hecho de una sociedad corrompida, imperfecta o primitiva; es inherente a la naturaleza misma de la vida, es la función orgánica primordial, una consecuencia de la voluntad de poder propiamente dicha, que es la voluntad misma de la vida.[45]
[1]Thomas Hobbes, Leviatán. O la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. México: FCE, 2018.
[2]Sigmund Freud, El malestar en la cultura, En: Obras Completas, vol. XXI, Buenos Aires: Amorrortu, 1997
[3]Melanie Klein, Introducción, En: Obras Completas, vol. 1, Buenos Aires: Paidós, 1994
[4]Richard J. Bernstein, El mal radical. Una indagación filosófica. Buenos Aires: Ed. Fineo, 2002
[5]Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia, Edición Electrónica de www.philosophia.cl/ Escuela de Filosofía Universidad ARCIS. Consultado el 14 de noviembre de 2018.
[6]Jacques Derridá, Seminario la bestia y el soberano, Buenos Aires: Manantial, 2008
[7]Laura Elena Ferrón, Cartografías del lado obscuro: monstruos y superhéroes. Revista electrónica Territorio de diálogos, Segunda Edición, Primavera – Verano 2018, Las dos vertientes del ser: sujeto-objeto. http://territoriodedialogos.com/cartografias-del-lado-obscuro-monstruos-y-superheroes/#_ftn1
[8]George Lucas. La amenaza fantasma. http://www.imsdb.com/scripts/Star-Wars-The-Phantom-Menace.html. Consultado el 5 de enero de 2018.
[9]Klein utiliza el término esquizoparanoide para determinar el estadio en el cual para protegerse del instinto de muerte, el psiquismo necesita separar y negar este instinto del vital. Para separarlos y preservar su existencia, escinde los objetos del mundo y se escinde a sí mismo: objetos buenos cargados de instinto de vida y objetos malos cargados de instinto de muerte. El sí mismo bueno y el objeto bueno en el exterior son idealizados como pareja amorosa absolutamente libidinizados. Los objetos malos son negados y proyectados al exterior en la ausencia del objeto bueno, donde se fantasean como perseguidores generando la paranoia y su consecuente violencia hacia el objeto persecutorio en aras de su destrucción para preservar a los objetos buenos. Melanie Klein, Notas sobre algunos mecanismos esquizoides, En: Obras Completas, vol. 3. Buenos Aires: Paidós, 1994.
[10]Jacques Derridá, Políticas de la Amistad, Madrid, Trotta, 1998
[11]Melanie Klein, La influencia mutua en el desarrollo del yo y el ello, En: Obras Completas, vol. 3. Buenos Aires: Paidós, 1994.
[12]Sigmund Freud, El yo y el ello, En: Obras Completas, vol. XIX, Buenos Aires: Amorrortu, 1997 , p. 54.
[13]Diccionario de la lengua española. Real Academia Española. Versión electrónica 2014.
[14]Martin Heidegger, Ser y Tiempo, Madrid: Trotta, 2003
[15]Sigmund Freud, Lo inconsciente, En: Obras Completas, vol. XIV, Buenos Aires: Amorrortu 1997
[16]W. R. Bion, A Theory of Thinking. En: Second Thoughts, Selected papers on Psycho-Analysis., Londres, William Heinemann Medical Books, 1967. El resumen y la traducción son mías.
[17]Francisco Pereña, Cuerpo y agresividad, Mexico: Siglo XXI, 2011
[18]Sigmund Freud, Pulsiones y destinos de pulsión En: Obras Completas, vol. XIV, Buenos Aires: Amorrortu 1997
[19]Sigmund Freud, Proyecto de Psicología, En: Obras Completas, vol. XIV, Buenos Aires: Amorrortu 1997
[20]Sigmund Freud, Proyecto de Psicología
[21]Francisco Pereña, Soledad, pertenencia y transferencia. Madrid: Ed. Síntesis, 2006
[22]Melanie Klein, Notas sobre algunos mecanismos esquizoides
[23]angustia de aniquilación
[24]ya Freud había postulado la fantasía alucinatoria del deseo como la primera construcción psíquica (ficción) del bebe ante la frustración del objeto (pecho) que no aparece. Sigmund Freud, La interpretación de los sueños (I), En: Obras Completas, vol. IV. Buenos Aires: Amorrortu 1997
[25]deviniendo pulsión en tanto representación psíquica del instinto en tanto fuente somática
[26]W. R. Bion, Differentiation of the psychotic from the non-psychotic personalities. En: Second Thoughts, Selected papers on Psycho-Analysis., Londres, William Heinemann Medical Books, 1967.
[27]Jean-Pierre Vernant, Mito y pensamiento en la Grecia antigua, Barcelona, Austral, 2017
[28]Jean-Pierre Vernant, pag 58
[29]En un texto previo hice el trazo histórico de las representaciones del lado obscuro mostrando como la monstruosidad abyecta queda colocada por siglos en lo femenino y lo demoníaco. Laura Elena Ferrón, Representación y destructividad: historias del lado obscuro. Revista electrónica Territorio de diálogos, Primera Edición, Otoño – Invierno 2017,Tiempo y memoria. http://territoriodedialogos.com/representacion-y-destructividad-historias-del-lado-obscuro/
[30]Carlos García Gual, Introducción a la mitología griega, Madrid, Alianza, 2006, p 90
[31]Diccionario de la lengua española. Real Academia Española. Versión electrónica 2014.
[32]Carlos García Gual, p 90
[33]Carlos García Gual, p 92
[34]Sagrada Biblia. Antiguo y Nuevo testamento. Nacar Colunga. Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, Edición X, 1960 Génesis pag. 9
[35]Hamilton, Edith (2008): Mitología. Todos los relatos griegos, latinos y nórdicos. Madrid: Turner Publicaciones
[36]Heinrich Niedner. Mitología Nórdica. Barcelona: Edicomunicación S.A. de C.V. 1997 pag. 9
[37]Heinrich Niedner. Mitología Nórdica. pag 13
[38]Heinrich Niedner. Mitología Nórdica. pag. 255
[39]George C. Vaillant. La civilización azteca. FCE. 1941 p 159
[40]George C. Vaillant. La civilización azteca. p 159
[41]Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España. Libro Tercero, p 232
[42]Fray Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España.Tomo 1. https://archive.org/stream/historiagenerald02saha#page/248/mode/2up/Consultado el 17 de noviembre de 2017. p 241-242
[43]Patricia Cardona Zuluaga. Del héroe mítico, al mediático. Las categorías heroicas: héroe, tiempo y acción. Revista Universidad EAFIT, octubre-diciembre. Vol. 42. No. 144. 2006. Medellín, Colombia. pp 51-68
[44]El primer referente de esta construcción de personajes es Bill Finger, escritor de las historias de Batman y Joker en 1939, pero será Stan Lee quien explote la narrativa en la era de Plata de los Cómics. Ambos de origen judío al igual que la mayoría de los artistas y escritores de cómics. Laura Elena Ferrón, Cartografías del lado obscuro: monstruos y superhéroes. Op cit. http://territoriodedialogos.com/cartografias-del-lado-obscuro-monstruos-y-superheroes/#_ftn1
[45]Frederick Nietzsche, Mas allá del bien y del mal, Madrid: Edaf, 1985, p.188.
Laura Elena Ferrón. Licenciada en psicología, UNAM. Maestra en estudios psicoanalíticos, Universidad de Sheffield, Inglaterra. Ha sido docente e investigadora en diversas instituciones de licenciatura y posgrado en psicología y psicoanálisis. Trabajó en Control de Confianza en PGR y en el INM. Participó en el curso virtual de Psicología Forense Especializada en Niñas, Niños y Adolescentes impartido por la Suprema Corte de Justicia, UNICEF y la ODDI. Actualmente colabora en peritajes en ATIJ-ILEF, ejerce como docente y en la consulta privada.